AVES, MARIPOSAS Y MINERALES EN
“AUSPICIOS” DE TRES PINTORES
MEXICANOS MODERNOS
ÓSCAR ROBLES
Tres
imaginarios artísticos exploraron el tema de los auspicios o augurios, desde la
perspectiva moderna del siglo XXI y con singulares estilos y cuadros de arte figurativo
con apariencia textural de minerales o piedras. Con este enfoque, estos tres
pintores expusieron en 2016 veinticinco obras bajo el unitario título “Auspicios” en el Polifórum Cultural
Universitario de la Universidad Autónoma de Chihuahua [UACH]. En su mayoría,
eran piezas creadas con la técnica mixta y los artistas usaron colores
texturales y plasmaron juegos sutiles de arte figurativo con imágenes altamente
simbólicas y estéticas: Aves, mariposas y minerales.
Los tres pintores eran Luis Y. Aragón, Nayura Aragón y
Tita Bilbao, los cuales integraron una “familia artística” en torno al tema
universal de los auspicios. Ellos han hecho su carrera profesional en el Estado
de Chihuahua primordialmente. En tanto, los tres grupos de obras representaron
imágenes estéticas muy originales que eran auspicios, agüeros o señales del
futuro: Animales antiguos y modernos, mitológicos y reales y objetos diversos. Visualmente,
los cuadros eran seductores por su fino tejido de volúmenes, dibujos y colores
que creaba la apariencia de tallas y relieves en muros y piedras y de ofrendas
rituales indoamericanas. En tanto, su interpretación se volvió compleja por su
configuración cultural, simbólica y experimental.
I ESTILOS MITOLÓGICO, INDIGENISTA Y MINERAL
Los auspicios
adquirieron diferente perspectiva en cada uno de los tres artistas
chihuahuenses. Para Luis Y. Aragón, eran referencias zoológicas y mitológicas
de las culturas prehispánicas mexicanas, mesopotámicas y grecolatinas de la antigüedad.
Así pues, este pintor plasmó las imágenes de lo que él consideraba el futuro
revelado en sueños por la presencia de aves raras, de manera similar a los
vaticinios de las culturas antiguas de la humanidad. Incluso, el experimentado
artista apuntó que la palabra “auspicio” viene del latín y significa “mira aves”,
según expone el folleto de presentación de dicha muestra. En especial, sus
cuadros construyen figuras pétreas de aves o “mágicos pajarracos”, tales como “Ibis”,
la paloma del “espíritu santo”, “el ave fénix”, “águilas monocéfalas y
bicéfalas”, “quetzales”, “cóndor” y algunos lepidópteros, concluye Aragón en
dicho folleto.
Por su parte, Tita Bilbao configuró modernas
representaciones de aves en diferentes situaciones, decoraciones que simulaban
espacios de culturas indígenas americanas y hasta imágenes de mapas de
Chihuahua. De este modo, ella exploró “el arte plumario” y las “danzas rituales
autóctonas” y recogió conchas, cascabeles y plumajes y e integró estos
elementos al cuadro formado básicamente por pigmentos variados, como si fueran
“ofrendas a lo alto”, expresó Luis Y. Aragón en el mismo folleto de
presentación.
En tanto, Nayura Aragón trazó “mapas” de conjuntos de
minerales con colores brillantes y texturales similares a los que tienen las
piedras regulares y las piedras preciosas en los sitios de la naturaleza
original. Ante todo, su arte se basó en la exploración del inconsciente, las
obsesiones por imágenes minerales y la novedosa captación del vuelo de las
mariposas tejido sutilmente en las propias piedras engendradas por su
imaginario artístico. Por este motivo, ella fue influida por dos elementos
culturales: 1) “El Papalotzin” indoamericano
que se refiere a diferentes aspectos de las mariposas; 2) el concepto de que el alma es una mariposa
que se integra al cuerpo al nacer y se escapa del mismo al morir, según la
visión de los antiguos griegos, explicó Luis Y. Aragón en el citado folleto
expuesto en el museo universitario.
Así pues, se conjugaron en esta brillante presentación de
2016 un arte mitológico con visión moderna, un arte de culto a las aves y un
arte de exaltación de los minerales como forjadores de inusitadas imágenes de
mariposas y como modernos augurios que sólo el artista puede captar con su
visión mágica. Asimismo, los tres artistas compartieron una misma visión en
torno a los auspicios y augurios antiguos. De esta manera, sus obras
funcionaron como representaciones artísticas que implicaban formas de
anticipación del futuro en las sociedades primitivas. Sobre todo, estos cuadros
reflejaban las exploraciones del subconsciente humano. En este sentido, estos
pintores construyeron imágenes estéticas de gran armonía cromática, volúmenes
balanceados y dibujos precisos. Al mismo tiempo, dos de estos pintores re-plasmaron
imágenes sobre la cultura de los pueblos antiguos de la humanidad, con una
perspectiva moderna.
II CONCEPTO DE “AUSPICIO”
La palabra
“auspicio” significa “agüero”, “protección, favor” y “señales que en un negocio
presagian su resultado” (“Auspicio”). El agüero es el término que más se aplica
a esta interesante exhibición de arte de la ciudad de Chihuahua. Por ello,
todos los veinticinco cuadros se proponen como un conjunto de señales que
anticipan o presagian un futuro, como vaticinios. Pueden ser astros, nubes,
aves y otro tipo de animales, vegetales y minerales, entre múltiples objetos de
la humanidad y la naturaleza.
