lunes, 29 de diciembre de 2014

LA "CUBANIDAD" SEGUN PINTORES CUBANOS ACTUALES EN "UMBRALES DEL ARTE": ONIRISMO, REALISMO Y SIMBOLISMO

LA CUBANIDAD SEGÚN PINTORES CUBANOS ACTUALES EN “UMBRALES DEL ARTE”: ONIRISMO, REALISMO Y SIMBOLISMO

ÓSCAR ROBLES

Onirismo, realismo y simbolismo concentran la visión dominante de la pintura cubana exhibida en un museo de la ciudad de Chihuahua, entre octubre y diciembre de 2014. Sobre todo, estas obras muestran una gran calidad estética, una perfección en el dibujo y en la combinación de colores y una gran originalidad en la construcción de imaginarios artísticos en torno a los cubanos y Cuba en las últimas décadas.
Seis artistas cubanos exponen quince obras pictóricas en el Centro de Desarrollo Cultural (CDC). En general, estas pinturas plantean la cubanidad o identidad cultural cubana del siglo XXI con diversas perspectivas estéticas: Densos y simbólicos sueños y pesadillas en la playa y el mar; visiones casi fotográficas de la arquitectura cubana con grandes acercamientos visuales; complejas imágenes simbólicas y un tanto geométricas de seres extraños y fantásticos inventados por la imaginación del artista; espectaculares y atractivas yuxtaposiciones de personas gigantes soñando en espacios naturales y arquitectónicos; una poderosa exaltación mítica de la religión y la música afrocubanas con abundante iconografía del mundo humano, animal y vegetal, mediante una narrativa espacial cercana al tapiz; y, finalmente, propuestas artísticas realistas con enfoques aperturistas y comerciales hacia el capitalismo occidental. Estos talentosos artistas son José Corrales Márquez con cuatro cuadros, Manuel Antonio Álvarez con tres, Orestes Gaulhiac con tres, Williams González Chávez con dos, Saskia Verger con dos y Dionel Delgado con uno.
Esta cubanidad que puede llamarse “pos-contemporánea” se funda ante todo en la  diversidad de aproximaciones al espacio, la gente y la cultura de la famosa isla del Caribe que ha sido gobernada por un solo régimen socialista durante más de medio siglo. En general, puede verse como una identidad cultural que vive atrapada en conflictos internos muy simbólicos ―mundos oníricos llenos de angustia y placer evasionista―; situaciones externas que oscilan entre el realismo de los espacios físicos y la exaltación de espacios urbanos y la aceptación del capitalismo mediante la creación de anuncio publicitarios, con un acercamiento a los medios de comunicación masiva, a la cultura capitalista y al comercio; las abstrusas imágenes cercanas a la abstracción y al geometrismo; y, finalmente, los mundos alegóricos en torno al culto religioso nativo y artístico. La presentación de la exhibición en el museo citado describe este arte cubano de la siguiente manera sumaria: “La temática es infinita: recorre espacios concretos, imagina subconscientes, presenta carteles publicitarios, seres humanos desmitificados, la naturaleza de las cosas”. He aquí un examen de estos novedosos imaginarios artísticos.

