BROOKLYN:
LA MUJER INMIGRANTE IRLANDESA Y EL SUEÑO AMERICANO
ÓSCAR ROBLES
Los coloridos vestidos de la protagonista representan la
belleza y la elegancia de la mujer de clase media neoyorquina. Los espacios
abiertos del mar y el cielo azulino en el barco remarcan su libertad de mujer y
su nueva vida en los Estados Unidos de América. Su expresivo rostro refleja variadas
emociones positivas (amor) y negativas (dolor). Son algunas de las imágenes visuales memorables que envuelven al
personaje femenino central del filme Brooklyn (Reino Unido/ Canadá/
Irlanda, 2015) del cineasta irlandés John Crowley. De este modo, la mostración
o mimesis refuerza la diégesis o narración del relato cinematográfico, para
conjugar una gran belleza visual o fotográfica y un drama de romance e
inmigración a los Estados Unidos en busca del Sueño Americano.
En relación al plano visual del filme, dos de los carteles
de promoción comercial emanan una gran belleza visual con la presencia central
de la protagonista, quien se vuelve símbolo de la mujer irlandesa. Estos carteles enseñan
una perfecta fotografía como de lienzo o retrato, dentro del nivel mimético del
filme o nivel de mostración. El primero describe el viaje en barco al comienzo
del filme. Esta joven mujer irlandesa inmigrante aparece con el fondo del
mar y cielo claros y los modernos y elevados edificios de la ciudad de Nueva
York. El segundo cierra la trama y ella trae un flamante vestido color crema y
se encuentra recargada en un muro de bloques con la palabra “BROOKLYN” situada justo
arriba de su cabeza, fusionando simbolicamente al personaje femenino con el famoso barrio
neoyorquino, de acuerdo al nivel mimético de la cinta. Este hermoso nivel
visual que permea todo el filme revela una constante exaltación de la belleza
de la protagonista con diversos encuadres y tomas de gran jerarquía estética,
tanto en los acercamientos al rostro y cuerpo de ella como en los
espectaculares “pan shots” o tomas
panorámicas.
1. LA
NARRACIÓN: MUJER, FAMILIA, ROMANCE Y TRABAJO
En la trama o relato de esta cinta, la protagonista es
precisamente la joven Eilis Lacey (Saoirse Ronan). Ella emigra de su natal
Irlanda a la ciudad de Nueva York a principios de la década de los cincuenta. Antes
de partir en el largo viaje marítimo, se despide de su madre Mary (Jane
Brennan) y de su hermana Rose (Fiona Glascott), con quien comparte un hondo
amor fraternal. Durante el pesado viaje, sufre de mareos en el barco y entabla
una relación de amistad con otra mujer que la orienta para sobrevivir en la dura
y larga travesía por el Océano Atlántico. Ya en tierra, ella se hospeda en la posada
de la señora Magde Keogh (Julie Walters), situada en el gran barrio de Brooklyn,
donde desarrolla una relación de camaradería con cinco mujeres irlandesas y hasta
se convierte en la preferida de la dueña del lugar. Luego, enfrenta la
nostalgia por su familia y su patria o “homesick”.
Para paliar esta separación, mantiene constante correspondencia por correo con
Rose. Para sobrevivir, labora en la flamante tienda de ropa Bertocci’s y en una
pensión para jubilados nativos de Irlanda que trabajaron arduamente en la
industria de la construcción. Luego, busca superarse como mujer y estudia contaduría
en la Universidad de Brooklyn. Con esta interesante trama, el filme construye
una historia de inmigrantes irlandeses y, especialmente, empodera a la mujer
irlandesa, desde el punto de vista sexual, laboral y educativo mientras la
hermosa protagonista se integra a la sociedad estadounidense.
En medio
de su vida laboral y doméstica, la joven inmigrante irlandesa establece una
serie de relaciones laborales y sociales que serán determinantes en su futuro.