El agüero existe desde los orígenes de la humanidad y ha
servido como base para interpretar los eventos del futuro. Para estos tres
artistas chihuahuenses, sus obras cristalizaron imágenes que son auspicios
puramente estéticos y concretaron diversas representaciones artísticas que
rescataron esta tradición cultural universal propia de la Antigüedad, por medio
de una visión moderna.
III
(CON) FIGURACIONES DEL AUSPICIO EN LOS TRES PINTORES
Las notables pinturas de los tres artistas fueron veinticinco
pinturas de arte figurativo. En el caso de Bilbao, el experimento artístico se
basaba en insertar objetos reales sobre la imagen pictórica, tales como plumas
y rejillas de madera. En particular, el folleto de presentación de la muestra
pictórica define de manera sumaria la experimentación artística de los tres
pintores, la cual se basa en un término
abstracto y una palabra concreta: Son “agorerías petrificadas”, apuntó Luis Y.
Aragón. Las breves descripciones siguientes se basan en la muestra presentada
en 2016 en el Polifórum Cultural Universitario situado en el Centro Histórico
de la ciudad de Chihuahua.
A nivel cultural, “Anu”
se refiere a la personificación divina del Cielo, la cual representa a la
suprema deidad, es considerada como el ancestro de todas las deidades de la
antigua religión de Mesopotamia y, especialmente, contiene al universo entero
(“Anu”).
En general, las imágenes del cuadro son complejas y
abstractas. En primera instancia, las formas, volúmenes y colores proyectan una
gran perfección estilística. Como tejido textural con grietas y como escena de
suprema invención, la obra despliega gran armonía, belleza y unidad temática. Para
el pintor, esta deidad cósmica habita en un espacio de figuras casi abstractas
de colores claros y de volúmenes veteados, todos vistos desde una perspectiva de
acercamiento extremo. Dominan los colores verdes, naranjas, violetas y
amarillos. Justo al centro, se erige una figura con cuerpo de ave, la cual
representa a la deidad anunciada en el título. Al lado derecho del cuadro, se
entre-figura la cabeza de otra ave gris con su pico abierto. En general, la
intención de este cuadro y de todos los demás de este pintor chihuahuense es
captar “figuras aladas” y reproducir “rara
avis” mediante un estilo singular, expuso el propio Aragón en el folleto de
presentación.
El dominante color naranja representa la tierra desde una
vista aérea o la recreación de una especie de mapa antiguo como documento
cultural y geográfico. Justo en el centro, emergen las arenas de la región de
Samalayuca mencionada en el título. Esta zona geográfica está situada al norte
del Estado de Chihuahua en la actualidad. En general, el cuadro es una
figuración artística muy original sobre la base de un diseño telúrico. Las plumas
rojas y negras tejidas en el cuadro implican el arte plumario de la cultura
indígena americana y sirven para delimitar la región a la que hace alusión el
título del cuadro.
En particular, las plumas reales insertadas funcionan
como experimento estético y complementan la estructura original del cuadro. Asimismo,
las líneas negras delgadas y las gruesas con color rojo al centro y los catorce
círculos de centro rojo trazan en conjunto una visión geográfica de carácter
primitivo y antiguo. En pocas palabras, la artista simula o recrea supuestas rutas
aborígenes en el norte de México y plasma una iconografía propia de las
culturas indoamericanas, bajo la invención de una pintora moderna. Por todo
ello, la obra constituye una figuración geográfica del poderoso desierto del
norte de Chihuahua. Es una pintura muy original, llena de intuición artística y
con trazos de gran calidad estética. La armonía cromática resalta ante todo.
El título hace alusión al gallo que cantó tres veces,
luego de que el apóstol Pedro negó la autoridad de Jesucristo, según las
referencias que aparecen, por ejemplo, en el Evangelio según San Mateo del
Nuevo Testamento de La Biblia [26: 33-24].
La perfecta configuración del cuadro es más intuitiva que
figurativa y sugiere sutilmente la imagen de dicha ave doméstica en el trazo de
perfil con su cabeza y su pico abierto en los volúmenes grises. Ante todo, predominan
las imágenes con apariencia textural pétrea, como una forma de crear la
apariencia de un muro en un templo antiguo. En particular, las figuras grises y
rojas son redondeadas y contienen vetas o manchas en los volúmenes.
Domina en el cuadro una visión de extremo acercamiento
hacia un suelo, donde descansan varias piedras grises de figuras irregulares,
cuyas orillas delimitan cada pieza. En sí, el puro trazo o invención de las
piedras es bello y armónico como si fueran objetos vistos bajo el agua de un
río o arroyo. Justo en el centro de esas piedras, asoma el intuitivo milagro
poético: Se entrevé una imagen de mariposa aleteante
que parece plasmada como huella de ceniza en el suelo o luce como una mariposa
hecha de puro mineral, bajo la delicada y onírica visión de artista sublime.
Para la pintora, la fuerza animada de la piedra jade se
revela como sutil vivacidad de ave de piedra preciosa. Incluso, esta piedra
preciosa puede ser símbolo del artista mismo o de su propia conciencia
creadora. Destacan la perfecta belleza visual de este cuadro y su construcción
imaginativa y poética. El título del cuadro complementa la visión estética con
gran acierto: Se trata de una personificación que mezcla la acción de ser
animado (aletear, como mariposa) en el ser inanimado (el jade).
