Este salmo es importante por tres razones fundamentales de orden moral, religioso y literario. En primer lugar, se expone un sentido moral del mundo, propio de todo ser humano, y destaca la bondad de los justos al comienzo del mismo: “Dichoso el hombre / que no va a reuniones de malvados, / ni sigue el camión de los pecadores / ni se sienta en la junta de burlones” [Salmos: 1].
En segundo término, resalta el papel toral de Dios en la tierra justo al final de la composición: “Porque Dios cuida el camino de los justos / y acaba con el sendero de los malos” [Salmos: 5].
En tercer lugar, crea dos comparaciones poéticas basadas en elementos vegetales, para fortalecer el rol de los justos en la tierra: el justo “es como un árbol plantado junto al rio, / que da fruto a su tiempo / y tiene su follaje siempre verde” y, en cambio, “los impíos” o malvados “son como paja llevada por el viento” [Salmos: 3-4].
En suma, el Salmo 1 define la naturaleza esencial de los seres humanos como entes morales que necesitan difundir el bien para encontrar la felicidad y la paz espiritual.
Obras citadas
La Biblia. 41ª ed. Madrid: Editorial Verbo Divino, 2002.
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