EL BUEN JOSÉ PISTOLAS MENESES: PROFESOR, BASQUETBOLISTA Y SELECCIONADO NACIONAL EN HELSINKI 1952
ÓSCAR ROBLES
Conocí al correcto y muy entusiasta maestro de Educación Física a principios de la década de los ochenta. Delgado, activo, rostro siempre vivaz de buen abuelo, ojos que contenían mucha historia brillante. Vestido con pantalón azul claro o blanco, entraba a la oficina del primer piso y saludaba con esa extrema bonhomía y cortesía de los viejos chihuahuenses, con auténtica cordialidad, con ganas profundas de vivir a sus años de veteranía.
Ponía siempre a las muchachas de la escuela a hacer ejercicio y jugar baloncesto en el soleado patio del entonces Instituto América, un hermoso edificio situado justo enfrente del Parque Lerdo de la Ciudad de Chihuahua. Las alumnas lo querían mucho por su natural bondad, su amabilidad de abuelo y maestro antiguo. Era el Profesor Meneses para los estudiantes, las secretarias, los maestros y para las monjas que ocupaban la junta directiva de la Congregación del Verbo Encarnado, la cual tenía a su cargo la administración de dicho instituto.
Todos en el instituto sabíamos que él era una leyenda del baloncesto mexicano. A veces hablábamos un poco él y yo de algunas veteranas estrellas chihuahuenses del basquetbol local y nacional, tales como el gran encestador Raúl Palma, el poste o centro Jesús Chuy García y el base armador Óscar Asiáin. Platicábamos con las prisas de las clases, entre salón y salón, en los pasillos del prestigioso instituto educativo. Yo había visto a estos jugadores en el viejo Gimnasio Rodrigo M. Quevedo, ubicado a espaldas del entonces Paraninfo de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH), hoy Centro Cultural Universitario, situado en pleno Centro Histórico de la capital del Estado.
Yo era y soy muy apasionado del baloncesto y había jugado con las selecciones de mi secundaria, de Bachilleres y de la Escuela de Filosofía y Letras de la UACH y me preciaba de haber jugado en numerosos gimnasios de la ciudad: El antiguo Rodrigo M. Quevedo, el Santiago Nayo Revilla del viejo campus universitario, el San Pedro, el Centro Cristiano, el de la Secundaria Diez, el de la Normal del Estado, el de las Secundarias Cinco y Ocho y hasta en el flamante Gimnasio Universitario Manuel Bernardo Aguirre, la actual casa de los Dorados y las Adelitas de la UACH. Por ser estudiante de Letras Españolas, yo veía más a los Doraditos de la UACH: Héctor Tarzancito Guerrero, Fernando El Chino Wong, Ricardo Guadarrama, Ángel Ortiz y a otros sobresalientes basquetbolistas de ese preciado tiempo del baloncesto chihuahuense, todos bajo la brillante dirección de Homero Moriel, hoy miembro del Salón de la Fama del Deporte Universitario.
Así pues, el Profesor Meneses era una verdadera luminaria del deporte y del baloncesto chihuahuense y mexicano. Casi treinta años después, lo vi de lejos en la hermosa duela del Manuel Bernardo Aguirre, durante el torneo universitario de Los Ocho Grandes , en el año de 2010, el cual fue ganado precisamente por los Dorados de la UACH, con las nuevas estrellas: El destacado base armador Pablo Santana, Israel Nolasco e Israel Olivas y otros jugadores más. El Profesor Meneses iba acompañado de diversas estrellas del deporte y el baloncesto del Estado de Chihuahua. Ahí estaban Raúl Palma, Chuy García, Arturo Montes, Rafael Palomar, José Luis Satanás Arroyos, Enrique Ortega y varias ex-jugadoras de las legendarias Adelitas de la UACH.
Entonces, desde las gradas, reconocí su rostro de buen abuelo, su natural bonhomía, pero su cuerpo lucía más cansado por la edad: Era un verdadero sobreviviente al tiempo y sus estragos y a la misma muerte. El Profesor Meneses había recorrido casi sesenta años más desde su participación en los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952. Era, pues, un gran sobreviviente al deterioro impasible de los tiempos y las décadas, a los desórdenes y problemas más recientes del Estado de Chihuahua, a las atroces enfermedades. Caminaba lento, pero sin bastón ni ayuda alguna. Tendría entonces más de ochenta y seis años de edad en ese año de 2010.
Entonces, desde las gradas, reconocí su rostro de buen abuelo, su natural bonhomía, pero su cuerpo lucía más cansado por la edad: Era un verdadero sobreviviente al tiempo y sus estragos y a la misma muerte. El Profesor Meneses había recorrido casi sesenta años más desde su participación en los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952. Era, pues, un gran sobreviviente al deterioro impasible de los tiempos y las décadas, a los desórdenes y problemas más recientes del Estado de Chihuahua, a las atroces enfermedades. Caminaba lento, pero sin bastón ni ayuda alguna. Tendría entonces más de ochenta y seis años de edad en ese año de 2010.