El tecolote [México] o mochuelo [España] es el ave que
acompaña a Atenea, la diosa de la sabiduría, las artes y las técnicas de la
guerra y protectora de la ciudad de Atenas y los artesanos. En especial, el
mochuelo de Atenea simboliza la filosofía en la civilización occidental
(“Mochuelo”). Erróneamente, confunden el mochuelo con la lechuza y el búho,
todos los cuales son tres aves de la misma familia.
En el cuadro, el pintor estiliza la imagen del tecolote
desde una perspectiva visual de extremo acercamiento. Entonces, el cuerpo del
ave misteriosa es bañado por color amarillo oscuro y la cabeza está teñida de
color gris; se perciben sutilmente la cabeza y los ojuelos. En general, la
imagen tiende a alejarse de la figura naturalista y de toda estética realista.
Por ello, la figura animal se acerca más a la simbolización por su particular y
difuso diseño y su entorno pétreo. De este modo, se conforma una original ave
integrada por vetas o manchas y grietas que la hacen parecer como parte de una
imagen trazada en una pared mineral de alguna caverna o templo antiguo.
Sobre un fondo de pigmentos azul claro, se ve un conjunto
de rejillas formadas con delgada piezas de madera y costales color marrón y un
colgajo de plumas de colores gris, blanco y negro. De este modo, se completa la
representación pictórica de una original “ofrenda”, como reza el título de la
obra. Está integrada con elementos artesanales y animales, básicamente.
En pocas palabras, esta obra constituye un diseño rústico
cercano a las artesanías o altares
indígenas antiguos. Al mismo tiempo, luce como una frágil ventana de una choza,
donde pende las piezas del arte plumario como ofrenda a los dioses y como adorno.
El conjunto artístico emana armonía cromática bajo la exploración del arte
objeto y la pintura.
Las figuras minerales azules, grises y amarillas del
cuadro denotan gran textura y hacen florecer justo en el centro el milagro
sutil de una mariposa fugaz, vista como inscripción de ceniza o como trazo de piedra
en el suelo del lienzo. En los cuadros de toda la serie, la obsesión por las
mariposas se convierte en una poderosa “variación sobre el mismo tema”. Así
pues, las obras de la pintora Aragón alcanzan gran refinamiento en dibujo,
volumen y color, como en “AMATISTA VOLÁTIL”.
Asimismo, todas las imágenes de la pintura proyectan un poder inventivo que
puede explicarse al mismo tiempo como una exploración en la naturaleza por
parte de la artista y hasta como una iluminación onírica.
En particular, el título del cuadro subraya otra vez una
cualidad orgánica [volátil] de un elemento inorgánico y mineral [la piedra
amatista], de manera similar al cuadro “ALETEAR
DE JADE”. De esta manera, la artista integró el unitario tema de manera
inteligente y todas las metáforas o personificaciones de piedras revelan una
gran imaginación estética en varios de los cuadros de ella, expuestos en esta
interesante muestra en el recinto universitario norteño.
El dios Júpiter es el padre de los dioses y los hombres
en la Antigüedad Romana y su figura está asociada al águila, el rayo y el
cetro (“Júpiter”). Especialmente, la
figura humanizada y poderosa de este dios aparece en el cuadro Júpiter y Tetis (1811) del pintor francés
neoclásico Jean Auguste Dominique Ingres. La hechura de esta escena pertenece a
una estética altamente figurativa y realista. De este modo, se ve en esta
pintura la imagen de un águila café oscuro a su lado izquierdo, posada sobre
una roca.
En la pintura de Aragón, el águila del dios Júpiter está
de perfil con su cuerpo gris, su cabecilla, su pico y su ojo seco. Por su
apariencia de piedra, parece un ídolo o una escultura pintada en el lienzo. El
pintor despliega su perfección de grietas y vetas pétreas sobre los volúmenes
de las figuras. Con suprema intuición estética, su obra evoca imaginativamente
una antigua imagen perdida de la simbólica águila, como si hubiera sido
plasmada o tallada en un muro de un templo antiguo, vista desde un extremo
acercamiento. En particular, los tonos grises, violetas y amarillos refulgen
sobre las texturas de piedra pintadas [casi talladas] sobre el lienzo. Sin
embargo, la reproducción de diversos volúmenes corporales yuxtapuestos, como si
fueran imágenes en serie hechas por la tecnología digital, denota una gran
modernidad propia del talento del pintor chihuahuense. Esta aglutinación de
figuras aparece en todos los cuadros suyos de esta interesante presentación
artística. En suma, es un gran cuadro.
Sobre un rico fondo rosa y naranja, aparecen unas plumas
verdes con círculos azules justo al centro del cuadro. En particular, las
plumas sugieren la imagen construida o simbolizada del pavorreal, siguiendo el
título sumario del cuadro. Más que una ofrenda, la obra explora el arte
plumario y juega con la imagen del ave ausente y sugerida solamente con la
presencia del grupo de plumas. En particular, los tejidos de hilos reales
incrustados en el lienzo dan una apariencia rústica y simulan una pared de una
choza indígena. De este modo, se combinan la escena cromática, los objetos
reales del arte plumaria y un trozo de una vivienda indígena, mediante la
selección cuidadosa de presencias, ausencias y sugerencias.
