En el texto, un hablante lírico personalizado se dirige a Dios para pedirle protección contra los enemigos que lo acechan. El vocativo “Señor” está al comienzo del poema y se repite en el versículo 4. En ambos casos, ese sustantivo constituye el oyente poético y se refiere a Dios. Esta voz puede ser vista como el propio rey David o puede verse como un anónimo creyente perseguido, desde un punto de vista general. Por este motivo, el salmo funciona como una oración moderna para pedir la ayuda a Dios, para combatir a los enemigos, especialmente en un tiempo de guerra o inestabilidad social.
En el poema, destaca la metáfora de Dios como escudo. Asimismo, el versículo 7 concentra el valor del hablante o personaje central del salmo: “No le temo al pueblo que me rodea, / que por todas partes me amenaza” [Salmos: 7]. Curiosamente, el versículo 8 expresa una violencia concreta contra los enemigos y personaliza la imagen divina como si fuera un guerrero o luchador: “Tú golpeas en la cara a mis enemigos / y a los malvados les rompes los dientes” [Salmos: 8].
En pocas palabras, el Salmo 3 convoca la protección de Dios contra los adversarios de cualquier tiempo histórico.
Obras citadas
La Biblia. 41ª ed. Madrid: Editorial Verbo Divino, 2002.
“David.” Pequeño Larousse ilustrado. 15ª ed. 1991.
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