CENTRALISMO POLÍTICO EN MÉXICO SIGLO XXI
POR ÓSCAR ROBLES
Las mentalidades humanas se forjan en la ciudad, región,
estado o país en el que viven las personas la mayor parte del tiempo. Cultura y
costumbres locales alimentan a los políticos y creadores culturales,
especialmente. Parece que México transita de un periodo de apertura hacia los
estados de provincia en la década de los noventa y la primera década del siglo
XXI rumbo a una nueva etapa de centralismo político y administrativo, desde
2012 a la fecha.
Desde el gobierno de Enrique Peña (2012-2018), el
poder político determinó las políticas públicas centralistas, pues el
presidente había crecido en el Estado de México, sede del famoso grupo de
empresarios y políticos llamado Atlacomulco. Con Andrés López Obrador (2018-2024),
se vive no sólo un periodo de gobierno federal autoritario, populista y
estatizante, sino que el presidente tiene un perfil claramente centralista: México
parece estar conformado por el territorio que va de la Ciudad de México hasta
el sureste. En ambos gobiernos federales, se pidieron más contribuciones a los
estados ricos del país, tales como Nuevo León, Jalisco y Chihuahua, para
sufragar los gastos económicos del centro del país.
La historia marca los peligros del centralismo
mexicano desde la época colonial. Ahora, con la sucesión presidencial de 2024,
resurge ese centralismo con una lista de aspirantes surgidos de esa entraña del
antiguo Distrito Federal, quienes pertenecen a diferentes partidos políticos. Así,
aspiran a la Silla del Águila los prominentes defeños Claudia Sheinbaum,
Marcelo Ebrard, Santiago Creel, Miguel Mancera, Enrique de la Madrid, Gerardo Fernández
Noroña y Claudia Ruiz Massieu.
El centralismo puede ser peligroso otra vez y se ha
observado esta tendencia con el actual presidente de México. Ojalá emerjan
otros posibles aspirantes presidenciales del norte, el sur, el Bajío, la costa
del Pacifico y el Golfo de México. La variedad regional representa democracia y
también es importante para ocupar ese puesto de primer mandatario federal en México.
Sin embargo, debe importar ante todo que el futuro presidente
tenga una gran trayectoria académica con grados de administración pública,
gobernanza y economía y una gran carrera política en puestos de elección popular
y en cargos importantes del poder ejecutivo, tales como una alcaldía, una
gubernatura y una secretaría federal. Los mexicanos han de recordar las
terribles experiencias de la burocracia de Luis Echeverria, José López Portillo
y Miguel de la Madrid, de donde surgían los futuros presidente de México.
No basta con ser hombre o mujer o haber nacido en la
Ciudad de México o pertenecer a un específico partido político. No basta con pronunciar
buenos discursos, ser guapo o guapa o ser hijo de una importante figura política
del país.
Hay que saber organizar una nación como economía,
cultura, sociedad e instituciones, de manera democrática y liberal y hay que ejecutar
las obras públicas pertinentes en el tiempo en que se necesitan.
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