Primeramente, asiste a una fiesta con su compañera Dolores (Jenn Murray), se
encuentra en ese evento con otras mujeres que viven en la misma posada: Patty Mc Guire (Emily Bett Rickards) y Sheila (Nora-Jane
Noon). Particularmente, se enamora del plomero italiano Tony Fiorello (Emory
Cohen), quien es aficionado al beisbol de las Ligas Mayores y se comporta con
ella como un enamorado dulce y cortés. En especial, las dos jóvenes compañeras
de pensión lucen muy femeninas, vivaces y sexuales. Por su parte, Tony encarna
el amor romántico y vive un encuentro sexual fuera del matrimonio con Eilis.
Luego, el joven italiano se convierte en el esposo con el cual ella funda una
nueva “americanidad”: La de los inmigrantes europeos integrada por la mujer irlandesa y el
hombre italiano.
En otro plano de la historia o de la narración, la cinta alterna
la historia central de Eilis y relata las actividades de los irlandeses en
Nueva York. Unos son obreros jubilados de la construcción; otras son jóvenes
mujeres que trabajan como empleadas en tiendas. En este contexto de
trabajadores inmigrantes, Eilis trabaja parcialmente con los jubilados que
muestran sus rostros viejos y cansados y celebra la cultura irlandesa con
música, baile y canto de su país natal. Por su parte, los sacerdotes católicos
irlandeses sirven de intermediarios entre familias y conectan a los familiares de
ambos continentes vía telefónica y hasta les consiguen empleos en Nueva York. Tal
es el caso del padre Matt Glynn (Hugh Gormley), quien cumple esa función social.
Entonces, la trama se complica con un asunto trágico en
la vida de la joven irlandesa. Muere Rose y Eilis sufre un hondo dolor por la
muerte de su hermana y por la soledad y abandono en que queda su madre. Luego,
se recupera de la pena. Tiene relaciones sexuales con su novio Tony, conoce a
la familia de él y finalmente se casa con su amado italiano. Sin embargo, los asuntos
personales y familiares en su país natal vuelven a alterar su nueva vida
norteamericana y la interesante historia de la joven mujer inmigrante se
complica. Viaja a Irlanda para asistir a la boda de su antigua amiga Nancy (Ellen O’Higgins). Entonces, visita la tumba
de Rose, asiste a la boda de Nancy y George Sheridan (Peter Campion), se
enamora temporalmente de Jim Farrell (Domhnall Gleeson) y convive con esos tres
irlandeses en la playa. Además, labora un breve tiempo con la señora Kelly en
una tienda de abarrotes. Luego, por instancias del señor Brown (Denis Conway), trabaja
un tiempo de contadora para el negocio de Davis’s,
donde su hermana Rose fue empleada. En ese nuevo contexto social, duda sobre su
posible regreso a Nueva York y no abre las cartas que le envía su esposo Tony
porque no sabe qué contestarle. De este modo, vive un periodo de confusión
sentimental con la presencia constante de su solitaria madre, el amor de Jim,
los paseos en el mar y el reencuentro con su cultura nativa.
Entonces, la trama o narrativa del filme tiene un desarrollo
dramático muy interesante. Además, la historia se ve reforzada por la belleza
del plano visual o mimético, el cual se comenta ampliamente en la siguiente parte. Especialmente, la trama establece el conflicto de
Eilis, la cual se encuentra dividida entre dos amores [Tony y Jim], dos
ciudades [Nueva York y Enniscorthy] y dos culturas o naciones [Irlanda y los
Estados Unidos]. Finalmente, la propia señora Kelly (Brid Brennan) contribuye a
resolver estos conflictos personales y culturales. Ella sabe que la joven Eilis
se había casado con un italiano en el barrio neoyorkino de Brooklyn y esta
situación particular cambia la postura de Eillis con respecto a su vida futura.