1. JOSÉ CORRALES MÁRQUEZ: LOS DURMIENTES GIGANTES Y LOS SUEÑOS ESPACIALES

Corrales explora la fantasía onírica con cubanos gigantescos yuxtapuestos sobre espacios físicos que parecen ser el sueño mismo de dichas personas. Los personajes ―dos hombres, una mujer y un jovencito― duermen y sueñan, según las imágenes de cuatro cuadros de tema similar y estilo figurativo realista, pero fracturado por la sobrenatural yuxtaposición de figuras humanas y espaciales. Son cuadros oníricos, surrealistas por la sobre-posición de lo real con lo fantástico. En estos espacios, los cubanos gigantes son una forma de sublimar la cubanidad del ciudadano común de diferentes generaciones, sexos y condiciones sociales y sus respectivas imaginaciones oníricas. En general, sublimar el tamaño, la paz del sueño y, en algunos casos, la belleza corporal de los cubanos implica una alta perspectiva nacional: Los habitantes son más importantes que la nación misma como minúsculo espacio físico, como lugar demasiado limitado para el desarrollo de los humanos. En algunos casos, la extrema belleza del cuerpo femenino desnudo y sensual exalta dicha perspectiva cultural del artista Corrales.
En “El umbral de lo conocido”, un jovencito afrocubano, enorme, duerme de lado en el primer plano de la pintura, en medio del campo. Viste de pantalón corto de mezclilla, camiseta de tirantes azul rey, calcetas azulinas. El campo se compone de hierba, un árbol solitario, árboles en grupo, unas colinas verdes bajo un cielo azul claro cubierto de algunas nubes. En general, la composición de las imágenes es precisa en el dibujo, hermosa por su colorido naturalista y armónica por la visión del conjunto de imágenes, pero desconcertante. El rostro del jovencito revela placidez y dulzura y su cuerpo es bello, pues la piel de sus muslos tiene reflejos plateados. En suma, representa el sueño de la juventud cubana. Sueño y naturaleza, belleza y aislamiento social son el centro de la pintura, lejos de la cruda realidad social de Cuba. Esa tranquilidad del jovencito es superior al espacio físico.
En “Soñando estaba en un horizonte distinto”, un campesino gigante reposa de lado, pero de espaldas, en medio de un paisaje agreste, verde, casi bucólico. Este hombre viejo, de cabello canoso, es el centro del cuadro por su volumen corporal sobre un paisaje de menor escala y a pesar de su postura física, con el rostro no visible al espectador. Viste con jeans azules, guayabera blanca de manga corta, zapatos cafés de trabajo y un corto sombrero de palma propio de las zonas costeñas. Solamente se ve su cabello. El hombre está bajo un cielo intensamente azul diurno con algunas nubes al fondo. Pero su tamaño colosal resalta al espectador dentro del espacio natural. La naturaleza es profundamente hermosa: Un arroyo de aguas espejeantes, plantas abundosas y verdes, un sendero estrecho, un par de reses lejanas y pequeñísimas. En suma, el artista exalta ahora el sueño del campesino cubano, el descanso tan necesario y la naturaleza bella, pero pequeña frente a la magnitud física del soñador, es decir, del habitante cubano en general.
En “Nostalgia: ¿Quién va a dar?. . . Si todos somos mendigos”, el discurso político es un poco más patente, pues el título denuncia la pobreza económica de la sociedad con una expresión irónica. Por un lado, se refiere directamente al deseo proyectado por el cuerpo de una mujer desnuda. Por otro, la misma expresión soterradamente hace alusión a la difícil situación social de los cubanos que son como “mendigos”. Dicha mujer duerme acostada, de espaldas, sobre el techo de un antiguo edificio de cantera, el cual tiene arcos y barandales y bajo un cielo también azulino y esplendoroso teñido de algunas nubes. Cielo y nubes hermosos son motivos poderosos de Corrales en sus cuatro cuadros. El cuerpo es verdaderamente sensual  y delicioso, con prominentes y pulidos traseros que muestran algunos resplandores de luz de sol y con cabellos sinuosos y largos. El cuadro es de factura casi fotográfica como las otras dos pinturas anteriores. La yuxtaposición de mundos ―edificio de cantera de ciudad y cuerpo desnudo de mujer― produce un efecto más contrastante, ya que la sensualidad del cuerpo rompe su armonía con el edificio a la vez que sugiere que el arte y la mujer son belleza, armonía y volumen: Son “riqueza”. Sin embargo, el sueño de este cuadro parece ser el motivo central del artista, dentro de un contexto más inverosímil: Es una mujer gigante en el techo de un edificio, es decir, una obsesión erótica subrayada en el título del cuadro, con ese dejo de ironía mencionado arriba. Entonces, la mayoría de los cubanos son pobres. Erotismo y arquitectura sirven aquí para ocultar la crítica social del artista Corrales.
Finalmente, “Estado de gracia” repite el mismo tema de las tres pinturas anteriores: El sueño de una persona dentro de un espacio físico. En general, hay un cubano gigante en todos los cuadros y éste duerme sobre un espacio arquitectónico o natural, lo cual produce una perturbación del orden lógico, construye una poderosa imagen onírica y proyecta un efecto fantástico y, a veces, contrastante. En este caso, un afrocubano duerme de frente con jeans y torso desnudo y pies descalzos, construidos con un figurativismo casi fotográfico. Su rostro tiene barba y sus cabellos son un poco canosos. Este mulato descansa también sobre un edificio de dos pisos semiderruidos, con unos cuatro ladrillos rojos descubiertos por la falta de enjarre. Cerca hay otro edificio en buen estado, justo al lado derecho, visto de perfil desde el ángulo del espectador. Asimismo, se ve un espacio breve con un hermoso cielo azulino de día entre ambos edificios, como una variante con respecto a los otros tres cuadros anteriores con cielos hermosos de día. Esta vez, el mulato es, tal vez, un obrero pobre o tal vez un vagabundo, pero es el centro del cuadro de Corrales, con lo cual el artista muestra una visión incluyente y plural de los cubanos. De este modo, hay un jovencito, un campesino adulto, una mujer mestiza y un obrero mulato en los cuatro cuadros, todos disfrutando del sueños similares. Como la mujer, este mulato es un habitante urbano. El sueño está magnificado con la belleza del cuerpo masculino, con la profunda paz del rostro del hombre y, sobre todo, con el tamaño gigante sobre el edificio y, en general, sobre el espacio urbano.
Con sus cuatro cuadros, Corrales piensa que las realidades internas y los cubanos mismos son superiores a las realidades espaciales externas de la nación cubana, tanto el campo como la urbe. En otro posible nivel de interpretación, el espacio mismo puede ser la proyección síquica de los sueños de los cuatro personajes. Sin embargo, el claro contenido evasivo subraya un mensaje político: El cubano sueña para escapar de la crisis social y política de su país y el sueño, por ello, está plenamente sublimado en las pinturas del buen artista Corrales. La gente y no el espacio es el más importante componente de la nación cubana contemporánea, parece ser el mensaje central del este pintor cubano. Es una gente que sueña y siente paz y belleza en el sueño mismo.