En
conjunto, la combinación cromática es bella por sus colores claros. Las plumas
y tejidos insertados representan un sesgo hacia el arte objeto. La pintura
configura un sentido estético propio de la intuición de la pintora, manejando
diestramente elementos de la cultura indígena americana. Incluso, la pintura luce
un tanto como arte abstracto, ya que fusiona objetos reales con pigmentos en el
lienzo.
El título hace una referencia directa al libro del Génesis
del Antiguo Testamento de La Biblia. Noé es el protagonista del famoso
diluvio sobre la tierra por voluntad de Dios e hijo de Lamec, nieto de
Matusalén y descendiente directo de Adán, el primer hombre sobre la tierra.
Desde su arca de madera, el patriarca Noé lanza tres veces una paloma fuera de su
arca, para saber si las aguas del diluvio ya se habían retirado de la
superficie de la tierra y en la segunda ocasión el ave regresa con un ramo de
olivo y en la tercera ya no vuelve a la embarcación [Génesis 8: 8-12].
En esta obra, Aragón continúa con su exploración moderna
del arte antiguo y su construcción imaginativa de supuestos elementos
arquitectónicos [muros, relieves], dentro del plano mismo del lienzo. De este
modo, el pintor configura con estilo antiguo la paloma bíblica, la cual aparece
al centro y es vista de perfil, e incrusta o yuxtapone otros volúmenes en sus
alas. En particular, la descomposición de la figura de la paloma en piezas de
apariencia pétrea se acerca a los relieves y figuras simbólicas de los templos
antiguos. En tanto, los colores rosas, naranjas y amarillos contrastan con el
gris oscuro de las aguas donde se pergeña la imagen de un pez nadando. Por su
mayor apertura al arte figurativo, el cuadro es espléndido: El tejido mineral
de colores, volúmenes y grietas remarca la gran originalidad del arte de
Aragón. Es, en suma, un arte moderno con elementos inventados y tomados del
arte antiguo plasmado en los templos recreados en el lienzo. De esta manera, la
paloma del cuadro puede verse como una hipotética forma de capturar su historia
de ave simbólica y bíblica en muro-lienzo obra del pintor Aragón.
Una claridad mineral sobresale en todo el lienzo, con
dominantes grises y amarillos suaves; una como agua clara que deja ver en el
fondo las piedras lajas; un como velo transparente del subconsciente que
muestra el auspicio volador de las mariposas. Y justo debajo de estas pantallas
intuidas, emergen tres espontáneas siluetas de mariposas formadas aparentemente
por el imperio de la naturaleza, justo en el primerísimo plano, vistas en
extremo acercamiento. Pero no, no es todo eso. En realidad, es un cuadro con
pigmentos forjados por el talento y la gran intuición estética de la pintora.
Puede lucir como cuadro abstracto y cuadro figurativo al mismo tiempo, según la
percepción del espectador.
En pocas
palabras, la belleza mineral tejida en el cuadro es en sí seductora por su
perfección artística. Asimismo, las sugerentes imágenes de mariposas
complementan una posible visión onírica. El título de la obra es lo de menos
frente al imponente y fino hecho estético desplegado en grietas, matices,
porosidades, filos y volúmenes.
Las plumas “hablan” colores azules en este cuadro
artefacto de factura indigenista americana. El fondo verde claro, las rejillas
sutiles de madera y las finas plumas azules sugieren el ave ausente que designa
el título. Otra vez, la artista Bilbao
incorpora los objetos reales del arte plumaria.
Es uno de los mejores cuadros de la muestra por su combinación
de pintura y plumas originales. La armonía de formas, volúmenes y colores es de
gran calidad. Este cuadro sigue la misma técnica de “PAVORREAL”: Objetos que
representan aves de suprema belleza, aves que son lienzos coloridos en sí
mismos por el lujo y la sedosa apariencia de sus plumas. De esta forma, la
artista Bilbao recoge la quinta-esencialidad estética de las aves en sus
cuadros: El “follaje” de sus plumas como centro del arte, con trasfondo
primitivo e indigenista.
Hugin [pensamiento] y Munin [memoria] eran los cuervos
del dios Odín en la mitología nórdica, los cuales funcionaban como mensajeros
divinos y eran enviados en la mañana a capturar información y regresaban en la
tarde y susurraban al oído del dios todas los mensajes que captaban (“Hugin”).
La textura pétrea del cuadro, textura de muro, refuerza
el sentido mítico y antiguo de estos dos personajes animales de la mitología
nórdica. Es la novedosa mimesis del pintor, como ya se apuntó arriba. En su
pintura, el artista Aragón sugiere las imágenes de perfil de las dos aves,
plasmadas con volúmenes amarillos y gris oscuro. Complementa su escena con un
denso cielo azul. En tanto, los plumajes son estilizados y lucen en
yuxtaposición de volúmenes sobre los cuerpos de los pájaros. Por esta
configuración, la creación artística moderna evoca el estilo antiguo de
inscripciones y tallas en piedras de templos. Singular estilo, simbólicas
representaciones y tejido textural de gran calidad estética, son las marcas de
este cuadro.