Más tarde, confiesa a su propia madre la verdad de su matrimonio neoyorquino,
se despide emotivamente de ella y regresa al barrio de Brooklyn, el cual da
nombre al filme. A medida que ocurren estos episodios de la trama, Irlanda
aparece como un país propio del viejo continente con costumbres tradicionales y
atrapado en la inmovilidad cultural y Brooklyn se revela como un mundo
fascinante, lleno de dinámica laboral y social, con múltiples etnias y razas
conviviendo en la vida cotidiana y el papel relevante y libre de la mujer en el trabajo en los negocios neoyorquinos.
2. MOSTRACIÓN
O MIMESIS: SÍMBOLO DE LA MUJER IRLANDESA INMIGRANTE
Paralelo a
esta interesante trama o diégesis, la mimesis del relato cinematográfico revela
otros posibles significados que refuerzan la belleza de la protagonista, la
identidad femenina y la nueva identidad colectiva del personaje femenino
central. En particular, la narración de un relato cinematográfico se centra en
la historia o trama, como fue expuesto en la sección anterior. En tanto, la
mimesis o mostración se funda en el particular diseño y exposición de las
imágenes visuales y sonoras, según sostienen François Jost y André Gaudreault en
El relato cinematográfico. Ante todo, Brooklyn enfatiza el poder
de las imágenes visuales para potenciar el papel del personaje femenino central
como representante o paradigma de la mujer inmigrante irlandesa de la década de
los cincuenta. Por ejemplo, aparece el dulce, esbelto y blanco rostro de Eillis
en algunos recuadros con marcos de colores verde y café en habitaciones, los cuales parecen
como bellas pinturas o retratos de la joven irlandesa. Por otro lado, la cámara
capta su delicada tez femenina en diversos acercamientos o “close ups” para ver los diferentes
cambios emocionales y psicológicos de ella. En estos acercamientos, ella proyecta
silencio, reflexión, nostalgia, dulzura, alegría, amor y dolor por los
diferentes episodios de su vida personal, familiar y laboral.
Por todo ello, Brooklyn es un filme de gran belleza
visual que potencia los temas del amor y la inmigración como núcleos centrales
de las acciones, en aras de construir una nueva familia norteamericana y una
nueva ciudadanía laborante en la llamada Babel
de Hierro. En especial, la cinta realza la figura de la mujer irlandesa
inmigrante, mediante la evolución psicológica de Eillis, quien pasa de ser
irlandesa y soltera a ser norteamericana y casada, después de atravesar varios
conflictos personales, familiares y culturales y de vivir la constante
incertidumbre sobre identificar su verdadera casa y patria en su vida de
adulta. Así pues, la trama remarca los cambios psicológicos y sociales y la
maduración como persona en la vida de Eillis en diferentes situaciones
narrativas y las constantes tomas a su cara refuerzan la psicología, pero también su
belleza y su marcado protagonismo en la historia de inmigración irlandesa.
Paralelo a esta fuerza del relato cinematográfico en los
niveles de la diégesis, el colorido y elegante vestuario cumple
una función estética y social, dentro de la mimesis del relato. Esencialmente, los flamantes vestidos de la
nueva clase media estadounidense exaltan la belleza y el protagonismo de la
mujer irlandesa, como si se proyectaran cuadros o lienzos propios de la década
de los cincuenta. El papel relevante de los vestidos de Eilis Lacey aparece
tanto en la población de Enniscorthy, County Wexford, Irlanda como en Brooklyn,
New York, Estados Unidos hasta convertirla en un paradigma de belleza femenina y de mujer independiente y libre.
