viernes, 31 de agosto de 2018

MUESTRA COLECTIVA ¨ARTE Y JUGUETE¨: CREATIVIDAD, INGENIO, BELLEZA Y REFLEXION


MUESTRA COLECTIVA “ARTE Y JUGUETE”: CREATIVIDAD, INGENIO, BELLEZA Y REFLEXIÓN




ÓSCAR ROBLES









         Este viejo y artesanal avión militar de madera con hélices de la foto de arriba es uno de los caros emblemas de la infancia de los mexicanos de otro tiempo. Fue diseñado sobre el piso del Museo Casa Redonda de la ciudad de Chihuahua. Su sencilla hechura con hélice, alas, ruedas y ventanillas sirvió de juego y diversión a millones de niños mexicanos del siglo XX. Este avión es similar a un avión de madera mostrado en esta presentación artística. Sin embargo, esta figura objetual tiene el “vientre” en color rojo. Fue plasmado por el artista Armando Ahuatzi en su pintura titulada “ALACENA DE JUGUETES” y formó parte de la brillante exhibición “ARTE Y JUGUETE” de 2016.
La mencionada muestra fue un culto multicolor al juguete, un despliegue multiforme, un desborde de creatividad artística y un espectáculo estético que fundió arte y artesanía. Todas las pinturas, esculturas, ensambles y artefactos lucieron muy creativos y originales y los espectadores pudieron soñar, recordar y vivir de nuevo su dulce y tierna infancia durante unas horas de plácida visita a un museo de arte. Sobre todo, estos numerosos amantes del arte pudieron admirar esta original visión cultural del mundo y de México y sentir breves resplandores de belleza en sus interiores. En suma, todas las obras recrearon diferentes figuras y configuraciones del juguete occidental, oriental y mexicano con una gran habilidad artística.
Las treinta y cuatro piezas de arte emanaron belleza y divertimento entre muro y muro, mesa y mesa, vitrina y vitrina del citado museo chihuahuense, ya sea como arte o artesanía, juguete o pintura, escultura o ensamble. En especial, esta nutrida y variada presentación artística reunió el talento de veintiséis artistas mexicanos. En esta brillante y novedosa exhibición, los creadores culturales rindieron un homenaje al “arte del juguete”, como una forma de evocación infantil, una visión adulta, una fantasía estética, una crítica social, una tradición folclórica nacional e internacional, un experimento artístico, una dulce y tierna nostalgia y una reflexión sobre la vida misma.
Esta muestra fue altamente gratificante, visual e intelectualmente. Se pudieron admirar pinturas, esculturas, ensambles y artefactos. Globalmente, las obras revelaron la importancia de la niñez en el ser humano, ya sea en el pasado o en el presente; mostraron el sentido lúdico de la vida y la belleza de los juguetes; concretaron la imaginería y la artesanía como formas culturales y artísticas. Entonces, colores, formas, volúmenes, dibujos, todo convergió para construir este “paraíso perdido” en un solo y espacioso museo de la ciudad de Chihuahua, donde los artistas mexicanos adultos presentaron el producto de su arduo trabajo creativo.
Desfilaron treinta y cuatro artesanías y juguetes en las paredes, mesas y vitrinas del Museo Casa Redonda. Había juegos de lotería mexicana, tradicionales juegos infantiles, juguetes artesanales de madera, juguetes modernos de metal y plástico, figuras del deporte y la televisión mexicana y estadounidense, animales diversos, automóviles antiguos y modernos, fascinantes alacenas plenas de juguetes mexicanos, tradicionales titiriteros, planetarios trompos de madera, circenses baleros, aviones de plástico colgados con hilos o caballitos y toros de madera y piedra, tortugas de cerámica viviente. Especialmente, algunos artistas se distanciaron un tanto de la tierna infancia y la fantasía pura de los niños, para recrear nuevos motivos e imágenes con los materiales originales y tradicionales que componen los juguetes de los niños. Por ejemplo, expusieron figuras de cerdos humanizados o ricamente enjoyados, que critican la cruda realidad social y la deteriorada ética de los mexicanos del siglo XXI.
De esta forma, estas piezas estéticas se volvieron adorno, juguete y arte en el museo chihuahuense que antes fue almacén de los Ferrocarriles Nacionales de México [hoy FERROMEX]. Así pues, las obras se convirtieron en un universo propio de objetos, poblado de precisos dibujos, abundantes y vivos colores y vigorosos volúmenes; se volvieron un mundo aparte del fragoroso y caótico mundo urbano. Entre el juego y la crítica social, la creatividad y la nostalgia, los artistas compartieron sus obras con los espectadores de la ciudad de Chihuahua. Así pues, estas piezas de arte se acercaron a la lúdica sensibilidad infantil, creativa, tierna, dulce, solitaria y/o fantasiosa.


I TREINTA Y CUATRO OBRAS LÚDICAS Y VEINTISÉIS ARTISTAS MEXICANOS JUEGANTES Y JUGUETEANTES


         Participaron en esta muestra un total de veintiséis artistas mexicanos y se exhibieron treinta y cuatro obras de diversos estilos artísticos. El presente examen de la muestra “ARTE Y JUGUETE” se organiza de derecha a izquierda, de acuerdo al original ordenamiento de las obras planteado por el citado museo. Se incluyen los años en que fueron creadas, los materiales de hechura, las dimensiones, los nombres de los autores y breves comentarios de las treinta y cuatro obras. Estas bellas y lúdicas piezas son las siguientes:

1.”LA CUERDA” [2011, Cenizas al temple sobre madera, 70 X 50 cm.] de Carlos Gutiérrez Angulo.




Una “cenicienta” niña juega a saltar la cuerda sobre un neutral fondo blanco en el primerísimo plano de la obra. El peculiar y sencillo dibujo traza la figura de esta niña vestida con un simple vestido y pergeña la cuerda con una línea similar de color marrón oscuro. En especial, la cabeza está forjada con una peculiar esfera amarilla que tiene ligeramente pintados los rasgos del rostro y las gruesas tiras del cabello. Mientras que la cuerda flota en la parte superior, la cabeza se inclina ligeramente hacia abajo.
La obra utiliza materiales novedosos [cenizas y madera] para romper las dimensiones tradicionales y la apariencia de realidad de una pintura o dibujo. En particular, resalta la cabeza infantil como relieve. La figura funciona como mera representación del juego infantil de brincar la cuerda y arman la escena completa con líneas básicas y el disruptivo elemento de la esfera amarilla. En cierta forma, este cuadro del artista adulto Gutiérrez se acerca lúdicamente a la sencilla mentalidad infantil y refrenda las habilidades simples de los niños para dibujar figuras humanas, animales, vegetales y objetuales en los tradicionales cuadernos de dibujo de las escuelas primarias.

2. “EL JUEGO” [2015, óleo sobre tela, 60 x 50 cm.] de Sergio Garval.





En el centro del cuadro, aparece un hombre de traje negro y camisa blanca desfajada entre un montón de muñecos y animales de peluche de diversos colores [perros, conejos, osos, cerdos]. La escena está plasmada sobre un fondo gris y ruinoso que luce como un muro de una bodega. Particularmente, el hombre voltea su rostro hacia la derecha del cuadro como si hubiera terminado alguna tarea de búsqueda y alguien le hablara fuera del espacio virtual de la pintura. Se ve ligeramente despeinado y parece un tanto nervioso, como si fuera un rufián o un policía secreto.
Pintura y cine participan en esta interesante escena muy realista, plasmada con colores claros en su mayoría. Los juguetes de peluche son parte del espacio físico, pero la entera y dinámica escena es de carácter adulto y puede formar parte de una secuencia de un filme negro o thriller, tipo Reservoir Dogs del norteamericano Quentin Tarantino. El hombre trae entre sus manos un teléfono celular y parece buscar algo entre el montón de juguetes. En general, la interpretación de esta escena es abierta. La ambientación física ruinosa, el angustiado rostro del protagonista y su ropa un tanto desarreglada hacen pensar en un conflicto criminal o policiaco. Los volúmenes de las figuras lucen bien equilibrados, el dibujo es tenue y los colores son blandos para sugerir ambiente ruinoso. Al mismo tiempo, el cuadro expresa un sentido irónico y burlesco, pues el montón de muñecos y el hombre parecen también como parte del interior de una máquina tragamonedas que ofrece juguetes al azar a los niños que visitan los restaurantes de comida rápida. En suma, es una pintura muy inteligente, original e ingeniosa y trazada con gran destreza artística. 
3. “LA VIRGEN DEL RELICARIO” [2003, cartonería y cuerda musical] de Rocío Caballero.





