lunes, 24 de julio de 2017

ARTE, HISTORIA Y LEYES EN LA "CASA DE LA CULTURA JURIDICA JOSE FERNANDO RAMIREZ"

ARTE, HISTORIA Y LEYES EN LA CASA DE LA CULTURA JURÍDICA JOSÉ FERNANDO RAMÍREZ





ÓSCAR ROBLES






ESTAS ESPEJEANTES AGUAS FORMAN PARTE DE UN MURAL PINTADO EN LA ANTIGUA CASA DE LA FAMILIA MESTA (HOY CASA DE CULTURA JURIDICA "JOSE FERNANDO RAMIREZ")


Esta casa legislativa se ubica en la flamante Avenida Zarco, justo en la esquina con la Calle 26, muy cerca de una sucursal del Banco Nacional de México (BANAMEX). Fachada de ladrillos claros y simétricos y pretiles rojos y un jardín breve al frente, su diseño artístico es un tanto parco por fuera. Sin embargo, adentro esconde tesoros artísticos, un hermoso jardín con bancas de cantera y árboles y un cuerpo de profesionales del derecho que orienta a los abogados, a los niños y a los ciudadanos en general sobre la importancia de la correcta aplicación de las leyes en la sociedad y sobre la historia legislativa de México, en medio de una difícil década marcada por las llamadas anticulturas que alteran el orden legal e institucional del país.

OTRA IDILICA ESCENA NATURAL EN UNO DE LOS MURALES DE LA CASA DE CULTURA JURIDICA


          Un amable guardia me recibe en un mostrador, donde se ve al lado un moderno sistema de detección de armas y metales. Luego, este hombre consulta por teléfono a sus superiores para obtener autorización para que yo pueda recorrer los interiores y tomar fotos.


1.    EL RETRATO DEL MINISTRO JOSÉ FERNANDO RAMÍREZ


Esta obra es una pintura al óleo creada por el pintor chihuahuense Óscar Soto en 2005. El histórico magistrado José Fernando Ramírez luce su presencia grave en el retrato de busto que engalana la entrada a dicha casa jurídica de la capital del Estado de Chihuahua. En general, el retrato es de estilo realista y clásico, pero de hechura contemporánea. En este cuadro, aparece el ministro con traje negro, piel blanca, ojos azules y una prominente barba blanca. En especial, el rictus del rostro es sereno y adusto, de gran equilibrio emocional.

'RETRATO DE JOSE FERNANDO RAMIREZ" ( 2005) DE OSCAR SOTO


El magistrado Ramírez (1804-1871) es nativo de Parral, Chihuahua. Vivió en esa ciudad minera y en la Ciudad de México. Fundamentalmente, fue ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en México durante el siglo XIX, justamente entre 1853 y 1856, según muestra un cuadro histórico de dicha casa de cultura jurídica. Por su parte, el pintor Óscar Soto es autor de los murales ubicados a la entrada del Paraninfo de la Universidad Autónoma de Chihuahua, donde da vida a personajes y centros universitarios del siglo XX.


II “LA ILUSTRE CASA DE RAMÍREZ”


Esta prominente casa de cultura jurídica cuenta con una biblioteca judicial, varios salones para sesiones, una sala con pinturas al óleo que recrean idílicos paisajes naturales con árboles y ríos y casas de campesinos, un extendido jardín o patio con abundantes plantas y sólidas bancas de cantera. En particular, este inmueble perteneció originalmente a la familia Mesta, que se dedicó a la fabricación de ropa en la ciudad de Chihuahua, durante una parte del siglo XX.

