viernes, 10 de mayo de 2013

LECCION 42 DEL TAO: LA UNIDAD DEL INDIVIDUO CON EL UNIVERSO

LECCIÓN 42 DEL TAO:
LA UNIDAD DEL INDIVIDUO CON EL UNIVERSO



ÓSCAR ROBLES


        
         El Tao es la Madre del Universo, una entidad metafísica originaria, según el capítulo 6 del Tao. En la lección 42, aparece una visión del Tao novedosa, distinta y tan misteriosa como la Trinidad Cristiana. El Tao produce tres entidades metafísicas mayores, de donde vienen sucesivamente todas las cosas del mundo, explica Lao-tzu en dicha lección.  Además, el libro o poema 42 analiza la unidad energética de lo femenino y lo masculino y, en particular, la fusión del individuo solitario con el universo. En tres estrofas, se discuten los anteriores temas centrales. La primera, la segunda y la tercera estrofas cuentan con cuatro versos cada una, así que en total son solamente doce versos.
         En la primera estrofa, se expone la cadena de lo que puede llamarse “alumbramientos metafísicos” generada por el Tao. El Tao da a luz a Uno, Uno da a luz a Dos, Dos da a luz a Tres y Tres da a luz a todas las cosas, enumera Lao-tzu (42). Como se advierte, son ideas sumamente abstractas y se usan elementos numéricos. De esta estrofa, se puede entresacar la noción de que hay otras tres entidades metafísicas centrales en el origen del universo. Por eso, se usan las letras mayúsculas en los tres números correspondientes. Esta enumeración de orígenes cósmicos explica por qué el Tao es anterior a dios mismo, según la lección 4 del Tao, y por qué el Tao es una matriz quintaesencial del universo, del mundo, de los seres humanos y de todas las cosas. En una nota, Mitchell señala que Uno no es más grande que el Tao (Notes 112). Entonces, los posteriores entes —Dos y Tres— tampoco pueden ser más grandes que el primigenio Tao. Así pues, la estrofa primera aborda un mundo metafísico hipotético y muy complejo, desde el punto de vista intuitivo y racional de una persona, el autor del Tao. Sin embargo, hay que ver la forma en que los misterios divinos y metafísicos operan en el Cristianismo —Padre, Hijo y Espíritu Santo o Dios convertido en hombre por medio de Cristo— y, en consecuencia, se puede apreciar mejor la gran visión metafísica sobre el origen del Universo creada por un filósofo chino, Lao-tzu, quien vivió hacia el siglo VI a. C., un poco antes que el famoso Confucio (551-479 a. C.).
La segunda estrofa es un poco más objetiva porque aborda el tema de las fuerzas masculina y femenina en todas las cosas del mundo. En primer lugar, el filósofo chino considera que todas las cosas tienen sus espaldas hacia lo femenino y están[1] de frente hacia lo masculino (42). Estas interesantes personificaciones de los cosas trascienden las tradicionales ideas de lo femenino y de lo masculino más allá de las personas y de los seres animados. La “personificación” o “prosopopeya” permite “atribuir cualidades propias de los seres animados y corpóreos a los inanimados y, en particular, atributos humanos a otros seres animados o inanimados” (Virgillo139). De este modo, se puede ver en los versos de Lao-tzu su papel de filósofo y de poeta al mismo tiempo: Las cosas tienen “espaldas” y cualidades “femenina” y ‘masculina”.
En segundo lugar, el pensador oriental sostiene en la misma segunda estrofa que cuando lo masculino y lo femenino se combinan, todas las cosas logran armonía (42). En una nota, Mitchell ofrece una explicación sobre esta estrofa de una manera más literal, utilizando los clásicos conceptos de la filosofía china del ying (lo femenino) y el yang (lo masculino): “The ten thousand things carry [at their backs] the yin and embrace [in front] the yang; through the blending of the energy [chi] of these two, they achieve harmony” (Notes 112).
La estrofa tercera concluye con el papel de los Maestros o seguidores del Tao en la vida de los seres humanos comunes y solitarios. El ser humano ordinario odia la soledad, argumenta Lao-tzu, pero el Maestro / la Maestra[2] hace que estas personas la usen, abrazando su soledad y dándose cuenta de que él / ella es uno / una con el universo entero (42). La personificación ahora opera con el acto físico de “abrazar” un estado emocional, la soledad.  
          Finalmente, el capítulo 42 establece una sumaria e hipotética “historia” del origen del cosmos, a partir del Tao, la Madre del Universo; enfatiza la poderosa unidad de lo masculino y lo femenino en personas y cosas para crear armonía; y descubre la importante individualidad del solitario / la solitaria cuando descubre su papel significativo dentro del universo.
En conjunto, este libro-poema 42 transita en sólo tres breves estrofas de lo puramente metafísico y primigenio a la condición más concreta de las personas y las cosas en relación al universo. Aunque Lao-tzu revela más rasgos del enigmático Tao, el carácter inapresable y complejo de esta entidad metafísica se mantiene, pues es un Todo, es una especie de dios,  y una fuente de energía y materia en todo el cosmos.
Dentro de este universo creado por el Tao, el ser humano debe aprender a fluir con la dinámica del mundo, entre lo positivo y lo negativo, pues así es el mundo y un sólo individuo no puede cambiar la estructura total de las cosas y mucho menos el universo como totalidad.
Hay que fluir y fluir, entonces.
          

Obras citadas
Lao-tzu. Tao Te Ching. Trad. Stephen Mitcehll. New York: Harper
Perennial, 1992.
Mitchell, Stephen. Notes. Tao Te Ching. Trad. Stephen Mitchell. New York: Harper Perennial, 1992. 89-128.
“Stand.” Collins Gem Dictionary. 1990.
Virgillo, Carmelo, Teresa Valdivieso y Edward H. Friedman. Aproximaciones al estudio de la literatura hispánica. 5ª ed. New York: Mc Graw Hill, 2004.


[1] Además de “estar”, “to stand” también significa “colocarse”, “ponerse”, “ponerse de pie” y “encontrarse”, entre diversos sentidos (“Stand”). Se selecciona en la presente traducción al español el verbo“estar” porque es un verbo estático, como “encontrarse”. En un sentido positivo y de armonía, la posición  estática de las “cosas” implica tener la espalda hacia lo femenino y el frente hacia lo masculino al mismo tiempo. Si se escogen los verbos de movimiento “ponerse”, “colocarse” o “ponerse de pie”, entonces se da la idea de separación y de alternancia de cada “cosa” personificada frente a las energías femenina (ying) y masculina (yang). Como se observa en la nota de Stephen Mitchell, lo femenino y lo masculino parecen ser “entidades” fuera de la esencia de las cosas y no parte integral de las mismas. En suma, es una estrofa bastante compleja.
[2] En la presente versión en español, se ofrecen las expresiones “El Maestro” y “La Maestra” para ampliar las categorías de sexo-género. En la versión en inglés, se usa “The Master”, ya que no hay variables de género gramatical en los sustantivos.

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