En 2024 y todas las elecciones venideras, el pueblo mexicano va a elegir funcionarios públicos para administrar la riqueza económica, la justicia, el patrimonio cultural y la infraestructura física de un país de más de 132 millones de ciudadanos y casi 2 millones de kilómetros cuadrados de territorio.
En el siglo XXI, la sociedad actual confunde “popularidad” con eficiencia administrativa, trayectoria política y estudios académicos apropiados para ser un miembro del poder ejecutivo y del poder legislativo, por efectos del mercado capitalista global, por el impacto repetitivo y temporal de los medios electrónicos y digitales y por la fuerza excesiva de “la civilización del espectáculo” (Mario Vargas Llosa). No se va a votar por actores, cantantes o deportistas o empresarios opulentos del selecto grupo de la revista “Forbes”. Se vota por servidores o funcionarios públicos, que son en realidad aspirantes laborales a cargos administrativos que afectan a millones de personas.
Por estas razones económicas e históricas y no meras ilusiones del entretenimiento, los mejores candidatos para ocupar puestos laborales para el servicio del pueblo, sociedad o nación son aquellos que cuentan con mejor currículo. Para ser presidente de la república, gobernadores o alcaldes, hay que haber trabajado en puestos similares del poder ejecutivo. Para ser presidente, se debe haber laborado como alcalde o gobernador o secretario de estado por lo menos. Si tiene en su foja de servicios, trabajos de diputado local, diputado federal y senador es meritorio, pero no debe ser determinante para elegir a un gobernante. De esta forma, se evita gastar tiempo y dinero con politiqueros, políticos de la periferia, administradores que estuvieron sin fogueo en el medio por un sexenio o más tiempo y novatos sin perfil adecuado.
En realidad, los políticos son “servidores públicos” y “empleados del pueblo”. Las empresas privadas formales exigen requisitos específicos para trabajar, ya sea experiencia laboral, estudios académicos apropiados, conocimientos tecnológicos y edad, por ejemplo.
De la misma forma, deben establecerse claramente las capacidades y experiencias académicas y laborales para los candidatos a cargos ejecutivos y legislativos. El tiempo histórico de los militares revolucionarios y de los abogados y licenciados ya pasó y México es una economía y una sociedad más compleja en medio de la modernidad del siglo XXI.
A nivel académico, los aspirantes a "trabajar” en las “empresas” o gobiernos deben cumplir los perfiles adecuados, porque vivimos en tiempos de capitalismo global. Es mejor que tengan licenciatura, maestría y hasta doctorado en administración pública, administración de empresas, economía y gobernanza u otra carrera universitaria afín.
En tiempos de crisis nacional, es mejor elegir gobernadores con larga y reciente trayectoria de servicio, sin importar la edad, para contender por la presidencia del pais. Los actuales gobernadores en funciones han ejercido su trabajo durante el difícil periodo de las recesiones económicas (2008, 2020), conocen directamente las necesidades reales de la sociedad y han enfrentado las nuevas condiciones sociales y los problemas de nuestro tiempo. En el siglo XXI, Vicente Fox (Guanajuato), Enrique Peña (Estado de México) y Andrés López Obrador (Ciudad de México) fungieron como gobernadores o jefes de gobierno antes de ser presidentes federales.
Hay que fijar perfiles claros y definidos para ser candidato a presidente de México en 2024. Los candidatos deben haber ocupado otros puestos de trabajo con funciones como servidores públicos de la nación.
En 2023, México cuenta con alrededor de diez gobernadores y exgobernadores de distintos partidos políticos con apropiados perfiles políticos y académicos. Ellos deben ser los candidatos para ser el jefe o la jefa del poder ejecutivo de la República Mexicana para el periodo 2024-2030.
Los actuales servidores públicos son los trabajadores o empleados de la sociedad o nación mexicana.