2.  MANUEL ANTONIO ÁLVAREZ: LOS BALCONES CON ROPA

En sus pinturas, Álvarez se enfoca en la belleza de los balcones de las casas de arquitectura hispánica en Cuba, desde una perspectiva de gran acercamiento, vistos desde la calle y con la curiosa inclusión de ropa tendida en dichos espacios, como elementos un tanto discordantes. En general, su técnica pictórica es muy depurada y detallista. De esta manera, los cuadros “Sábanas en los balcones”, “Persianas de madera” y “El balcón azul” son pinturas al óleo sobre la arquitectura urbana de Cuba, tal vez de La Habana, hechos con gran destreza técnica, buen dibujo y perfecto colorido. Esencialmente, Álvarez configura los segundos pisos de los edificios de cantera con visiones novedosas, con un estilo plenamente figurativista y un realismo casi fotográfico.
En primer lugar, “Sábanas en los balcones” es un edificio en blanco y negro con irrupción de tres hermosas sabanas profusamente albas, relumbrosas, colgando de la baranda. Con estas prendas, rompe la tradición de la fotografía turística, pintando un cuadro al óleo con gran habilidad en los trazos. En cambio, “Persianas de madera” capta las imágenes del balcón, desde el nivel de la calle, pero con un acercamiento extremo: Es un balcón con plantas y macetas, algunas prendas de vestir de colores rosa, verde y amarillo y algunas sábanas blancas. Como se ve, la ropa es otra vez el elemento disruptivo  y original en medio de la belleza de un balcón con secciones de cantera y hermosas y verdes plantas. Finalmente, “El balcón azul” retrata con la misma perspectiva visual del cuadro anterior la belleza original y azul con cantera amarilla de un bello balcón, en marcado contraste con el tradicional color marrón de la cantera de los edificios contiguos, los cuales están bañados por un dulce sol del Caribe. En tanto, dos sábanas blancas funcionan otra vez como elementos disruptivos. En general, Álvarez es una especie de “pintor fotógrafo” que capta con su diestro pincel lo novedoso de los edificios, con una mirada nueva y fresca. En este caso, la cubanidad de este artista se resuelve en la clara exaltación estética de la cultura cubana: La arquitectura de la nación, sin gente, pero con las prendas humanas absurdamente colocadas en los balcones. Esta ropa en ese espacio, sin embargo, crea verdadera belleza y proyecta las costumbres domésticas de los cubanos.