Como animal volador, la mariposa es el tema central de
las obras de esta pintora defeña, hija de Luis Y. Aragón. Ella transfigura a
este hermoso insecto en escenas de minerales de gran sutileza, vistas en
extremo acercamiento. De esta manera, las mariposas aparecen no como imágenes naturalistas
y realistas, sino como transfiguraciones o representaciones espontáneas que
surgen como tatuadas o como formas de ceniza o moho entre minerales o hasta como
habitantes de un posible espacio onírico.
En especial, el gran mimetismo de este cuadro hace que
las imágenes sean parte de una posible pintura abstracta, construida a base de
piezas geométricas irregulares de color rojo y diversos colores grises. En este
sentido, las imágenes de esta obra responden más al título abstracto: Son
“andanzas” y “resquebrajaduras”. De este modo, estos elementos son como
revelaciones de un estado interior humano que puede ser consciente e
inconsciente. Al mismo tiempo, el cuadro proyecta la imagen de una sutil mariposa
roja con alas desgarradas justo al centro: Mariposa mineral entre piedras, con
las alas desgarradas o “resquebrajadas”, mariposa símbolo de una emoción humana
que la artista quiere representar: La evanescente y efímera belleza misma, como
acto visionario de la pintora o como sueño.
Este cuadro es más figurativo, pues dos aves rojas y
monstruosas se enfrentan en el centro del cuadro y pueden verse como símbolos o
emblemas propios de un arte indigenista americano. Ambos “pajarracos” son como
guerreros o “humanoides”. Sus volúmenes y dibujos fueron trazados con formas
irregulares y dibujos un tanto difusos, para figurar el fragor de la lucha
simbólica.
En particular, estas aves lucen como símbolos cercanos a
la cultura indoamericana. Por ello, se observan plumas rojas como rayos
alrededor de sus cuerpos y unos semicírculos negros debajo de los dos animales.
En tanto, el fondo azul evoca el cielo. Especialmente, las plumas negras y
amarillas refuerzan la mimesis de la lucha, la cual puede simular mitologías
propias de las culturas indígenas de América. Más que indicios de religión o
mitología, son recreaciones y exploraciones artísticas de la pintora Bilbao:
“Auspicios”, bajo la mirada moderna.
El título es una metáfora que combina literatura y arte y
un elemento abstracto y un elemento concreto. Es un cuadro que puede verse como
arte abstracto y como arte figurativo, dentro de la sutil invención de la
pintora Aragón. En ambos casos, se combinan la armonía geométrica de piezas
triangulares y las formas irregulares y agrietadas de los minerales fabricados,
“invencionados”. Otra vez, estas piedras parecen como vistas a través de la
transparencia del agua, como revelación en un sueño, como “auspicios estéticos”.
En especial, las coloraciones grises, verde aguamar y
amarillas del cuadro aparecen manchadas y veteadas sobre las superficies
pétreas, de manera sutil y espontánea, para simular figuras referentes a la
realidad de la naturaleza: Las poéticas e imaginativas piedras, las cuales son
lienzos en sí, fuente de pinturas disgregadas y ocultas en el mundo e infinitos
signos de la imponente naturaleza. En
suma, el cuadro representa diversos minerales que se refieren a un elemento de
la poesía: “Metáforas” que se cristalizan en el lienzo a plenitud y emanan una
gran belleza, original y armónica, sueños que se mineralizan.
El título es una palabra náhuatl que significa “colibrí”
o “chuparrosa” e integra parte del nombre de Huitzilopochtli [“El colibrí del lado izquierdo del sur”], quien
era el dios azteca o mexica de la guerra, el sol y los sacrificios humanos y
patrono de la ciudad de Tenochtitlán (“Huitzlopochtli”).
Esta frágil ave ocupa el centro del cuadro, en postura de
perfil y vista desde un extremo acercamiento. Otra vez, el pintor Aragón crea
mágicamente un contexto de textura pétrea que simula un muro de algún antiguo
palacio indígena y ahí inserta el colibrí con su cuerpo gris oscuro y
coloraciones violeta, rojo y verde en sus plumas veteadas. Rodean al ave
algunas irregulares “rebanadas” de piedras cromadas, las cuales son separadas
por grietas. El artista Aragón funde y confunde pintura y escultura en su
lienzo hasta lograr un cuadro “ritualístico” y estetizante bajo su arte
moderno. Finalmente, el conjunto de estas imágenes deriva en la imagen original
y petrificada del ave que fue objeto de culto por los antiguos mexicas: Huitzilin. Por ello, el cuerpo del bello
pajarillo aparece como tallado en algún muro de templo antiguo.
El cuadro explora un arte figurativo simbólico y el arte
indoamericano. Para este propósito, pone como centro del cuadro un pájaro de
plumas verdes y violetas en postura erguida como si fuera un humano o
“humanoide”. Este pájaro adquiere gran fuerza estética con las manchas de
diversos colores vivos [rosa y azul] y suaves [gris y blanco] pintadas justo alrededor
del animal plumífero. Asimismo, el hábil pintado de plumas rituales de colores
violeta y café claro refuerza la dinámica escena en la cual esta ave horrenda
encabrita sus plumas y parece un humano.
En
general, la pintura exhibe gran calidad artística por la armonía cromática, el
dibujo difuso y muy sugerente y el carácter simbólico de las figuras animales y
objetuales, que se alejan de la representación naturalista y religiosa. En
realidad, la pintora retoma las técnicas del arte indígena para plasmar sus
visiones estéticas con gran acierto. En particular, atraviesa horizontalmente
el cuerpo del ave un tejido de piezas negras que son adaptadas en la base de
las plumas, como una especie de ruptura con los colores y las representaciones
simbólicas. De esta forma, proyecta la idea de que esta obra de Bilbao es más
una original y personal representación del mundo animado de los indígenas
americanos que una recreación fiel de los referentes reales.