La presencia de todos esos deportistas gloriosos en pleno Bernardo Aguirre era un merecido homenaje que el Gobierno del Estado rendía a todos ellos, justo antes de comenzar algunos juegos del torneo de Los Ocho Grandes. Y ahí estaba el Profesor Meneses, mi ex-colega del Instituto América en aquellos lejanos años de los ochenta, recibiendo y disfrutando las ovaciones y los aplausos de la gente que llenaba el importante gimnasio universitario. Esa afición de varias generaciones de chihuahuenses estaba ahí, concentrada y muy entusiasta, sabiendo que Chihuahua es tierra grande de basquetbolistas grandes a nivel regional, nacional e internacional, ese público que apoya siempre a los Doraditos y a las Adelitas de la UACH, que ha brindado su presencia y sus aplausos a los viejos Dorados y Adelitas de Chihuahua, a los Cerveceros del Cruz Blanca y otros equipos locales.
Antes, en una de las puertas del gimnasio, yo había saludado a la hija de la famosa ex-Adelita Gloria Hernández, la tía del actual estrella de la Selección Mexicana, Héctor El Virito Hernández. Había entrado al gimnasio y me había sentido muy impresionado por la belleza del lugar, como una especie de catedral del baloncesto. Del altísimo techo del gimnasio pendían diversos banderines en los tradicionales colores morado obispo y amarillo, con los nombres de las estrellas de los Dorados y las Adelitas de la UACH de otras épocas de gloria y triunfos: Carlos Aguja Quintanar, Luis Enrique Chiquis Grajeda, Raúl Palma, Jesús Chuy García, Óscar Asiáin, Jorge Flecha Zaragoza, Arturo Montes, Florentino Tino Chávez, María Corral, Gloria Hernández, Mirta Sáenz y otras leyendas más del baloncesto chihuahuense.
Ese día, con todas esas leyendas y estrellas del baloncesto, me sentí muy emocionado. Era todo un día de fiesta, la unión de los tiempos y de las personas y de las estrellas que aman el baloncesto. Sería también el tiempo de triunfo: Los Dorados de la UACH ganarían el torneo en una disputada final al Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), campus Monterrey, en un partido dramático y cardiaco que se fue a tiempo extra. Sobre todo, era también el tiempo del Profesor Meneses al que yo veía desde lejos, él con una sonrisa cargada de años en su rostro, pero muy feliz, saludando al numeroso público que se daba cita en ese importante recinto deportivo, y el Profesor Meneses estaba entre varias estrellas, estrella él mismo, leyenda del baloncesto mexicano.
Sin embargo, ese jovial profesor de Educación Física que yo conocí a comienzos de la décadas de los ochenta, murió tres años después, el 24 de abril de 2013, a la edad de 89 años de de edad. Se fue de esta vida cargando una parte de la gloria del baloncesto chihuahuense, mexicano y olímpico.
José Salvador Pistolas Meneses Rentería (1924-2013) nació en la Ciudad de Chihuahua. Otro documento apunta que vio la luz primera en Ciudad Cuauhtemoc, de acuerdo a un cartel colocado en el parque deportivo que lleva su nombre y se encuentra situado en el norte de la capital del Estado. Participó en las Olimpiadas de Helsinki, Finlandia, en 1952, como miembro de la Selección Mexicana, al lado de los brillantes basquetbolistas chihuahuenses Héctor Tarzán Guerrero, Sergio Cherokee Holguín y Rubén “El Chorrito” Almanza, junto a los jugadores de otros estados de México José Carlos Breu, Filiberto Manzo, Fernando Rojas, José Rojas, Emilio López, Pelón Ruvalcaba, Jorge Cardiel y José Cabrera (“Fallece”).
Meneses formó parte de esta selección nacional hasta 1956. Entre sus triunfos deportivos, destacan los siguientes: 1) Medalla de oro en los Juegos Centroamericanos de Guatemala en 1950; 2) medalla de oro en los Juegos Panamericanos de la Ciudad de México en 1950; 3) medalla de oro en los Juegos Centroamericanos de la Ciudad de México en 1954; 4) diez campeonatos nacionales con los Dorados (“Fallece”). No asistió a las Olimpiadas de Melbourne, Australia, en 1956, porque tuvo un problema de salud con su tabique nasal, de tal manera que tuvo que retirarse del baloncesto. Fue profesor de Educación Física en el Instituto América y en el Colegio de Bachilleres, durante muchos años. Estuvo casado sesenta y uno años con Josefina Guadarrama Castillo, con quien procreó ocho hijos.
JOSE "PISTOLAS" MENESES CON EL UNIFORME DE LA SELECCION MEXICANA (FOTO DEL SALON DE LA FAMA DEL DEPORTE CHIHUAHUENSE) |
El Profesor Meneses disparaba rápido con sus “pistolas” o manos hacia la canasta o hacia las manos de otro compañero y hablaba con gran lucidez con su mente tan activa y siempre ágil. Se despertaba muy temprano y hacía ejercicio rutinariamente para mantenerse en forma, como buen profesor de Educación Física, según me contaba en nuestras breves conversaciones.
En estas sencillas páginas de Blog, recuerdo a un grande del baloncesto chihuahuense y mexicano, a un verdadero privilegiado del deporte olímpico. Un moderno centro deportivo lleva su nombre en su honor y se llama Unidad Deportiva Norte “José Pistolas Meneses”. Está situado justo al norte de la Ciudad de Chihuahua, por la carretera a Ciudad Juárez.
Obras citadas
“Fallece basquetbolista olímpico, José `Pistolas` Meneses.” Esto. 22 septiembre 2014.
Organización Editorial Mexicana S. A. de C. V. 24 abril 2013. <www.oem.com.mx/esto/notas/n2960535.htm>.