3. ORESTES GAULHIAC: FIGURAS ONÍRICAS Y DISTORSIONADAS Y MITOLOGÍA PERSONAL

Tres pinturas al óleo de Gaulhiac muestran un arte más complejo y hermético, con múltiples figuras humanas, animales y objetuales, muy distorsionadas y dentro de diversas figuras geométricas, como si fueran juegos del inconsciente humano y perfectas y originales creaciones de una mitología personalísima del artista cubano.
Primeramente, “Actores” contiene nueve rostros humanos distorsionados bajo la estética de una especie de Cubismo: Ojos enormes en posiciones diferentes, narices descompuestas, cuellos inverosímiles, múltiples “fracturas” internas de cada figura, con geometrismos diversos. Las nueve figuras están sobre un fondo marrón y parecen sugerir la complejidad multifacética de la psiquis y del rostro de los actores como tema central del cuadro, personajes que son anunciados en el título mismo del cuadro. Estos novedosos y simbólicos personajes son actores cuyos rostros poseen diferentes transformaciones físicas y exhiben una especie de “corriente nerviosa” variada, construida con una factura profusamente ilógica y absurda que rompe toda construcción sólida de un figurativismo más realista, como el de los cuadros de Corrales y Álvarez. Sin embargo, esta ilogicidad es parte de su estilo personal y estas distorsiones son plenamente armónicas y seductoras a la visión de conjunto del cuadro, pues los dibujos son bien trazados y la combinación de colores es simbiótica con sus líneas y volúmenes. En suma, son personalísimas visiones sobre la identidad individual de los actores como personajes universales y figuras paradigmáticas.
En segundo lugar, la pintura “El rey Escaramujo” luce como un ser nuevo, totalmente distorsionado e ilógico, desde la perspectiva estética de su creador. El escaramujo es un fruto pomáceo del rosal silvestre y tiene algunas propiedades curativas (“Escaramujo”). Como personaje, el escaramujo aparece en una referencia bíblica hablando con los árboles y discutiendo el asunto de ser elegido rey (Jueces 9:15). En el caso del cuadro de Gaulhiac, el Escaramujo parece ser un personaje propio de la invención del artista, pues sus imágenes son originales, distorsionadas, muy personales. En particular, este personaje de la pintura está plagado de ojos negros múltiples y torrentes geométricos en colores grises, negros, amarillos, cafés y verdes, entre otros. En realidad, este rey es un ser fantástico y con trazos abstractos, situado justo al centro del cuadro como una especie de tótem muy desfigurado y distorsionado, sobre una especie de tablero dividido en dos partes. La distorsión de las figuras humanas o humanoides es una parte de la originalísima técnica pictórica de Gaulhiac.
Con “El rey Escaramujo” como centro, las partes del tablero cuentan con otras figuras complejas. La parte superior del tablero está configurada con colores amarillos, cafés y grises. La parte inferior cuenta con colores verdosos claros. Las dos secciones de este “tablero” contienen cuadros semilineales, con rostros también distorsionados, diversos astros (estrellas, soles), algunos objetos (vela, casa), un corazón, un pez, un perro y otras figuras construidas con un dibujo intencionalmente descompuesto, pero bien armonizado con el colorido amarillo, marrón y verde, armado con perfecta intuición creativa. En suma, el cuadro puede verse como un tablero mágico, onírico, en cuyo centro se despliega la imagen irracional del “rey Escaramujo”.
Finalmente, Orestes Gaulhiac logra fusionar artísticamente tanta figura yuxtapuesta, mediante los tres niveles generales de la pintura: El rey Escaramujo y las dos partes del tablero, bajo la unidad de los colores. En verdad, es un cuadro bastante complejo, de abundantes sugerencias interpretativas, fugaces formas o formas en busca de significado, muy original fantasía y desborde creador. El artista parece proponer la idea de la existencia de seres fantásticos de compleja vitalidad, con acumulación de formas y gran densidad emocional y tensión creativa, todo lo cual parece construir una personal mitología del artista Gaulhiac. Este pintor cubano exhibe con sus cuadros la imagen de un osado creador de visiones abstrusas y complejas sobre personajes oníricos, las cuales son muy seductoras a la mirada humana y muy se acercan a la parte irracional que todo ser humano lleve consigo. En general, su factura artística es perfecta, pero el contenido es muy oscuro e irracional.  
En tercer lugar, “Encuentros” posee un colorido borroso y construye cuatro rostros humanos centrales, un tanto difuminantes, con ojos enormes y un animal de cuatro patas distorsionado ubicado justo al centro de la pintura, bajo una técnica de influencia cubista, un diseño fantástico y sugerente, como sus dos pinturas anteriores. La hechura artística de este cuadro luce un tanto más frágil que las de los otros. Aunque su cristalización estética es seductora, el mensaje es más débil y abierto en este cuadro, puesto que el caos de imágenes no logra construir un contenido sólido, especialmente bajo un limitado y muy general título de “Encuentros”. En particular, este título parece sugerir un encuentro de seres humanos y animales, dentro de un perturbador sueño en el que se difuminan las imágenes y los colores.
Con sus tres pinturas, Gauhliac es un pintor bastante complejo por sus imágenes ilógicas y distorsionadas, pero su técnica de dibujo y color son impactantes y sus imágenes humanas, animales y objetuales tienen que verse ante todo como figuras irracionales y como productos oníricos, pues todos sus referentes no se acercan con simpatía al realismo y a la lógica del mundo externo. En consecuencia, su visión de la cubanidad es más limitada que las de los otros cinco artistas cubanos, puesto que se aparta de los concretos referentes sociales, culturales y políticas de la famosa isla del Caribe. Es tan difícil su imaginario artístico que la cubanidad parece concentrarse en las ideas de que los actores son seres complejos, profundos y multifacéticos y de que en Cuba hay realidades internas y sueños oscuros que hay que representar mediante el arte. Sin embargo, la belleza de sus imágenes es seductora y, por lo tanto, su factura estética tiene más peso que su mensaje cultural.

