MALABAREANDO LA VIDA [CRÓNICA
URBANA]
ÓSCAR ROBLES
Qué difícil vivir en otra “tierra baldía”: La del México
del siglo XXI, el México del capitalismo salvaje, comercial e industrial, pero
con limitada cultura positiva y educación académica, el México de “Las
anticulturas de la destrucción”.
La frase “tierra baldía” es el título en español del
libro de poemas The Waste Land
(1922) del norteamericano Thomas Stearns Eliot (1888-1965), quien recibió el
Premio Nobel de Literatura en 1948. El poeta se quejaba de los efectos
deshumanizados de la industrialización capitalista del siglo XX en las
metrópolis europeas. “Tierra baldía” es una metáfora pesimista sobre una
sociedad.
En las décadas de los setenta y los ochenta, la Ciudad de
México lucía como una “tierra baldía”, caótica y sobrepoblada, bajo una
economía cerrada y el subdesarrollo propio del Tercer Mundo. En el siglo XXI,
decenas de urbes mexicanas son caóticas, están contaminadas, hay mucho crimen y
violencia y la pobreza puebla las calles. . .
Las tres
botellas giraban en el aire y la diestra mujer las volvía a lanzar y repetía la
acción con una gran facilidad, como si sus brazos y cabeza fuera una sola máquina
de repetición. Las botellas lucían como coloridos rehiletes en al aire.
Estaba
parada en el crucero de la Carretera Panamericana y la Avenida Guillermo Prieto
Lujan, una zona donde se refugian los tesoneros artistas de la calle, los vendedores
ambulantes y diversos limpiacristales de autos. Ella era una artista más que
ofrecía su espectáculo en la ciudad de Chihuahua.
Concentrada,
mantenía vivo su acto de unos cuantos minutos. Los conductores la miraban y la
admiraban para distraerse del tráfago cotidiano de pavimento, concreto y metal
en movimiento, la nueva “tierra baldía” para un desarrollo comunitario más humano.
Los conductores contemplaban este sencillo acto circense con los objetos
propios del añejo malabarismo: Unas botellas de madera o aluminio pintadas de
pulidos colores negro, blanco y rojo, que formaban efímeras estrellas en sus
giros.
Más abajo,
un hombre joven cargaba una mesita con vasos de frescos jugos de frutas y los
vendía frente a las puertas de los conductores de autos. Sobre el pavimento, malabareaba
sus productos naturales con extrema pericia de mesero de bar o restaurante.
Hacia el
sur, más abajo, una “casita” de vagabundo seguía firme entre un montón de
tierra y unos arbustos, justo en el cruce de la Carretera Panamericana y la
Avenida Los Nogales. En ese lugar, una improvisada tela azul marino ondeaba
como su bandera de batalla y cuartel: Era su techo contra el agudo sol de
primavera. Debajo de su techo, unos sucios y viejos cojines y ropajes
descansaban en el suelo: Su cama básica e improvisada en medio del lote baldío.
Alrededor de esta pobre vivienda o “casa
tomada”, abundaban los recipientes de productos ya consumidos: Botellas, cajas,
plásticos, envolturas que poblaban de basura la “tierra baldía”.
El dueño
estaba ausente. Tal vez trabajaba en algún cruce de calles o avenidas con
semáforos, dentro de la nortísima
zona de la ciudad. Desde hace semanas, el hombre vive ahí en el terreno baldío
de la nueva urbe moderna, junto a los montones de tierra y muy cerca de la
calle, su territorio de operaciones laborales.
Todos estos
trabajadores ambulantes e itinerantes de la zona norte de la ciudad malabarean
la vida todos los días en un país “mal-variado”, “mal varado” y “malvado’. Unos venden, otros actúan, aquéllos
encuentran un pedacito de tierra para fundar una casa temporal y sobrevivir
económicamente. Mientras tanto, los millones de ciudadanos irresponsables actúan
en su obra de teatro.
Todos estos
ciudadanos “trabajantes” malabarean la vida. En tanto, el destino funesto de la
pobreza los malabarea. Mala marea urbana es la vida bajo el desordenado
capitalismo mexicano salvaje del siglo XXI, en el cual la INGOBERNABILIDAD creciente
es el origen de todos los problemas. Tres partidos políticos diferentes en el
gobierno federal en tres sucesivos periodos presidenciales. . .
Quizá Dios
también malabarea todas las piezas del mundo: Gente, cosas, animales, plantas y
lugares. Seguro ya tiene en su mente el destino futuro en esta vida y en la otra
para cada persona.
Tal vez Dios malabaree mis propias palabras sobre esta
página.
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