lunes, 29 de diciembre de 2014

LA "CUBANIDAD" SEGUN PINTORES CUBANOS ACTUALES EN "UMBRALES DEL ARTE": ONIRISMO, REALISMO Y SIMBOLISMO

LA CUBANIDAD SEGÚN PINTORES CUBANOS ACTUALES EN “UMBRALES DEL ARTE”: ONIRISMO, REALISMO Y SIMBOLISMO

ÓSCAR ROBLES

Onirismo, realismo y simbolismo concentran la visión dominante de la pintura cubana exhibida en un museo de la ciudad de Chihuahua, entre octubre y diciembre de 2014. Sobre todo, estas obras muestran una gran calidad estética, una perfección en el dibujo y en la combinación de colores y una gran originalidad en la construcción de imaginarios artísticos en torno a los cubanos y Cuba en las últimas décadas.
Seis artistas cubanos exponen quince obras pictóricas en el Centro de Desarrollo Cultural (CDC). En general, estas pinturas plantean la cubanidad o identidad cultural cubana del siglo XXI con diversas perspectivas estéticas: Densos y simbólicos sueños y pesadillas en la playa y el mar; visiones casi fotográficas de la arquitectura cubana con grandes acercamientos visuales; complejas imágenes simbólicas y un tanto geométricas de seres extraños y fantásticos inventados por la imaginación del artista; espectaculares y atractivas yuxtaposiciones de personas gigantes soñando en espacios naturales y arquitectónicos; una poderosa exaltación mítica de la religión y la música afrocubanas con abundante iconografía del mundo humano, animal y vegetal, mediante una narrativa espacial cercana al tapiz; y, finalmente, propuestas artísticas realistas con enfoques aperturistas y comerciales hacia el capitalismo occidental. Estos talentosos artistas son José Corrales Márquez con cuatro cuadros, Manuel Antonio Álvarez con tres, Orestes Gaulhiac con tres, Williams González Chávez con dos, Saskia Verger con dos y Dionel Delgado con uno.
Esta cubanidad que puede llamarse “pos-contemporánea” se funda ante todo en la  diversidad de aproximaciones al espacio, la gente y la cultura de la famosa isla del Caribe que ha sido gobernada por un solo régimen socialista durante más de medio siglo. En general, puede verse como una identidad cultural que vive atrapada en conflictos internos muy simbólicos ―mundos oníricos llenos de angustia y placer evasionista―; situaciones externas que oscilan entre el realismo de los espacios físicos y la exaltación de espacios urbanos y la aceptación del capitalismo mediante la creación de anuncio publicitarios, con un acercamiento a los medios de comunicación masiva, a la cultura capitalista y al comercio; las abstrusas imágenes cercanas a la abstracción y al geometrismo; y, finalmente, los mundos alegóricos en torno al culto religioso nativo y artístico. La presentación de la exhibición en el museo citado describe este arte cubano de la siguiente manera sumaria: “La temática es infinita: recorre espacios concretos, imagina subconscientes, presenta carteles publicitarios, seres humanos desmitificados, la naturaleza de las cosas”. He aquí un examen de estos novedosos imaginarios artísticos.

1. JOSÉ CORRALES MÁRQUEZ: LOS DURMIENTES GIGANTES Y LOS SUEÑOS ESPACIALES

Corrales explora la fantasía onírica con cubanos gigantescos yuxtapuestos sobre espacios físicos que parecen ser el sueño mismo de dichas personas. Los personajes ―dos hombres, una mujer y un jovencito― duermen y sueñan, según las imágenes de cuatro cuadros de tema similar y estilo figurativo realista, pero fracturado por la sobrenatural yuxtaposición de figuras humanas y espaciales. Son cuadros oníricos, surrealistas por la sobre-posición de lo real con lo fantástico. En estos espacios, los cubanos gigantes son una forma de sublimar la cubanidad del ciudadano común de diferentes generaciones, sexos y condiciones sociales y sus respectivas imaginaciones oníricas. En general, sublimar el tamaño, la paz del sueño y, en algunos casos, la belleza corporal de los cubanos implica una alta perspectiva nacional: Los habitantes son más importantes que la nación misma como minúsculo espacio físico, como lugar demasiado limitado para el desarrollo de los humanos. En algunos casos, la extrema belleza del cuerpo femenino desnudo y sensual exalta dicha perspectiva cultural del artista Corrales.
En “El umbral de lo conocido”, un jovencito afrocubano, enorme, duerme de lado en el primer plano de la pintura, en medio del campo. Viste de pantalón corto de mezclilla, camiseta de tirantes azul rey, calcetas azulinas. El campo se compone de hierba, un árbol solitario, árboles en grupo, unas colinas verdes bajo un cielo azul claro cubierto de algunas nubes. En general, la composición de las imágenes es precisa en el dibujo, hermosa por su colorido naturalista y armónica por la visión del conjunto de imágenes, pero desconcertante. El rostro del jovencito revela placidez y dulzura y su cuerpo es bello, pues la piel de sus muslos tiene reflejos plateados. En suma, representa el sueño de la juventud cubana. Sueño y naturaleza, belleza y aislamiento social son el centro de la pintura, lejos de la cruda realidad social de Cuba. Esa tranquilidad del jovencito es superior al espacio físico.
En “Soñando estaba en un horizonte distinto”, un campesino gigante reposa de lado, pero de espaldas, en medio de un paisaje agreste, verde, casi bucólico. Este hombre viejo, de cabello canoso, es el centro del cuadro por su volumen corporal sobre un paisaje de menor escala y a pesar de su postura física, con el rostro no visible al espectador. Viste con jeans azules, guayabera blanca de manga corta, zapatos cafés de trabajo y un corto sombrero de palma propio de las zonas costeñas. Solamente se ve su cabello. El hombre está bajo un cielo intensamente azul diurno con algunas nubes al fondo. Pero su tamaño colosal resalta al espectador dentro del espacio natural. La naturaleza es profundamente hermosa: Un arroyo de aguas espejeantes, plantas abundosas y verdes, un sendero estrecho, un par de reses lejanas y pequeñísimas. En suma, el artista exalta ahora el sueño del campesino cubano, el descanso tan necesario y la naturaleza bella, pero pequeña frente a la magnitud física del soñador, es decir, del habitante cubano en general.
En “Nostalgia: ¿Quién va a dar?. . . Si todos somos mendigos”, el discurso político es un poco más patente, pues el título denuncia la pobreza económica de la sociedad con una expresión irónica. Por un lado, se refiere directamente al deseo proyectado por el cuerpo de una mujer desnuda. Por otro, la misma expresión soterradamente hace alusión a la difícil situación social de los cubanos que son como “mendigos”. Dicha mujer duerme acostada, de espaldas, sobre el techo de un antiguo edificio de cantera, el cual tiene arcos y barandales y bajo un cielo también azulino y esplendoroso teñido de algunas nubes. Cielo y nubes hermosos son motivos poderosos de Corrales en sus cuatro cuadros. El cuerpo es verdaderamente sensual  y delicioso, con prominentes y pulidos traseros que muestran algunos resplandores de luz de sol y con cabellos sinuosos y largos. El cuadro es de factura casi fotográfica como las otras dos pinturas anteriores. La yuxtaposición de mundos ―edificio de cantera de ciudad y cuerpo desnudo de mujer― produce un efecto más contrastante, ya que la sensualidad del cuerpo rompe su armonía con el edificio a la vez que sugiere que el arte y la mujer son belleza, armonía y volumen: Son “riqueza”. Sin embargo, el sueño de este cuadro parece ser el motivo central del artista, dentro de un contexto más inverosímil: Es una mujer gigante en el techo de un edificio, es decir, una obsesión erótica subrayada en el título del cuadro, con ese dejo de ironía mencionado arriba. Entonces, la mayoría de los cubanos son pobres. Erotismo y arquitectura sirven aquí para ocultar la crítica social del artista Corrales.
Finalmente, “Estado de gracia” repite el mismo tema de las tres pinturas anteriores: El sueño de una persona dentro de un espacio físico. En general, hay un cubano gigante en todos los cuadros y éste duerme sobre un espacio arquitectónico o natural, lo cual produce una perturbación del orden lógico, construye una poderosa imagen onírica y proyecta un efecto fantástico y, a veces, contrastante. En este caso, un afrocubano duerme de frente con jeans y torso desnudo y pies descalzos, construidos con un figurativismo casi fotográfico. Su rostro tiene barba y sus cabellos son un poco canosos. Este mulato descansa también sobre un edificio de dos pisos semiderruidos, con unos cuatro ladrillos rojos descubiertos por la falta de enjarre. Cerca hay otro edificio en buen estado, justo al lado derecho, visto de perfil desde el ángulo del espectador. Asimismo, se ve un espacio breve con un hermoso cielo azulino de día entre ambos edificios, como una variante con respecto a los otros tres cuadros anteriores con cielos hermosos de día. Esta vez, el mulato es, tal vez, un obrero pobre o tal vez un vagabundo, pero es el centro del cuadro de Corrales, con lo cual el artista muestra una visión incluyente y plural de los cubanos. De este modo, hay un jovencito, un campesino adulto, una mujer mestiza y un obrero mulato en los cuatro cuadros, todos disfrutando del sueños similares. Como la mujer, este mulato es un habitante urbano. El sueño está magnificado con la belleza del cuerpo masculino, con la profunda paz del rostro del hombre y, sobre todo, con el tamaño gigante sobre el edificio y, en general, sobre el espacio urbano.
Con sus cuatro cuadros, Corrales piensa que las realidades internas y los cubanos mismos son superiores a las realidades espaciales externas de la nación cubana, tanto el campo como la urbe. En otro posible nivel de interpretación, el espacio mismo puede ser la proyección síquica de los sueños de los cuatro personajes. Sin embargo, el claro contenido evasivo subraya un mensaje político: El cubano sueña para escapar de la crisis social y política de su país y el sueño, por ello, está plenamente sublimado en las pinturas del buen artista Corrales. La gente y no el espacio es el más importante componente de la nación cubana contemporánea, parece ser el mensaje central del este pintor cubano. Es una gente que sueña y siente paz y belleza en el sueño mismo.