4. WILLIAMS GONZÁLEZ CHÁVEZ: SURREALISMO Y CUBANIDAD ANGUSTIANTE

Las dos pinturas de González son muy polisémicas, aglutinantes, angustiantes y supremamente oníricas: Son pesadilla y belleza, angustia y obsesión. Cuba es paraíso y sensualidad, pero es prisión, pobreza, represión y hasta muerte, según estas dos obras. En el cuadro “El capricho de hacer de las islas continentes”, una mujer desnuda llora de perfil, con la cabeza cobijada por su brazo derecho, sobre un enorme pez azul gris, escamado, con la boca dentada puesta hacia arriba. Abajo del pez, tres hombrecillos desnudos y flacos tienen los ojos vendados y un agujero negro en sus estómagos y muestran un rostro afligido. A espaldas de la mujer, un hombre y una mujer fantasmales y amarillos parecen deshacerse parcialmente. Ella tiene una manzana en la cabeza y está de espaldas; él también porta una venda en los ojos y su cabello está erizado y es de color amarillo. Al fondo del cuadro, aparece un enorme pez azul cielo flotando en el cielo y un barco con una iglesia dentro navega sobre este misterioso y onírico pez de labios gruesos. Además, la mujer desnuda del centro tiene flores, peces y pájaros encarnados y amarillos tejidos a su piel y apoya el brazo derecho en la foto de un hombre barbado de perfil, con gorro en forma de barca de madera y un fondo con un faro iluminado y siete casas abajo de su cabeza. El pez gris flota sobre el agua y hay palmeras pequeñas, una playa y un ramo de flores cerca de la cola del pez.
Como puede verse, las imágenes del cuadro son abundantes y complejas. Sin duda, se ven como situaciones sobrenaturales y acumulativas en torno a los humanos y a diversos motivos marinos. Es un cuadro surrealista y sumamente simbólico, de hermoso y perfecto dibujo y un armónico conjunto de colores que retratan muy bien el ambiente marino, pero con situaciones fantásticas. En general, las referencias humanas son de gente sufriente y angustiada dentro de un contexto espacial isleño y marino: Los cubanos y Cuba: El sufrimiento y el marcado sueño con figuras yuxtapuestas. Son imágenes muy bellas y hasta sensuales, pero sumamente angustiantes. En especial, el pez azul del fondo está cargado de significados y símbolos, pues su cuerpo contiene diversas figuras más: Peces, rostros humanos, un insecto cornudo y otras más. En tanto, el barco tiene remos y junto a la isla se encuentra una pequeña bandera cubana. En suma, la mujer representa a la Cuba isleña y los hombrecillos y la pareja son los cubanos que intentaron huir o perecieron de hambre y el pez azul es, posiblemente, el sueño mismo de los cubanos.
Por su parte, el cuadro “El sueño de la razón produce monstruos” es también una pintura surrealista, compleja, simbólica, con ambiente playero, con múltiples objetos y, por lo tanto, de similar estilo artístico al cuadro anterior. Combina angustia y belleza también. Un hombre barbado duerme sentado en la barda de un malecón y está recargado en la famosa pintura del artista español Francisco de Goya, la cual también da nombre a la pintura del cubano González. El cuadro de Goya está perfectamente reproducido en blanco y negro: Un hombre duerme sentado y apoyado en un escritorio mientras algunos murciélagos aparecen volando, de manera fantástica, sobre él, y aparece la inscripción “El sueño de la razón produce monstruos”, según las imágenes clásicas de dicha pintura tan inquietante. El hombre dormido es un artista cubano y viste de pantaloncillos cortos y camiseta blancos y en la piel tiene unos tatuajes con varios animales en color rojo: Peces, pájaros, mamíferos, serpientes. En la rodilla derecha, se ve a un extraño animal, una especie de