miércoles, 11 de mayo de 2016

LA "MUJERONA" EN "AL FILO DEL AGUA", "OTILIA RAUDA" Y "OFICIO DE TINIEBLAS"

LA MUJERONA EN AL FILO DEL AGUA, OTILIA RAUDA Y OFICIO DE TINIEBLAS



ÓSCAR ROBLES



Los personajes femeninos de la narrativa mexicana contemporánea pueden analizarse bajo el orden de la sociedad patriarcal, machista y masculinista. Estos personajes pueden agruparse en dos líneas generales: Los que se someten a la opresión de este mundo dominado por los hombres y los que se rebelan contra él. En el primero podemos integrar a la solterona[1] y a la esposa sumisa, ambos de amplia tradición en la narrativa mexicana; en el segundo, se puede encuadrar a la que puede llamarse la mujerona, la cual encarna la transgresión a la moral social y/o el poderío sexual para alterar dicha sociedad dominada por los hombres. En especial, el tipo de la mujerona aparece en tres novelas mexicanas: En Al filo del agua (1947) de Agustín Yáñez es Micaela Rodríguez; en Otilia Rauda (1986) de Sergio Galindo, Otilia Rauda; y en Oficio de tinieblas (1962) de Rosario Castellanos, Julia Acevedo.
La mujerona se rebela contra el orden social imperante para reafirmar su individualidad y para lograr sus aspiraciones personales, ya sean económicas, políticas y/o sociales. Destaca por su vitalismo, su inteligencia, su búsqueda de la libertad, su intensa vida amorosa y/o su carácter transgresor. Su presencia en el contexto de un pueblo provinciano altera “las buenas conciencias” y, a veces, despierta la maledicencia. Así, bajo la visión de los otros, puede encarnar el pecado (el clero) y hasta ser definida como una hembra de placer. En suma, es un ser excepcional y puede asociarse a estas ideas de Aralia López: “Por la asunción de esa marginalidad determinada por su sexo y su clase social, mostrará otro modo de ser mujer alterando los esquemas femeninos tradicionales” (22). Fundamentalmente, la transgresión es el carácter más perturbador y liberador de esta clase de personajes femeninos. Esta transgresión puede originar un destino fatal (visión romántica) o la permanencia o logro de un estatus social (visión realista). En ambos casos el patriarcado, el machismo y el masculinismo coartan la libertad de la mujer y la marginan. Según Helena Araujo, este orden impuesto por el hombre determina el modo de ser de la mujer bajo una óptica sexual: “Esta visión literal y cruda de la falocracia puede muy bien referirse a todo el continente. En el norte como en el sur de Latinoamérica, cualquier proyección de las realidades sicológicas (de la mujer) con respecto a lo erótico implica una transgresión o un rebajamiento” (34). De estos papeles sociales de las mujeres latinoamericanas, se pueden derivar los personajes femeninos que aparecen en diversas obras narrativas mexicanas, bajo los dictados morales de la sociedad patriarcal, machista y masculinista.


1. AL FILO DEL AGUA DE AGUSTÍN YÁÑEZ


En Al filo del agua, Micaela Rodríguez asume una rebeldía sexual que choca contra el orden social en el que predominan las mujeres sumisas, esas “tristes mujeres enlutadas, tristes mujeres presas” (Yáñez 363). Tras una experiencia en la ciudad, ella regresa a su pueblo natal ubicado en el Bajío, donde priva la mojigatería y el clero conservador ejerce un poder represivo sobre la gente. Ella no acepta el orden patriarcal y no quiere permanecer encerrada sin gozar de su juventud y sin ver mundo. Con sus vestidos untados y sus modas citadinas, despierta el apetito de los hombres, la reprobación y envidia de las mujeres y la censura del clero. Uno de los personajes, Prudencia, la define así: “Mejor ni hubieran venido, con esa loca de Micaela, que está como mujer de la calle” (138). Por otro lado, ella representa el papel de una mujer altamente sexualizada, ya que despierta las pasiones en don Timoteo y Damián Limón, quienes son padre e hijo respectivamente.[2] En consecuencia, por su naturaleza de mujer fatal y transgresora, ella muere a manos de Damián. Sin embargo, su ejemplo trasciende en otro personaje, María, quien asume la misma dimensión: Es la mujer brava, vengativa y viril, “la mujer que nadie podrá dominar” (367). En suma, Micaela Rodríguez representa el papel de una mujerona, pero sus transgresiones la conducen a la muerte.