2.  MANUEL ANTONIO ÁLVAREZ: LOS BALCONES CON ROPA

En sus pinturas, Álvarez se enfoca en la belleza de los balcones de las casas de arquitectura hispánica en Cuba, desde una perspectiva de gran acercamiento, vistos desde la calle y con la curiosa inclusión de ropa tendida en dichos espacios, como elementos un tanto discordantes. En general, su técnica pictórica es muy depurada y detallista. De esta manera, los cuadros “Sábanas en los balcones”, “Persianas de madera” y “El balcón azul” son pinturas al óleo sobre la arquitectura urbana de Cuba, tal vez de La Habana, hechos con gran destreza técnica, buen dibujo y perfecto colorido. Esencialmente, Álvarez configura los segundos pisos de los edificios de cantera con visiones novedosas, con un estilo plenamente figurativista y un realismo casi fotográfico.
En primer lugar, “Sábanas en los balcones” es un edificio en blanco y negro con irrupción de tres hermosas sabanas profusamente albas, relumbrosas, colgando de la baranda. Con estas prendas, rompe la tradición de la fotografía turística, pintando un cuadro al óleo con gran habilidad en los trazos. En cambio, “Persianas de madera” capta las imágenes del balcón, desde el nivel de la calle, pero con un acercamiento extremo: Es un balcón con plantas y macetas, algunas prendas de vestir de colores rosa, verde y amarillo y algunas sábanas blancas. Como se ve, la ropa es otra vez el elemento disruptivo  y original en medio de la belleza de un balcón con secciones de cantera y hermosas y verdes plantas. Finalmente, “El balcón azul” retrata con la misma perspectiva visual del cuadro anterior la belleza original y azul con cantera amarilla de un bello balcón, en marcado contraste con el tradicional color marrón de la cantera de los edificios contiguos, los cuales están bañados por un dulce sol del Caribe. En tanto, dos sábanas blancas funcionan otra vez como elementos disruptivos. En general, Álvarez es una especie de “pintor fotógrafo” que capta con su diestro pincel lo novedoso de los edificios, con una mirada nueva y fresca. En este caso, la cubanidad de este artista se resuelve en la clara exaltación estética de la cultura cubana: La arquitectura de la nación, sin gente, pero con las prendas humanas absurdamente colocadas en los balcones. Esta ropa en ese espacio, sin embargo, crea verdadera belleza y proyecta las costumbres domésticas de los cubanos.

3. ORESTES GAULHIAC: FIGURAS ONÍRICAS Y DISTORSIONADAS Y MITOLOGÍA PERSONAL

Tres pinturas al óleo de Gaulhiac muestran un arte más complejo y hermético, con múltiples figuras humanas, animales y objetuales, muy distorsionadas y dentro de diversas figuras geométricas, como si fueran juegos del inconsciente humano y perfectas y originales creaciones de una mitología personalísima del artista cubano.
Primeramente, “Actores” contiene nueve rostros humanos distorsionados bajo la estética de una especie de Cubismo: Ojos enormes en posiciones diferentes, narices descompuestas, cuellos inverosímiles, múltiples “fracturas” internas de cada figura, con geometrismos diversos. Las nueve figuras están sobre un fondo marrón y parecen sugerir la complejidad multifacética de la psiquis y del rostro de los actores como tema central del cuadro, personajes que son anunciados en el título mismo del cuadro. Estos novedosos y simbólicos personajes son actores cuyos rostros poseen diferentes transformaciones físicas y exhiben una especie de “corriente nerviosa” variada, construida con una factura profusamente ilógica y absurda que rompe toda construcción sólida de un figurativismo más realista, como el de los cuadros de Corrales y Álvarez. Sin embargo, esta ilogicidad es parte de su estilo personal y estas distorsiones son plenamente armónicas y seductoras a la visión de conjunto del cuadro, pues los dibujos son bien trazados y la combinación de colores es simbiótica con sus líneas y volúmenes. En suma, son personalísimas visiones sobre la identidad individual de los actores como personajes universales y figuras paradigmáticas.
En segundo lugar, la pintura “El rey Escaramujo” luce como un ser nuevo, totalmente distorsionado e ilógico, desde la perspectiva estética de su creador. El escaramujo es un fruto pomáceo del rosal silvestre y tiene algunas propiedades curativas (“Escaramujo”). Como personaje, el escaramujo aparece en una referencia bíblica hablando con los árboles y discutiendo el asunto de ser elegido rey (Jueces 9:15). En el caso del cuadro de Gaulhiac, el Escaramujo parece ser un personaje propio de la invención del artista, pues sus imágenes son originales, distorsionadas, muy personales. En particular, este personaje de la pintura está plagado de ojos negros múltiples y torrentes geométricos en colores grises, negros, amarillos, cafés y verdes, entre otros. En realidad, este rey es un ser fantástico y con trazos abstractos, situado justo al centro del cuadro como una especie de tótem muy desfigurado y distorsionado, sobre una especie de tablero dividido en dos partes. La distorsión de las figuras humanas o humanoides es una parte de la originalísima técnica pictórica de Gaulhiac.
Con “El rey Escaramujo” como centro, las partes del tablero cuentan con otras figuras complejas. La parte superior del tablero está configurada con colores amarillos, cafés y grises. La parte inferior cuenta con colores verdosos claros. Las dos secciones de este “tablero” contienen cuadros semilineales, con rostros también distorsionados, diversos astros (estrellas, soles), algunos objetos (vela, casa), un corazón, un pez, un perro y otras figuras construidas con un dibujo intencionalmente descompuesto, pero bien armonizado con el colorido amarillo, marrón y verde, armado con perfecta intuición creativa. En suma, el cuadro puede verse como un tablero mágico, onírico, en cuyo centro se despliega la imagen irracional del “rey Escaramujo”.
Finalmente, Orestes Gaulhiac logra fusionar artísticamente tanta figura yuxtapuesta, mediante los tres niveles generales de la pintura: El rey Escaramujo y las dos partes del tablero, bajo la unidad de los colores. En verdad, es un cuadro bastante complejo, de abundantes sugerencias interpretativas, fugaces formas o formas en busca de significado, muy original fantasía y desborde creador. El artista parece proponer la idea de la existencia de seres fantásticos de compleja vitalidad, con acumulación de formas y gran densidad emocional y tensión creativa, todo lo cual parece construir una personal mitología del artista Gaulhiac. Este pintor cubano exhibe con sus cuadros la imagen de un osado creador de visiones abstrusas y complejas sobre personajes oníricos, las cuales son muy seductoras a la mirada humana y muy se acercan a la parte irracional que todo ser humano lleve consigo. En general, su factura artística es perfecta, pero el contenido es muy oscuro e irracional.  
En tercer lugar, “Encuentros” posee un colorido borroso y construye cuatro rostros humanos centrales, un tanto difuminantes, con ojos enormes y un animal de cuatro patas distorsionado ubicado justo al centro de la pintura, bajo una técnica de influencia cubista, un diseño fantástico y sugerente, como sus dos pinturas anteriores. La hechura artística de este cuadro luce un tanto más frágil que las de los otros. Aunque su cristalización estética es seductora, el mensaje es más débil y abierto en este cuadro, puesto que el caos de imágenes no logra construir un contenido sólido, especialmente bajo un limitado y muy general título de “Encuentros”. En particular, este título parece sugerir un encuentro de seres humanos y animales, dentro de un perturbador sueño en el que se difuminan las imágenes y los colores.
Con sus tres pinturas, Gauhliac es un pintor bastante complejo por sus imágenes ilógicas y distorsionadas, pero su técnica de dibujo y color son impactantes y sus imágenes humanas, animales y objetuales tienen que verse ante todo como figuras irracionales y como productos oníricos, pues todos sus referentes no se acercan con simpatía al realismo y a la lógica del mundo externo. En consecuencia, su visión de la cubanidad es más limitada que las de los otros cinco artistas cubanos, puesto que se aparta de los concretos referentes sociales, culturales y políticas de la famosa isla del Caribe. Es tan difícil su imaginario artístico que la cubanidad parece concentrarse en las ideas de que los actores son seres complejos, profundos y multifacéticos y de que en Cuba hay realidades internas y sueños oscuros que hay que representar mediante el arte. Sin embargo, la belleza de sus imágenes es seductora y, por lo tanto, su factura estética tiene más peso que su mensaje cultural.