Fundamentalmente,
los vestidos de Eilis y de las otras mujeres irlandesas en Brooklyn, Nueva York, tambien contribuyen a construir una imagen poderosa de ellas, pues son bellas, elegantes
y muy femeninas. Por ejemplo, Eillis usa unos espectaculares vestidos de intensos
colores verde, amarillo y azul, los cuales denotan vida y vitalismo y belleza y
revelan la condición de la nueva y emergente clase media en los Estados Unidos
de la posguerra. En el mar, la cristalina sensualidad de su joven piel se
observa cuando lleva un traje de baño color verde esmeralda, con el fondo de
las olas del mar y la arena, como espacios de libertad. En la iglesia, aparece
investida en un prominente vestido amarillo. En Irlanda, su blusa azul marino
es deslumbrante con el color blanco de su piel. También, viste de rojo claro y
rayas blancas y rojas y una blusa crema. Esencialmente, todos estos elegantes
vestidos de bellos diseños y colores subrayan la personalidad seductora y muy protagónica
de Eilis. Ya sea bella, reflexiva, serena, dulce, melancólica, adolorida, ella
atrae visualmente a los espectadores, quienes son testigos de su drama de vida y admiran su fascinante belleza.
Por ello, el vestuario recibió diversas nominaciones en algunos festivales de
cine internacional, tales como los famosos premios BAFTA y de la Asociación de
Críticos de Cine Broadcast, entre otros.
3. LA
INMIGRANTE IRLANDESA Y EL SUEÑO AMERICANO
En
conjunto, la diégesis y la mimesis diseñan la fuerza de la protagonista y su
papel preponderante en la trama del filme de Tony Crowley. De este modo, Eilis
Lacey confronta un duro conflicto en toda la narrativa de la cinta: Elegir
entre la tierra nativa y la vida de inmigrante europea con la cercanía del Sueño
Americano [empleo, educación, modernidad y libertad], que poco a poco va
encontrando en los Estados Unidos durante la década de los cincuenta. Finalmente,
ella se convierte en el poderoso símbolo de la mujer irlandesa inmigrante que
tiene que decidir entre su familia biológica y su familia política, entre las
tradicionales costumbres irlandesas y el nuevo dinamismo laboral, político y
social de la sociedad norteamericana. Así pues, Eilis asume con firmeza y
denuedo la vida democrática del país americano, el gran progreso económico, el
desarrollo laboral para la mujer y los inmigrantes europeos, las oportunidades
para estudiar en las escuelas, el mejor equilibrio entre las clases sociales y
la mezcla de etnias culturales.
Hacia el final del filme, la trama expone otro viaje
marítimo de Eilis en su regreso a Brooklyn. Otra vez, el mar se convierte en el
espacio de libertad y belleza dentro del plano visual del filme. Ella repite su
historia otra vez en el barco, pero asumiendo esta vez el papel de la experta
en inmigración. Un acercamiento al rostro de ella proyecta belleza física y
diversos y contrastantes emociones: Serenidad, tristeza y entereza. Instruye a
otra joven e inexperta inmigrante sobre el comportamiento que debe mostrar en
la oficina de Inmigración de los Estados Unidos. Finalmente, Eilis reconoce que
su verdadera “casa” u hogar es Brooklyn Elegante y bella, la joven esposa
espera a su marido justo afuera del taller de plomería donde trabaja él,
recargada en un muro de bloques color marrón que muestra la palabra “BROOKLYN”
justo arriba de su cabeza, dentro de un plano simbólico de gran belleza visual.
En especial, su vestido color crema con matices de diversos colores y su suéter
corto verde mar realzan su belleza sobre la acera de la prominente ciudad
moderna norteamericana. Mientras tanto, se escuchan sus palabras pronunciadas en
“off’ que le había dicho a la otra
chica novata que viajaba en el barco en
su regreso a los Estados Unidos. Esencialmente, Eilis Lacey reafirma en ese
parlamento del pasado reciente que Brooklyn y los Estados Unidos es su “casa”, su nueva
vida.
4.