insecto-pájaro alado de color negro y con las alas blancas y un rostro barbado que parece ser el líder cubano Fidel Castro. En el cielo, flotan en el ambiente una media luna plateada con agujeros, de la cual pende un columpio con una niña vestida de azul; un pez luna de frente; una paleta de pintor con un pez gris que muestra una boca dentada sobre la cual hay una lancha con dos humanos y un coco semi-pelado en la cabeza del mismo, donde el animal tienen tres arbolillos de secas ramas. Como se ve, son imágenes complejas, yuxtapuestas y acumulativas que hacen más denso el mensaje de esta narrativa onírica. Al lado del cuadro de Goya, se encuentra de espaldas una mujer con cara de hombre, con el cuerpo cortado a la mitad y el estómago agujerado. Esta mujer tiene absurdamente alas y en los muñones de sus piernas hay dos lagunas de agua, una palmera y un barco. A la izquierda del artista, otra mujer asoma y muestra su cabeza solamente, cubierta con una máscara con cuernos y múltiples ojos. Junto al hombre, se observa una moneda de oro y una especie de cartucho dorado abierto. La mano derecha del artista plástico toma un pincel cubierto con un preservativo sexual. Al fondo, en la lejanía, se mira una construcción llamada “La Chispa”, de cuyos edificios emerge una bandera cubana. La playa insular, Fidel Castro y la bandera nacional son los claros referentes a la Cuba de la segunda mitad del siglo XX y de principios del siglo XXI. Sobre el agua camina un hombre con muletas de madera y porta un sombrero grande en su cabeza.
Como se ve, es un cuadro con abundantes figuras humanas, animales, vegetales y objetuales, una abigarrada pintura por su acumulación de imágenes bellas y perturbadoras, realistas y oníricas, narrativas y simbólicas. En conjunto, representan el pesadillesco sueño de los cubanos bajo el régimen socialista. Son evidentes su hermetismo y su carácter irracional. Todas las imágenes tienen un perfecto trazo en los dibujos y un efectivo colorido. Representan un mundo de pesadilla. El absurdo y la fantasía se conjugan con el cuadro de Goya para plantear la perspectiva cultural e ideológica del artista González: El mundo real y racional también generan situaciones negativas, distorsionadas y angustiantes.
Desde un punto de vista social, todas estas imágenes de González se refieren a los cubanos dentro de la Cuba contemporánea, un mundo con pesadillas que revelan simbólica y sintéticamente los problemas sociales de dicha nación hispanoamericana: La ansiedad y la obsesión por salir del país, los ahogados, la pobreza, la enfermedad, el hambre, una vida sexual reprimida y la represión política misma a los artistas concentrada novedosamente en el fálico pincel con el condón. Todo esto se encuentra precisamente dentro de la belleza marina que rodea a la isla cubana. Sin duda, es una obra sumamente brillante, pues el artista concentra el dominio de la técnica para trazar imágenes bellas en dibujo y colores armónicos con algunos críticos mensajes sobre la sociedad cubana: El humano, el político y el artístico.
Con sus dos pinturas, González diseña una cubanidad creativa, crítica y angustiante, altamente concentrada en el complejo simbolismo y el dominante surrealismo, en la creación artística y el sueño. Por ello, el artista cubano dialoga y reproduce el famoso cuadro de Goya con el escritor inmerso en una pesadilla llena de monstruos o murciélagos volando alrededor. En el caso de González, los “monstruos” son las crudas realidades del cubano sin libertad. Sin embargo, el artista propone el escape a través del sueño creador del arte, con sus “monstruos” y pesadillas, el cual produce placer y angustia al mismo tiempo.