4. WILLIAMS GONZÁLEZ CHÁVEZ: SURREALISMO Y CUBANIDAD ANGUSTIANTE

Las dos pinturas de González son muy polisémicas, aglutinantes, angustiantes y supremamente oníricas: Son pesadilla y belleza, angustia y obsesión. Cuba es paraíso y sensualidad, pero es prisión, pobreza, represión y hasta muerte, según estas dos obras. En el cuadro “El capricho de hacer de las islas continentes”, una mujer desnuda llora de perfil, con la cabeza cobijada por su brazo derecho, sobre un enorme pez azul gris, escamado, con la boca dentada puesta hacia arriba. Abajo del pez, tres hombrecillos desnudos y flacos tienen los ojos vendados y un agujero negro en sus estómagos y muestran un rostro afligido. A espaldas de la mujer, un hombre y una mujer fantasmales y amarillos parecen deshacerse parcialmente. Ella tiene una manzana en la cabeza y está de espaldas; él también porta una venda en los ojos y su cabello está erizado y es de color amarillo. Al fondo del cuadro, aparece un enorme pez azul cielo flotando en el cielo y un barco con una iglesia dentro navega sobre este misterioso y onírico pez de labios gruesos. Además, la mujer desnuda del centro tiene flores, peces y pájaros encarnados y amarillos tejidos a su piel y apoya el brazo derecho en la foto de un hombre barbado de perfil, con gorro en forma de barca de madera y un fondo con un faro iluminado y siete casas abajo de su cabeza. El pez gris flota sobre el agua y hay palmeras pequeñas, una playa y un ramo de flores cerca de la cola del pez.
Como puede verse, las imágenes del cuadro son abundantes y complejas. Sin duda, se ven como situaciones sobrenaturales y acumulativas en torno a los humanos y a diversos motivos marinos. Es un cuadro surrealista y sumamente simbólico, de hermoso y perfecto dibujo y un armónico conjunto de colores que retratan muy bien el ambiente marino, pero con situaciones fantásticas. En general, las referencias humanas son de gente sufriente y angustiada dentro de un contexto espacial isleño y marino: Los cubanos y Cuba: El sufrimiento y el marcado sueño con figuras yuxtapuestas. Son imágenes muy bellas y hasta sensuales, pero sumamente angustiantes. En especial, el pez azul del fondo está cargado de significados y símbolos, pues su cuerpo contiene diversas figuras más: Peces, rostros humanos, un insecto cornudo y otras más. En tanto, el barco tiene remos y junto a la isla se encuentra una pequeña bandera cubana. En suma, la mujer representa a la Cuba isleña y los hombrecillos y la pareja son los cubanos que intentaron huir o perecieron de hambre y el pez azul es, posiblemente, el sueño mismo de los cubanos.
Por su parte, el cuadro “El sueño de la razón produce monstruos” es también una pintura surrealista, compleja, simbólica, con ambiente playero, con múltiples objetos y, por lo tanto, de similar estilo artístico al cuadro anterior. Combina angustia y belleza también. Un hombre barbado duerme sentado en la barda de un malecón y está recargado en la famosa pintura del artista español Francisco de Goya, la cual también da nombre a la pintura del cubano González. El cuadro de Goya está perfectamente reproducido en blanco y negro: Un hombre duerme sentado y apoyado en un escritorio mientras algunos murciélagos aparecen volando, de manera fantástica, sobre él, y aparece la inscripción “El sueño de la razón produce monstruos”, según las imágenes clásicas de dicha pintura tan inquietante. El hombre dormido es un artista cubano y viste de pantaloncillos cortos y camiseta blancos y en la piel tiene unos tatuajes con varios animales en color rojo: Peces, pájaros, mamíferos, serpientes. En la rodilla derecha, se ve a un extraño animal, una especie de insecto-pájaro alado de color negro y con las alas blancas y un rostro barbado que parece ser el líder cubano Fidel Castro. En el cielo, flotan en el ambiente una media luna plateada con agujeros, de la cual pende un columpio con una niña vestida de azul; un pez luna de frente; una paleta de pintor con un pez gris que muestra una boca dentada sobre la cual hay una lancha con dos humanos y un coco semi-pelado en la cabeza del mismo, donde el animal tienen tres arbolillos de secas ramas. Como se ve, son imágenes complejas, yuxtapuestas y acumulativas que hacen más denso el mensaje de esta narrativa onírica. Al lado del cuadro de Goya, se encuentra de espaldas una mujer con cara de hombre, con el cuerpo cortado a la mitad y el estómago agujerado. Esta mujer tiene absurdamente alas y en los muñones de sus piernas hay dos lagunas de agua, una palmera y un barco. A la izquierda del artista, otra mujer asoma y muestra su cabeza solamente, cubierta con una máscara con cuernos y múltiples ojos. Junto al hombre, se observa una moneda de oro y una especie de cartucho dorado abierto. La mano derecha del artista plástico toma un pincel cubierto con un preservativo sexual. Al fondo, en la lejanía, se mira una construcción llamada “La Chispa”, de cuyos edificios emerge una bandera cubana. La playa insular, Fidel Castro y la bandera nacional son los claros referentes a la Cuba de la segunda mitad del siglo XX y de principios del siglo XXI. Sobre el agua camina un hombre con muletas de madera y porta un sombrero grande en su cabeza.
Como se ve, es un cuadro con abundantes figuras humanas, animales, vegetales y objetuales, una abigarrada pintura por su acumulación de imágenes bellas y perturbadoras, realistas y oníricas, narrativas y simbólicas. En conjunto, representan el pesadillesco sueño de los cubanos bajo el régimen socialista. Son evidentes su hermetismo y su carácter irracional. Todas las imágenes tienen un perfecto trazo en los dibujos y un efectivo colorido. Representan un mundo de pesadilla. El absurdo y la fantasía se conjugan con el cuadro de Goya para plantear la perspectiva cultural e ideológica del artista González: El mundo real y racional también generan situaciones negativas, distorsionadas y angustiantes.
Desde un punto de vista social, todas estas imágenes de González se refieren a los cubanos dentro de la Cuba contemporánea, un mundo con pesadillas que revelan simbólica y sintéticamente los problemas sociales de dicha nación hispanoamericana: La ansiedad y la obsesión por salir del país, los ahogados, la pobreza, la enfermedad, el hambre, una vida sexual reprimida y la represión política misma a los artistas concentrada novedosamente en el fálico pincel con el condón. Todo esto se encuentra precisamente dentro de la belleza marina que rodea a la isla cubana. Sin duda, es una obra sumamente brillante, pues el artista concentra el dominio de la técnica para trazar imágenes bellas en dibujo y colores armónicos con algunos críticos mensajes sobre la sociedad cubana: El humano, el político y el artístico.
Con sus dos pinturas, González diseña una cubanidad creativa, crítica y angustiante, altamente concentrada en el complejo simbolismo y el dominante surrealismo, en la creación artística y el sueño. Por ello, el artista cubano dialoga y reproduce el famoso cuadro de Goya con el escritor inmerso en una pesadilla llena de monstruos o murciélagos volando alrededor. En el caso de González, los “monstruos” son las crudas realidades del cubano sin libertad. Sin embargo, el artista propone el escape a través del sueño creador del arte, con sus “monstruos” y pesadillas, el cual produce placer y angustia al mismo tiempo.