BELLEZA E IDENTIDAD FEMENINAS
Además de
la belleza del personaje central, la mimesis o mostración del relato fílmico
refuerza la construcción de la identidad femenina. Entonces, se producen
diversas tomas o “shots” para
expresar cambios psicológicos y significados culturales. Por un lado, los múltiples
acercamientos a su rostro manifiestan emociones positivas (amor) y negativas
(dolor), la evolución y el cambio del papel personal y social de Eilis en la
trama. Por ejemplo, cuando visita la tumba de su hermana Rose muerta en 1952 en
Enniscorthy, Eilis expresa un hondo monólogo triste por su hermana mientras que
el plano visual proyecta belleza para resaltar su drama personal: El vestido amarillo, el cielo azul claro y
las piedras del monumento funerario se conjugan en una sentida y poética
secuencia narrativa. En tanto, el espacio marino con la mujer revela libertad;
los vestidos coloridos, bellos y elegantes evocan alegría de vivir. Aunque el
director de esta brillante cinta es del sexo masculino, Brooklyn se
asemeja a la narrativa fílmica de Danzón (México, 1991) de la prominente
cineasta mexicana María Novaro. En ambas cintas, el sutil “lenguaje” visual
refuerza las acciones y el papel de la mujer.
En particular, Brooklyn construye una historia de
libertad y esperanza para la mujer inmigrante irlandesa en los dos espacios
nacionales, el europeo y el americano. En especial, el mar y el viaje en barco
subrayan la libertad y el nuevo mundo. Entonces, los Estados Unidos emergen
como la tierra de las oportunidades laborales y de la construcción de nuevas
identidades individuales y colectivas. En este contexto social, Eilis Lacey
encarna a la mujer independiente, libre y poderosa que ejerce el trabajo y
asume su sexualidad sin los condicionamientos patriarcales y masculinistas
propios del melodrama romántico clásico y sin las coerciones de la familia y la
religión católica y de la madre tradicional irlandesa. Esta joven irlandesa
asumirá el papel de la madre de los nuevos norteamericanos que poblarán Nueva
York durante la segunda mitad del siglo XX, fusionándose con otras culturas o
etnias europeas como la italiana.
De este
modo, amor e inmigración son los vehículos narrativos del filme de Crowley para
construir una nueva identidad femenina. Así pues, Eilis Lacey se convierte en
el enfoque principal de la trama y de numerosas y significativas tomas y
encuadres de gran belleza visual, los cuales fueron configurados por el talento
artístico del fotógrafo. Por este motivo, la fotografía de Yves Belanger
adquiere gran resonancia en la historia de Brooklyn, con las imágenes
visuales que forman parte del nivel mimético o mostración del relato
cinematográfico, de acuerdo a las ideas críticas de François Jost y André
Gaudrault. En particular, este “lenguaje” visual del filme europeo configuran la evolución psicológica del personaje femenino y la intencional exaltación estética de la
protagonista y, finalmente, construyen un poderoso símbolo de la mujer irlandesa inmigrante de mediados del
siglo XX.
En
resumen, Brooklyn queda en la memoria de los espectadores en buena parte
por la perfecta belleza femenina de la actriz Saoirse Ronan. Ella representa la
belleza clara y profunda de una mujer inmigrante, la cual padece las
adversidades propias del inmigrante europeo de la primera mitad del siglo XX:
Los ajetreos pesados de la larga navegación por el Océano Atlántico, la muerte
de familiares y la nostalgia por la familia y por la patria nativa. Por eso,
uno de los carteles promocionales más emblemáticos de la cinta es el que
describe el viaje marítimo de la protagonista y destaca la figura bella y
esbelta de la protagonista con el trasfondo del ancho mar y del hermoso cielo,
símbolo de la libertad de la mujer inmigrante y de ese nuevo espacio de belleza
natural como perfecto espejo de la belleza femenina. Finalmente, Eilis Lacey encuentra la
libertad para estudiar, la libertad en el amor y la sexualidad, la libertad en
el trabajo y refunda la amistad con sus nuevas compañeras irlandesas en la
pensión ubicada en el barrio de Brooklyn, Nueva York.
Más que la
historia del barrio de Brooklyn, esta cinta de 2015 es la historia de la mujer
irlandesa inmigrante que va en pos de encontrar y vivir el Sueño Americano.