Esta escultura religiosa representa a una fina muñeca virgen o santa investida con telas deslumbrantes de color café y dorado. Se halla dentro de una vitrina de cristales transparentes como pieza de artesanía o juguete refinado. En particular, el vivaz rostro blanco muestra rasgos infantiles y labios muy minúsculos y emana un rictus de auténtica santidad y dulzura. En tanto, el lujoso y brillante vestido despliega suprema belleza y es una prenda rica y compleja, puesto que se compone de las siguientes partes centrales: 1) Un tocado o corona en la cabeza con una capucha de telas plateadas que se desprende hasta la base del cuello; 2) un vestido largo y elegante con finos dibujos florales abajo, con un corazón de metal dorado incrustado en la parte central de la prenda y con un relicario o medallón justo en el pecho que cuenta con un pequeño corazón encarnado dentro de esta importante pieza de arte y juguete; 3) y, finalmente, dos capas largas y brillosas se desprenden de ambos brazos y exhiben en su cara interna abundantes flores rosadas.   
Sin duda, la pieza de Caballero exhibe una gran jerarquía estética y un lujo supremo. Representa una muñeca singular para los niños y una gran obra artística para adultos por su fino y detallado trabajo artesanal y la envoltura elegante del vestido dorado. En ambos casos, la obra evoca religiosidad, suntuosidad, santidad y belleza delicada. La original imagen de esta virgen se aparta de la frivolidad de las tradicionales y comerciales muñecas fabricadas en serie para las niñas.  En pocas palabras, esta obra sobresale como uno de los grandes juguetes, artesanías y piezas de arte de toda la muestra del Museo Casa Redonda.

4. “BALÓN CONEJO” [2015, piel de conejo coloreada sobre balón de futbol, 70 cm. de circunferencia] de Carlos Jaurena.






Este artefacto o juguete configura el cuerpo redondo y acariciante de un gracioso balón de futbol soccer. En especial, el peluche brota en todos los gajos de la pelota con diferentes y dulces colores, que van del azul rey al azul cielo y a los neutros blanco y negro.
La pieza original de Jaurena despierta humor y ternura. Juega con la idea de un blando balón que puede ser usado por niños muy pequeños en su recámara. Finalmente, la destreza estética del artista se enfocó en colorear el peluche como si se tratara de un novedoso lienzo circular.

5. “LA PRODUCCIÓN DEL DESEO II” [2011, óleo sobre tela, 80 x 80 cm.] de Adriana Mejía.






Es una pintura muy realista y de gran factura artística. El personaje central es una máquina tragamonedas que contiene diversos muñecos de peluche en su interior, la cual ha sido configurada en un primerísimo plano del cuadro. Se ven en la caja de cristales transparentes a numerosos conejos blancos y grises, una rana, el Pato Lucas o Duffy Duck y otros muñecos  más. Justo arriba del mueble, aparece un marco de madera café claro con motivos florales dorados, trazado con sumo detalle y precisión para aumentar el verismo de la obra. En tanto, la breve base de la máquina muestra sus botones y el orificio para depositar las monedas. Al fondo de ella, un letrero informa en idioma inglés sobre los mecanismos y propiedades de la máquina “productora del deseo”. 
La pintora Mejía rinde un gran homenaje a la máquina de muñecos que despierta la pasión de los niños en los diferentes negocios modernos de las ciudades del siglo XXI. Para ello, su gran habilidad con el pincel y los pigmentos teje una imagen casi fotográfica. La obra va dirigida especialmente a los niños y a los padres de familia. La máquina puede verse como una caja de tesoros o juguetes de peluche, pero que tienen un precio en monedas. Ante todo, la máquina funciona en base al azar o suerte y despierta el gran “deseo” de tenerlos por parte de los niños. Por eso, el título enfatiza este aspecto propio de los infantes.

6. “BLUES PARA UN JUEGO DE VIRTUDES” [2016, ensamblaje, 42 X 12 x 12 cm.] de Perla Estrada.






Una muñeca de plástico cuelga de unos delgados tubos negros como un maniquí pequeño. Viste de pantalones y blusa azul y graciosos zapatitos negros. Porta una cadena con una especie de medallón formado con diferentes forjas. En especial, la cabeza parece sobrepuesta y de gran tamaño. El cabello negro es un peinado tradicional. El plástico rosado de la cara proyecta gestos faciales dulces e inocentes: Boquita con colorete rojo y pequeños dientes blancos asomando, ojos negros y enormes con pestañas y cejas perfectamente recortadas.
Diversión y moralidad, música y virtudes se conjugan en el título de esta obra de Estrada. Es decir, el ensamblaje de la figura va más allá del juego infantil y del notorio y dinámico montaje en tubos. De esta manera, la obra sugiere una reflexión adulta de la artista: La mujer es receptáculo de virtudes más que vicios y estas cualidades éticas se reflejan visualmente en el rostro gracioso y serio de la muñeca. En este sentido, la mujer artista proyecta un cierto mensaje didáctico y feminista para los niños y para los adultos, por supuesto: Placer y virtud son muy importantes en la vida. No son el placer y la diversión desbordante el verdadero camino para los humanos, ya que esta perspectiva cultural y social de la vida ha derivado finalmente en la práctica constante del extremo vicio y de la cruda violencia en la sociedad mexicana del siglo XXI.


7. “VIVE O MUERE I [sin descripción y sin año de producción] de Gilberto Peña (Punk).





         La extraña escultura es una base de material negro y brillante, la cual es coronada en la cúspide con una esfera blanca que tiene un círculo azul rey en el centro y unas delgadas líneas rojas y sinuosas disgregadas en la esfera. La base muestra una serie de escalinatas al frente y en la parte posterior. En tanto, el pedestal que sostiene a la esfera blanca exhibe varias e irregulares salientes. De este modo, la entera pieza puede verse como una especie de pirámide en miniatura con un enorme ojo humano arriba, ya que este órgano visual muestra algunas venas rojas en la parte blanca. Esta interesante y rara pieza se encontraba dentro de una vitrina.
          Peña crea una obra atrevida y compleja, cuya interpretación cultural es muy difícil y abierta. El diseño de la escultura muestra claros rasgos figurativos y, por tanto, el enfoque como arte abstracto se disuelve. Por un lado, la pieza luce como una pirámide de la cultura prehispánica mexicana. Por otro, la presencia extraña y absurda del ojo gigante aparece claramente como un elemento disruptivo y hasta contradictorio por estar dentro de un espacio arquitectónico ritualista y en apariencia sagrado. El ojo puede representar la figura de un dios todopoderoso o simplemente el autor busca explorar simbólicamente su propio mundo interior para cuestionar la vida humana y, como consecuencia, se erige como una conciencia omnipotente en la cúspide de la oscura columna. En este sentido, la obra parece dirigida más bien a los jóvenes y a los adultos que a los niños. Sin embargo, la pirámide puede verse como una especie de juguete cultural. Como sola forma artística, la pirámide es armónica en volumen, color y forma. En tanto, la disyuntiva general y universal planteada en el título con dos verbos en mandato informal puede conectarse con el dramático y crítico estado de la sociedad mexicana en el siglo XXI. Entonces, los dos verbos en modo imperativo ofrecen a los espectadores la posibilidad de vivir o morir. Sin embargo, es difícil saber qué representa el ojo azul montado en una pirámide minúscula dentro del contexto de un cuestionamiento sobre la vida: ¿Es un dios personal? ¿Es el dios cristiano? ¿Es una conciencia humana o artística?