5.  SASKIA VERGER: CUBANIDAD RELIGIOSA Y ARTÍSTICA

Dos pinturas de Saskia Verger abordan la cubanidad desde los ángulos religioso y artístico, con una narrativa cercana a la configuración de los tapetes orientales de la Antigüedad, con un intenso y variado colorido y diversas imágenes humanas, animales y vegetales. Primeramente, “Eleguá, 4 caminos” es una obra que explora la religiosidad afrocubana con múltiples imágenes naturales y rituales antiguos que requieren de un detenido estudio extrínseco. Una descripción meramente estética puede dar una idea de la importancia del cuadro. En primer lugar, “Elegua” o “Eleggua” significa “el mensajero príncipe”, es una de “las deidades de la religión yoruba”, en la santería se representa con las imágenes del Santo Niño de Atocha o de San Antonio de Padua, es el dios de los caminos y el destino y encarna a la deidad que “abre o cierra el camino a la felicidad”, a “el portero de todos los caminos”, al que hace trampas y al que “comanda los ejércitos” (“Elegua”). De este modo, la narrativa de la pintura es una historia religiosa propia de la religión nativa de origen afrocubano, situada en la naturaleza de la isla. En el cuadro de Verger, cinco personas bailan en círculo sobre un tapete rojo que tiene imágenes de flores e insectos. Alrededor de ellos, están un pez naranja, una cabeza amarilla de cabra, un gallo rojo y marrón, una tortuga de caparazón azul, una paloma naranja, una cabra amarilla y una serpiente gris. Arriba del cuadro, se ven cinco nubes azules con diferentes puntos o círculos. Abajo, hay cuatro rostros rojos de perfil con las bocas abiertas. A la derecha y abajo, un hombre de corona amarilla con insectos habla y parece generar a los cuatro rostros rojos citados. Como se ve, es una obra que reproduce simbólicamente la fauna y la flora para plasmar la idea de que esta deidad afrocubana está muy ligada a la naturaleza.
En general, la pintura posee una perfecta factura artística. Por ello, es dominada por colores intensos y variados y sobrepone figuras diversas de humanos, animales y vegetales, pues se trata de un espacio natural. Los humanos son dos mujeres de raza negra vestidas de azul y de amarillo y un hombre de la misma raza, otro de piel roja y otro de piel café. Por este colorido, se trata de un cuadro muy simbólico y alegórico y revela el culto a la famosa divinidad afrocubana de Elegua. En resumen, la profusión de figuras, la perfección del dibujo y los intensos y hermosos colores configuran un cuadro profundo, abigarrado y complejo. Más allá de los significados religiosos propios para un iniciado en los ritos religiosos afrocubanos, la factura estética total seduce al espectador por su colorido, por el ambiente natural y por la configuración narrativa de las imágenes. En esta pintura, la cubanidad es religión nativa y exaltación de la naturaleza y de la raza negra, base de la sociedad cubana contemporánea. Finalmente, Verger propone explorar los orígenes culturales, religiosos y raciales, a través del arte.
De la misma manera, la pintura “Danza” aborda el baile cubano en medio de la naturaleza. Es exquisito, refinado, mágico. Tres mujeres de raza negra danzan en torno a un lago y a lo lejos cuatro hombres tocan los tambores. El ritual musical genera un “concierto” de imágenes de la naturaleza en el cual materialmente “danzan” todas con los humanos. El figurativismo deriva hacia una especie de realismo mágico por el marcado animismo humano o personificación de los animales. Todo en conjunto se proyecta otra vez con una estructura parecida a los tapices orientales, como en la pintura anterior, teniendo esta vez como motivo central el arte musical. Entonces, se ve todo un universo zoológico y vegetal: Tortugas, insectos, palmeras, flores, aves, pulpos, peces, palomas, todos en forma densa y abigarrada. De esta manera, se plantea la idea del ser humano unido a la naturaleza y la música armoniza a los reinos humano, animal y vegetal. En la visión cultural de Verger proyectada en este segundo cuadro, la música nativa y primitiva de Cuba genera una integración cósmica. La hechura artística de esta pintura logra cristalizar una gran visión telúrica y nativa, una honda exaltación de la cubanidad, fuera de los espacios urbanos y de los contextos políticos contemporáneos, explorando las raíces culturales de los cubanos. Verger  construye la cubanidad, desde la cultura y no desde el ámbito del Estado-nación.
En suma, las dos excelentes pinturas de Verger son exquisitas y plantean una identidad cubana a partir de elementos nativos más intrínsecos y profundos: La religión afrocubana y el arte de la danza, sin ideologías concretas. El simbolismo, la evasión y la fantasía son las claves de esta construcción cultural de Verger con su arte.