Piedras preciosas en bruto o cuadro abstracto de
geometrismo disruptivo: He aquí la doble significación de esta pintura. Hojas de
piedra verde claro y azul parecen minerales delgados que se yuxtaponen en el “suelo”
mismo del lienzo.
A diferencia de los otros cuadros de la pintora Aragón,
esta pintura adelgaza y casi “laminiza” las piezas minerales. De esta manera,
las figuras se apartan más de la representación figurativa por el ocultamiento
de volúmenes y se ubican en los “terrenos” del arte abstracto. En especial, el
título enfatiza la esencia mineral de todas las piezas. En pocas palabras,
estas texturas pétreas e irregulares reproducen finalmente la belleza clara de la
piedra turquesa. Sin embargo, las imágenes todas pertenecen más a la intuición
estética.
En diversas escrituras antiguas de la India, “Mayura” es
una de las aves sagradas de la mitología hindú en cuya recurrente
representación visual aparece dicha ave matando a una serpiente, lo cual
simboliza los ciclos del tiempo (“Mayura”). Asimismo, este personaje mitológico
fue creado a partir de las plumas de Garuda, la cual es otra ave sagrada de
dicha cultura milenaria (“Mayura”).
En su cuadro, el pintor chihuahuense concentra los
significados míticos del ave con una bella metáfora del tiempo en el título de
su obra: La eternidad es polvo. En el nivel visual, un ave gris de cuerpo
alargado contiene un extraño y voluminoso plumaje, el cual muestra tres ojos
gigantescos de iris negro que simulan representaciones divinas de los hindúes.
Esta obra pictórica se divide, pues, en figuras o “rebanadas” verdes y amarillas y la textura de piedra crea
la ilusión de ser una inscripción religiosa en un muro de un templo antiguo. El
profundo azul del fondo sugiere el espacio celeste o cósmico. Con su cuadro
mitológico de creación moderna, Aragón proyecta su gran destreza artística para
forjar y recrear un ave mitológica de la India. Estéticamente, conjunta la
perfección técnica de grietas y texturas con la construcción de un ave extraña,
sobrenatural y divina, cuyos ojos enormes parecen representar otras divinidades
y ser un homenaje al arte hindú de la Antigüedad.
21. “OFRENDA 2” [Técnica mixta y
plumaria] de Tita Bilbao.
Fondo azul y amarillo, rejillas cafés, trozos de costales y plumas color marrón, todo ello compone otra original ofrenda dentro de la serie de dos cuadros. El fondo es intensamente azul y simula el cielo. Los materiales rústicos se acercan a la artesanía, pero la construcción de la obra pictórica de Bilbao los envuelve hasta convertirlos en arte novedoso con sello personal.
Fondo azul y amarillo, rejillas cafés, trozos de costales y plumas color marrón, todo ello compone otra original ofrenda dentro de la serie de dos cuadros. El fondo es intensamente azul y simula el cielo. Los materiales rústicos se acercan a la artesanía, pero la construcción de la obra pictórica de Bilbao los envuelve hasta convertirlos en arte novedoso con sello personal.
De este
modo, la exploración del arte indoamericano aparece en este segundo cuadro de
la serie de dos. Como su nombre lo indica, representa una ofrenda a los dioses,
pero su propósito es estético ante todo.
En la jaula recreada, las aves están
ausentes y las abundantes plumas que cuelgan de las rejillas implican un
carácter ritual propio de culturas indígenas primitivas. Sin embargo, la
pintura en sí es un objeto estético que construye armonía cromática y
equilibrio en volúmenes y dibujos. Sobre todo, la pintora logra una fusión de
imágenes plásticas con objetos reales: Son, pues, su “ofrenda” artística.
“Papalotzin” es
un dios antiguo o dios del aire y también hace referencia a las mariposas legendarias
como las mariposas Monarca de México (“Papalotzin”).
El propio Luis Y. Aragón apunta que el “Papalotzin”
es una tradición indoamericana, según el folleto de presentación de “Auspicios”.
En esta obra particular, la pintora Aragón continúa con
su fina exploración artística en torno a los minerales que evocan figuras
espontáneas de mariposas y constituyen como rasgo original diversas formaciones
pétreas del cuerpo de estos frágiles animales, bajo su inteligente y creativo
arte. En el lienzo, se tejen cuatro de estos bellos insectos voladores en
colores rosados y grises y aparecen sugeridos entre las piedras lajas color
amarillo claro. De esta manera, la perspectiva de extremo acercamiento permite
ver en el primerísimo plano el milagro de la intuitiva creación estética y el
sentido lúdico de la representación artística. En el lienzo, los minerales son configurados
con pigmentos y volúmenes ligeramente veteados, donde las cuatro mariposas
despliegan sus figuras sutiles construidas con los empalmes o aglutinaciones de
las piedras mismas. Por otro lado, el título del cuadro es una metáfora que
atribuye al vuelo de las mariposas las cualidades sonoras de “canto” o despliegue
de belleza delicada y fina. De este modo, la propia artista juega con su arte
que es representación y construcción: Abstracciones o piedras concretas que son
(re) creadas y evocan las presencias misteriosas de las mariposas. Acaso ella juega
también a representar sus propios sueños o recuerdos. Su propio padre, el
artista Luis Y. Aragón, cuenta que su hija Nayura “desde niña sintió el
revolotear de inquietas mariposas presurosas, en su subconsciente, que atrapó y
petrificó en los cuadro que ahora muestra”, según el folleto de la muestra “Auspicios”.