8. “VIVE O MUERE II” [2015, técnica mixta, 28 X 28 x 33 cm.] de Gilberto Peña (Punk).






Peña crea otra escultura en forma arquitectural o aglutinante. Diez vasijas negras y relumbrosas se yuxtaponen en tres líneas divididas por sendas plataformas planas. Algunas vasijas tienen arriba unas tapas con una especie de conos irregulares. Abajo, se ven seis vasijas. Arriba de la serie de seis vasijas, se observan dos líneas de dos piezas cada. Toda la obra es coronada extrañamente por dos esferas en color rosa teñidas ligeramente de manchas negras. Se exhibieron en una vitrina de cristales transparentes.
Esta obra continúa con el mismo tema de la obra anterior. El interesante montaje de Peña es complejo y construye cierta armonía de volúmenes, formas y colores. Sin embargo, su completo diseño implica un desarrollo de formas abstractas a partir de vasijas. Su significado artístico o cultural es aún más oscuro y sumamente abierto a la interpretación, puesto que el título de la obra implica un asunto en torno al verdadero sentido de la vida en el siglo XXI. Puede implicar tal vez una ligera conexión con el estado de la sociedad mexicana actual. En un nivel de interpretación, las pilas de vasijas evocan ligeramente la estructura de las pirámides mexicanas y, por ello, puede verse como una escultura o una versión en miniatura de tales edificios prehispánicos. En tanto, las dos esferas son figuras disruptivas por su forma geométrica y el leve colorido rosa que las baña. La postura del artista en torno a esta disyuntiva es un tanto oscura y, por ello, surgen tres preguntas sobre esta compleja escultura. ¿Acaso el dominante promontorio negro puede ser símbolo de la muerte? ¿Las coloraciones rosas representan la vida? ¿Los armónicos volúmenes de la pieza implican vida o muerte? Por otro lado, las vasijas y las esferas pueden verse como juguetes para niñas y niños, respectivamente. Sin  embargo, el diseño de la obra y el complejo significado cultural va dirigido específicamente a los espectadores adultos. En suma, “VIVE O MUERE II” reluce como una obra audaz, abierta y disruptiva, que busca nuevas formas de arte moderno y pretende explorar importantes asuntos de la vida humana.


9. “TRANSFERENCIA CONTINUA” [2012, técnica mixta (fotografía, cerca, madera y objetos), 42.3 X 55 X 3.3 cm.] de Alan Alcántara.





La compleja pieza de arte es un ensamble-cuadro de madera y cristal en forma rectangular, la cual cuenta con múltiples compartimentos pequeños también en forma rectangular. Diversos objetos simbólicos aparecen dentro de varias de estas cavidades simétricas. Entre los objetos, pueden verse una foto mediana que retrata en blanco y negro a un niño o niña estirándose los pies con sus pequeñas manos; una llave estilizada; un reloj antiguo; un papalote pequeño; tres cajitas similares; dos arracadas; un arete; una carta de la lotería mexicana con la imagen del corazón; y otros objetos. En especial, algunos compartimentos están rellenados con una materia blanca, tal vez resina.
La composición del artefacto revela gran destreza artística y la disposición de los objetos obedece al caos y al desorden. Parece como un inventario o colección de recuerdos personales o de familia. Este conjunto de objetos puede pertenecer a un infante o a un adulto, quien tal vez los colecciona por un prurito de curiosidad, un sentido lúdico o una intención artística. Especialmente, la foto ocupa más espacio que los otros objetos e indica a los espectadores la edad del posible colector. Por otro lado, puede verse como un artefacto plenamente destinado a los adultos. El título es un tanto abstracto y subraya la posible recolección de objetos en dicha caja [“transferencia”] y su tiempo de duración [“continua”].


10. “LAS TRES DE LA MAÑANA” [2015, óleo sobre madera, 62 X 42 cm.] de José Fernández Esquivel.





En el cuadro, un grupo de once juguetes celebra una inusitada fiesta secreta y fantástica en la intimidad de un cuarto solitario, moviéndose justo sobre una mesa y dentro de una repisa del muro del fondo. Los juguetes pertenecen a diferentes etapas históricas de la cultura mexicana. En primer plano, se observan las piezas grandes del cuarto: Una mesa cubierta parcialmente con un manto amarillo y, al fondo, un jaspeado muro gris con una repisa. En la mesa, un muñeco de Cri-Cri, El Grillito Cantor muestra un acto mágico, vestido elegantemente con su saquito rojo: Sobre un enorme huevo brotan mágicamente las piernas de raíz vegetal de una muñeca de vestido negro y blanco y cinturón rojo de tela; justo debajo de esta escena, unas canicas lucen como mudos testigos del acontecimiento extraordinario; al centro de la mesa, una fiera de piedra o metal con ruedas abre la boca y muestra sus dientes filosos; más hacia la derecha del cuadro, un simpático y sonriente esqueletito sale de un blanco huevo partido en dos partes y flota en el aire; a la derecha de la pintura, una extraña muñeca de vestido blanco y vivos negros y rojos se pasea en un columpio y muestra un hierático y feo rostro; cerca de ella, baila solo un trompo de madera de colores rojo y azul y una esfera blanca flota en el aire; finalmente, un obeso avión amarillo vuela frente a la mesa, dejando una estela de humo blanco en el aire. Al fondo, dentro de la repisa, un muñeco del famoso luchador El Santo en su atuendo típico y otro del Chapulín Colorado presencian de pie el juego vivaz de los juguetes mientras justo arriba de ellos un pequeño reloj marca justo las tres de la mañana, la hora mágica en que ocurre esta “historia de juguetes” mexicanos llena de fantasía y gracia, bajo el impulso creador del artista José Fernández.
El cuadro de Fernández construye una encantadora fantasía a la mexicana dentro de la temática de la serie de filmes de Toy Story del norteamericano Roy Lassiter o de otras películas de dibujos animados de Hollywood. La factura artística es muy original y bien trazada, con volúmenes simétricos, un dibujo tenue y colores claros y tiernos. Esta pintura conjuga una gran fiesta de juguetes que cobran vida en la noche. Es una de las mejores obras de la interesante y original muestra artística por el desborde de magia y fantasía y por el fino trazo de las figuras objetuales. Luce como un verdadero regalo de belleza e imaginación para niños y adultos.

11. “FINAL DE LA INFANCIA” [sin fecha, óleo sobre tela, 83 X 73.5 cm.] de Enrique Fernández Criach.




En la pintura, el personaje central es una bella jovencita de largos cabellos negros que mira hacia el interior de su propia casa a través del cristal de una ventana, con los ojos bajos y melancólicos. Los cristales están empapados de blanca nieve, escena de invierno y/o Navidad. Su mirada se dirige directamente a la escena en primer plano, donde los juguetes aparecen en el primer plano del cuadro: Sobre una mesa, un muñeco de camisa azul y pantalones rojos monta un caballito de madera con largos pies de mecedora; una rubia muñeca de vestido rojo está sentada con las manos abiertas;  un gran velero de madera gris y blancas velas “encalla” en la mesa; y una simple pelota.
El cuadro despliega una gran escena de invierno asociada al tiempo en que los padres regalan juguetes a sus hijos: La fascinante Navidad. La adolescente luce labios sensuales, un rostro de mujercita y viste un grueso suéter tejido con estambres rojos y azules. En especial, el título hace referencia al cambio de edad en las personas. Por ello, el cuadro se compone de fina belleza y nostalgia, con una típica escena hogareña y tranquila en que los juguetes simbolizan el pasado infantil de la joven mujer. En general, reluce como una pintura de gran calidad estética, construida a base de colores suaves que despiertan ternura y dulzura. Sin duda, es una de las mejores obras de la muestra.


12. “TITIRITEROS” [1993, óleo sobre tela, 136 X 158 X 91.5 cm.] de Román Andrade Llaguno.





