sábado, 24 de octubre de 2020

PERSPECTIVA FEMENINA, JUSTICIA Y HEROISMO EN "LA MUJER DEL JUEZ" DE ISABEL ALLENDE

                                      ÓSCAR ROBLES 


En “La mujer del juez”, Isabel Allende concentra una historia legendaria de pueblo en torno a la justicia, el crimen y la marginación social; una predestinación fatal dictada por dos adivinas; un acto heroico de una mujer; y un final trágico. Los cuatro protagonistas son el bandido Nicolás Vidal, la joven esposa Casilda, la prostituta y empleada de limpieza Juana La Triste y el Juez Hidalgo, quienes convergen en un pueblo del medio rural de un pueblo hispanoamericano sin nombre. Entre ellos, Casilda desempeña un papel heroico central en el cuento al proteger a sus tres hijos pequeños contra el rencor del criminal, sacrificar su honra como mujer y seducir con ternura y pasión sexual al predestinado y vengativo facineroso que busca vengar la muerte de su madre. En suma, Casilda representa la justicia, la compasión humana y el sacrificio materno, según la perspectiva altamente femenina de Isabel Allende. 


1. LA HEROÍNA FEMENINA Y LA PERSPECTIVA DE LA MUJER ESCRITORA 

 En especial, la trama expone matices de leyenda pueblerina y desarrolla la caracterización psicológica y física de los tres personajes principales con gran destreza literaria a base de detalles significativos. En la trama, una comadrona y la dueña del almacén predicen en distintos tiempos de vida que Nicolás Vidal moriría por causa de una mujer. Por ello, el hombre evita enamorarse y sólo tiene relaciones sexuales temporales con el sexo opuesto. Más tarde, la joven capitalina Casilda se casa con el Juez Hidalgo en un pueblo, engendra tres hijos y propicia la justicia informal y más humana en el cargo judicial de su marido. Por su parte, el bandido Nicolás Vidal y su banda comete numerosos crímenes en la región, pero los militares no logran atrapar a su grupo. Para atrapar a este astuto bandido, el Juez Hidalgo ejecuta una estrategia primitiva propia del tiempo de los esclavos cimarrones y encarcela a Juana La Triste, madre de Nicolás, dentro de una jaula colocada en la Plaza de Armas del pueblo donde ejerce su autoridad judicial. Como consecuencia, los pueblerinos protestan por el acto injusto y por las sonoras quejas de la presa en el espacio público y piden ayuda secreta a Casilda. Entonces, ella lleva una jarra de agua a Juana. En eso, el Juez Hidalgo se da cuenta de la presencia de sus tres hijos en la plaza, acude al lugar de los hechos y finalmente accede a dar agua a la víctima y a liberarla. Ya libre, Juana se ahorca porque no resiste la vergüenza pública de que su hijo Nicolás no la haya rescatado del suplicio en la jaula. Dolido y rencoroso, el bandido persigue al Juez Hidalgo y su familia en el camino, quienes no llevan guardias de protección. Finalmente, Casilda oculta a sus tres hijos en una cueva, seduce sexualmente a Nicolás y los guardias llegan y matan al facineroso. 

En el plano de construcción de los personajes, los detalles significativos “pintan” muy bien a cada uno de los tres protagonistas. En primera instancia, Vidal destaca por ser huérfano de padre, haber sobrevivido a los intentos de aborto cometidos por su propia progenitora y haber nacido con cuatro tetillas en el pecho. Asimismo, es hijo de Juana la Triste y de padre desconocido y lo acompaña la fatalidad desde su nacimiento, pues la propia comadrona que lo ayudó a nacer y la dueña del almacén predicen que morirá por causa de una mujer. Esencialmente, se vuelve un personaje solitario y despiadado, lleva como herencia materna las pupilas “aguadas de lágrimas sin derramar” y su difícil vida marcada por la fatalidad y la marginación hacen que “su cuerpo y su alma” adquieran “la dureza del hierro” (Allende 90). En tanto, Casilda destaca por ser la heroína del cuento, según el punto de vista femenino de la escritora Allende. Es una “joven transparente” de rasgos físicos esenciales, tales como tener “mirada huidiza” y “unos dedos finos”, y muestra con hechos concretos que es una mujer muy compasiva que practica la justicia humana e informal propia del punto de vista femenino y que influye en su marido para que libere a un ladrón y a una mujer adúltera de los castigos penales que marca la ley (Allende 89). Además, ella es curiosamente tímida y una esposa fiel. De esta manera, la escritora chilena potencia más la personalidad del personaje femenino central desde el título mismo del cuento y lo contrasta con un personaje femenino marginal, pobre, triste y solitario que ejerce ocasionalmente la prostitución y es empleada de limpieza: Juana La Triste. 

