sábado, 9 de enero de 2021

TIEMPO, SUEÑO Y FANTASÍA EN “LA NOCHE BOCA ARRIBA” DE JULIO CORTÁZAR POR ÓSCAR ROBLES

La narrativa de Julio Cortázar recibe la influencia del Surrealismo europeo. Por este motivo, varios de sus cuentos rompen con el tiempo cronológico, alteran el orden racional de la trama, plantean situaciones absurdas y desarrollan extraños y fantásticos cambios de personalidad en sus protagonistas. En “La noche boca arriba”, un motociclista enfrenta un conflicto objetivo y verosímil: sufre un accidente de tránsito y lo internan en un hospital. Como consecuencia, desdobla su personalidad y participa de dos realidades espaciales (ciudad y selva y pirámide) y dos tiempos históricos (moderno y antiguo). 

Estos dos mundos o situaciones están unidos sutilmente por un sueño que provoca un supuesto viaje en el tiempo histórico. Este particular desorden de la realidad objetiva moderna se resuelve mediante un final sorpresivo, absurdo y extraño y determina el destino trágico del protagonista. En la resolución de la trama, el motociclista ya no habita en la ciudad moderna, sino que su vida termina en tragedia dentro del mundo prehispánico mexicano. Como parte de su personal cosmovisión, el escritor argentina realza en este cuento el papel del tiempo, el sueño y la fantasía para proponer una realidad disruptiva, perturbadora e ilógica por medio del viaje en el subconsciente. 


         1. La ruptura del tiempo cronológico y las estrategias de 
          construcción de la fantasía en “La noche boca arriba” 

Así pues, todas las acciones, personajes y espacios convergen en el cuento para proponer esta original visión de mundo de Cortázar. Así, la fractura del tiempo cronológico mediante un fenómeno fantástico altera el orden histórico conocido por la sociedad moderna. Con esta novedosa estrategia narrativa, sugiere la posibilidad de que el mundo presente posibles eventos irracionales, distintos a la visión racional de la modernidad. Entonces, expone en la estructura narrativa de su cuento la intrusión del mundo antiguo en el mundo moderno, el resurgimiento del pasado a partir del presente. Por este motivo, el tejido narrativo se finca en un hecho onírico, a partir de un accidente automovilístico en una ciudad moderna. “La noche boca arriba” pertenece a la colección Final del juego (1955) y a la corriente literaria del Realismo Fantástico. 

En tanto, los eventos ubicados en la ciudad moderna responden a los postulados del Cosmopolitismo en la Literatura Hispanoamericana. En la interesante y misteriosa trama, un motociclista sufre un grave accidente en las calles de una gran ciudad que tiene grandes edificios y avenidas. Varios hombres sacan al conductor de la motocicleta y una ambulancia lo traslada a un hospital, donde lo operan. Durante su recuperación en la cama, observa a los otros enfermos de la sala y a algunos miembros del personal médico, dentro del orden racional y cotidiano de un hospital. Este orden lógico se ve alterado por un extraño sueño o pesadilla de persecución guerrera: él es un indio moteca y los aztecas lo persiguen en la selva durante la guerra florida. Lo protege un amuleto colgado a su cuello. En la cama, el paciente recuerda que había un extraño hueco del tiempo en el lugar mismo del accidente. De pronto, en el sueño, le arrancan el amuleto y se siente perdido en la selva y sin protección espiritual o mágica. Poco a poco, el protagonista descubre que el mismo hueco oscuro lo conduce extrañamente a otra realidad propia del mundo antiguo y lo transforma plenamente en un moteca. Finalmente, los aztecas lo toman preso en esa pesadilla u otra realidad en la que ya habita físicamente, lo conducen al teocali o templo prehispánico. En lo alto del templo, un sacerdote se apresta a sacrificarlo con un cuchillo de piedra. Como consecuencia, la víctima asume que el sueño absurdo era en realidad el viaje y el accidente en la motocicleta. 

Como se observa, el final es abierto y termina el proceso completo de transformación de la personalidad del motociclista, lo cual es un evento fantástico y sobrenatural. Para configurar el nivel fantástico del cuento, la historia se compone de dos planos espacio-temporales que se alternan simétricamente a lo largo de la trama: el primer plano se ubica en la realidad moderna y urbana; en tanto, el segundo plano se sitúa en el mundo antiguo y rural. Con esta estructura de acciones, la intriga y tensión dramática crecen a medida que se entreveran eventos de los dos planos mencionados. En total, se alternan cuatro secuencias narrativas por cada uno de los dos planos mencionados hasta completar un total de ocho, sin marcar separaciones extra-textuales o espacios entre párrafos. 