EL JARDIN DE LA CASA DE CULTURA JURIDICA TIENE UNA FUENTE Y BANCAS 

LA VEGETACION DEL JARDIN EMANA FRESCURA Y SE ANTOJA UNA AMABLE CONVERSACION EN LAS BANCAS

LOS VISITANTES PUEDEN CAMINAR POR EL JARDIN Y REFLEXIONAR SOBRE SUS INVESTIGACIONES JURIDICAS


En el siglo XXI, esta gran casa funciona como difusor de la cultura sobre las leyes mexicanas por medio de un personal altamente calificado en la materia, tales como investigadores, abogados y estudiantes. La directora de dicho centro jurídico es la licenciada Nora López, una bella y gentil dama.
Por instrucciones de la propia directora, el abogado Alejandro Pantoja me conduce a través del cómodo y espacioso recinto cultural y me explica las tareas de dicho instituto federal y la función de cada una de las habitaciones de la antigua residencia de los Mesta.
Nativo de la Ciudad de México, el licenciado Pantoja es una persona muy cordial y conocedora de las leyes mexicanas y de la historia del país. Primeramente, me informa que al fondo de la casa se encuentra la biblioteca donde se alojan valiosos documentos legales, numerosos procesos judiciales en estado parcial de actividad jurídica y trascendentales obras escritas sobre las leyes nacionales.

EL ARCHIVO JUDICIAL DE LA CASA CONTIENE DOCUMENTOS SOBRE EL JUICIO AL GOBERNADOR  MARCELO CARAVEO


—En ese cuadro se encuentran las fotos de todos los magistrados de la Suprema Corte de la Nación —me ilustra el señor Pantoja cuando caminamos por unos pasillos del lado este de la casa.
El cuadro muestra a un hombre adusto del periodo histórico de 1853-1856: Es precisamente el ministro José Fernando Ramírez, quien luce su barba blanca, y su postura es muy parecida a la figura del retrato pintado por el artista Óscar Soto. Todos los numerosos profesionales del derecho del cuadro son los magistrados que dirigieron la Suprema Corte de la Nación, desde que México es república federal, justo entre el siglo XIX  y el año de 2017. El actual presidente de dicho organismo jurídico federal es José María Aguilar, según comenta el licenciado Pantoja. Especialmente, se observan varias elegantes mujeres que han sido magistrados a nivel federal.
Al otro de la antigua vivienda de los Mesta, justo hacia el lado sur, funciona regularmente un restaurante que todavía pertenece a dicha familia de empresarios chihuahuenses. Como se sabe, los Mesta construyeron empresas de corte y confección en Chihuahua capital, especialmente. Una de sus empresas fue la famosa fábrica de ropa El Diamante que dio empleo e impuestos y surtió de numerosas prendas de vestir a los chihuahuenses. Esta fábrica se ubicaba muy cerca de la antigua residencia de la familia Mesta, inserta en la prominente Avenida Zarco. Uno de los miembros de esta famosa familia, Javier Mesta, buscaba ser candidato a la alcaldía de la ciudad de Chihuahua en 2016.

FOTO DE ALGUNOS MIEMBROS DE LA FAMILIA MESTA EXPUESTA EN LA CASA DE CULTURA JURIDICA


Fundamentalmente, el objetivo principal de la Casa de Cultura Jurídica José Fernando Ramírez es dar cultura legal y efectivo conocimiento de las leyes y los derechos a los ciudadanos mexicanos de esta región, según expone Pantoja, quien es un auténtico profesional de la cultura legal e histórica de México y una gentil persona, muy comedido y eficiente.
Discutimos en el jardín sobre las anticulturas de la violencia y la ilegalidad y sobre el agudo materialismo y el generalizado consumismo que vive la sociedad mexicana del siglo XXI. Todas ellas son expresiones del capitalismo salvaje, coincidimos.
Le digo que a pesar de estas anticulturas la nación mexicana funcionará en sectores para el gran capital, las universidades, el comercio pequeño y otros grupos de México.
—Hay que saber caminar bien por los otros sectores y moverte más por tu propio sector en estos tiempos tan complicados —le comento a mi acompañante.
Transitamos ahora por los modernos salones de sesiones y por el verde y fresco jardín. En los recintos cerrados, el mobiliario es lujoso, los espacios están bien acondicionados y los murales originales de la casa de los Mesta proyectan placer y belleza. En suma, es una gran casa de cultura jurídica situada en la ilustre e histórica Avenida Zarco. Por eso, el título de esta sección toma el título de la novela La ilustre casa de Ramírez (1900) del brillante novelista portugués José María Eça de Queiroz (1845-1900), para homenajear el gran papel de esta casa de cultura jurídica de la ciudad de Chihuahua.


