martes, 19 de septiembre de 2017

LOS ARTISTAS DE LA CALLE EN CHIHUAHUA: EL ARTE DE LA SOBREVIVENCIA

LOS ARTISTAS DE LA CALLE EN CHIHUAHUA: EL ARTE DE LA SOBREVIVENCIA



ÓSCAR ROBLES



         Los veo desde el camion Circunvalación 2 ruta norte, casi todos los días, como héroes de la sobrevivencia, con su pequeño circo de la calle, malabaristas de a pie y en elevados monociclos lanzando y atrapando pelotitas, inusitados traga-fuegos de piel plateada, payasos de sonrisa blanca y pantalón bombacho, bailarines de salsa o rock, superhéroes de traje de Supermán y reluciente cabello con brillantina, bailarinas de aro gigante con estrecha falda moviendo su cintura de manera sensual, atletas plúmbeos como seres extraterrestres, un robusto Atlas que mueve un cubo gigante metálico como si moviera al mundo mismo suspendido en el aire. . .
         Justo hace unos días, observé a un señor canoso de más de sesenta años que caminaba con paciencia de trabajador jubilado, pidiendo dinero en el crucero de la Avenida Politécnico Nacional y el Bulevar Ortiz Mena, cargando una mágica varita en que había sostenido una pelota.
         Ese mismo día, ya muy noche, dos jóvenes recolectaban dinero todavía al sur de la ciudad. Uno tragaba fuego y otro bajaba los brazos, muy cansado, con un bulto que no pude distinguir. Ya eran pasadas las nueve bajo la iluminación de los postes de luz que los alumbraban apenas y todavía deambulaban por la Avenida Silvestre Terrazas, justo a unas cuadras de la Gasolinera La Sierra.
         Todos estos héroes anónimos también pueblan las calles y avenidas del Centro Histórico, la larga Avenida de la Juventud con sus múltiples cruceros, la Avenida Tecnológico y otras zonas de una ciudad mediana que contaba con más de ochocientos sesenta y siete mil habitantes en 2016 y que se asemeja a lo que fue la Ciudad México en la década de los setenta, por el tráfico excesivo de carros, la pesada contaminación atmosférica, la deficiente infraestructura urbana en varias zonas y por la deprimente pobreza.
         Estos artistas trabajan bajo el sol incandescente del verano o de noche en la “batalla” diaria por parecer siempre simpáticos y sonrientes y diestros y así poder recolectar monedas como su “sueldo” del día, para sufragar sus gastos y para sobrevivir frente a la pobreza que azota esta ciudad durante la presente segunda década del siglo XXI.
         Todos estos héroes les hacen compañía a los numerosos vendedores ambulantes de alimentos preparados o frutas y dulces y a las mujeres y niños tarahumaras en diversas calles, avenidas, plazas y parques de la ciudad capital.
         Son los artistas de la calle, persistentes y resistentes, creativos e imaginativos en esta ciudad de Chihuahua compuesta por más de trescientos mil pobres, según declaró la propia alcaldesa María Eugenia Campos (2016-2018) en su toma de posesión en octubre de 2016.
         Acaso algunos son verdaderamente “artistas del hambre”, como el personaje del cuento de Franz Kafka. Todos ellos viven en el difícil tiempo de la post-Recesión Económica Mundial, dentro de una ciudad norteña sumida en la violencia, la enorme deuda pública del gobierno estatal y la alta corrupción de la sociedad y el gobierno.

         Yo los contemplo y los admiro desde la pantalla de cristal del camión Circunvalación 2 cuando viajo durante una pesada hora desde el sur al norte, para trabajar en un empleo formal con salario fijo y prestaciones sociales.

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