Particularmente, Casilda y Juana cumplen papeles opuestos y enemigos: una es la prostituta marginal y la otra esposa privilegiada; la primera representa la ley y el gobierno y la segunda está ligada al crimen por el oficio cruel de su único hijo. Sin embargo, ambos personajes son dignos en el trazo literario. Juana despierta la compasión por parte de la justiciera sociedad de ese pueblo y Casilda provoca admiración y respeto entre los propios habitantes de dicha población. Por su parte, el Juez Hidalgo representa al Estado y a la autoridad judicial. En contraste con su luminosa esposa, es un personaje oscuro y autoritario que muere en la persecución que ejerce contra su familia el bandido Vidal. Es viejo, pues dobla la edad a su esposa Casilda; tiene “un temperamento severo, es terco, viste de estricta ropa negra propia de su cargo judicial y lleva botines “lustrados con cera de abeja (Allende 89). 

De esta forma, el punto de vista femenino de la cuentista Allende exhibe a los dos personajes masculinos centrales como patriarcales y trágicos en torno a las leyes del Estado. Vidal viola la ley y es criminal; aunque representa la ley del gobierno, el Juez Hidalgo ejerce autoritarismo y una justicia despiadada contra Juana La Triste. En el plano colectivo, el pueblo se convierte en voz de justicia y está más aliado a los destinos de los dos personajes femeninos centrales que al Estado o gobierno y a las leyes formales ejercidas por el Juez Hidalgo. Por ello, las prostitutas y los mineros se pronuncian en huelga en las calles para exigir la liberación de Juana La Triste y hasta acuden a pedir ayuda a la propia Casilda, la esposa de la autoridad judicial. Por su parte, el propio cura del pueblo mueve a sus feligreses para actuar con “caridad cristiana” y para evitar que “esa pobre mujer inocente” vaya a morir como una mártir (Allende 92). Especialmente, la noticia sobre el martirio y la prisión de la humilde empleada de limpieza se disemina por el río y la carretera de la costa y finalmente la muchedumbre se reúne en torno a la Plaza de Armas para exigir la liberación de Juana La Triste. 

Así pues, el título del cuento realza el gran protagonismo de Casilda en el relato y remarca el punto de vista femenino de la gran escritora Allende. De esta manera, la predestinación fatal y la tragedia del bandido complementan el peso de la gran personalidad femenina de Casilda, en el nivel de peripecias. En tanto, las acciones privadas e individuales y la personalidad fuerte, secreta y subterránea de Casilda resaltan sobre el resto de los episodios cuando ella protege a sus hijos con inteligencia y retiene al bandido con sus atributos femeninos hasta que la tropa llega y mata al facineroso. De este modo, Casilda sobresale finalmente por cuatro aspectos esenciales: 1) su belleza lánguida y “los recursos de la seducción” mediante sus ocultos atributos sensuales, amorosos y sexuales (Allende 94); 2) su justicia y humanidad puras, más allá de las leyes patriarcales y del Estado; 3) su fortaleza de espíritu para proteger a sus hijos y enfrentar al criminal con las “armas” femeninas del amor y el sexo; 4) su papel de heroína que conduce a salvar a sus hijos, pero no rescata a su marido, quien muere en la persecución, y la lleva a retener al vengativo Vidal hasta que lo elimina el ejército mandado por el Estado. Finalmente, el fatalismo y la predestinación desde el nacimiento se cumplen en el cuento, ya que “estaba escrito que Nicolás Vidal encontraría ese día con la mujer de la cual había huido toda su vida” y que llevaría sufrir una muerte trágica y violenta a manos de la milicia (Allende 93). 


 2. ISABEL ALLENDE: POST-BOOM Y NARRATIVA FEMENINA 

 “La mujer del juez” pertenece a Cuentos de Eva Luna, cuya narradora central “es una niña huérfana y especie de pícara contemporánea”, quien se convierte en víctima de de la injusticia social y luego se convierte en escritora (Allende 88). Por su calidad literaria, fue incluido en el libro de texto Aproximaciones al estudio de la literatura hispánica de Carmelo Virgillo, Teresa Valdivieso y Edward H. Friedman. En general, la colección de Los cuentos de Eva Luna presenta “personajes femeninos fuertes, libres y aventureros” (Chang 550). De esta naturaleza esencial, es precisamente la joven esposa Casilda, la protagonista del cuento analizado en el presente artículo. En general, la obra narrativa de Allende pertenece al Post-Boom por su tendencia política y social y por el retorno a las estructuras tradicionales de la narrativa. Phillip Swanson detalla que los escritores del Post-Boom combinan dichas tendencias con un “engagement with mass or popular culture” (87). Esencialmente, Allende encarna dos visiones del Post-Boom. Por pertenecer a esta importante tendencia literaria de Hispanoamérica, la autora chilena tiene “a relationship to and reorientation of the novel of the Boom” y al mismo tiempo proyecta “the trend towards readibility, structural clarity, socio-political commentary and relative optimism” (98). 

