LECCIÓN 6 DEL TAO: EL TAO ESTÁ ADENTRO DE TI
ÓSCAR ROBLES
A medida que se leen las diferentes lecciones del Tao, el Tao se vuelve una entidad más abstracta, compleja y misteriosa. Al mismo tiempo, el Tao aparece poco a poco como una entidad más luminosa y útil para dar auténtica estabilidad espiritual a la gente, dentro de una sociedad capitalista, materialista y altamente consumista, dentro de un mundo cada día más violento, criminal y corrupto.
El mismo acto de conocer el Tao es una gran tarea cognoscitiva e intelectual que hace reflexionar profundamente sobre el individuo y el mundo. Leer sobre el Tao y asimilar su filosofía del mundo cotidianamente pueden apartar a las personas de los conflictos, las veleidades, los sinsabores y de las frivolidades generadas por la recalcitrante sobrevaloración de las cosas materiales por encima de los humanos, de la naturaleza y de la divinidad misma.
En esencia, el Tao es más como un centro motriz del universo, la matriz quintaesencial de todo y de todos, y una entidad más eterna y anterior que Dios mismo, según las lecciones anteriores a la presente lección o libro.
En el libro 6 del Tao, se da otra definición del Tao similar a las lecciones anteriores: El Tao es la Gran Madre, vacía e inagotable, y da a luz a mundos infinitos, según la primera estrofa de tres versos (Lao-tzu 6).
En la segunda y última estrofa, los dos versos finales del libro agregan un sesgo importante al concepto de Tao y lo convierte en una sustancia espiritual, interna e íntima en cada persona. De acuerdo a este criterio más individualista, el Tao está siempre presente dentro de ti (6). Aun más: Se puede usar el Tao en la forma que tú quieras (6).
En este sentido, el Tao se asemeja al concepto de Dios del Cristianismo, pues se considera que Dios está en el alma de cada persona.
En conclusión, el Tao es una entidad externa, eterna e interna. Lo más importante es que cada persona puede usar el Tao para su propio bien y para el bien de su entorno, de acuerdo al significado general del Tao.
Obras citadas
Lao-tzu. Tao Te Ching. Trad. Stephen Mitchell. New York: Harper
Perennial, 1992.
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