Veta mágica son los minerales de estos lienzos, piedras
que en sí son belleza pura y sugieren el estilo del arte abstracto; veta mágica
es inventar, recordar y/o soñar las sutiles imágenes de los delicados insectos
tatuados como ceniza o formados como lajas entre las formaciones rocosas que la
pintora inventa.
Este cuadro presenta una factura artística menos
indigenista, pero su tema entronca con el homenaje a las aves. La pintora crea
una original y colorida jaula de colores azul, morado y rosado. Pende de un
techo ausente y el cromatismo lujoso de su fondo complementa la fantasía
pictórica que inventa un objeto inexistente o lo transforma con su imaginación
creadora. La jaula no es dorada, sino valiosa por su concreción estética:
Belleza. En particular, el fondo azul y verde sugiere una cierta apariencia textural.
Otra vez se repite el tema del ave ausente y las plumas negras y blancas evocan
un pájaro.
En este
cuadro, la pintora Bilbao se aleja de los motivos indoamericanas y plasma una
original jaula inmersa en colores ricos e intensos. Su factura artística se
acerca más al arte moderno. Incluso, las plumas indígenas son subsumidas por la
estética modernista de la jaula colorida y por los fondos azules y texturales.
El término “insomnio” remite al ámbito onírico. En un nivel de interpretación, la pintora traslada su propio acto creador hacia el objeto representado: Angustia, zozobra, insomnio. En realidad, el título es una personificación de un objeto inanimado con una cualidad animada. Dentro de su línea de ricos “minerales estetizantes”, esta obra es otra recreación de minerales o rocas. En este caso, estas piedras muestran zozobra: Más irregulares formas y manchas. Entre las rocas, se entrevé otra mariposa con manchas azules, verdes y marrones, mariposa medio muerta como forma estética. En este sentido, puede verse como un sueño aplastado por una crisis emocional y/o creativa. Por ello, el duro entorno mineral se impone sobre la delicada figura del insecto alado. De este modo, el lienzo entero reluce como un insomnio blanco y gris de piedras, con figuras más informes, más ásperas y más alejadas del refinamiento y la armonía de los otros cuadros de la serie con minerales y mariposas construida por la pintora Aragón. Es también un indicio creativo, un “auspicio estético”.
En toda la serie de cuadros de esta muestra, la pintora
Aragón representa una lucha interior y una batalla estética. Los minerales son
como lienzos donde se configuran espontáneamente algunos milagros de belleza
efímera y sutil: Las imágenes delicadas de las mariposas volantes, fantasmas
del proceso creador del arte. De este modo, ella se debate, consciente e
inconscientemente, entre la materia mineral y la belleza pura y frágil aunque
pétrea. Esta suprema e ideal belleza es simbolizada por las mariposas
evanescentes que se forman entre los riscos y los vientres de las piedras que
ella misma fragua con sus pigmentos, sus pinceles y su fina intuición artística.
En este cuadro, el “insomnio” de los “minerales” culmina su ciclo creador y
temático y expresa esa angustia de artista creadora.
El título de la obra se refiere a un personaje mitológico
de la Antigüedad: El Ave Fénix era un ave fabulosa y única en su especie que
“vivía varios siglos en medio de los desiertos de Arabia, se dejaba quemar en
una hoguera y renacía de sus cenizas”, según las antiguas leyendas (“Fénix”).
En la obra, el pintor pintó / “talló’ figuras amarillas,
azules, violetas y grises, las cuales conforman finalmente la imagen del Ave Fénix:
Es una especie de pato o cisne con sus tejidos de plumas amarillas. La virtual
recreación de muro de templo antiguo, como estilo artístico propio, ofrece una
apariencia de realidad mitológica, un contexto sagrado y legendario, para dar
verosimilitud a las imágenes creadas originalmente por este brillante artista mexicano
moderno del siglo XXI. En conjunto, la armonía de colores, volúmenes y dibujo
forja un lienzo pétreo con un ave mitológica como centro del mismo, cuyo
cuello, cabeza y pico son visibles para los espectadores. Sin embargo, el
misterio y el mito prevalecen en los tejidos texturales de las imágenes, como
tallas de muros antiguos. Al final de cuentas, el ave Fénix es una invención
fantástica de las leyendas antiguas, la cual es retomada y reinventada por el
creativo Luis Y. Aragón. En suma, la factura artística es impecable, propia de
un artista que domina su oficio como forjador de imágenes novedosas en las
cuales se combinan lo antiguo y lo moderno.
