viernes, 26 de abril de 2013

LECCION 32 DEL TAO: EL TAO ES PEQUENO E INMENSO

LECCIÓN 32 DEL TAO
EL TAO ES PEQUEÑO E INMENSO



ÓSCAR ROBLES




         La contradictoria dimensión ontológica[1] del Tao y la gran armonía que generaría el cultivo constante del Tao en un hipotético mundo perfecto, son los dos grandes tópicos del libro 32 del Tao. En un sentido conceptual, este capítulo define la esencia del Tao, como en los libros 4, 6, 7 y 21 del mismo Tao Te King. El Tao es el origen del universo, del mundo y de los seres humanos y es anterior a Dios mismo, como se apuntó en las lecciones citadas arriba.
En el libro 32, algunos rasgos del Tao son verdaderamente inquietantes, pues encierran una gran contradicción: El Tao es pequeño e inmenso. Parece como un microcosmos en el que se mira el macrocosmos. Con esta caracterización tan difícil, el Tao se vuelve más complejo, más abstracto como concepto y más inapresable que al principio del libro de Lao-tzu. En especial, el segundo rasgo —ser inmenso— aparece en la estrofa final o estrofa de conclusión y es definido por medio de un tropo: Una hermosa comparación clásica basada en dos elementos de la naturaleza, el río y el mar.
En total, el libro contiene cuatro estrofas en la versión en inglés de Stephen Mitchell: La primera se compone de tres versos; la segunda, de seis; la tercera, de seis; y la cuarta, de dos. Particularmente, la estrofa de dos versos presenta la tradicional idea sintética clave.
El Tao no puede ser percibido, es más pequeño que un electrón  y contiene incontables galaxias, enuncia Lao-tzu en la primera estrofa (32). De entrada, esta definición es desconcertante. Aunque se sabe que el concepto del Tao es muy abstracto, el dúo de características electrón-galaxias tiene un profundo sentido metafórico y una aparente contradicción. De este modo, el Tao es minúsculo, pero contiene múltiples y enormes entidades. Es decir, es como un artefacto mágico, como un ser pequeñísimo con infinitos mundos.
Si los hombres y las mujeres poderosos pudieran mantenerse centrados en el Tao, todas las cosas estarían en armonía, expone el filósofo chino en la segunda estrofa (32). El mundo llegaría a ser un paraíso, toda la gente estaría en paz y la ley estaría escrita en sus corazones, sostiene el pensador oriental (32). Como puede se advierte, se propone un mundo verdaderamente utópico.
La tercera estrofa desarrolla algunas ideas hipotéticas en torno a la “transitoriedad” de las cosas del mundo. Primeramente, Lao-tzu afirma que cuando tú tienes nombres y formas, debes saber que éstos son provisionales y que cuando tú tienes instituciones, debes saber dónde sus funciones terminarían (32). Sabiendo cuándo parar, tú puedes evitar cualquier peligro, cierra el autor del libro esta parte (32).
La cuarta estrofa remarca el carácter primigenio del Tao, es decir, la imagen de matriz quintaesencial del universo y del mundo. Lao-tzu finaliza precisamente con este hermoso símil: Todas las cosas terminan en el Tao como los ríos fluyen hacia el mar (32).
Así pues, el filósofo chino configura en el libro 32 la imposible utopía del mundo perfecto o del paraíso. Esta utopía se lograría con la práctica constante del Tao por parte de los poderosos, porque ellos gobiernan las naciones. Entre otras cosas, la práctica de la filosofía del Tao exige la postura de la inacción, el autocontrol y el ejercicio de la serenidad. También, el Tao postula que los seres humanos deben actuar en armonía con la cosas del mundo, después de entender profundamente los mecanismos secretos del universo, según se expone en otros libros del Tao.
Finalmente, la caracterización del Tao como pequeño e inmenso se basa en una red de contradicciones y “esencializaciones” sobre la profunda naturaleza del Tao. En particular, Mitchell apunta en una nota al capítulo 32 los siguientes rasgos contradictorios del Tao: “Neither small not large. Neither here nor there. Neither past nor future nor present” (Notes 108-109). Así pues, el Tao es complejo, sobrenatural, divino y metafísico. Es, por ello mismo, inapresable, ubicuo e intemporal.
Pero el Tao constituye la clave para lograr la armonía personal, grupal, mundial y/o universal. Parece como una “invisible y secreta llave mágica” para enfrentar la viva vida misma. Ante todo, el Tao permite activar acertadamente el interior humano y comprender la dinámica  del mundo externo.




Obras citadas
Lao-tzu. Tao Te Ching. Trad. Stephen Mitchell. New York: Harper
Perennial, 1992.
Mitchell, Stephen. Notes. Tao Te Ching. By Lao-tzu. Trad. Stephen
Mitchell. New York: Harper Perennial, 1992. 89-128.
“Ontología.” Pequeño Larousse ilustrado. 1991.
“Ontológico.” Pequeño Larousse ilustrado. 1991.


[1] “Ontológico” es lo relativo a la “ontología”. La “ontología” es la “ciencia del ser en general” y es una rama de la filosofía. (“Ontología”). Entre los aspectos ontológicos esenciales, se encuentra la idea de Dios. Un “argumento ontológico” prueba la existencia de Dios (“Ontológico). El monje benedictino inglés San Anselmo (1033-1109), el filósofo francés René Descartes (1596-1650) y el filósofo alemán Gottfried Leibniz (1646-1716) demostraron la existencia de Dios con argumentos ontológicos. Por ejemplo, argumentaron que “en la idea de Dios como ser perfecto se halla contenida la idea de su existencia” (“Ontológico”). Como Dios, el Tao es una idea o una esencia difícil de aprehender por su naturaleza puramente abstracta y metafísica.

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