6.  DIONEL DELGADO: HACIA UNA CUBANIDAD CAPITALISTA Y ABIERTA AL MUNDO

De los seis artistas cubanos expuestos, Dionel Delgado es más concreto, actual, global y abierto al capitalismo contemporáneo con su única pintura exhibida en el Centro de Desarrollo Cultural. Mientras los otros cinco pintores exploran el onirismo, el simbolismo y el énfasis en la cultura nativa y, por consecuencia, se evaden parcialmente de la sociedad cubana concreta y evaden el compromiso político directo, Delgado ofrece una propuesta directa, acorde con la publicidad y los medios de comunicación masiva: Cuba debe abrirse al comercio capitalista.
La pintura “El sabor de la historia” luce como un cuadro social y económicamente más actual. Con esta obra, Delgado plantea, pues, un específico mensaje político a través del arte, con un cuadro de gran dibujo, gran colorido e imágenes casi fotográficas que retratan a un cubano contemporáneo. Un hombre cubano de raza negra y con barba está sentado y de frente sobre una plataforma de madera y metal, con las piernas abiertas y una actitud relajada y un tanto desvergonzada. Parece más un cubano de Miami, Florida que de Cuba misma. Viste pantalones cortos blancos, lentes oscuros y un paliacate en la cabeza con la bandera de Cuba. Muestra el torso desnudo y destapa una roja lata de Coca Cola. Al fondo, el cielo azulino luce espléndido y refuerza el ambiente paradisiaco de la playa. Abajo y enfrente del hombre, hay numerosas, coloridas, apetitosas y sensuales frutas: Papayas, sandías, plátanos, melones, piñas y otras más. En conjunto, todas estas imágenes tan vivas y altamente realistas parecen en realidad una foto. En esta perfección de imágenes radica el talento artístico de su creador, el pintor Dionel Delgado.
Por otro lado, la parte superior funciona como un acercamiento a los medios de comunicación masiva, pues en realidad el cuadro es la reproducción precisa de la portada de una revista. Arriba, pues, se ve el título de la revista (“Country”), las frases “Cuba va” y “La Cuba fresca” y la descripción de la fecha de aparición de dicha publicación (año, número y costo). De este modo, el mensaje social y político del cuadro define a Cuba como una nación más moderna: Cuba es comercio, publicidad y vitalidad aunque en la realidad histórica no lo es por el bloqueo que ejercen algunos países capitalistas. Para el artista, sin embargo, Cuba es lo que proyecta el cuadro.
  La pintura de Delgado es sumamente interesante por su factura artística y por su más directo mensaje político, dentro y fuera de un país latinoamericano que vive bajo un régimen socialista. La obra tiene un alto realismo figurativo. Su mensaje político se concentra en estas ideas: Cuba, en tanto, ofrece productos (la fruta) y acepta los productos capitalistas (los medios de comunicación masiva) y este país está más abierto hacia el mundo. El cuadro se muestra menos nacionalista en el sentido tradicional, pues no ofrece cultura cubana ni aparece el Estado socialista y militar cubano. La perspectiva artística de Delgado es, en pocas palabras, menos evasionista que Corrales y Álvarez, menos angustiante y pesadillesca que González, menos abstracta que Gaulhiac y menos telúrica que Verger.
En resumen, la pintura “El sabor de la historia” emerge como el cuadro más concreto y político de toda la exposición “Umbrales del arte” y su mensaje visual y verbal es muy claro: Cuba debe abrirse más al capitalismo y al comercio. Por eso, el primer sustantivo del título de la pintura hace referencia a la fruta cubana de manera parcial y la frase completa resume conceptual y metafóricamente las dramáticas y angustiantes experiencias de los cubanos en más de medio siglo de gobierno socialista. Este segundo mensaje aparece de manera soterrada, implícita y sutil.
En conclusión, “Umbrales del arte” es una de las más importantes exposiciones de pintura en la ciudad de Chihuahua durante el año de 2014, dentro de una ciudad norteña que cada vez se nutre mejor del arte regional, nacional e internacional en sus museos y galerías. Quince pinturas y seis artistas permiten ver la gran calidad y variedad del arte contemporáneo de Cuba. En conjunto, todas estas obras (re)construyen la cubanidad o la identidad cultural cubana en los últimos años y aun bajo el régimen socialista cubano, con ricas perspectivas estéticas formadas desde la cultura y contra la política, a partir del onirismo, el simbolismo y el realismo fotográfico. Estos seis excelentes artistas cubanos reconfiguran a Cuba con visiones angustiantes, creativas y surrealistas, con miradas nuevas y tan frescas como las frutas del cuadro de Dionel Delgado y tan bellas como su gente y su espacio geográfico. Esta brillante exhibición es, finalmente, una manera de enriquecer la visión general y, sobre todo, cultural y artística sobre la nación de Cuba socialista, ahora que el presidente Barack Obama acaba de anunciar el acercamiento comercial de los Estados Unidos y Cuba a partir de 2015.
“Umbrales del arte” fue expuesto en el Centro de Desarrollo Cultural (CDC), entre octubre y diciembre de 2014. El CDC se encuentra ubicado en la esquina de la Avenida Independencia y de la calle Libertad, en el mero corazón del Centro Histórico de la ciudad de Chihuahua. Es un recinto que es administrado por el Instituto de Cultura del Municipio y está rodeado del moderno y nuevo “Zocalito”, la zona más apropiada para los transeúntes. Entre otras exhibiciones, el CDC ha mostrado las oníricas pinturas sobre ángeles del chihuahuense Luis Y. Aragón, las fotos del body paint o “pintura en el cuerpo” y la exquisita y altamente creativa cerámica de Mata Ortiz, Chihuahua.
Los gentiles lectores pueden ver algunas pinturas de estos artistas cubanos en el siguiente sitio de Internet: <www.youtube.com/watch?v=gwL5FbhsZiw>.


Obras citadas
“Elegua.” Wikipedia. La enciclopedia libre. 28 de diciembre 2014. A Wikimedia Project. 18
“Escaramujo.” Wikipedia. La enciclopedia libre. 28 diciembre 2014. A Wikimedia Project.

domingo, 21 de diciembre de 2014

"REENCONTRANDO LA MUERTE": ARTE HIBRIDO CON MATERIALES RECICLABLES EN EL MUSEO CASA CHIHUAHUA SIGLO XIX

REENCONTRANDO LA MUERTE: ARTE HÍBRIDO CON MATERIALES RECICLABLES EN EL MUSEO CASA CHIHUAHUA SIGLO XIX

ÓSCAR ROBLES


         Arte y utilitarismo se fundieron en una exposición temporal de seis obras artísticas de creación colectiva con el tema de la muerte, en la sala principal del Museo Casa Chihuahua Siglo XIX, durante algunas semanas de noviembre de 2014.
         He aquí un ejemplo de las imágenes forjadas en una de las interesantes y creativas obras de arte. En la pieza La arquitectura hasta la muerte, se combina pintura, escultura, arquitectura y poesía. Un busto de la muerte con rasgos femeninos es el centro de la obra y, por ello, ocupa un primerísimo plano. Muestra cabello negro, ojos cafés y ojerosos, y está vestida con flores de colores. A la derecha, se encuentra un árbol seco hecho de aluminio. Al fondo de la pieza de arte, se observa una pintura de un cerco de cementerio en color café claro con un monumento al frente y con esculturas de árboles pequeños, también metálicos, con el fondo negro de la noche dibujada en un cartel, para dotar de un ambiente tétrico a toda la obra. Por su configuración de pintura y escultura, es una especie de retablo contemporáneo sobre la muerte, sin enfoque religioso. Por ello, toda la obra combina volúmenes, espacios, dibujos y colores. Los dibujos al fondo representan una referencia a la arquitectura propia de los cementerios y tienen un perfecto trazo lineal y geométrico. Un fragmento de un poema del argentino Jorge Luis Borges está inscrito en una de las piezas de cartón y contiene una reflexión sobre la muerte.
En suma, los cinco artistas creadores de Arquitectura hasta en la muerte hacen un tradicional homenaje a la muerte y construyen su personal visión sobre ella, a través de la recreación de los objetos culturales propios de esta tradición nacional en México. En primer lugar, el busto de la muerte como esqueleto de mujer es una imagen propia del Romanticismo y una aproximación a los dibujos mortuorios del mexicano José Guadalupe Posada, como el caso de la famosa Calavera Catrina. En tanto, la arquitectura de formas armoniosas en los cementerios completa la visión bella del lugar, bajo la atmósfera nocturnal. En este sentido, su perspectiva colectiva es una visión muy estética de la muerte propia de estudiantes de arte. En otras visiones e imaginarios artísticos, la muerte es más una entidad metafísica del horror. Finalmente, la muerte como una mujer medio coqueta y con vestido de flores concentra esta noción de belleza sobre un tema que causa angustia.
         En general, las seis obras de Reencontrando a la muerte son híbridas por su combinación de cuatro artes: Pintura, escultura, arquitectura y poesía. Fueron exhibidas en el citado recinto artístico, el cual fue la antigua casa del empresario Juan Terrazas. Varios estudiantes del Corporativo Universitario de Arquitectura de Chihuahua (CUDACH) crearon estas obras que combinan la pintura y la escultura, el retablo y el relieve, con materiales propios de la cultura consumista del siglo XXI. Fue una novedosa y creativa exposición de estos artistas locales, originarios de Chihuahua. Es un arte que busca hacer útil a la materia de desecho para crear imágenes originales. En general, estas obras proyectan un arte nacional y un arte regional, utilitarismo y colectivismo, arte visual y poesía metafísica.
       Cada obra fue un trabajo colectivo integrado por varios artistas y se usaron diversos materiales reciclables. Por ejemplo, Trascender es una obra configurada por cinco artistas: Francisco Sánchez, Daniel Manjarrez, Paulina Escudero, Ericka Núñez y Luis Carlos López. Los materiales reciclables usados fueron láminas de MDF. En tanto, La arquitectura hasta en la muerte fue construida por Gabriela Barrio, Edna Contreras, Carlos Escobedo, Karla Gutiérrez y Erica Lazo. Es un cuadro hecho con hojas de aluminio y otros materiales tradicionalmente más artísticos.
    Asimismo, todos estos talentosos jóvenes artistas usaron fragmentos de poemas del argentino Jorge Luis Borges como inscripciones dentro del cuerpo de algunas obras, para plantear una reflexión y un diálogo entre las artes, en medio de un tiempo histórico en que abundan los materiales reciclables, propios del consumismo capitalista.
En conclusión, la exposición temporal Reencontrando la muerte de los estudiantes de arquitectura del CUDACH representa una importante labor de difusión del arte chihuahuense por parte del Instituto de Cultura del Municipio. Esta exhibición destaca por su creatividad, su colectivismo, por la exploración de un tema universal y nacional y, sobre todo, por el uso de materiales reciclables. Este tipo de materiales puede ser una importante “avenida” para crear arte de calidad en los años venideros.
El Museo Casa Chihuahua Siglo XIX alberga una sala completa con esculturas geométricas, dibujos y fotos del famoso artista chihuahuense Enrique Carbajal Sebastián y una brillante pintura en acrílico o “cuadrípitico” sobre la hermosa Catedral de Chihuahua, hecha con la personalísima visión del artista nativo de la capital del Estado de Chihuahua Fernando Rascón. Todas estas obras forman parte de la colección permanente de dicha institución artística. Este museo se encuentra en la ciudad de Chihuahua, en el mero “corazón” del Centro Histórico. Particularmente, se ubica en la Avenida Juárez 601, muy cerca de la populosa Plaza Merino.
Los lectores pueden consultar en el presente Blog diversos artículos sobre arte y, en especial, los siguientes dos artículos sobre exposiciones de arte en el Museo Casa Chihuahua Siglo XIX: 1) “Pinturas de Fermín Prieto en el Museo Casa Chihuahua Siglo XIX: El Ferrogé y la pinturarrelieve de las corridas de toros” (Domingo 1 de julio de 2014); 2) “Esculturas de Sebastián en el Museo Casa Chihuahua Siglo XIX: Geometrismo y cultura prehispánica” (Miércoles 28 de mayo de 2014).

