martes, 30 de abril de 2013

LECCION 34 DEL TAO: TODAS LAS COSAS DEL MUNDO NACEN DEL TAO

LECCIÓN 34 DEL TAOTODAS LAS COSAS DEL MUNDO NACEN DEL TAO


ÓSCAR ROBLES


        La honda naturaleza metafísica del Tao —ubicuidad, eternidad, fuente de infinitud, espiritualidad, grandeza— es el tema principal del libro 34 del Tao. El Tao como Ser quintaesencial del universo ocupa las preocupaciones centrales de los capítulos 4, 5, 6, 7, 21 y 32 del libro de Lao-tzu. En general, el Tao es como un dios y su identidad es imprecisa e inapresable, pues en la filosofía oriental se considera como la matriz quintaesencial de todas las cosas y como el origen del universo, del mundo y de los seres humanos, Incluso, es anterior a Dios mismo. En el libro 34, esta visión metafísica del Tao es muy importante y se expresa cómo esta entidad o esencia puramente abstracta da origen a todo y a todos. Una sola estrofa de quince versos compone el libro 34 en la versión en inglés de Stephen Mitchell.
         En primer lugar, el maestro oriental sostiene que el gran Tao fluye por todas partes y que todas las cosas nacen de él, pero no las crea (34). En especial, Mitchell considera que el Tao es más un procreador que un creador: “It is more like a mother than like an artisan, giving birth rather than making” (Notes 109). Además, Mitchell opina que el Tao genera vida espontáneamente, apartándose de todo esquema lógico o racional: “It acts without any conscious plan or purpose” (109). Por ende, el Tao es como Dios, una entidad metafísica difícil de explicar. Así pues, el Tao es y ya.
En segundo lugar, Lao-tzu piensa que el Tao se vierte a sí mismo en su trabajo, pero no hace ninguna reclamación (34).
En tercer lugar, el maestro chino afirma que el Tao nutre infinitivos mundos, pero no se agarra a ellos (34).
En cuarto lugar, puesto que emerge en todas las cosas y está escondido en sus corazones, el Tao puede ser considerado como humilde, refiere el pensador chino (34).
En quinto lugar, puesto que todas las cosas se desvanecen en él y perdura solo, el Tao puede ser considerado como grande, expone Lao-tzu (34).
Finalmente, el contemporáneo de Confucio señala que el Tao no está consciente de su grandeza, así que es verdaderamente magnífico.
         En conclusión, el Tao es un Todo, un dios, una Presencia ubicua y eterna, un auténtico dador de vida, un generador espontáneo de las cosas del mundo y de múltiples situaciones, y una fuente inagotable y perdurable de diversos mundos posibles. El Tao parece como una “chispa mágica e invisible” o una “energía secreta” que penetra la esencia de las cosas y de las personas. Asimismo, el Tao luce como Dios mismo.
Ante todo, el Tao es la clave para entender el mundo de una mejor manera y para vivir en una verdadera paz interna y en armonía con el entorno de cualquier espacio geográfico y de cualquier época, según se advierte en todos los capítulos del Tao dedicados a configurar la naturaleza del Tao.
        



Obras citadas
Lao-tzu. Tao Te Ching. Trad. Stephen Mitchell. New York: Harper
         Perennial, 1992.
Mitchell, Stephen. Tao Te Ching. By Lao-tzu. Trad. Stephen Mitchell. New York: Harper Perennial, 1992. 89-128.


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