Como se ve, “La noche boca arriba” es un cuento que enfatiza el papel del tiempo, el sueño y la fantasía para definir el destino humano, mediante la perturbadora disrupción del mundo antiguo en el mundo moderno. La mezcla de realidad y fantasía es propia del Realismo Fantástico. En “la noche boca arriba”, esta mezcla opera para sembrar intriga y misterio en el destino del protagonista, al igual que lo hace la alternancia de las épocas moderna y antigua. En ambos niveles de realidad, la fisura está tejida muy sutilmente, con pocas referencias al sueño y el hueco del tiempo. Por esta razón, dominan las acciones objetivas de accidente y hospital y persecución y sacrificio. 

Un narrador omnisciente relata todos los eventos realistas y fantásticos y penetra en la conciencia y hasta en el subconsciente del motociclista. Este relator configura elementos fantásticos, dentro del plano de una realidad objetiva, contemporánea, urbana y moderna. Así pues, el supuesto hueco en la dimensión del tiempo es pura fantasía. Desde la conciencia del personaje principal, el narrador sugiere la idea de un viaje inusitado en el tiempo, desde el presente narrativo inicial dentro del mundo moderno y urbano hacia al pasado prehispánico. Este hueco forma parte del sueño de dicho motociclista que sufre un grave accidente en la calle y es hospitalizado. 

Dentro del discurso del relator omnisciente e impersonal, cuatro elementos son muy importantes para exponer el conflicto central y para producir misterio e intriga. Este conflicto emerge de la vida consciente al subconsciente hasta lograr imponer el mundo interior del motociclista y transformar la realidad objetiva con situaciones fantásticas. El primer elemento es la postura física del motociclista de permanecer “boca arriba” la mayor parte del tiempo. La frase citada se repite seis veces en los dos planos espacio-temporales y hasta da nombre al cuento, agregando al principio el sustantivo “la noche”. De esta manera, el protagonista está en la sala de operaciones, en la cama y en la piedra de los sacrificios en posición supina. En la última línea del cuento se repite hasta dos veces, para dar cadencia y enfatizar el papel de dicha posición física. Hacia el final del cuento, la noche aparece como el elemento temporal clave: es simbólicamente el hueco del tiempo y el tiempo de la tragedia y la muerte; la noche se transforma en oscuridad plena cuando la percibe el protagonista. Especialmente, la noche marca cambio de tiempo en que vive el personaje principal cuando se enfrenta a su propio sacrificio y muerte en el templo de los aztecas. Al inicio, habita el día en la ciudad moderna, a temprana hora, con sol. Así pues, puede leerse el título de esta manera: “la noche [está] boca arriba”, es decir, es ya el tiempo objetivo dominante que explica toda la trama del cuento, pues se ha roto el tiempo cronológico inicial de la época moderna. Este título implica un hecho y funciona como una personificación de la noche e implica la inversión o alteración del destino del motociclista dentro del hospital de la ciudad moderna. Ya no vive una recuperación del accidente, sino algo peor: la muerte, simbolizada en la noche. El comienzo del cuento se había ubicado en el día soleado, a las nueve y diez de la mañana. A medida que avanza el relato y el sueño, el tiempo se vuelve el enemigo del personaje principal y cambia y transforma su identidad y su destino del hasta convertirlo en un moteca a punto de ser sacrificado en el tiempo antiguo o prehispánico. El título mismo es polisémico y sugiere también de manera básica que el hombre [pasa] “la noche boca arriba”. 

El segundo elemento importante es la percepción sensorial del personaje principal, por medio del olfato. Desde la primera secuencia del primer plano narrativo, el motociclista sueña con olores en el hospital, lo cual es un factor muy perturbador para dicho personaje. En particular, su olfato percibe “ese incienso dulzón de la guerra florida”, dentro de la época moderna misma, y ese era el “olor que más temía” (Cortázar 61). Como se ve, el motociclista ya asume la realidad del mundo prehispánico con la identificación de la guerra ritual y el miedo. La guerra florida era el tiempo en que los aztecas buscaban víctimas para realizar sus sacrificios en los templos, para practicar un rito religioso. Un sacerdote abría el pecho de los presos de otras tribus con un cuchillo y les sacaba el corazón. Más adelante, en la secuencia narrativa dos del plano segundo, ya el personaje capta claramente “el olor a guerra” (62). En la secuencia narrativa cuarta y final del plano dos, el motociclista ya instalado plenamente en el tiempo y espacio del mundo prehispánico y percibe el olor de las antorchas propias del culto azteca, justo cuando los enemigos lo llevan cargando en ascenso hacia la ceremonia ritual del sacrificio. Finalmente, ese olor se convierte en el olor de la muerte cuando aguarda a ser sacrificado en lo alto del tempo con un cuchillo de piedra, como parte de un final abierto del cuento. Ya no hay regreso a la época moderna: el motociclista es un moteca que morirá. 