5.  SASKIA VERGER: CUBANIDAD RELIGIOSA Y ARTÍSTICA

Dos pinturas de Saskia Verger abordan la cubanidad desde los ángulos religioso y artístico, con una narrativa cercana a la configuración de los tapetes orientales de la Antigüedad, con un intenso y variado colorido y diversas imágenes humanas, animales y vegetales. Primeramente, “Eleguá, 4 caminos” es una obra que explora la religiosidad afrocubana con múltiples imágenes naturales y rituales antiguos que requieren de un detenido estudio extrínseco. Una descripción meramente estética puede dar una idea de la importancia del cuadro. En primer lugar, “Elegua” o “Eleggua” significa “el mensajero príncipe”, es una de “las deidades de la religión yoruba”, en la santería se representa con las imágenes del Santo Niño de Atocha o de San Antonio de Padua, es el dios de los caminos y el destino y encarna a la deidad que “abre o cierra el camino a la felicidad”, a “el portero de todos los caminos”, al que hace trampas y al que “comanda los ejércitos” (“Elegua”). De este modo, la narrativa de la pintura es una historia religiosa propia de la religión nativa de origen afrocubano, situada en la naturaleza de la isla. En el cuadro de Verger, cinco personas bailan en círculo sobre un tapete rojo que tiene imágenes de flores e insectos. Alrededor de ellos, están un pez naranja, una cabeza amarilla de cabra, un gallo rojo y marrón, una tortuga de caparazón azul, una paloma naranja, una cabra amarilla y una serpiente gris. Arriba del cuadro, se ven cinco nubes azules con diferentes puntos o círculos. Abajo, hay cuatro rostros rojos de perfil con las bocas abiertas. A la derecha y abajo, un hombre de corona amarilla con insectos habla y parece generar a los cuatro rostros rojos citados. Como se ve, es una obra que reproduce simbólicamente la fauna y la flora para plasmar la idea de que esta deidad afrocubana está muy ligada a la naturaleza.
En general, la pintura posee una perfecta factura artística. Por ello, es dominada por colores intensos y variados y sobrepone figuras diversas de humanos, animales y vegetales, pues se trata de un espacio natural. Los humanos son dos mujeres de raza negra vestidas de azul y de amarillo y un hombre de la misma raza, otro de piel roja y otro de piel café. Por este colorido, se trata de un cuadro muy simbólico y alegórico y revela el culto a la famosa divinidad afrocubana de Elegua. En resumen, la profusión de figuras, la perfección del dibujo y los intensos y hermosos colores configuran un cuadro profundo, abigarrado y complejo. Más allá de los significados religiosos propios para un iniciado en los ritos religiosos afrocubanos, la factura estética total seduce al espectador por su colorido, por el ambiente natural y por la configuración narrativa de las imágenes. En esta pintura, la cubanidad es religión nativa y exaltación de la naturaleza y de la raza negra, base de la sociedad cubana contemporánea. Finalmente, Verger propone explorar los orígenes culturales, religiosos y raciales, a través del arte.
De la misma manera, la pintura “Danza” aborda el baile cubano en medio de la naturaleza. Es exquisito, refinado, mágico. Tres mujeres de raza negra danzan en torno a un lago y a lo lejos cuatro hombres tocan los tambores. El ritual musical genera un “concierto” de imágenes de la naturaleza en el cual materialmente “danzan” todas con los humanos. El figurativismo deriva hacia una especie de realismo mágico por el marcado animismo humano o personificación de los animales. Todo en conjunto se proyecta otra vez con una estructura parecida a los tapices orientales, como en la pintura anterior, teniendo esta vez como motivo central el arte musical. Entonces, se ve todo un universo zoológico y vegetal: Tortugas, insectos, palmeras, flores, aves, pulpos, peces, palomas, todos en forma densa y abigarrada. De esta manera, se plantea la idea del ser humano unido a la naturaleza y la música armoniza a los reinos humano, animal y vegetal. En la visión cultural de Verger proyectada en este segundo cuadro, la música nativa y primitiva de Cuba genera una integración cósmica. La hechura artística de esta pintura logra cristalizar una gran visión telúrica y nativa, una honda exaltación de la cubanidad, fuera de los espacios urbanos y de los contextos políticos contemporáneos, explorando las raíces culturales de los cubanos. Verger  construye la cubanidad, desde la cultura y no desde el ámbito del Estado-nación.
En suma, las dos excelentes pinturas de Verger son exquisitas y plantean una identidad cubana a partir de elementos nativos más intrínsecos y profundos: La religión afrocubana y el arte de la danza, sin ideologías concretas. El simbolismo, la evasión y la fantasía son las claves de esta construcción cultural de Verger con su arte.