IV
BIOGRAFÍAS BREVES DE LOS TRES PINTORES DE LA MUESTRA “AUSPICIOS”
Luis Y. Aragón estudió en la Escuela Nacional de Pintura,
Escultura y Grabado “La Esmeralda” de la Ciudad de México. Es autor de los
murales “El Juego en el Tiempo”
[Ciudad de México]; “El Muro de los
Tlacuilos” y los del Centro Ceremonial Otomí [Estado de México]; “Los Orígenes de Irapuato” y “El Caracol de Corte Transversal” [Guanajuato];
y “Diálogos del Sol y la Luna” y “Música de los Números” [Chihuahua],
según el folleto de presentación de la muestra “Auspicios”. Asimismo, la colección de pinturas y esculturas “Ángeles Oníricos” y sus esculturas “Los Atlantes Lúdicos” y “El Conjunto Escultórico de los Aerópagos”
forman parte importante del patrimonio de la Universidad Autónoma de Chihuahua
[UACH]. Entre sus diversas distinciones nacionales, se cuentan el Premio al Mérito
Cultural Víctor Hugo Rascón Banda, el Premio Gawí Tónara y la Medalla Tlacuilo otorgada por el Instituto
Nacional de Bellas Artes [INBA] y el Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes [CNCA].
En especial, el maestro Luis Y. Aragón es uno de los
grandes pintores del Estado de Chihuahua por su larga trayectoria artística y
su trascendencia nacional e internacional. Es famoso en Chihuahua y México por
las enigmáticas figuras de sus “Ángeles Oníricos”; por su técnica peculiar que
funde y confunde escultura, pintura y arquitectura; y por las imágenes de sus
lienzos que proyectan una rica apariencia textural y mineral, a base de surcos
y grietas tejidas en la escena de cuadro. Asimismo, pertenece al destacado grupo
de grandes pintores y muralistas que plasmaron grandes obras pictóricas en el
Estado Chihuahua durante el siglo XX, tales como el duranguense Leandro
Carreón, el hidalguense Aarón Piña Mora y el zacatecano Alberto Carlos. Además,
cuenta con una sala en su honor en el Centro Cultural Universitario “Quinta
Gameros” de la ciudad de Chihuahua, donde pueden admirarse selectas obras con
imágenes y efigies de sus personalísimos ángeles obesos y oníricos.
Nayura
Aragón Herranz nació en la Ciudad de México y ha sido actriz, dramaturga,
guionista y pintora. Estudió Diseño Decorativo y Arquitectónico y Diseño
Gráfico en el Instituto Politécnico Nacional [IPN], la carrera de actriz en el
Centro de Educación Artística de Televisa y dramaturgia y escritura de guiones
con Hugo Argüelles, Rafael Ramírez Heredia, Luis Eduardo Reyes y Enrique Rentería,
según el folleto de la muestra pictórica “Auspicios”
del citado recinto artístico de la UACH.
Tita
Bilbao es nativa de la ciudad de Chihuahua y se ha desempeñado como pedagoga,
pintora, promotora cultural y escritora. Estudió pedagogía en la Universidad
Nacional Autónoma de México [UNAM]. Como artista, ha trabajado el arte
plumaria, la pintura, el grabado, el textil, el arte digital y la instalación y
ha integrado diversos materiales plásticos a su obra, tales como plumas,
fósiles, conchas, pieles, espejos, metales, maderas, texturas, papeles y
materiales reciclables, de acuerdo al folleto de presentación de la muestra “Auspicios”. Recibió el Premio Nacional
de Ensayo Netzahualcóyotl 2015 de Tintanueva Ediciones.
En
conclusión, la muestra colectiva “Auspicios”
de Luis Y. Aragón, Nayura Aragón y Tita Bilbao presentó veinticinco obras
pictóricas con tres diferentes estilos artísticos y tres diferentes formas de
representar de manera original y bella los “auspicios” como percepciones
mágicas de la realidad, signos de anticipación del futuro y formas estéticas.
En primer lugar, el maestro Aragón fundió el tema de las aves reales y míticas
y cultura mitológica de la Antigüedad de los pueblos indoamericanos, asiáticos
y europeos, mediante un estilo pictórico que simula los muros de templos antiguos.
En segundo lugar, la artista Bilbao integró colores vivos e intensos, plumas reales
de aves y piezas de madera rústica, para construir visiones estéticas y
telúricas de territorio y pájaros. Finalmente, la pintora Aragón exploró el
profundo y sutil lenguaje visual de los minerales con sus colores ricos y sus
porosidades y grietas, para diseñar modernos auspicios, signos y símbolos, expresar
sus personales búsquedas artísticas y configurar el símbolo supremo de la belleza
evanescente y delicada en las mariposas fantasmales surgidas de la aglutinación
de piedras estéticas y finas que ella mismo construyó en el suelo de los lienzos. En conjunto, los tres artistas mexicanos modernos hicieron un homenaje a las aves y mariposas como protagonistas de los auspicios antiguos y modernos y como representaciones de belleza.
Obras citadas
“Anu.” Wikipedia.
The Free Encyclopedia. February 5, 2019. Wikimedia
“Auspicio.” Pequeño Larousse ilustrado. 15ª ed. 1991.
“Fénix, ave.” Pequeño Larousse ilustrado. 15ª
ed. 1991.
“Hugin y Munin.” Wikipedia.
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libre. 14 marzo 2019. Fundación
“Huitzilopochtli.” Wikipedia.
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“Júpiter (mitología).” Wikipedia. La enciclopedia libre. 13 marzo
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“Mochuelo.” Wikipedia. La enciclopedia libre. 15 octubre 2018.
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Wikimedia, Inc. 21
marzo 2019.
“Papalotzin.” Diccionario Abierto Español. 27 marzo 2019.
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