domingo, 14 de diciembre de 2014

"LA RECONSTRUCCION": LA NUEVA VIDA CIVIL EN LA CIUDAD DE CHIHUAHUA CON "EL ZOCALITO" Y "EL VIVEBUS"

LA RECONSTRUCCIÓN: LA NUEVA VIDA CIVIL EN LA CIUDAD DE CHIHUAHUA CON EL ZOCALITO Y EL VIVEBÚS

ÓSCAR ROBLES

 El Centro Histórico es un espacio más habitable desde hace un año y medio, con un nuevo paseo adoquinado cerca de la Catedral y una moderna línea de autobuses urbanos que conecta el norte y el sur de la ciudad de Chihuahua.
“El Zocalito” o paseo fue inaugurado en el verano de 2013 y los autobuses del VIVEBÚS en agosto del mismo año. Estos dos magnos acontecimientos marcan simbólica y centralmente el inicio de lo que se puede llamar La Reconstrucción de la vida civil en El Centro Histórico de la urbe norteña. Ambas obras públicas fueron promovidas por el entonces alcalde de la capital Marco Quezada (2010-2013) y el gobernador Cesar Duarte (2010-2016).
Esencialmente, ambas obras fundan comunidad, comercio y cultura: Fundan una nueva fase de la civilización mexicana.
     Desde entonces, el Centro Histórico ha emergido paulatinamente como el centro cultural de la ciudad y el enclave político del estado de Chihuahua. Desde 2013, se han iniciado decenas de negocios pequeños y medianos, a la par que las grandes empresas restauran la civilización y el progreso en otras áreas de la ciudad: el largo Periférico de la Juventud, el tradicional Bulevar Ortiz Mena, la Avenida Tecnológico y el emergente sur de la urbe.
         En particular, “El Zocalito” cuenta con concentrados tramos de tres arterias cerradas al tráfico de vehículos automotores, las calles Victoria y la Libertad y la Avenida Independencia. Asimismo, dichos tramos están adoquinados, tienen decenas de sólidas bancas; árboles que dan buena sombra: moderno alumbrado público; eficiente vigilancia policiaca; periódicos eventos artísticos, civiles y políticos al aire libre, entre otros aspectos civilizados.
Por su parte, el sistema de transporte público VIVEBÚS estimula el uso del autobús entre la población local, la cual se estima en 819, 500 ciudadanos, según la empresa CTS EMBARQ México, la cual construyó dicha obra pública. En 2013, antes del inicio de este sistema, el 63% de los ciudadanos de Chihuahua capital usaba el auto, 21% la bicicleta o caminar a pie y solamente el 15% utilizaba los camiones urbanos tradicionales y muy viejos, según el sitio www.embarque.org. Desde agosto de 2013, los chihuahuenses pueden abordar algunos de los ochenta y cuatro autobuses con que cuenta la línea VIVEBÚS en la actualidad, los cuales tienen una capacidad para noventa personas cada uno; pueden pagar la módica cuota de seis pesos por abordaje; y gozar de un servicio eficiente y muy bien acondicionado, que cubre desde las seis de la mañana hasta las diez de la noche, según el mencionado sitio web.
Desde 2013, los numerosos viandantes y los turistas pueden disfrutar de diversos cafés, bares, restaurantes, tiendas de ropa, conciertos de música al aire libre, exposiciones de arte en galerías y exteriores, música ambiental de buena calidad artística, nuevos museos y galerías de arte, un trenecito infantil y otros servicios a la comunidad. En suma: se desarrolla una vida más alegre, más comunidad, más convivencia sana, más comercio y más cultura, con apropiada y muy variada vigilancia policiaca. Es, desde luego, una vida civil más acorde con el azulino y esplendoroso cielo y con el hermoso y dorado sol de la región: El Sol de Chihuahua.


UN GRUPO DE MUSICA CARIBENA AMENIZA EL AMBIENTE EN EL PASEO DE LA CALLE VICTORIA

         Así pues, es todo esto el comienzo de La Reconstrucción de la capital del Estado de Chihuahua, la cual fue devastada material y moralmente por la guerra contra el crimen y la violencia y por los efectos de la Recesión Económica de 2008. Sobre todo, la ciudad de Chihuahua fue afectada por la “guerra” entre miles de anti-ciudadanos que dejaron de cumplir sus obligaciones ciudadanas y se unieron a la destrucción, como un reflejo negativo y una falta de misión ciudadana.
         La remodelación del antiguo Hotel del Real y la construcción del edificio del Poder Judicial del Estado, entre 2014 y 2015, marcan la continuación de esta “Reconstrucción” de la civilidad y la civilización mexicana en el norte del país: De la comunidad, el comercio y la cultura: De la verdadera mexicanidad. En tanto, la inauguración del Templo de la Basílica de Guadalupe al sur de la ciudad, el pasado 12 de diciembre de 2014, puede traer un auténtico renacimiento espiritual y cristiano a partir de 2015. Todas estas obras materiales son un síntoma de la nueva civilidad de la segunda década del siglo XXI.