UN PAISAJE NATURAL DE GRAN ARMONIA Y BELLEZA ADORNA LA SALA CENTRAL DE LA CASA DE CULTURA JURIDICA "JOSE FERNANDO RAMIREZ"

UNA CASA CAMPESTRE Y SU LUJOSA VEGETACION ES EL TEMA DE ESTE OTRO MURAL PLASMADO POR UN PINTOR ANONIMO EN LA ANTIGUA CASA DE LA FAMILIA MESTA



EL SALON DE EVENTOS OFRECE CONFERENCIAS SOBRE EL DERECHO Y LAS LEYES DEL PAIS



III LA REBELIÓN DEL GOBERNADOR MARCELO CARAVEO

Un caso judicial muy famoso en Chihuahua fue el proceso judicial a los numerosos chihuahuenses implicados en la rebelión armada contra los gobiernos federales durante la década de los veinte. En especial, estos rebeldes se oponían a  los presidentes Plutarco Elías Calles (1877-1945) y Emilio Portes Gil, quienes gobernaron México entre 1924 y 1928 y entre 1928 y 1930, respectivamente. En esta rebelión, emergió la figura del general Marcelo Caraveo Frías como un promotor militar de la Revolución Escobarista. Nativo de San Isidro, Chihuahua, Caraveo fue electo gobernador de Chihuahua en 1928 y se lanzó contra el gobierno federal en 1929.
Caraveo encabezó una lucha armada contra el poder federal, pero todos los sublevados fueron controlados y procesados con las leyes de esa época histórica, me narra el abogado Pantoja. Este caso judicial está documentado en la biblioteca de la Casa de Cultura Jurídica José Fernando Ramírez.
          Los investigadores del derecho y de la historia pueden encontrar valiosa información sobre la historia judicial de México en esta casa de cultura jurídica ubicada en Chihuahua. Por ejemplo, pueden estudiar documentos en torno al polémico proceso judicial contra los presuntos asesinos del Padre Pedro de Jesús Maldonado (1892-1937), quien fue asesinado dentro de los límites del municipio de General Trías (Santa Isabel), ubicado al noroeste del Estado de Chihuahua. Este caso ocurrió durante la década de los treinta. Como resultado de este proceso jurídico, salió libre el alcalde de Santa Isabel Andrés Rivera. En ese entonces, se discutía la práctica constante del culto católico en una hondonada natural dentro de los limites del poblado de Namorachi, lo cual representaba un ejercicio de la religión fuera de los templos, expone Pantoja. Finalmente, Maldonado murió el 11 de febrero de 1937 a consecuencia de un terrible golpiza cometida por esbirros del gobierno. Luego, fue canonizado por la Iglesia Católica.


IV LAS CAPILLAS INTERIORES DE LOS RICOS EN CHIHUAHUA


—Esa habitación fue capilla de la familia Mesta —me señala Pantoja con su mano y veo la cruz en el techo, desde el fresco patio de la Casa de la Cultura Jurídica José Fernando Ramírez y luego el licenciado me comenta—: Los de Chihuahua eran gente muy rica y siempre tenían sus propias capillas en sus residencias.
—La casa de Pancha Villa en Chihuahua también tiene capilla —le indico.
—Así es. En esas capillas celebraban bodas, bautizos y otras ceremonias.
          —Muchos eran mineros y ganaderos —apunto.
          —En cambio, en el centro del país, las capillas están fuera de las iglesias usualmente. Aquí en Chihuahua están dentro de las grandes casas de la clase alta —concluye Pantoja.


V OTRO MAGISTRADO CHIHUAHUENSE EN LA SUPREMA CORTE DE LA NACIÓN
         

Pantoja me informa que otro magistrado chihuahuense trabajó para la Suprema Corte de la Nación en el siglo XX, pero me dice que ya está retirado de sus funciones judiciales.
Esencialmente, el parralense José Fernando Ramírez fue ministro de dicho organismo judicial federal durante los años de las Leyes de Reforma, cuenta el abogado Pantoja. Este ministro aparece enlistado entre los grandes personajes históricos de México en el volumen 12 de la obra Doce Mil Grandes. Enciclopedia Biográfica Universal (1982).