2. OTILIA RAUDA DE SERGIO GALINDO


En la novela de Sergio Galindo, Otilia Rauda también posee esta misma dimensión romántica y similar rebeldía frente al orden impuesto por los hombres. Por ello, es una mujerona.[3] Ella es hija de hacendados, esposa del alcalde de su pueblo y amante del bandido Santos Lazcano. Sin embargo, su poderío sexual y su carga transgresora son muy inquietantes y también despiertan la maledicencia, pues la gente de Las Vigas (Veracruz) la condena por ser adúltera. Es una hembra de placer y una devoradora de hombres; es también una mujer viril (su rostro es similar al de su padre, la marca del patriarcado), posee el poder económico (fincas y dinero), el poder político (contribuye a que su marido Isidro sea presidente municipal) y el poder sexual (es una adúltera que busca su libertad sexual plena).
El más alto nivel de la gran transgresión moral y el más alto desafío a la sociedad por parte de Otilia Rauda se concentran en el capítulo once de la novela. Ella exhibe su hermoso cuerpo desnudo y se burla de la moral y los valores tradicionales de la burguesía mexicana: “Y era todo un espectáculo ver a Otilia, el rostro cubierto con el tenate y el cuerpo desnudo, bellísimo, desafiante” (Galindo 162). Sin embargo, como Micaela, su naturaleza romántica y su ánimo de venganza la conducen a provocar la muerte del hombre que amaba. Su fragilidad fue enamorarse, encontrar el amor total. Finalmente, ella muere a manos de otro amante.


3. OFICIO DE TINIEBLAS DE ROSARIO CASTELLANOS


Como Micaela y Otilia, Julia Acevedo transgrede la moral de Ciudad Real, pero sus acciones transgresivas responden a propósitos sociales y económicos: Ser reconocida por la burguesía y conseguir la riqueza. Por ello, es un personaje más realista que romántico. Para conseguir el estatus social de ser coleta, se convierte en adúltera y amante de Leonardo Cifuentes, el cacique de la región. Ella proviene de la ciudad y por ello sus costumbres afectan la gazmoñería de la sociedad chiapaneca. Según la visión de los personajes, es como un animal de placer. Su apodo de “La Alazana” muestra precisamente esa connotación. De esta manera, Isabel Zebadúa, la esposa de Leonardo Cifuentes, piensa que “es como una yegua” y una “fascinadora de hombres” (Castellanos 72-73). Cuando Julia se encuentra por primera vez con Idolina, la hija de Isabel, y se retira de dicho lugar, ella deja en el aire “un perfume de hembra, denso, verdadero” (96). 
Además, la personalidad de Julia se define “al través del contacto amoroso con el hombre” y el placer se convierte en “el único lenguaje que compartía” con su amante Leonardo (127, 199). Por otro lado, esta mujerona es una transgresora moral en la ciudad donde vive. Manuel Mandujano, el cura joven de la región, sabe de ese poder seductor de “La Alazana” y, por ello, la condena porque ‘impone las costumbres relajadas de otros pueblos” (101). En especial, su forma de vestir y su cabellera roja provocan reacciones adversas en las gentes de Ciudad Real. De cualquier forma, toda su transgresión moral y social se origina en su real carácter: “Su cinismo no era sino desparpajo y su avidez por la riqueza y el prestigio una frivolidad natural de su sexo” (180). Finalmente, Julia consigue su objetivo: Ser reconocida por la sociedad chiapaneca. Por medio de su poder sexual, adquiere una nuevo y mejor estatus socioeconómico, a diferencia de Otilia Rauda, quien pertenece a una familia de ricos hacendados.