ESTATUA VIVIENTE EN EL PASEO DE LA CALLE VICTORIA, ESQUINA CON CALLE TERCERA

REVOLUCIONARIOS Y "CALAVEROSOS" EN EL CENTRO HISTORICO DE LA CIUDAD DE CHIHUAHUA

REVOLUCIONARIOS Y CALAVEROSOS EN EL CENTRO HISTÓRICO DE LA CIUDAD DE CHIHUAHUA

ÓSCAR ROBLES

         “Yo soy Toribio Ortega”, dijo con mucho orgullo. Era una mañana tibia.
         El joven disfrazado estaba parado sobre una plataforma de cemento en el nuevo paseo de la calle Victoria, esquina con Tercera. Vestía botas militares y el rostro estaba maquillado con gruesos bigotes y patillas.
Abajo lo contemplaban dos decenas de compañeros de ronda teatral callejera, entre hombres y mujeres, todos muy entusiastas y vitales, jóvenes que gozaban la cultura de una región y una nación con sus interpretaciones al aire libre.
Había un joven vestido como el general Pancho Villa, con negras botas militares hasta las rodillas, ropa de color caqui y un sombrero del ejército. El resto de los jovencitos traía pintados en sus rostros maquillajes de calavera en color blanco, grandes párpados negros, dentadura enorme sobre la boca y mejillas.
Se divertían de lo lindo en “El Zocalito” del Centro Histórico, en medio de esta paz de 2014, fundada en la más nutrida vigilancia policiaca, con patrullas de la Municipal y de la Estatal en las calles aledañas, agentes ciclistas y de a pie caminando por las calles. Hace un año y medio, esta zona populosa y urbana era peligrosa para los ciudadanos.
Con estas y otras actividades culturales (conciertos de música, exposiciones de arte), el Centro Histórico de la ciudad de Chihuahua luce cada día más social, más caminable, más comunitario y más cultural. En noviembre se celebran El Día de Muertos (el día dos) y el aniversario de la Revolución Mexicana (el día veinte), la gesta épica más importante de México en el Siglo XX.
El chihuahuense Toribio Ortega (1879-1914) fue el primer revolucionario que se levantó en armas el 14 de noviembre de 1910, en el pueblo de Cuchillo Parado, contra la dictadura del presidente oaxaqueño Porfirio Díaz, siguiendo el llamado del coahuilense Francisco I. Madero. Formó parte de la División del Norte comandada por Doroteo Arango (1878-1923). Doroteo Arango, mejor conocido como Francisco Villa o Pancho Villa, es un general duranguense que comandó el famoso ejército La División del Norte. Sus soldados ganaron batallas revolucionarias importantes, entre 1910 y 1914, en Ojinaga y Ciudad Juárez, Chihuahua; Torreón, Coahuila; y Zacatecas, Zacatecas.
Y esos jóvenes celebran la cultura de México con teatro callejero y espontáneo y representan dicha paz basada en la alegría y en la promesa de una mejor sociedad en los venideros tiempos. El Centro Histórico es el Corazón de la capital del Estado más grande de México y escenarios de acontecimientos históricos trascendentales para el país a principios y a mediados del siglo XIX, en la Revolución Mexicana y en la década de los ochenta, especialmente.

martes, 9 de diciembre de 2014

LAS ZAPATILLAS ROSAS: HERMOSO CUADRO DE VERONICA GUTIERREZ EN UNA TIENDA DE LA CIUDAD DE CHIHUAHUA

LAS ZAPATILLAS ROSAS: HERMOSO CUADRO DE VERÓNICA GUTIÉRREZ EN UNA TIENDA DE LA CIUDAD DE CHIHUAHUA

ÓSCAR ROBLES

         Sutiles rosas claros, perfecto dibujo, el cuadro es relevante por su factura realista, casi fotográfica. Aun más: Sus volúmenes son casi texturales, pues se advierte la finura un poco brillosa de las blandas telas externas de las preciosas zapatillas. Son las zapatillas rosas de la exquisita pintura al óleo, que la artista chihuahuense Verónica Gutiérrez exhibe en un pequeño aparador de la tienda Don Marcos de la ciudad de Chihuahua.
         Las dos zapatillas rosadas son propias de la danza clásica. Estas zapatillas pictóricas poseen interiores blandos, se encuentran sobre una mesa y son, prácticamente, el centro del cuadro, pues aparecen en un primerísimo plano a la vista de los espectadores. El fondo del cuadro es marrón oscuro y armoniza con el amarillo de la mesa. Las zapatillas tienen más luz y más detalle: Más pinceladas sutiles, pues.
         Estas zapatillas rosas fueron trazadas con delicadeza y son como unas joyas que cualquier persona quisiera guardar en su cuarto: Son la esencial belleza del arte de la danza en reposo, el rosado resplandor del arte pictórico de Gutiérrez.
         La tienda Don Marcos se encuentra ubicada justo enfrente de la plaza del mural que el autor de este artículo bautizara como el mural de la Madre Nación, por la calle Aldama, casi esquina con el Bulevar Díaz Ordaz. En esa tienda, venden artículos para artistas plásticos: Marcos, lienzos, oleografías, restauraciones, retratos al óleo y otros objetos para el arte de pintar. Los propietarios son fabricantes de dichos artículos. Periódicamente, se muestran pinturas de artistas locales, las cuales van rotando y siendo sustituidas por nuevos cuadros. Este concepto “posmoderno” de tienda comercial y “micro galería” es común en otras ciudades de los Estados Unidos. Por ejemplo, los turistas pueden ver tiendas de ropa exhibiendo cuadros de los artistas locales en la ciudad de Tucson, Arizona, especialmente en la popular Cuarta Avenida, muy cerca de la Universidad y del Centro Histórico. Ojalá se continúe esta tradición en otras tiendas del Centro Histórico de la ciudad de Chihuahua.
         Desde hace años, esta tienda funciona como comercio y como una “mini galería” que gentilmente expone cuadros al público que transita por ese lugar. De esta manera, los viandantes pueden admirar diversas pinturas al óleo de Verónica Gutiérrez y otros artistas locales.
En la actualidad, los ciudadanos y los turistas puede contemplar y, posiblemente, comprar pinturas de manzanas rojas y coloridas flores; de un simpático Chef bigotón, vestido a la usanza tradicional con ropa blanca, delantal y gorro, sobre un fondo profusamente rojo; de un hermoso arroyuelo corriendo entre la verde naturaleza; y una pintura “neoimpresionista” que retrata una laguna azulina cubierta de plantas y flores acuáticas, todo lo cual es una imagen difuminada, trazada con una técnica de pincelada un tanto “disgregante”. En particular, la belleza del azul del agua es impresionante, atractiva y deliciosa al ojo humano.
         Dentro del mismo pequeño aparador donde se exhiben todos los cuadros mencionados, la pintura de las zapatillas rosas de bailarina son la obra de arte “reina” del lugar por ahora. La imagen muestra un perfecto equilibrio entre el sólido y preciso trazo del dibujo y los volúmenes rosas de las telas, sumamente finos y un poco luminosos.
En suma, las zapatillas rosas de Gutiérrez lucen un símbolo del arte y la belleza en general, dos luceros delicados, dos flores con pétalos dulces, dos frutas blandas: Dos olorosas rosas que besan la mirada.
LAS ZAPATILLAS ROSAS DE VERONICA GUTIERREZ