El tercer elemento clave del cuento es una palabra que designa a una tribu inexistente, la cual forma parte del orden irracional e ilógico del sueño del motociclista. Se trata del término “moteca”, el cual aparece dos veces en el relato y designa a la tribu enemiga de los aztecas. Como parte de los “motecas”, el motociclista practica rituales antiguos en su personalidad de guerrero indígena que huye de la guerra florida con su amuleto protector. Así, el perseguido “musitó la plegaria del maíz que trae la lunas felices, y la suplica a la Muy Alta, a la dispensadora de los bienes motecas”, dentro de la segunda secuencia narrativo del plano dos del mundo antiguo o prehispánico (Cortázar 62). “Moteca” es un neologismo inventado por el escritor Cortázar. Puede interpretarse como una palabra “derivada de motociclista con la terminación –eca, propia de palabras indígenas de México, tal como azteca y tolteca” (Virgillo 61, nota 16). En un nivel de interpretación, esa palabra reafirma inicialmente los eventos de la ciudad moderna como el mundo real, ya que aparece en las secuencias narrativas primera y segunda del plano dos que se refiere al mundo antiguo. A nivel extra-textual, este vocablo puede verse como una pista para dar otra interpretación o “vuelta de tuerca” al cuento: el sueño verdadero ocurre en el del tiempo de los aztecas. De este modo, el motociclista percibe en el subconsciente una palabra absurda e inventada dentro de su estancia en el hospital de la ciudad moderna, puesto que históricamente no existían tribus con ese nombre de “motecas”. 

Finalmente, la ambigüedad y el final abierto son estrategias narrativas que potencian los valores literarios de “La noche boca arriba”. El cuarto elemento significativo de este interesante relato es la construcción de un extraño espacio fantástico o agujero del tiempo cronológico. Este espacio permite el cambio temporal, de época histórica y de la personalidad del protagonista. El relator sugiere la presencia de este espacio desde el momento en que ocurre el accidente del motociclista en una calle de la ciudad moderna con edificios altos. De esta manera, el narrador define ese espacio como “un hueco”, “un vacío”, “un pozo negro” y “esa nada” que “había durado una eternidad”, en la secuencia narrativa tercera dentro del plano uno (Cortázar 63). En la secuencia cuarta del mismo plano, el motociclista bebe agua y de pronto percibe “un vacío otra vez negro” que lo conduce hasta un pasadizo que ya forma del templo de piedra de los aztecas (64). 

Así pues, el hueco en el tiempo representa la más grande construcción fantástica del cuento. Especialmente, esta creación narrativa espacial reconcentra la visión tan original del autor, dentro de los rasgos esenciales del Realismo Fantástico: la posibilidad de que los humanos puedan viajar en el tiempo a través del sueño. Sobre todo, plantea el posible cambio de personalidad de un ser humano: que se despierte no en una realidad contemporánea o futura, sino en el pasado antiguo, primitivo y prehispánico. En este sentido, “La noche boca arriba” funciona como una película de ciencia ficción situada en el plano más humano, profundo y misterioso: el del sueño, el del subconsciente, y no el plano de la tecnología y el raciocinio científico. Con estos cuatro elementos narrativos, el cuento de Cortázar potencia la intriga, el misterio y la tensión dramática y propone una original cosmovisión: la existencia de realidades irracionales y subconscientes, más allá de la civilización moderna, racional, lógica y tecnológica. 

Esencialmente, “La noche boca arriba” revela una perturbadora y posible realidad fantástica: que el verdadero sueño ocurra desde el mundo prehispánico en proyección hacia el mundo moderno, como parte de la ambigüedad de su estructura tan sutil y sugerente. Esta visión inversa e irracional emerge justo al final de la trama: el sueño extraño y absurdo brota en realidad de la mente del cautivo moteca de los aztecas. Este indígena descubre finalmente que “el sueño maravilloso había sido el otro, absurdo como todos los sueños”, donde la motocicleta es percibido por el hombre primitivo como “un enorme insecto de metal que zumbaba bajo sus piernas” (Cortázar 65). Por este motivo, el narrador omnisciente concluye de manera contundente en las últimas líneas que el viaje de la motocicleta era “la mentira infinita de ese sueño” (65). De esta manera, la cosmovisión de Julio Cortázar plantea una “lógica irracional”, absurda y extraña: el evento fantástico creado por él altera la clásica visión occidental, racional y tecnológica del mundo moderno, para ubicarse a plenitud en los sueños de los humanos de la antigüedad prehispánica y evadirse como creador literario del mundo moderno. 