Dos titiriteros realizan sus tareas de preparación y acondicionamiento de los títeres en el primer plano del cuadro, sobre un fondo difuso y amarillo, espacio neutral. A la izquierda de la obra, una mujer de pie manipula una muñeca de vestido rojo y zapatitos negros. Ella trae un conjunto de falda y chaleco azul con blusa roja, un sombrero gris de ala corta y zapatillas rosas. Levanta ligeramente su pierna derecha y la apoya sobre un caballito de juguete, justo dentro del área donde se ve una pelota de colores. A la derecha, un hombre montado sobre un mueble azul revisa en sus manos un muñeco de pantalón marrón claro, camiseta roja y gorro amarillo. En ese mismo mueble, se ve otro muñeco similar al anterior, pero es más pequeño y está sentado. El hombre viste zapatos azul oscuro, una camisa verde y un conjunto azul rey: Pantalones, chaleco y gorro.
         Esta sencilla escena pictórica reproduce las tareas de preparación ejecutadas por dos artistas y artesanos del entretenimiento infantil, justo fuera del escenario. Es una típica escena de trabajo y de familia que enseña cómo revisan el cuerpo de los títeres y el manejo de los hilos o cuerdas. Los colores son dulces, los volúmenes están balanceados y el dibujo es tenue para privilegiar el colorido. Sin embargo, la apariencia de realidad del cuadro luce diluida por colores y dibujos y parece una escena más imaginativa e intuitiva que enteramente realista.


13. “MIEDO A LA LIBERTAD” [1993, óleo sobre tela, 136 X 158 cm.] de Noé Katz Artenstein.





En la pintura, un enorme y sonriente caballo blanco y gordo de madera se encuentra estático y pegado con sus patas a dos bases azules en forma de mecedora. Las bases descansan justo sobre una superficie tejida con maderas amarillas y dentro de un cuarto de paredes rojas. En tanto, un hombre blanco y robusto conduce al brioso caballo tomando firmemente las breves riendas azules del doméstico corcel. Su rostro es como de estatua, serio, hierático y frío y su cabeza luce muy extraña, pues es plana en la parte superior, como si fuera un robot humanizado. Como elemento disruptivo, un hombrecito de traje y sombrero negros monta en ancas y lleva en su mano derecha cinco globitos de colores y en la izquierda una cajita abierta. Todas estas figuras están en el primerísimo plano y el caballo y los dos peculiares y extraños jinetes marchan imaginariamente hacia la derecha del cuadro, jugando y divirtiéndose.
El complejo cuadro de Katz destella gran calidad formal y cromática por sus colores vivos y planos. En tanto, las asimétricas dimensiones de los volúmenes forman figuras humanas simbólicas, dentro de una clara alegoría con un mensaje adulto y complejo que implica la libertad humana. En realidad, la pintura es dulce y tierna en apariencia, pero implica una punzante crítica social a la vida moderna de los adultos, diseminada en algunos detalles significativos. En particular, la posición física y el colorido del traje del hombre mayor es un elemento disruptivo y extraño en la blanquecina escena infantil; el otro aspecto, es el cuerpo gigante del jinete con una cabeza maquinal. Sin duda, se trata de un juego de niños: El peculiar caballito en mecedora aparece en un cuarto estrecho, pero el título denota un mensaje irónico dirigido a los adultos: El hombre del traje es más pequeño que el jinete de adelante y monta en ancas, atrás, lo cual implica su infantilismo (globos en mano), su pequeñez moral y, por supuesto, su “miedo a la libertad”. Además, el color negro de la vestimenta implica seriedad y mediocridad y su presencia parece fantasmal dentro de las figuras albas y enormes que dominan la escena del juego de niños.


15. “SALTIMBANQUI, MÁSCARA Y CARRO” [2008, escultura con técnica mixta, 51 X 31 X 8 cm.] de Mario Martín del Campo.





La estatuilla es un hombre delgado cuya cabeza es una máscara en forma de cara y cuernos de carnero. Está sentado justo sobre un círculo que forma parte de un carro de cuatro ruedas pequeñas. El hombre mira de frente, disfrazado y frío, hacia los espectadores. La pequeña escultura funciona como un títere o marioneta, puesto que varios hilos negros están atados a su cabeza y a las extremidades superiores e inferiores. La figurilla luce muy delicada, sutil y delgada, hecha con mucho detalle y finura y se halla dentro de una vitrina de cristales transparentes.
Con su fino juguete, Martín del Campo rinde homenaje a los títeres de manera muy original, artística y artesanal. Su frágil figura humana es en realidad un “saltimbanqui” o “saltimbanco”, el cual es propiamente un titiritero, un acróbata, un cirquero o un trapecista. En este caso, la supuesta máscara animal le da un carácter teatral y simbólico a la figura humana. Asimismo, el carro parece formar parte de las acrobacias de este muñeco de madera. Esencialmente, reluce como una gran obra de arte y artesanía que rinde culto a los juguetes llamados títeres. Para ello, el artista forja finamente volúmenes delgados y precisas formas del cuerpo, máscara y carro. Es una de las mejores piezas de toda la muestra.


16. “CABALLO DE TROYA” [2008, títere articulado de madera, 50 X 21 X 08 cm.] de Mario Martín del Campo.





Esta esculturilla es un peculiar caballo blanco de forma básica y sencilla; es un títere o marioneta, que tiene unas originales y artificiosas alas cafés en el lomo del animal. Curiosamente, estas alas son similares a las alas de los insectos. Consta de un carro con largas barras de madera, una caja con dos manivelas, cuatro ruedas y unos hilos negros que están atados a la parte superior de la transparente vitrina. En especial, la vitrina le otorga una gran belleza delicada y le da jerarquía de escultura.
Estas alas del caballito son similares a las alas de los insectos, pues son un entramado de barritas con ocho espacios en cada una. Por este diseño frágil y simple, el creador proyecta cierto humor en torno al histórico Caballo de Troya. Obra artesanal y obra de arte, la peculiar marioneta rinde homenaje a la imaginación y los juegos de los niños mexicanos.


17. “LA MUÑECA” [sin fecha, óleo sobre tela, 92.5 X 122.5 cm.] de Martha Chapa.





En la simbólica pintura, una muñeca desnuda y greñuda está sentada con las piernas abiertas dentro de una habitación de muros y pisos blancos. En ese cuarto, se reflejan delicadamente los efectos de la luz del sol y la sombra que entran por una ventana ausente en el cuadro. La extraña muñeca expresa un rictus serio [boquita con labios apretados] y muestra un artefacto de ojos artificiales en la mano izquierda. En particular, unas piezas rotas de la frente y las cuencas se encuentran justo frente a ella. Como detalle estético, naturalista y armónico, una hermosa manzana roja la acompaña justo a la derecha de la muñeca.
Chapa es muy conocida y célebre por sus numerosos cuadros de las famosas, sensuales, femeninas y simbólicas manzanas. En esta obra, continúa con el peculiar tema frutal y agrega una ruinosa y extraña muñeca desnuda de plástico que muestra pechos breves y rosados y cabello pelirrojo un tanto revuelto. El significado cultural y social de la obra es profundo, abierto y ambiguo. De esta manera, la intención autoral se dirige a contrastar dos aspectos: 1) La bella y orgánica fruta con la artificialidad del juguete humanizado; 2) la armonía y redonda perfección de la manzana con el acto disruptivo y perturbador de arrancar los ojos con suma violencia. Al mismo tiempo, la artista integra el juguete infantil como tema de la muestra colectiva para comunicar un perturbador mensaje adulto sobre la violencia de nuestro tiempo. La interpretación es, pues, abierta: ¿Quién arrancó los ojos de la muñeca? La interpretación realista puede responder a estas dos preguntas: ¿Fue un niño o una niña? ¿Acaso un adulto ejecutó el destructivo acto? En tanto, la interpretación fantástica se inscribe en el moderno cine de terror de nuestro tiempo y apunta hacia la propia muñeca como protagonista y ejecutora del acto violento, pues ella porta sus propios ojos y una parte de su piel en su propia mano. En cualquiera de los casos, se trata de un caso de la violencia humana propia de la sociedad mexicana y occidental del siglo XXI. Por otro lado, la propia muñeca puede encarnar el símbolo de la violencia contra la mujer, mexicana o extranjera, según otro nivel de interpretación intelectual. En suma, se trata de un gran cuadro de excelente factura estética (perfecta simetría en volúmenes, fino dibujo y equilibrio cromático), de un gran contenido cultural y con un hondo mensaje social. Es de las mejores obras de la muestra “ARTE Y JUGUETE”. Fue configurado bajo el clásico estilo y los motivos pictóricos de la gran creadora artística Martha Chapa.


