viernes, 3 de mayo de 2013

LECCION 37 DEL TAO: SIN DESEO TODAS LAS COSAS ESTAN EN PAZ

LECCIÓN 37 DEL TAO:
SIN DESEO TODAS LAS COSAS ESTÁN EN PAZ


ÓSCAR ROBLES


         Para Lao-tzu, la armonía del mundo depende en buena parte de la armonía interior de la gente, de vivir una vida simple y de saber controlar el perturbador deseo, especialmente, el ferviente deseo por la materia. Las anteriores son las ideas generales que sobresalen en el breve libro o capítulo 37 del Tao. Esta espiritual visión de mundo va en perfecta consonancia con los numerosos y sabios consejos y con la concepción general del mundo, del universo y del propio Tao en todo el Tao Te King. Tres estrofas componen este poema o libro: La primera tiene dos versos; la segunda, siete; y la tercera, dos. En especial, estos dos versos finales concentran la mayor sabiduría de toda la lección y exponen el pensamiento moral y filosófico central, como es la tendencia general de los libros del Tao.
         El Tao nunca hace nada a pesar de que todas las cosas se hacen a través de él, define Lao-tzu en la primera estrofa (37). Como se advierte, es una aparente contradicción. Sin embargo, hay que ver el Tao como una esencia espiritual, ubicua e intemporal, como una “matriz”, como un dios y como un gran “espacio metafísico” de donde fluyen todas las cosas del mundo, sin estrictas relaciones lógicas o causales. Las cosas son movidas por la espontaneidad y la dinámica de los opuestos. Por eso, el Tao es y nada más.
         La segunda estrofa explora el papel central que deben asumir los poderosos y la gente en general para lograr la paz y la armonía en la sociedad. En primer lugar, el filósofo chino asevera que si las mujeres y los hombres poderosos pudieran estar centrados en sí mismos en el Tao, el mundo entero sería transformado por sí mismo, en sus ritmos naturales (37). En segundo término, la gente estaría contenta con sus vidas simples y cotidianas, en armonía y libre de deseo, considera el pensador oriental (37).
         Los dos versos finales exponen el consejo supremo del libro 37: Cuando no hay deseo, todas las cosas están en paz, concluye el autor del Tao (37).
         Así pues, este capítulo incluye el apropiado papel del poder y el correcto control del deseo humano para establecer la perfecta armonía en el entorno. Ante todo, Lao-tzu piensa que los líderes y los poderosos del mundo pueden tener un impacto más positivo en sus naciones y en sus grupos humanos si practican la filosofía del Tao. En especial, el deseo aparece como uno de los más perturbadores factores de la inestabilidad emocional de los seres humanos y como el causante de varios problemas interpersonales y sociales. Por eso, la profunda y constante reflexión y la adopción de la filosofía del Tao permiten hacer que el mundo entero fluya con sus “ritmos naturales”. Para Lao-tzu, el Tao es el origen del mundo. Es una Presencia necesaria en la vida.


Obras citadas
Lao-tzu. Tao Te Ching. Trad. Stephen Mitchell. New York: Harper
Perennial, 1992.

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