VI “EL CAMARADA PANTOJA”: DEFEÑO Y ABOGADO POR LA UNAM


—La Ciudad de México es magnífica, hay mucha cultura de gran calidad. ¿Por qué se vino a Chihuahua? —le pregunto al licenciado Alejandro Pantoja.
          —Hay demasiada gente y carros, es difícil vivir allá —me confiesa este profesional de las leyes.
—Mis amigos me decían en la década de los ochenta que yo solamente visitaba la capital del país y disfrutaba la gran cultura de los museos, teatros, libros y edificios históricos, pero que yo no asumía los riesgos de la entonces gran metrópoli urbana de México.
          Alejandro Pantoja estudió derecho en la ilustre Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Nació en Iztapalapa, esa colonia célebre por la excelente dramatización de la Pasión de Cristo desde hace varias décadas, utilizando objetos, vestimentas y actores del pueblo.
          El encabezado de esta sección utiliza el título de la novela El camarada Pantoja (1937) del escritor mexicano Mariano Azuela (1873-1952), para exaltar la bonhomía y la extrema gentileza del licenciado Alejandro Pantoja.  
          Finalmente, me despido de los licenciados Nora López y Alejandro Pantoja. Fue una jornada rica en arte, cultura e historia.  La fachada exterior de la casa es de ladrillos amarillos y no presenta un refinado o vistoso diseño si se contempla desde la popular avenida. En cambio, sus interiores son suntuosos y cómodos y están bien acondicionados para el estudio y la discusión de las leyes mexicanas. Fundamentalmente, los interiores se ven llenos de espacio, luz, naturaleza y arte. En especial, las escenas campestres pintadas en las paredes por un pintor anónimo emanan belleza ideal e idilio por el campo, sus árboles, ríos, colinas y casas surgidos de la imaginación artística.