18. “CAJA DE TESOROS” [2015, técnica mixta, 32 X 18 X 11 cm.] de Enrique Ávila.





La obra parte del uso de la espontaneidad, el desorden y la yuxtaposición de objetos relacionados con los juegos y los juguetes infantiles. Se compone de una caja de cartón de zapatos con diferentes juguetes tradicionales en su interior y un rifle de postas junto a ella. Entre los juguetes, se observa al ratoncito hablantín Topo Gigio vestido de astronauta, el cual fue estrella de la televisión mexicano durante la década de los setentas, al lado del popular actor argentino Raúl Astor. También, se advierte la presencia de un caballito color marrón claro, un delgado gallo de madera, un tamborcillo y una camioneta de metal pintada en un desgastado color azul.
En sí, el título de la obra subraya el gran valor de estos objetos como juego e imaginación de los niños: Son “tesoros”. Así pues, la aglutinación de juguetes infantiles funciona como una espontánea obra de arte o colección de artesanías para niños. Fundamentalmente, el artista Ávila hace un homenaje a los juguetes del pasado, los cuales pueden despertar la nostalgia en los espectadores adultos y la fascinación de los niños de la actualidad.


19. “ALACENA DE JUGUETES” [2015, óleo sobre tela, 100 X 120 cm.] de Armando Ahuatzi.





En la pintura, un estante de pared aparece en el primerísimo plano con dos compartimentos divididos por una tabla de madera. Se ubican sobre un bello muro violeta con algunos dibujos de nubes blancas. Contiene verdaderas “joyas” de la infancia, propias de la cultura mexicana. Arriba sobresalen un papalote verde y rojo atado con una cuerda de graciosos moñitos color azul claro; un viejo avión de plástico con hélice de un militar color gris y una pequeña bandera mexicana; una avioneta de madera pintada parcialmente en color rojo; y un clásico trompo de madera en nacionalistas colores verde y rojo. Abajo, la destreza artística del pintor nos ofrece la delicia de un rústico avión de madera pintado parcialmente en color azul, muy similar al descrito antes; unos crayones de diversos colores; seis canicas de diferente diseño; un dibujo con dos aviones de hélices trazados en papel blanco; un dibujo de un niño volando sobre un cohete en papel similar; y un regordete balero también de madera. En especial, destaca un avión de color azul marino con flores en colores rosa y blanco y con las figuras del piloto y cuatro pasajeros plasmadas graciosamente en las oscuras ventanillas, todo razado con cuidadosos detalles. Al centro de ambos compartimentos, florece la estrella multicolor de un precioso y mexicano rehilete.
La nostalgia y el arte cristalizan una gran pintura al óleo y un perfecto homenaje a los juguetes mexicanos tradicionales. En conjunto, el cuadro del artista Ahuatzi parece una “ventana” a la infancia de los mexicanos del siglo XX. Esencialmente, los colores suaves dominan y denotan ternura y gracia. Ante todo, impacta el gran realismo de la alacena y los juguetes. Los volúmenes equilibrados y el preciso dibujo construyen una gran escena con puros objetos, como una exaltación de la antigua artesanía mexicana del juguete. En resumen, la pintura es un gran homenaje a los antiguos y sencillos juguetes manuales y al arte del dibujo infantil, los cuales fueron desarrollados durante la primera mitad del siglo XX principalmente. Reluce como una obra de gran hechura artística entre todas las demás piezas.


20. “AVIÓN” [2007, técnica mixta (chaquira, objetos), dos piezas, 15 X 15 cm. cada uno] de Leomar.





El artefacto flota sobre el aire con dinamismo e imaginación. Se compone de dos aviones militares con sendas estrellas blancas en círculos azul rey diseñados en ambas alas de ambos vehículos. Uno es de color naranja y otro verde limón, colores muy vivos. Ambos penden con hilos en una transparente vitrina y parece que surcan el aire como en un ritual de guerra.
En suma, este interesante artefacto es aparentemente sencillo, como si estuviera en un cuarto de un niño. Muestra una gran belleza por el cristal transparente que encierra imaginativamente ambos juguetes como si estuvieran dentro de una pecera o del aparador de una tienda de mercancía.


¨AVION¨ DE LEOMAR


21. “GEMELO II” [2000, arte objeto, técnica mixta, 14 X 52 X 18 cm.] de Nahúm Zenil.




Un bebé desnudo y gatea dentro de una vitrina de cristales transparentes. Viste un gorro amarillo y gris. Absurdamente, tiene el rostro de un hombre con bigote. Como detalle cruel, el pie izquierdo está desprendido del cuerpo y pende de una larga varilla negra. Especialmente, la piel de plástico pertenece a un viejo muñeco, muestra varias perforaciones y luce sumamente envejecida y deteriorada.
La intención del artista es un tanto expresionista, grotesca y crítica por todos los anteriores detalles crueles del diseño original, los cuales fueron intencionalmente intervenidos por Zenil. En general, esta novedosa obra de arte aprovecha los materiales originales de un juguete. Proyecta humor, burla y crítica social hacia la humanidad. El aspecto ruinoso, el bigote adulto y el cordel atado al brazo derecho del bebé implican un humor cruel y despiadado por parte del artista. En suma, denuncia una prolongada niñez en los seres humanos, en la cual  los instintos salvajes del “bebé viejo” deben ser controlados con un cordel y muestran  un doloroso desmembramiento que indica violencia claramente, como un reflejo tal vez de la sociedad mexicana del siglo XXI. En realidad, el artista Zenil parece jugar con su propio apellido, el cual es similar a la palabra “senil” [viejo], y construye un bebé anciano. Su obra es rica en significados culturales y sociales y se caracteriza más por ser un arte adulto, alejado de los sentimientos positivos, imaginativos y tiernos de la infancia y los juguetes. En suma, “GEMELO II” es en verdad una pieza perturbadora e inquietante, pero ingeniosa.


22. “ALACENA CON MUÑECO JAPONÉS” [1982, óleo sobre madera, 60 X 50 cm.] de Benjamín Domínguez.




En el brillante cuadro, el artista chihuahuense construye una peculiar y fina alacena de madera, la cual forma parte de su gran serie de finas y delicadas alacenas mexicanas. Es menos aglutinante, desbordante y barroca que la alacena de Alejandro Von Weber, la cual es la pieza número 23 en el presente artículo. En el interior de la alacena de Domínguez, se hallan diversos objetos artesanales de adultos y niños. Abajo, destacan un fino y gordo jarrón blanco; una delicada azucarera blanca con figuras florales azul fuerte; y la refinada transparencia de una vasija o jarrita de cristal, la cual descansa al lado derecho del cuadro. Arriba, sobresalen un plato de porcelana blanca con similares motivos florales azules trazados con preciso detalle; un precioso encaje blanco que cuelga y muestra una flor rosada; y, finalmente, una muñeca de plástico, la cual convive en el tradicional mueble de cocina. En particular, esta figura humanoide describe precisamente a una niña o niño de pelo rapado, con rasgos orientales y con la piel rosada, la cual porta una prenda de tela color verde mar justo en el pecho y trae un vestido de colores verde y amarillo.
Por su cuidadoso detalle y su delicado trazo, es de las mejores pinturas de la muestra, pues revela el gran oficio artístico del pintor chihuahuense, nativo de Jiménez. Domínguez fue un verdadero maestro en la configuración de alacenas en pinturas de gran calidad. En esta ocasión, las prendas adultas [vasijas y mantel] conviven con el tradicional juguete infantil, que representa una figura de la cultura japonesa. De este modo, se proyectan las culturas mexicana y japonesa objetualmente, construyendo una original y armónica belleza en un tradicional espacio doméstico. En general, la configuración de imágenes revela oficio, detalle y cualidades muy realistas y casi fotográficas.