Precisamente, Eilis Lacey representa a esa mujer de mediados del siglo XX que
dará a luz a los nuevos ciudadanos estadounidenses de sangre y cultura europeas
durante la segunda mitad de dicho siglo. Por eso, este seductor personaje
principal llena la historia del filme de John Crowley con su belleza delicada y
su expresivo rostro y la gran proyección de los colores y la elegancia de sus
vestidos que son parte de la moda de ese tiempo y el síntoma de la nueva
americanidad capitalista de la segunda mitad del siglo XX.
5. PREMIOS,
NOMINACIONES Y CALIFICACIONES DE BROOKLYN
Brooklyn fue clasificado oficialmente como
una cinta de romance y comedia ubicada en Brooklyn en 1950. Su director John
Crowley (1969—) es nativo de Irlanda y dirigió las cintas Boy A (20017), Closed
Circuit (2013) e Intermission
(2003). El guión fue escrito por Nick Hornby y está basado en la novela
homónima de Colm Töibin. La fotografía estuvo a cargo de Yves Belanger.
Asimismo, este filme británico se acreditó un total de
treinta y siete premios y ciento cincuenta y cinco nominaciones en diferentes festivales, según el
sitio IMDb.com. En especial, fue considerado entre las mejores veinticinco películas
de las primeras dos décadas del siglo XXI. Entre los premios importantes, destaca
el de Mejor Película Británica en los Premios BAFTA y las nominaciones como
Mejor Película, Mejor Actriz y Mejor Guión Adaptado en la ceremonia de los Óscares
de Hollywood de 2016. Asimismo, participó como candidata en diversos premios como mejor
película, mejor actriz principal, mejor guión, mejor actriz de reparto,
vestuario, maquillaje y peluquería en numerosos festivales y grupos de críticos
de cine del mundo, especialmente de los Estados Unidos. Las siguientes
instituciones nominaron y premiaron este gran filme europeo: Los premios BAFTA,
Cine Independiente Británico, Crítica Online de Nueva York, Critica de Los Ángeles,
Crítica de Boston, Crítica de Washington D.C., Crítica Online de Boston,
Premios Satellite, Online Films Critics Society, Sindicato
de Actores, Globos de oro, Critica de Detroit, Critica de San Diego, Círculo de
Críticos de Phoenix, Crítica de San Francisco, Crítica de Houston, Crítica de
Saint Louis, Premios de la Crítica Cinematográfica, Crítica de de Chicago, Crítica
del Sudeste, Crítica de Vancouver, Crítica de Florida, Crítica de Utah,
Sociedad de Críticos de Phoenix, Crítica de Nevada, Crítica de Kansas, Crítica
de Las Vegas, Crítica de Austin, Crítica de Londres, Asociación de Críticos de
Carolina del Norte, Asociación de Críticos de Ohio Central, Asociación de Críticos
de Georgia, Premio Artio [Casting Society
of America],Crítica de Seattle, Crítica de Denver, USC Script Awards, Gremio de diseño de vestuario, Crítica de Iowa,
Premios Dorian [Asociación de Gays y Lesbianas], International Cinephile Society y AACTA International Awards (“Brooklyn”).
La
recepción de Brooklyn por parte del público fue muy apreciada y los expertos
de cine le dieron muy buenas calificaciones en diversos sitios dedicados a la
crítica de cine. En primer lugar, el sitio Rotten
Tomatoes le concede un 97% de calificación de un cien por ciento posible. En
segundo lugar, el sitio IMDb.com de Amazon le adjudica 7.5 puntos de diez
posibles. Finalmente, Metacritic le
otorga 87 puntos de cien posibles.
Obras citadas
“Brooklyn (película de 2015).” Wikipedia. La enciclopedia libre. 14 marzo 2018.
Gaudreault, André y
François Jost. El relato cinematográfico.
Cine y narratología.
Trad. Núria Pujol. Barcelona: Paidós, 1990.