ESCENA CAMPESTRE DE UNO DE LOS MURALES PINTADOS EN LA CASA DE CULTURA JURIDICA


GRANDES ARBOLEDAS EMANAN BELLEZA EN ESTE MURAL DE LA CASA DE CULTURA JURIDICA



VII LAS BELLAS MANSIONES Y CASAS DE LA AVENIDA ZARCO


          La Avenida Zarco es una de las más hermosas calles de toda la ciudad de Chihuahua. Destaca especialmente la zona que va de la calle 28 a la plaza del Monumento al Coronel Joaquín Terrazas. En este contexto de gran arquitectura y urbanización, la Casa de Cultura Jurídica José Fernando Ramírez está envuelta por imponentes mansiones y casas de gran belleza y armonía en sus formas, volúmenes y colores.
          Apenas salgo de dicha casa de cultura jurídica y las talladas canteras y los elevados techos y los muros blancos me hacen sentir el gran arte y la gran arquitectura de la Avenida Zarco. Especialmente, contemplo una casa situada en la esquina de la Avenida Zarco y la calle Serapio Rendón. Es de color naranja, con columnas y pretiles de cantera, tallas preciosas y geométricas. Fue fundada en 1943. Esta casona es actualmente la sede oficial del Instituto Superior de Artes Gastronómicas (ISAG). Tiempo antes, estuvo ahí el Restaurante La Crème.
          Un empleado de esta escuela de cocina me cuenta estos datos históricos y me recomienda visitar el edificio del antiguo Cine Azteca, donde se ubica ahora el Scotia Bank. Este cine estuvo ubicado en la Avenida Ocampo, muy cerca del templo del Sagrado Corazón de Jesús. Me dice que el estacionamiento de dicho banco muestra los restos de la enorme pantalla del cine. Al frente del banco, la gente admira las figuras del relieve trazado en el antiguo cine, con dioses, humanos y animales de la cultura náhuatl, todos ellas trazadas con gran destreza y precisión artística: Tallas refinadas que revelan una estética de lo mexicano precolombino. Son, en suma, volúmenes y formas que recrean una mitología y símbolos aztecas.
          Justo enfrente de ISAG, se ve una hermosa casa con fachada de cantera con arcadas y columnas. Me asomo por la enorme puerta de metal. El jardín luce desolado: Amarillo, seco y sin plantas. Un anciano sale en pijamas y piensa accidentalmente que vengo a recoger un sobre con importantes documentos. El hombre se acerca a su puerta y observa al taxista que lo espera en la calle. Luego, desconfía un poco de mí y le da el documento al obeso y moreno taxista que se acerca a la puerta.
Le pido al anciano alguna información sobre la historia de la casa, pero el hombre rechaza hablar y se va al interior de la misma. Es la casa de un famoso ex diputado federal y ex aspirante a la gubernatura del Estado de Chihuahua. Una mujer de otra bella quinta cercana me cuenta después que el propietario de esa casona de cantera y arcadas es precisamente Bernardo Pérez Acedo.
          Cerca de ahí, todavía se mira la Casa de Cultura Jurídica José Fernando Ramírez. En la misma zona, sobresalen la casa de torreones de cantera estilo inglés propiedad de la familia del empresario Mariano Valenzuela, quien era dueño del Hotel Victoria; la casa rosada con dinteles y jambas de cantera situada a un lado del comité estatal del Partido Acción Nacional (PAN), la cual perteneció a la familia Cordero; la casa blanca de grandes columnas estilo sureño de los Estados Unidos del magnate Eloy Vallina, quien fue propietario del antiguo Banco Comercial Mexicano (COMERMEX); la casa blanca estilo hispano-californiano que funciona ahora como el salón de eventos Castalia y antes fue propiedad de José Antonio Vallina. Todas estas mansiones figuran como verdaderas joyas de la arquitectura local.
          Finalmente, la visita al centro jurídico que honra al magistrado José Fernando Ramírez y el agradable paseo por un sector de la Avenida Zarco enriquecen mi espíritu, mi conocimiento sobre la historia y mi vida misma. Ante todo, la Casa de Cultura Jurídica José Fernando Ramírez representa un necesarísimo y moderno centro de estudio e investigación de las leyes mexicanas, para orientar sobre la trascendencia de un estado de derecho y justicia a todos los ciudadanos chihuahuenses de diferentes generaciones, sexos, clases sociales, razas, credos, religiones y capacidades físicas y mentales. Por desgracia, todos estos habitantes del norte viven en esta presente década inmersos en la nocivas anticulturas del siglo XXI: Corrupción, crimen, ilegalidad y violencia.
          José Fernando Ramírez (1804-1871) fue un político e historiador chihuahuense. Fungió como senador en 1846, ministro de Relaciones Exteriores con el presidente Valentín Gómez Farías  en 1847, ministro de la Suprema Corte de Justicia en 1856 y ministro de Relaciones bajo el Imperio de Maximiliano de Habsburgo, entre otros puestos judiciales y políticos (“Ramírez”). Entre sus obras de historia, destacan Noticias de la vida y escritos de Fray Toribio de Benavente y Motolinía (1859) e Historia de las Indias de Nueva España, Islas de Tierra Firme por fray Diego Durán (1867).




Obras citadas
“Ramírez, José Fernando (1804-1871).”  Doce mil grandes. Enciclopedia
Biográfica Universal. Vol. 12. Ed. Diane Downey. México: Promociones Editoriales Mexicanas, 1982.

          

lunes, 10 de julio de 2017

LA GRAN SENORA [ESCENA URBANA DE CHIHUAHUA]

LA GRAN SEÑORA 
[ESCENA URBANA DE CHIHUAHUA]