23. “ALACENA DE JUGUETES” [sin fecha, serigrafía sobre papel, 107.5 X 84 cm.] de Alejandro Von Weber O’ Gorman.




En la obra, se observa una alacena de madera de tres compartimentos colocada sobre una pared roja. Por ello, el mueble luce como un verdadero cuadro o un ensamble virtual con objetos artesanales tradicionales. Contiene numerosos juguetes en su “vientre maternal”, todos trazados con dibujo preciso y variados colores. La alacena es como un baúl de tesoros y grandes sorpresas. Se veían ahí, amontonados en el compartimento de abajo, un flamante papalote blanco; una guitarra pequeña de cuerdas sonrientes; una camioneta de cabina amarilla y caja roja con cartas de lotería mexicana y varias canicas en su interior; un caballito tejido con palma; un títere en forma de esqueleto con sombrero charro en la cabeza y guitarra en color rojo; una muñeca de piel blanca y vestido verde con rasgos criollos; un contrabajo; una flauta de madera; y un trompo, entre otros objetos. En el compartimento de en medio, se podía admirar un toro de madera coloreado en marrón y respingando; una flauta de plástico; un ensoñador barco velero blanco; un charro de elegante chaleco y pantalones negros montado en su brioso cuaco blanco; un artesanal cirquero de madera; un bote blanco y rojo; un pato azul de madera con ruedas y alas extendidas; un avión militar de hélice de color plomo; y varios soldaditos de plástico verde en fila, entre otros objetos. En el compartimento de arriba, se podía observar a dos boxeadores de madera que pelean activados por un sencillo mecanismo; dos muñecos campesinos erguidos, cuyos cuerpos fueron tejidos con palma, y con sus sombreros en las cabezas: una rueda roja como de lotería; un trasterito de madera con jarritos de barro; un colorido y planetario trompito; un gordo balero con franjas de colores; y dos muñecas de trapo con coloridos vestidos artesanales indígenas, entre otros más.
Como puede verse, el contenido de la alacena en sí representa la creación de una obra magistral y puede verse como una especie de arte barroco por su exhaustiva acumulación de objetos. Su factura artística es de alta escuela y proyecta una perspectiva mexicanista de las artesanías y los juguetes. La configuración de los juguetes es perfecta con su dibujo preciso, volumen balanceado y colorido realista. Arte y artesanía se conjugan en el brillante cuadro para construir una de las mejores piezas de toda la muestra “ARTE Y JUGUETE”. Al mismo tiempo, el artista mexicano proyecta un sentido lúdico de su obra, pues la alacena entronca formal e intrínsecamente con el ensamble artístico, la artesanía y la mueblería, dentro del plano virtual de una obra de serigrafía. Desde el punto de vista del contenido, los espectadores pudieron evocar recuerdos dulces de la infancia, sentir bullir la belleza en su alma, percibir el amor al viejo nacionalismo mexicano moderno, proyectar una identificación colectiva en esa obra y/o admirar simplemente la perfección de esta gran obra artística.


¨ALACENA DE JUGUETES¨ DE ALEJANDRO VON WEBER

OTRA VISTA DE ¨ALACENA DE JUGUETES¨ DE ALEJANDRO VON WEBER

UN HOMENAJE A LA ARTESANIA MEXICANA DEL JUGUETE EN ¨ALACENA DE JUGUETES¨

ALACENA, JUGUETES Y PINTURA EN LA OBRA DE ALEJANDRO VON WEBER


24. “MAQUI HÁBELO” [2008, títere articulado, tela y resina, 50 X 20 X 12 cm.] de Mario Martín del Campo.




Un títere con hilos negros es el centro de la obra y se encuentra dentro de una vitrina rectangular de cristales transparentes. Viste un pantalón y un cinturón color negro, una camisa rojo oscuro, unos guantes blancos y unas zapatillas doradas. El personaje titiriteante enseña una nariz prominente y picuda, un rostro grave y maduro y unos ojos negros, grandes y un tanto siniestros. Como contraste a su investidura, levanta su pierna derecha como si estuviera bailando.
Por su atuendo del Renacimiento, la marioneta representa al intelectual y político italiano Nicolás Maquiavelo (1469-1527), autor de El Príncipe (1513), el cual fue un célebre tratado sobre política y gobierno. En su obra, el artista construye a un personaje de la cultura europea y, por ello, se acerca más a los adultos que a los niños. Incluso, juega con el nombre para denotar un nuevo y complejo significado, tal vez relacionado con el posible hecho de “haber” o tener algo. En suma, esta obra comunica más significados a los espectadores adultos: Cultura culta, manipulación política, juego lingüístico del nombre, intereses económicos. . . La vestimenta es fina y delicada; sin embargo, el mejor logro artístico es el trazo del expresivo rostro de nariz gruesa, boca apretada, ojos fríos, piel amarillenta y gesto adusto.


25. SIN TÍTULO [2014, ensamble con resina acrílica, 38 X 28 X 16 cm.] de Gilberto Peña, alias Ponk.




En este ensamble, un carro de juguete metálico color naranja muestra el cofre abierto, justo en el momento en que acaba de ocurrir un extraño e inusitado accidente. Un yunque negro aplastó el toldo metálico del vehículo y botó la puerta del lado derecho.  Absurdamente, un hombre de raza negra se encuentra justo arriba del pesado yunque de metal, desnudo el torso y vestido con pantaloncillo cortos de color negro y amarillo, un turbante y un cinturón de color rojo. El hombre parece manipular el yunque, pues sus brazos están en movimiento y su cara voltea hacia abajo. El carro flota sobre un mar de lentejuelas o botones rojos y blancos, materialmente cristalizado sobre una caja rectangular transparente forjada con resina.
Este novedoso ensamble de Peña implica una narrativa, es muy descriptivo y sugerente y muestra gran dinamismo. Representa una inusitada escena que podría forma parte de una película de acción con personajes extranjeros y autos modernos. Por un lado, el hombre es de raza negra. Por otro, la bandera plasmada en el toldo pertenece a un país anglosajón. Para configurar esta escena, Peña utiliza un carro metálico de juguete de color muy llamativo y la disposición de todas las figuras [humanas y objetuales] exhibe un gran dinamismo. En realidad, es un juguete para niños del siglo XXI por su novedad y originalidad y por su escena absurda de película de acción. ¿Qué paso en realidad en esta escena? ¿El hombre cayó sobre el carro también o trata de reparar el daño? Incluso, esta obra puede alcanzar un nivel alegórico: El trabajador tradicional, primitivo y de origen africano destruye el carro bello y deportivo propio de la modernidad del siglo XXI con la pesada y antigua herramienta del yunque. Por el vivo colorido, la originalidad y la disposición de las piezas del ensamble, destaca como una de las mejores obras de la exhibición “ARTE Y JUGUETE”.


26. SIN TÍTULO [2014, ensamble con resina acrílica, 17 X 36 x 26 cm.] de Gilberto Peña, alias Ponk.




Este otro ensamble de Peña consiste ahora en un simbólico cuadro relieve que representa un extraño homenaje al niño y sus juegos. Está construido con una cabeza de niño al centro, la cual se encuentra rodeada de fierros dorados ordenados simétricamente. En particular, la cabeza del infante luce pintada como un payaso: Cejas negras y gruesas, un círculo rojo en cada mejilla, un circulito rojo en nariz, leves rayitas negras arriba y debajo de los ojos y manchas negras en la barbilla. Abajo, se observan dos hombrecitos de plomo corriendo en sentidos opuestos y un antiguo carro metálico de juguete pintarrajeado de rojo y blanco. El fondo del cuadro muestra bolitas y matices dorados.
El artista Peña concentra a un paradigmático niño como centro de su novedoso arte y su extraña artesanía. Algunos simbólicos juguetes y los colores dorados dominantes fungen como fetiches de la infancia y entrañan un homenaje y exaltación del infante. En sí, el ensamble revela modernidad y actualidad y se aparta de los tradicionales sentimientos de ternura, simpatía y dulzura que acompañan a los niños, como una forma de desacralizar al niño y a sus juegos y juguetes.


