lunes, 27 de mayo de 2013

LECCION 51 DEL TAO: EL AMOR DEL TAO EN LA NATURALEZA DE LAS COSAS

LECCIÓN 51 DEL TAO:
EL AMOR DEL TAO EN LA NATURALEZA DE LAS COSAS



ÓSCAR ROB LES



         Como se vio antes, la naturaleza metafísica del Tao es examinada por Lao-tzu en los capítulos 4, 6 7, 21, 25, 32, 34 y 42 del Tao Te King. En suma, el Tao es una entidad muy compleja, ubicua y eterna y es la matriz quintaesencial del universo, del mundo y de los seres humanos. En el capítulo 51, el Tao aparece otra vez como el origen de todas las cosas y todas las cosas son la expresión de la naturaleza esencial del Tao. En dos estrofas, el maestro chino explora la honda relación entre el Tao y las cosas del mundo y, especialmente, establece las cualidades principales del Tao como centro del universo. La primera estrofa cuenta con ocho versos; la segunda, con nueve.
         En la primera estrofa, el  tema principal es el Tao como el origen de las cosas del mundo. El pensador oriental describe el proceso metafísico de los seres del universo: Todo ser en el universo es una expresión del Tao; cada ser surge hacia la existencia, inconsciente, perfecto, libre; cada ser acepta un cuerpo físico y deja que las circunstancias lo completen (51). Todo esto es el porqué todo ser honra al Tao espontáneamente, sostiene Lao-tzu en los dos versos finales de la estrofa (51).
El traductor Mitchell amplía la idea final de Lao-tzu del verso spontaneously honors the Tao y asevera que honrar al Tao significa respetar la forma en que las cosas son (Notes 116). Luego, incluye la versión en inglés del breve cuento “A Flower Does Not Talk” del escritor japonés Zenkei Shibayama Roshi. En este cuento, Sono pide ayuda a un hombre budista para encontrar la paz de su corazón. Sono era una mujer devota y pura de corazón. El budista le recomienda agradecer por todo lo que le pase en la vida cada día y no mostrar queja alguna, repitiendo estas palabras: “Gracias por todo. No tengo queja alguna por ninguna razón que sea”. Pasa un año, la mujer no encuentra paz en su corazón, acude otra vez ante el budista, le explica al hombre que ha repetido las palabras aconsejadas muchas veces y, finalmente, ella le repite las mismas palabras de agradecimiento a la vida por las cosas que le pasaron. Finalmente, el budista escucha las palabras de Sono, abre su ojo espiritual y regresa a casa con gran alegría. Las palabras finales de agradecimiento a la vida por parte de Sono al final del cuento son ya palabras surgidas con naturalidad desde lo más íntimo del ser de la buena y pura mujer. Estas palabras agradecidas se relacionan, precisamente, con esa espontánea actitud de agradecimiento y honra hacia el Tao.
         En la segunda estrofa, el maestro chino analiza con precisión la naturaleza amorosa y armónica del Tao con respecto a todas las cosas del mundo. Primeramente, el maestro chino piensa que el Tao da a luz a todas las cosas, las alimenta, las mantiene, cuida de ellas, las consuela, las protege y las devuelve hacia sí mismo, creando sin poseer, actuando sin esperar, guiando sin interferir (51). En segundo término, el autor del Tao explica que todo lo anterior es el porqué el amor del Tao está en la misma naturaleza de las cosas (51).
         De esta manera, el poema-lección 51 se centra en una explicación compleja, puramente metafísica, sobre la forma en que el poderoso, misterioso y primigenio Tao opera en el mundo, desde el principio hasta el fin de las cosas. Por un lado, es un centro originador de todo y de todos. Por otro lado, es una fuerza transformadora de las cosas en el mundo. Finalmente, el Tao es también el destino final de las mismas cosas.
Ante todo, el Tao es una entidad amorosa y llena de armonía, en la que confluyen las cosas diversas del mundo. Es como un dios de amor y sabiduría que entiende la dinámica de las cosas, la profunda naturaleza del mundo de los opuestos, el enfrentamiento entre el bien y el mal, entre lo positivo y lo negativo. Así pues, el Tao comprende cómo el mundo opera entre conflictos y armonías.



Obras citadas
Lao-tzu. Tao Te Ching. Trad. Stephen Mitchell. New York: Harper
Perennial, 1992.
Mitchell, Stephen. Notes. Tao Te Ching. By Lao-tzu. Trad. Stephen
Mitchell. New York: Harper Perennial, 1992. 89-128.


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