ÓSCAR ROBLES



          Pasaba un arbolito, dos, tres o cuatro en bajada, en simétrico recorrido de norte a sur. Luego, los volvía a recorrer de sur a norte, en sentido de regreso hacia su base de trabajo, donde se veían un rebozo y unas cajas de dulce.
Recorría el mismo trayecto varias veces, por el camellón central, desde el cruce del semáforo hasta su base, bajo el intenso frío de la tarde de invierno, con el solecito dulce y dorado, que se derramaba como brandy o whiskey en la calle y calentaba un poco el cuerpo.
          Cargaba su redecilla de plástico verde y dos sujetadores, con mercancía adentro. Caminaba una y otra vez con paciencia viajera, paciencia de vendedor ambulante de una ciudad de más de ochocientos sesenta y siete mil habitantes, paciencia de humano del siglo XXI que vive las mismas crisis económicas, los malos gobiernos, los mismos irresponsables ciudadanos que no pagan impuestos ni legalizaciones y destruyen la infraestructura.
        Iba hasta el cruce de las dos grandes avenidas de la gran zona comercial del norte de la ciudad, cerca del mal llamado Fashion Mall por esnobismo extranjero y antes bien llamado Plaza del Sol por justa poética visión, y andaba frente al restaurante Carl’s Jr, al otro lado de Wendy’s, otro famoso restaurante de comida rápida, los cuales ofrecen tanto alimento rico y delicioso.
       Esperaba carros y camionetas y ofrecía su breve producto, su dulcecito del día, con su silencio y su morenía, cómpreme. Y recorría los arbolitos para esperar el otro ciclo de cansada labor, ándeles, señores conductores, cómprenle la terrosa dulzura del cacahuate y la almendra, les cuesta cinco pesitos, ayúdela usted el del carro blanco, usted el de la camioneta roja y usted y usted y usted. . .
        Los carros tomaban por la Avenida de la Juventud, de este a oeste, se iban sin comprar la mayoría y nada vendió ella en un poco más de una hora de caminatas de bajada y subida, con sus pies ligeros . . . 
          Pero ella volvía a su caminata simétrica de los tres arbolitos del camellón central de la Avenida Politécnico Nacional, cargando sus más de sesenta años de edad, con su vestido desgastado de rojo, su pañoleta colorada en la cabeza, para protegerse del frío, sus huaraches de correa, su ancestral cultura reflejada en su apariencia y su típico vestido, su tenaz espíritu de sobrevivencia.
      Tomaba de la mano a una niñita colorada de vestidito hermoso, cabello negro, pequeñina, linda, capullo, dulcecito de la vida, amorcito de Dios, angelito de la guardia, y recorría con paciencia, sí, con mucha paciencia, el mismo tramo de bajada de unos cien metros, la gran atleta, la caminadora sublime, incesante,  y pasaba uno, dos, tres, cuatro, cinco o seis vehículos, levantando su mano con una cajita amarilla, con su vendimia tradicional del día y ambas paseaban sus bellos vestidos de mural y lienzo.
          Y nada, otra vez, la pobre.
          Vendimia pobre para la pobre, anden marchantitos, no se marchen, cómprenle ese mazapancito de la bendita compañía de La Rosa con sus terroncitos de maní, alegren su paladar y su lengua con el dulcecillo mexicano, que su propio corazón blando, lleno de amor al prójimo, se endulzará suavemente, miren que la mujer lucha con el frío y trabaja mucho, con sus pesados pies de anciana, sus años a cuestas y esa inocente niña bendita que trae de la mano y parece una angelita de Dios. . .
          Ella seguía y seguía y pasaba un arbolito, dos, tres y hasta cuatro y pasaba enfrente de los vehículos ofreciendo otra vez el redondo dulcecito envuelto en papel celofán con la bella imagen de la rosa con su tallo y sus hojitas verdes.
          Otra mujer más joven de la misma raza, vestido rosado, se acercaba hasta la portezuela de los autos, pidiendo el kórima o ayuda de prójimo, algo tan siquiera, para la estricta sobrevivencia del día, y caminaba y caminaba en una zona cercana, justo por el lado sur de la Avenida de La Juventud.
          Una joven madre cargaba a otro capullo de vida en el bello rebozo rojo amarrado a su espalda, el bebé de La Rosa Roja, el bebé del rojo encarnado, el rebozo que es su otro enorme corazón rojo, el rojo capullo en la espalda con el niñito breve, y ella la joven indígena mostraba un documento de plástico azul, tal vez una receta de medicinas, lo mostraba a todos los conductores de vehículos, justo por el lado norte de la Avenida de la Juventud.
          Y Ella, la Gran Señora, proseguía su camino del día, su duro camino de la vida, con su vestido desgastado, su pañoleta encarnada, sus viejos guaraches, con su red de intenso verde, con sus mazapanes de La Rosa, con su niña rosita, con su blanco corazón, con su tricolor México a cuestas en la bajada de la Politécnico Nacional, muy cerca del estacionamiento de S Mart.
          Y ya eran pasadas las cinco de la tarde.