27. “LA LOTERÍA” [2008, óleo sobre tela, 18 piezas, 10 X 17 cm. cada una] de Carlos Gutiérrez Angulo.




En el original cuadro, dos cajas-ensamble de madera funcionan como dos pinturas al óleo con múltiples imágenes de un popular juego de mesa. Cada caja está armada con tres compartimentos hasta integrar dos obras artísticas separadas y contiguas. Cada cuadro en realidad es una tabla de la lotería mexicana con nueve figuras cada una. El pintor recrea con gran habilidad artística dieciocho tradicionales imágenes humanas, animales, vegetales y objetuales. En la primera carta, se ven la bota, el borracho, la sirena, el gallo, la muerte, el melón, la mano, el sol y el alacrán; en la segunda, aparecen el pájaro, el diablo, la pera, la escalera, el corazón, el barril, el camarón, la luna y la calavera.
En sí, el gran mérito del artista Gutiérrez es presentar dieciocho pinturas pequeñas de gran calidad dentro de dos cuadros grandes, las cuales a su vez retoman la imagen de las cartas de lotería. Sin embargo, el colorido de las mismas es más suave que las cartas originales producidas por la industria mexicana y el dibujo es un tanto distorsionante para romper la perfección y la simetría de los dibujos del juego original. Ante todo, el pintor agrega pequeños detalles novedosos a cada carta con situaciones cómicas y creativas, de la misma forma en que los escritores retoman un tema literario y lo recrean. Por ejemplo, la gigantesca y verde pera muestra una absurda escalera recargada en su pulpa; el sol saca su lengua; el gallo está de pie sobre un huevo; un hombrecillo blanco trepa sobre la escalera; arriba de la bota aparece un pedazo de pierna humana, entre otras divertidas imágenes novedosas. En general, su factura artística es cuidadosa y fina en el trazo de los detalles y la elección de los colores, pero su intención es desmitificadora y humorística. En resumen, es un gran homenaje artístico a la lotería mexicana que ha divertido a las familias y a los niños durante muchas décadas del siglo XX y del siglo XXI. La factura artística es de gran calidad y se orienta hacia el trabajo en miniatura.


28. “FÓRMULA C.C.C.” [2015, Arte objeto, madera y metal, 35 X 40 x 35 cm.] de César Correa Cervantes.




El ingenioso artefacto de Correa mira de frente con su original estructura animal, la cual fue forjada con la madera de un instrumento musical que ha sido alterado intencionalmente. La base de este artefacto es una guitarra de madera y cuerdas, con ruedas de engranes metálicos incrustadas al instrumento base, un largo cuello formado por el propio brazo del instrumento y una cabeza breve con enormes y cómicos ojos.
Así pues, esta curiosa y simpática invención artística se nutre de mucho sentido lúdico [un brazo de guitarra atornillado hacia arriba y con solamente ojos en la cara]. Además, es una muy original forma de un artefacto que puede llamarse “tortuga-carro”. En pocas palabras, la obra de Correa esplende creatividad y humor.


29. “LUDÓPATA” [2015, cerámica, 46 X 49 X 16 cm.] de Jonathan Gómez Reséndiz.




La escultura es una pieza de gran calidad artística: Una tortuga de piel rosada y de enorme caparazón y con un casco en la cabeza, todo pigmentado en color marrón claro. Los detalles forjados son minuciosos y muy precisos, dentro de una estructura muy simétrica, de apariencia obesa y pesada como una tortuga de carey. De este modo, se pueden advertir las garras filosas en sus patas, los gránulos de su piel y caparazón, las arrugas de la piel, los surcos geométricos del caparazón y la boca abierta con su delgada lengua en color rosado claro.
Su factura estética es muy realista e impresionante. Parece que es un animal vivo y disecado. El título hace énfasis en el carácter lúdico del creador de la obra: Un “enfermo de juego” obsesionado con el verismo zoológico de su pieza. Por ello, Gómez combina arte y ciencia, escultura y zoología, usando la cerámica como material básico y la pigmentación apropiada. Es una de las mejores obras de toda la muestra, un gran homenaje a los animales y un regalo para los niños que pueden sentirse dentro de un zoológico y de un museo de arte al mismo tiempo y por el mismo boleto.


¨LUDOPATA¨ DE JONATHAN GOMEZ


30. “TORITO” [2015, piedra volcánica y metal forjado, 29 X 27 X 17 cm.] de Miguel Ángel Peña.




La sólida pieza está configurada en un material muy original: Piedra volcánica, con incrustaciones de metal forjado. Es un toro formado con la gris piedra, con una placa de metal atornillada a la pieza que despliega hacia arriba dos esbeltos cuernos torunos. La escultura se sostiene sobre cuatro ruedas de duro metal, las cuales están sujetas con una placa y tornillos. Se encuentra dentro de una vitrina de vidrios claros, como otras piezas de la presentación artística colectiva.
La hechura de esta estatua de Peña es clásica y paradigmática y denota primitivismo y rusticidad. Además, las justas tallas le han dado el equilibrado volumen corporal; en tanto, las cuatro patas básicas lucen como muñones y el artista abrió unas sencillas ranuras en la cara, que representan los básicos ojos,  nariz y hocico. En especial, las ruedas le dan funcionalidad al duro y durable juguete o escultura, para ser operado por los niños. Sin embargo, las dimensiones, peso y forma de la efigie animal parecen destinadas más bien para la apreciación estética de los espectadores adultos.

¨TORITO¨ DE MIGUEL ANGEL PENA


31. “CABALLITO” [2015, piedra volcánica y metal forjado, 44 X 33 x 16 cm.] de Miguel Ángel Peña.




El juguete y escultura representa la figura sólida de un caballo de piedra gris muy similar a la pieza anterior. Se encontraba también dentro de una vitrina de cristales transparentes. Cuenta con una breve montura con botones de metal. Está montada sobre un alto carro de varillas y ruedas de metal y los rasgos de la cara aparecen ligeramente trazados, como en la anterior figura del toro.
La pieza de Peña fue forjada como un duro y perdurable juguete deslizable, parecido a los caballitos de madera. En especial, el intrincado montaje de largas varillas metálicas le da una gran jerarquía de obra artesanal y de arte escultórico. Fue armada con un meticuloso ensamble creado por parte del artista. El compuesto de caballo y carro de ruedas en metal adquiere resonancias clásicas con la Antigüedad griega y se asemeja al famoso Caballo de Troya que utilizaron los aqueos para penetrar en la ciudad fortificada de Troya y derrotar a sus aguerridos pobladores. Otro artista, Mario Martin del Campo, presenta una pieza con figura animal en esta muestra y referencia a las épicas clásicas griegas de la Antigüedad, la cual se titula precisamente “CABALLO DE TROYA” (Ver arriba la obra número 16).

32. “GENERACIÓN #” [2015, cerámica y talavera poblana, cinco piezas de 36 X 12 X 8 cm. cada una] de Gloria Carrasco.




Cuatro muñecas semidesnudas de pie y una sentada al centro conforman piezas de artesanía, juguete o escultura. Se encuentran todas agrupadas como una generación que comparten modas similares en el vestir y en el peinado, todas colocadas justo dentro de una vitrina de vidrios transparentes. Sus cabelleras son sofisticadas, teñidas ligeramente de rayos amarillos, rojos y blancos; visten una peculiar ropa interior con medias largas y traen botines negros muy elegantes. Algunas de estas ropas interiores muestran atrevidos y modernos dibujos, tales como una osamenta humana y un extraterrestre típico del siglo XXI o cargan un crucifijo negro.
Las cinco muñecas de la artista Carrasco representan supuestamente a la generación de las jóvenes mujeres que no cuenta con un número específico dentro de la sociedad del siglo XXI. Todas ellas lucen rebeldes, sensuales, eróticas, polifacéticas y atrevidas, como vampiresas o bailarinas de cabaret. El brillo de los materiales originales de su fabricación les da una singular belleza y sus cuerpos emanan un simbólico sentido de novedad o cosa nueva. De este modo, Carrasco crea un arte para adultos y un arte feminista que propone la liberación sexual de los cuerpos de las mujeres, con gran sentido lúdico en la configuración de las originales muñecas. Al mismo tiempo, se integra a la temática general de la muestra “ARTE Y JUGUETE” y  reproduce juguetes de muñecas con una singular y audaz belleza y un alto sentido revolucionario para las mujeres mexicanas y las mujeres de otras naciones.