 
             II La narrativa fantástica y la obra de Julio Cortázar 

Las novelas y cuentos del Boom latinoamericano se caracterizan por los audaces experimentos narrativos. Entre estas exploraciones, sobresalen los cambios de tiempo y los eventos irracionales y absurdos de la vida humana. Por influencia surrealista, Cortázar se centra en recrear sueños, pesadillas, situaciones absurdas, eventos fantásticos, extraños desdoblamientos de la personalidad y alteraciones del tiempo y el espacio físico. Especialmente, el escritor sudamericano “rompe con el concepto cronológico del tiempo, mezcla lo real con lo ficticio, junta lo cómico y lo trágico, emplea simultáneamente varios planos de realidad y usa a menudo los sueños” (Virgillo 59). 

Como parte de su renovación lingüística, crea nuevos vocablos, tales como “cosmopista”, “cronopios”, “famas” y “moteca”. Por ejemplo, el Realismo Fantástico ya se observa en su primera colección de cuentos Bestiario (1951). En este libro fundamental, Cortázar inventa cuentos sobre la misteriosa presencia de seres extraños que se apoderan paulatinamente de una casa, sobre un grupo de granjeros que padece una extraña enfermedad llamada “cefalea” provocada por unos mamíferos fantásticos llamados “mancuspias” y sobre la transmigración de los espíritus de dos mujeres situadas en América y Europa, entre otros relatos con temas que rebasan la realidad verosímil y se proyectan hacia la fantasía. 

También, pertenecen al Realismo Fantástico el argentino Jorge Luis Borges (1899-1986) y el mexicano Juan José Arreola (1918-2001). Julio Cortázar (1914-1984) fue profesor, traductor, cuentista, ensayista y novelista. Se opuso al régimen neofascista y populista del general Juan Domingo Perón. Radicó en Francia por muchos años de su vida, donde se dedicó a la traducción para la UNESCO (United Nations Educational, Scientific, and Cultural Organization). Se inició como poeta con la colección Presencia (1938) y con el poema dramático Los reyes (1949). Es autor de las colecciones de cuentos Bestiario (1951), Final del juego (1956), Las armas secretas (1959), Historias de cronopios y famas (1962), Todos los fuegos el fuego (1966), Octaedro (1974), Alguien que anda por ahí (1977), Un tal Lucas (1979), Queremos tanto a Glenda (1980) y Deshoras (1983). Escribió las siguientes cuatro novelas: Los premios (1960), Rayuela (1963), 62. Modelo para armar (1968) y El libro de Manuel (1973). Destacan también tres libros que aglutinan cuentos, poemas, ensayos, diseños gráficos, cartas y fotografías: La vuelta al día en ochenta mundos (1967), Último round (1969) y Los astronautas de la cosmopista (1983), el cual fue escrito con Carol Dunlop. 

En conclusión, “La noche boca arriba” de Julio Cortázar narra un viaje de un motociclista en el tiempo por medio del sueño y a través de un espacio misterioso que se abre en medio de una realidad moderna. En ese viaje fantástico, dicho protagonista experimenta el extraño cambio de su personalidad hasta convertirse en un indígena moteca que va a ser sacrificado en un templo ritual de los aztecas. Por la mezcla de dos épocas históricas y de la realidad y la fantasía, es un cuento magistral y un clásico en la Literatura Hispanoamericana. Con su trama tan sutil y sus finas descripciones, el escritor argentino muestra su particular cosmovisión: la realidad humana es misteriosa e infinita, absurda y extraña y posee mecanismos irracionales. De esta manera, Cortázar seduce a los lectores con el evento fantástico del viaje en el tiempo y el sueño, con la disruptiva alteración del tiempo cronológico y con la perturbadora transformación de la personalidad del protagonista. Ante todo, es un brillante cuento del Realismo Fantástico. 


                                               Obras citadas 

Cortázar, Julio. “La noche boca arriba.” Aproximaciones al estudio de la literatura hispánica. 5ª ed. New York: McGraw Hill, 2004. 59-65. 

Virgillo, Carmelo, Teresa Valdivieso y Edward Friedman. Aproximaciones al estudio de la literatura hispánica. 5ª ed. New York: McGraw Hill, 2004.

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