          Ándele, señor, cómprele un mazapancito a la gente buena de Chihuahua.

SABOR DE SALSA EN EL PASEO VICTORIA DE CHIHUAHUA [CRONICA]

SABOR DE SALSA EN EL PASEO VICTORIA DE CHIHUAHUA [CRÓNICA]


ÓSCAR ROBLES


       La orquesta de ocho elegantes músicos toca en el Paseo Victoria y atrae la atención de una centena de viandantes. Es la música alegre y sensual, forjada bajo el sol marino y el oleaje del mar. Visten de saco y sombrerito corto de lujoso fieltro algunos. Entonces, todo el espacio urbano se llena de un nuevo sabor en la ciudad norteña.
          Es música suave de Caribe, armonías que mueven las piernas espontáneamente. Unos transeúntes toman fotos de la inusitada orquesta, pues es una verdadera joya musical que brilla en la calle, en la zona del Café Kaldi y de varias papelerías. Entonces, el Centro Histórico se inunda de música sabrosa, salsa, danzón y mambo. Y se llena el paseo de elegancia y ritmo de música de viento.
          Hombres de negro y gris, con chalecos, barbas pobladas a lo Juan Luis Guerra, hombres con sombreros de fieltro gozan de sus propias interpretaciones en la tarde chihuahuense de domingo. La mejor elegancia: Música de salsa, ternura de olas marinas para el corazón, sensualidad pura para el cuerpo, dentro de la áspera ciudad capital del Estado de Chihuahua.
Los salseros tocan frente al Kaldi y la gente les aplaude con pasión, les agradece su fresca y dulce música, les pone monedas y billetes en un estuche de instrumento musical, como a tantos músicos de la calle que pueblan la zona aledaña a la Plaza de Armas con ritmos norteños, de cumbia y de música andina.
     Son cuatro trompetistas con relumbrosos y dorados instrumentos; un timbalista al fondo; un trombonista; un saxofonista; y un clarinetista. Es la Danzonera Victoria, nombre que nace del populoso paseo donde ofrecen su espectáculo musical y se ganan la vida de manera honesta.
          Y la música de salón se desliza sobre el espacio urbano externo y alimenta las almas deseosas y hasta los pies quieren bailar sobre la calle misma, bajo el frío de la tarde de domingo de otro invierno más de crisis social y económica en la ciudad donde se queman todavía los fuegos de una batalla absurda y violenta contra los malos hijos de Dios y la corrupción crece como la mala hierba.
          Qué alegría, qué alivio, qué nueva savia de ritmos deliciosos corre en las calles de la ciudad de Chihuahua, a unas cuadras de la imponente Catedral de la Santa Cruz con sus floridas escenas cristianas y sus geométricas piedras de cantera, sus santos y tiernos ángeles tallados con finura en los muros externos y con sus torres señoriales besando el cielo azul, donde se presiente que vuelan los ángeles guardianes de la ciudad que otrora se llamara la villa de San Francisco de Cuéllar. 
          Y más allá, por el mismo Paseo Victoria, una estatua viviente simula ser un extraterrestre con gracia de actor de filme de ciencia ficción y su cuerpo brilla sus plomos brillantes y más allá, a un lado del Edificio del Real, un dueto canta una canción romántica muy cerca de la Catedral de cantera llena de historia.
        Nueva vida, nueva música, nueva gente, renovada, lejos del “mundanal ruido” de la “otra” música.



LA TIENDITA DE LAS AGUAS FRESCAS Y LAS HISTORIETAS

  LA TIENDITA DE LAS AGUAS FRESCAS Y LAS HISTORIETAS   POR ÓSCAR ROBLES            Ya no resplandecían los coloridos barriles de vid...