33. “MÉXI-CO-CHINO” [2015, artesanía intervenida, 50 X 20 X 50 cm.] de Mariana Pereyra.




Tres vitrinas de cristales exhiben figuras de cerditos de diferentes tamaños, con pigmentos muy coloridos y con lujosas piezas de joyería en sus cuerpos. Unos son relumbrosos, otros enjoyados y otros lucen como vegetales. En la primera vitrina, se ve justo arriba a un puerco de cristal transparente y ojillos negros, con el interior lleno de collares de perlas azules y plateadas. Lo rodean cuatro animalitos de cara vivaz y tierna, dos de color negro y dos de color amarillo mostaza. Abajo, descansa el puerco más grande y gordo, el cual fue formado con lentejuelas de color amarillo y algunos leves dibujos florales negros en la cara. Todo el cuerpo de este cerdo mayor emana el brillo de los diferentes materiales. 




En la segunda vitrina, se continúa con el peculiar y curioso montaje de puercos. Un cerdo de metal plateado en posición de pie es la base para sostener en el lomo una pequeña caja de paredes transparentes, donde se ve a siete puerquitos formados con bolitas en colores negro, rosa y blanco. Justo arriba de esta cajita, en un tercer nivel, un marranillo de piel rosada mira de frente y de pie como el cerdo de la base. Sus ojitos son risueños y azules, tiene un moño blanco en el lomo y una trompa formada con bolitas de perla blanca. 




En la tercera vitrina, se encuentran dos cerdos creados con otros materiales, los cuales miran de frente hacia los espectadores: Uno es amarillo con trompa color rosa y orejas amarillas en forma de flores y está cubierto con plantas verdes artificiales, como si estuviera escondido en un matorral; el otro es de piel morada, de cabeza rosa y trompa dorada con bolitas azules en forma de joya. Está cubierto de múltiples piezas de metal dorado en forma de corona y, en general, luce como un animal muy rico y repleto de joyas y metales preciosos.
Se conjugan en estas diecisiete piezas de la artista Pereyra aspectos grotescos y bellos, arte y artesanía, escultura y juguete, estética y crítica social. Aunque parecen sencillas joyas o artesanías de lujo, todas estas estatuillas o juguetes transmiten un sutil mensaje adulto a los espectadores que viven en México y conocen el marcado estado de descomposición social y degradación moral de dicho país. Al mismo tiempo, a nivel más superficial, pueden verse como simples piezas lúdicas para los niños y hasta objetos de adorno para las casas. En conjunto, los puercos definen un simbólico estado moral de la sociedad mexicana del siglo XXI, por medio de símbolos animales: Los mexicanos y/o los poderosos son extremadamente corruptos y su riqueza se funda en esta falla moral. Por ello, algunos de los cochinos muestran lujo y riqueza en el interior y el exterior de sus cuerpos, otro parece esconderse entre arbustos. Asimismo, la artista Pereyra juega con el título de su obra e intensifica su crítica social de su propio país, poniendo la sílaba final de la palabra “México” como la primera sílaba de la segunda palabra “cochino”. De esta manera, transmite el vigoroso mensaje de que la nación entera está fundida o integrada plenamente con la corrupción moral, justo durante el siglo XXI.


34. “JUSTINE Y JULIETTE” [2015, cerámica y tela, 60 X 25 X 08 cm.] de Ulises Calderón.




Las estatuillas son dos muñecas con caras de piel desgastada. Una trae un vestido negro luctuoso y zapatos y medias del mismo color; otra, lleva un vestido azul rey y medias y zapatos blancos. Las dos están sentadas una junto a otra, justo dentro de una vitrina de cristales transparentes. La de negro porta un cinturón plateado y la del vestido azul enseña olancitos blancos en la parte inferior de la prenda. Particularmente, la muñeca de negro posee un racimo de uvas amarillas en su regazo.
El artista Calderón forja muñecas feas, de cuerpos irregulares y vestidos muy tradicionales. Por los nombres del título, son personajes europeos y denotan un cierto cosmopolitismo. En este sentido, las dos piezas parecen diseñadas para los adultos. En particular, combinan el juguete de la muñeca y el mensaje de la soledad, aparente soltería y vejez de la mujer extranjera del mundo desarrollado. En especial, las dimensiones de los cuerpos femeninos son deformes y grotescas. Las mujeres tal vez sean unas típicas solteronas. Finalmente, los gestos de las caras son básicos y reflejan fealdad, melancolía y desencanto. 


¨JUSTIN Y JULIETTE¨ DE ULISES CALDERON



II “ARTE Y JUGUETE”: JUEGO, MATERIALES Y FUENTES DE CREACIÓN

         Ante todo, las obras de esta importante exhibición del Museo Casa Redonda se enfocan en la importancia del juego y el juguete en la sociedad moderna, tanto del siglo XX como del siglo XXI. Todas ellas crean belleza y transmiten un sentido de juego, es decir, son lúdicas. “Lúdico” se refiere a “sentir, expresar, comunicar y producir emociones primarias (reír, gritar, llorar, gozar)”, según el cartel de presentación de la muestra “ARTE Y JUGUETE”. En particular, estas emociones van dirigidas a desarrollar la diversión, el esparcimiento y el placer. Por otro lado, los juegos infantiles son mentales y físicos, señala el citado cartel.
         Por otro lado, la producción artística de la humanidad se finca precisamente en el sentido lúdico de la vida. El filósofo e historiador Johan Huizinga sostiene que las obras artísticas se basan primordialmente en “la noción del homo ludens” u hombre lúdico y, por tanto, el juego en sí mismo es el origen de la obra de arte y el sentido lúdico emerge con más importancia que el proceso artístico mismo, de acuerdo al citado cartel de presentación de esta muestra. Así pues, los artistas mexicanos proyectan en esta importante exhibición una verdadera “nostalgia por el juguete”, por medio de sus pinturas, esculturas, ensambles y artefactos.
El tipo de juguete, los materiales y los medios de comunicación son también una parte importante en la configuración de los juguetes modernos. De este modo, estos artísticos juguetes de los mexicanos de esta muestra van de “lo artesanal a lo industrial, de lo mecánico a lo electrónico, de lo ingenuo a lo complejo”, explica el citado documento expuesto en el Museo Casa Redonda. Por otro lado, los juguetes usualmente han sido construidos con madera, metal y plásticos y la televisión, las historietas y el cine han sido la fuente de creación de diversos juguetes para los niños, desde mediados de la década de los cincuenta hasta el siglo XX, concluye este cartel.
En conclusión, la muestra colectiva “ARTE Y JUGUETE” exhibe belleza, creatividad, ingenio, juego y reflexión. Asimismo, plantea cuestionamientos a la sociedad mexicana actual y ofrece interesantes visiones plásticas sobre la vida humana. Esencialmente, expone diversos imaginarios estéticos de veintiséis artistas mexicanos de diferentes generaciones. Seguramente, muchos espectadores sintieron nostalgia por esas treinta y cuatro piezas que rinden homenaje al juguete mexicano y extranjero y admiraron el talento, la creatividad y la imaginación de los veintiséis artistas mexicanos. La prominente y original exhibición “ARTE Y JUGUETE” fue presentada en el Museo Casa Redonda de la ciudad de Chihuahua, entre el 12 de marzo y el 15 de mayo de 2016.

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