A final de cuentas, la sociedad patriarcal, machista y masculinista determinan la marginación, la imagen social y moral y el destino de las mujeronas.  No obstante, esta clase de perturbadores personajes femeninos en la narrativa mexicana persigue reafirmar su individualidad y ejercer su libertad sexual y social. A pesar de todo, su rebeldía no logra subvertir el orden impuesto por los hombres, puesto que el resto de las mujeres permanece bajo el dominio patriarcal en estas tres novelas. Ante la sociedad, su personalidad poderosa queda finalmente marcada por la sexualidad o el arribismo social, el adulterio o la desmedida ambición, la transgresión y/o el rebajamiento, de acuerdo a una moralidad definida históricamente por los hombres.
En las tres novelas mexicanas analizadas, emerge un punto de vista masculino y una perspectiva femenino que realza el verdadero alcance y poder de estas transgresiones femeninas, la fuerza auténtica de estas mujeronas. Micaela Rodríguez, Otilia Rauda y Julia Acevedo son grandes personajes literarios, representan el poder de las mujeres en una sociedad masculinista y, en especial, pueden ser definidas como mujeronas. Las dos primeras, sin embargo, son personajes trágicos y fatales y mueren dentro de la trama de las novelas de Agustín Yáñez y Sergio Galindo: Son narrativas de hombres y, por ello, parece emerger el inconsciente masculino mediante la sanción moral de la  trágica muerte de ambas transgresoras, justo en la resolución de los destinos individuales de dichos personajes femeninos. En tanto, La Alazana de Rosario Castellanos impone su estatus social y vive con poder económico y social: Es una narrativa de mujer y en la pervivencia del poder de la mujer se manifiesta la conciencia femenina de la autora mexicana y esto hace que las transgresiones morales y sociales sean más trascendentes y significativas.



Obras citadas
Araujo, Helena. La Scherezada criolla. Ensayos sobre escritura femenina
latinoamericana. Bogotá: Centro   Editorial Universidad Nacional de Colombia,
1989.
Castellanos, Rosario. Oficio de tinieblas. México: Joaquín Mortiz, 1992.
Galindo, Sergio. La comparsa. 2ª ed. México: Joaquín Mortiz, 1973.
—. ¡Oh hermoso mundo! 2ª ed. México: Fondo de Cultura Económica, 2012.
—. Otilia Rauda. México: Grijalbo, 1986.
—. Polvos de arroz. México: Universidad Veracruzana, 1980.
—. Terciopelo violeta. México: Grijalbo, 1985.
López González, Aralia. “Dos tendencias en la evolución de
la narrativa contemporánea de escritoras mexicanas.” Mujer y literatura mexicana y chicana. Culturas en contacto.  Ed. Aralia López González, Amelia
Malagamba y Elena Urrutia.  Vol. 2  México: El Colegio de México-El Colegio
de la Frontera Norte, 1990.  21-24.
Robles, Óscar. “La mujerona y la solterona en cuatro cuentos de Sergio Galindo.”
Revista de Literatura Mexicana Contemporánea 71 (2016). Forthcoming.
—.“La transgresión y el deseo: La mujerona en Otilia Rauda de Sergio Galindo.” La
Palabra y el Hombre: Revista de la Universidad Veracruzana enero-marzo 1993: 75-82.
Yáñez, Agustín. Al filo del agua. 16a. ed.  México: Porrúa, 1980.





[1] La solterona aparece, por ejemplo, en varias obras narrativas del mexicano Sergio Galindo. Solteronas son Camerina Rabasa en Polvos de arroz (1959) y Clementina Pereda en el cuento “Las resurrecciones” de la colección Terciopelo violeta (1985) y en la novela La comparsa (1960).
[2] Este rol femenino en un complicado triángulo de amor es un papel similar al que desempeña la protagonista del filme Susana (carne y demonio) (México, 1950) del hispano-mexicano Luis Buñuel. En la trama, la joven Susana (Rosita Quintana) llega a vivir a la hacienda de Don Guadalupe (Fernando Soler), despierta las pasiones amorosas del propietario de la finca y del hijo de éste Alberto (Luis López Somoza). Además, el caporal Jesús (Víctor Manuel Mendoza) siente una profunda atracción amorosa por ella.
[3] Destacan otras mujeronas en la narrativa de Sergio Galindo: La actriz Anabella en el cuento “Retrato de Anabella” de ¡Oh hermoso mundo! (1975) y la viajera Norma Duncan en “Terciopelo violeta” de Terciopelo violeta (1985). En particular, analizo a los personajes de la mujerona en mis artículos “La mujerona y la solterona en cuatro cuentos de Sergio Galindo” (Revista de Literatura Mexicana Contemporanea 71 (2016). Forthcoming) y “La transgresión y el deseo: La mujerona en Otilia Rauda de Sergio Galindo” (La Palabra y el Hombre: Revista de la Universidad Veracruzana enero-marzo 1993: 75-82).


No hay comentarios:

Publicar un comentario

LIBROS DE ÓSCAR ROBLES EN AMAZON BOOKS EDITORS

LIBROS DE ÓSCAR ROBLES EN AMAZON BOOKS EDITORS             Los gentiles lectores pueden adquirir los siguientes 24 libros de Óscar Roble...