Por todos estos motivos, La casa de los espíritus (1982) ha sido muy relacionada por la critica literaria con Cien años de soledad del colombiano Gabriel García Márquez, uno de los grandes escritores del Boom latinoamericano. Además, el lenguaje coloquial, las representaciones de una vida cotidiana y los asuntos político-sociales aparecen constantemente en los cuentos y novelas de la gran escritora sudamericana avecindada en los Estados Unidos. Entre los escritores del Post-Boom, destacan el argentino Manuel Puig, el peruano Antonio Skármeta, la puertorriqueña Rosario Ferré, la mexicana Elena Poniatowska y la guatemalteca Rigoberta Menchú. 

Particularmente, la escritora chilena vivió bajo el régimen represivo de la dictadura de Augusto Pinochet y enfrenta el exilio en Venezuela, durante el periodo de 1975 y 1985 cuando los escritores hispanoamericanos padecen las dictaduras en Argentina, Chile y Uruguay y “recrean el ambiente de terror y de implacable persecución política, o las experiencias y conflictos del exilio” (Chang 505). En consecuencia, Allende desarrolla una literatura testimonial con protagonistas femeninas y una perspectiva femenina. La casa de los espíritus constituye una novela esencial en su carrera como escritora. En ella, Allende desarrolla la cotidianidad y el coloquialismo y explaya “su visión de la historia chilena, y su propia experiencia, desde la perspectiva de los sus personajes femeninos” en torno a las figuras del patriarca Esteban Trueba y de Clara del Valle (506). En esta novela cimera, mezcla “fantasía, humor paródico y realismo”, además de proyectar algunos elementos del Realismo Mágico. 

Isabel Allende (1942—) es cuentista, novelista y ensayista de origen chileno, pero nacida en Lima, Perú, porque perteneció a una familia de diplomáticos. Su padre era primo hermano de Salvador Allende, quien fue elegido presidente de Chile a principios de la década de los setenta. Tras el golpe militar del general Augusto Pinochet, se refugió en Venezuela. Ha publicado las siguientes obras narrativas: La casa de los espíritus (1982), De amor y de sombra (1984), Eva Luna (1987), Cuentos de Eva Luna (1988), Hija de la fortuna (1999), Retrato en sepia (2001), La ciudad de las bestias (2002) y Mi país inventado (2003). También es autora de los dramas El embajador (1971), La balada del medio pelo (1973) y Los siete espejos (1974). Sin duda, ella es una firme candidata a ganar los premios Nobel de Literatura y Miguel de Cervantes en un futuro. 

En conclusión, el cuento “La mujer del juez” de Isabel Allende realza el papel de la protagonista Casilda como la verdadera heroína del relato y critica las leyes, el ejercicio del poder judicial y el papel de los hombres en la sociedad como criminales o poder autoritario. En este esquema social, el pueblo trabajador y la iglesia católica se inclinan poderosamente hacia el ejercicio correcto de una justicia basada en la humanidad, la compasión y la comprensión de los problemas sociales en un pueblo del medio rural hispanoamericano. De esta forma, Allende contrasta el plano de la sociedad y el papel del gobierno, el ángulo de la nación y el punto de vista del Estado.
 
Finalmente, su visión de mundo se acerca a entender los problemas de los marginados sociales y a humanizar la justicia del Estado. Sin embargo, el final trágico y fatal del bandido Nicolás Vidal es más una obra de la predestinación trágica y un elemento irracional y mágico, según el desarrollo del leitmotivo del presagio o predicción desde el inicio hasta la resolución del conflicto del cuento. En tanto, el papel concreto del ejército se convierte finalmente en un acto irremediable propio de las leyes y las acciones punitivas del Estado en contra de los irredimibles transgresores sociales. Por esta razón, Casilda es también una heroína social como “la mujer del juez” y no sólo una salvadora de la vida de sus hijos: ayuda a retener y a eliminar al bandido con la acción de un cuerpo punitivo del gobierno. 


                                                  Obras citadas 

Allende, Isabel. “La mujer del juez.” Aproximaciones al estudio de la literatura hispánica. Por Carmelo Virgillo, Teresa Valdivieso y Edward Friedman. New York: Mc Graw Hill, 2004. 88-95. 

Chang, Raquel y Malva E. Filer. Voces de Hispanoamérica. Antología literaria. 3ª ed. Canadá: Thomson and Heinle, 2004. 

Swanson, Phillip. Latin American Fiction. A Short Introduction. Malden, MA: Blackwell, 2005.

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