6.  DIONEL DELGADO: HACIA UNA CUBANIDAD CAPITALISTA Y ABIERTA AL MUNDO

De los seis artistas cubanos expuestos, Dionel Delgado es más concreto, actual, global y abierto al capitalismo contemporáneo con su única pintura exhibida en el Centro de Desarrollo Cultural. Mientras los otros cinco pintores exploran el onirismo, el simbolismo y el énfasis en la cultura nativa y, por consecuencia, se evaden parcialmente de la sociedad cubana concreta y evaden el compromiso político directo, Delgado ofrece una propuesta directa, acorde con la publicidad y los medios de comunicación masiva: Cuba debe abrirse al comercio capitalista.
La pintura “El sabor de la historia” luce como un cuadro social y económicamente más actual. Con esta obra, Delgado plantea, pues, un específico mensaje político a través del arte, con un cuadro de gran dibujo, gran colorido e imágenes casi fotográficas que retratan a un cubano contemporáneo. Un hombre cubano de raza negra y con barba está sentado y de frente sobre una plataforma de madera y metal, con las piernas abiertas y una actitud relajada y un tanto desvergonzada. Parece más un cubano de Miami, Florida que de Cuba misma. Viste pantalones cortos blancos, lentes oscuros y un paliacate en la cabeza con la bandera de Cuba. Muestra el torso desnudo y destapa una roja lata de Coca Cola. Al fondo, el cielo azulino luce espléndido y refuerza el ambiente paradisiaco de la playa. Abajo y enfrente del hombre, hay numerosas, coloridas, apetitosas y sensuales frutas: Papayas, sandías, plátanos, melones, piñas y otras más. En conjunto, todas estas imágenes tan vivas y altamente realistas parecen en realidad una foto. En esta perfección de imágenes radica el talento artístico de su creador, el pintor Dionel Delgado.
Por otro lado, la parte superior funciona como un acercamiento a los medios de comunicación masiva, pues en realidad el cuadro es la reproducción precisa de la portada de una revista. Arriba, pues, se ve el título de la revista (“Country”), las frases “Cuba va” y “La Cuba fresca” y la descripción de la fecha de aparición de dicha publicación (año, número y costo). De este modo, el mensaje social y político del cuadro define a Cuba como una nación más moderna: Cuba es comercio, publicidad y vitalidad aunque en la realidad histórica no lo es por el bloqueo que ejercen algunos países capitalistas. Para el artista, sin embargo, Cuba es lo que proyecta el cuadro.
  La pintura de Delgado es sumamente interesante por su factura artística y por su más directo mensaje político, dentro y fuera de un país latinoamericano que vive bajo un régimen socialista. La obra tiene un alto realismo figurativo. Su mensaje político se concentra en estas ideas: Cuba, en tanto, ofrece productos (la fruta) y acepta los productos capitalistas (los medios de comunicación masiva) y este país está más abierto hacia el mundo. El cuadro se muestra menos nacionalista en el sentido tradicional, pues no ofrece cultura cubana ni aparece el Estado socialista y militar cubano. La perspectiva artística de Delgado es, en pocas palabras, menos evasionista que Corrales y Álvarez, menos angustiante y pesadillesca que González, menos abstracta que Gaulhiac y menos telúrica que Verger.
En resumen, la pintura “El sabor de la historia” emerge como el cuadro más concreto y político de toda la exposición “Umbrales del arte” y su mensaje visual y verbal es muy claro: Cuba debe abrirse más al capitalismo y al comercio. Por eso, el primer sustantivo del título de la pintura hace referencia a la fruta cubana de manera parcial y la frase completa resume conceptual y metafóricamente las dramáticas y angustiantes experiencias de los cubanos en más de medio siglo de gobierno socialista. Este segundo mensaje aparece de manera soterrada, implícita y sutil.
En conclusión, “Umbrales del arte” es una de las más importantes exposiciones de pintura en la ciudad de Chihuahua durante el año de 2014, dentro de una ciudad norteña que cada vez se nutre mejor del arte regional, nacional e internacional en sus museos y galerías. Quince pinturas y seis artistas permiten ver la gran calidad y variedad del arte contemporáneo de Cuba. En conjunto, todas estas obras (re)construyen la cubanidad o la identidad cultural cubana en los últimos años y aun bajo el régimen socialista cubano, con ricas perspectivas estéticas formadas desde la cultura y contra la política, a partir del onirismo, el simbolismo y el realismo fotográfico. Estos seis excelentes artistas cubanos reconfiguran a Cuba con visiones angustiantes, creativas y surrealistas, con miradas nuevas y tan frescas como las frutas del cuadro de Dionel Delgado y tan bellas como su gente y su espacio geográfico. Esta brillante exhibición es, finalmente, una manera de enriquecer la visión general y, sobre todo, cultural y artística sobre la nación de Cuba socialista, ahora que el presidente Barack Obama acaba de anunciar el acercamiento comercial de los Estados Unidos y Cuba a partir de 2015.
“Umbrales del arte” fue expuesto en el Centro de Desarrollo Cultural (CDC), entre octubre y diciembre de 2014. El CDC se encuentra ubicado en la esquina de la Avenida Independencia y de la calle Libertad, en el mero corazón del Centro Histórico de la ciudad de Chihuahua. Es un recinto que es administrado por el Instituto de Cultura del Municipio y está rodeado del moderno y nuevo “Zocalito”, la zona más apropiada para los transeúntes. Entre otras exhibiciones, el CDC ha mostrado las oníricas pinturas sobre ángeles del chihuahuense Luis Y. Aragón, las fotos del body paint o “pintura en el cuerpo” y la exquisita y altamente creativa cerámica de Mata Ortiz, Chihuahua.
Los gentiles lectores pueden ver algunas pinturas de estos artistas cubanos en el siguiente sitio de Internet: <www.youtube.com/watch?v=gwL5FbhsZiw>.


Obras citadas
“Elegua.” Wikipedia. La enciclopedia libre. 28 de diciembre 2014. A Wikimedia Project. 18
“Escaramujo.” Wikipedia. La enciclopedia libre. 28 diciembre 2014. A Wikimedia Project.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LA TIENDITA DE LAS AGUAS FRESCAS Y LAS HISTORIETAS

  LA TIENDITA DE LAS AGUAS FRESCAS Y LAS HISTORIETAS   POR ÓSCAR ROBLES            Ya no resplandecían los coloridos barriles de vid...