viernes, 5 de diciembre de 2014

ADRIAN GONZALEZ: EL MEJOR BEISBOLISTA MEXICANO EN LIGAS MAYORES ENTRE 2010 Y 2014

ADRIÁN GONZÁLEZ: EL MEJOR BEISBOLISTA MEXICANO EN LIGAS MAYORES ENTRE 2010 Y 2014

ÓSCAR ROBLES

         En la década de los cincuenta, el mejor fue el segunda base Roberto Beto Ávila con los Senadores de Washington; en los setenta, el segunda base Jorge Charolito Orta con los Medias Blancas de Chicago; en los ochenta, el lanzador zurdo Fernando El Toro Valenzuela con los Dodgers de Los Ángeles; en los noventa, el tercera base Vinicio Vinny Castilla con los Rockies de Colorado. En esta década (2010-2014), el primera base Adrián El Titán González Sabin de los Dodgers es el mejor pelotero mexicano en las Ligas Mayores de Beisbol.
    El primer jugador mexicano en las Grandes Ligas fue el jardinero central sonorense Baldomero Melo Almada, quien jugó para los Medias Rojas de Boston en la década de los treinta, entre 1933 y 1939. En esa misma década, el sinaloense José Luis Chile Gómez ingresa al beisbol profesional norteamericano. Luego, en los cuarenta, llegó a las Ligas Mayores el lanzador jalisciense Jesse Flores. Así comienza una gran historia para los peloteros mexicanos en el mejor beisbol del planeta, desde el segundo tercio del siglo XX hasta el siglo XXI. Se calcula que han desfilado alrededor de cien beisbolistas mexicanos por la Gran Carpa en alrededor de ochenta años, entre 1933 y 2014. Entre ellos se cuentan grandes estrellas como Mario Mendoza, José Peluche Peña, Vicente El Huevo Romo, Francisco Barrios, Enrique El Huevo Romo, Isidro Sid Monge, Horacio Piña, Aurelio Rodríguez, Teodoro Higuera, Juan Gabriel Castro, Esteban Loaiza, Ismael Rocket Valdez, Armando Reynoso, Mario Valdez, Dennis Reyes, Rodrigo López, Gerónimo Gil, José Silva, Karim García, Jorge Cantú, Ramiro Peña, Yovani Gallardo, Jaime García, Fernando Salas, Marco Estrada, Alfredo Aceves, Luis Cochito Cruz, Miguel El Mariachi González, Jorge de la Rosa, Joakim Soria y muchos otros más. Se habla aun del origen mexicano del legendario Ted Williams, de Reginaldo Reggie Jackson, de Eric Chávez, de Sergio Romo y otros más que han nacido en territorio norteamericano.
Adrián González nació en San Diego, California, y ostenta la doble nacionalidad, la estadounidense y la mexicana. En el reciente 2014, fue el líder en carreras impulsadas en todas las Ligas Mayores con 116, el ganador del preciado Guante de Oro dado al mejor fildeador en su posición y el acreedor del Bate de Plata concedido al mejor primera base de la Liga Nacional por su gran bateo. Por estos grandes trofeos, pudo haber ganado el premio al Jugador Más Valioso de su liga en 2014, pero su brillante compañero el pitcher zurdo Clayton Kershaw se llevó este premio junto con el valioso Cy Young, el legendario trofeo que han ganado Roger Clemens en siete ocasiones, Randy Johnson en cinco veces y Greg Maddux en cuatro temporadas.
         En 2014, González bateó 27 cuadrangulares (sexto lugar en la liga), .276 de porcentaje de bateo, 41 dobletes (tercero en la liga), 163 hits (decimoséptimo en la liga) y, desde luego, produjo las 116 valiosas carreras impulsadas que le dieron el liderazgo en todas las Ligas Mayores y en la Liga Nacional, según ESPN.COM. Asimismo, el consistente pelotero participó en 159 de 162 juegos en la temporada regular y jugó en la postemporada de su liga. Ha jugado para los Rangers de Texas (2004-2005), los Padres de San Diego (2006-2010), los Medias Rojas de Boston (2011-2012) y los Dodgers de Los Ángeles (2012-2014).
    Es bueno repasar la historia de los otros grandes peloteros mexicanos en Ligas Mayores. En primer lugar, el veracruzano Beto Ávila es el primero que sobresalió con algunos trofeos importantes en Ligas Mayores. Estos campeonatos individuales lo convirtieron en uno de los grandes de toda la historia del beisbol mexicano. Fue parte integrante de la selección mexicana de todos los tiempos o Todos Estrellas en años recientes, como titular indiscutible de la segunda base, dentro de un equipo compuesto por Fernando Valenzuela, Ramón Arano, Francisco Paquín Estrada, José Luis El Borrego Sandoval, Karim García, Vinicio Castilla y otros más. En diez años de carrera ligamayorista, se llevó un campeonato de bateo en las Grandes Ligas en 1954 con un porcentaje de bateo, participó en el equipo Todos Estrellas en 1952, 1954 y 1955 y sus equipos fueron los Indios de Cleveland (1949-1958), los Orioles de Baltimore (1959), los Medias Rojas de Boston (1959) y los Bravos de Milwaukee (1959), según Wikipedia (“Roberto Ávila”).
       El sinaloense Jorge Orta fue campeón mundial en 1985 con los Reales de Kansas City. Sus números en dieciséis años de carrera son los siguientes, según el sitio web ESPN.COM: .278 de porcentaje de bateo, 130 jonrones y 745 carreras producidas. Sus equipos fueron los Medias Blancas de Chicago (1972-1979), los Indios de Cleveland (1980-1981), los Dodgers de Los Ángeles (1982), los Azulejos de Toronto (1983) y los Reales de Kansas City (1984-1987).  
El Toro Valenzuela es quizá el pelotero más famoso de toda la historia, tanto entre los mexicanos como entre los norteamericanos, pues encarna al deportista mexicano en general, a una clase social y a una etnia. Por tal motivo, hay un gran reportaje hecho por la cadena de televisión ESPN en el cual se analiza el impacto social de la carrera deportiva de este nativo del estado de Sonora, cuyas raíces raciales son de origen mayo. Sus premios simbolizan el triunfo grande en las Ligas Mayores. Por un lado, se hizo acreedor al premio al Novato del Año /  Rookie of the Year en 1981. Por otro, en el mismo ano recibió el trofeo Cy Young al mejor lanzador de la Liga Nacional. Asimismo, se llevó el Bate de Plata en 1981 y 1983 y el Guante de Oro en 1986 por su buen bateo y su excelente fildeo respectivamente, según ESPN. Finalmente, obtuvo con su equipo la Serie Mundial de 1981 al derrotar a los poderosos Yanquis de Nueva York, el club más ganador de campeonatos mundiales en toda la historia. Sus números totales son los siguientes, de acuerdo al sitio ESPN.COM: 173 ganados, 153 perdidos, 3.54 de porcentaje de carreras limpias admitidas y 2074 ponches. Esencialmente, su dominante y espectacular pitcheo con su famosa “Bola de Tornillo” o Screw Ball despertó el famoso fenómeno de la “Fernando-manía” entre millones de mexicanos de México y de los Estados Unidos. En especial, Valenzuela encarnó sólidamente al deportista perteneciente a la clase baja del medio rural mexicano y al mexicano de origen indígena que pudo alcanzar exitosamente el ansiado “Sueño Americano” o American Dream, dentro del mejor beisbol del mundo. En resumen, su carrera en Ligas Mayores abarcó diecisiete años, entre 1980 y 1997 y jugó con los Dodgers de Los Ángeles (1980-1990), los Serafines de California (1991-1992), los Orioles de Baltimore (1993), los Filis de Filadelfia (1994), los Padres de San Diego (1995-1997) y los Cardenales de San Luis (1997), según ESPN.
El oaxaqueño Vinny Castilla es hasta 2014 el mejor bateador mexicano de la historia en Ligas Mayores, tomando en cuenta las tres principales estadísticas de bateo acumuladas de por vida. Cuenta con un porcentaje de bateo de .276, pegó 320 cuadrangulares y produjo 1105 carreras, en dieciséis años de carrera en Ligas Mayores (1991-2006), según ESPN. Jugó para los Bravos de Atlanta (1991-1992, 2002-2003), los Rockies de Colorado (1993-1999, 2004 y 2006), las Mantarrayas de Tampa Bay (2000-2001), los Astros de Houston (2001), los Nacionales de Washington (2005) y los Padres de San Diego (2006).
         En comparación con los cuatro peloteros anteriores, El Titán González luce para ser el mejor beisbolista mexicano de toda la historia en pocos años más. En la actualidad, acumula en solamente diez años de carrera (2004-2014) los siguientes grandes números: 262 jonrones, 966 carreras impulsadas, un porcentaje de bateo de .292, dos trofeos Bate de Plata / Silver Slugger (2011 y 2014) y cuatro premios Guante de Oro / Gold Glove (2008, 2009, 2011 y 2014), según ESPN.COM. Posiblemente, en dos años más será el mejor bateador mexicano de las Grandes Ligas y, en general, el mejor pelotero de su país en los ciento doce años de historia de Ligas Mayores.
        Un premio al Jugador Más Valioso y un campeonato mundial en los próximos años pondrían al sandieguino González en la cima entre los beisbolistas mexicanos y aun entre todos los deportistas de México. Por lo pronto, El Titán es el deportista mexicano mejor pagado de toda la historia, con un contrato de 162 millones de dólares firmado en 2012 con los Medias Rojas de Boston y transferido a su actual equipo los Dodgers de Los Ángeles.


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