viernes, 13 de noviembre de 2020

POESÍA CONVERSACIONAL, ANTIPOESÍA Y COMPROMISO SOCIAL EN SIETE POEMAS DE ANTONIO CISNEROS

                                          ÓSCAR ROBLES 


En general, la poesía de Antonio Cisneros puede definirse como una literatura testimonial, social y narrativa. Así, varios de sus poemas representativos exponen un discurso narrativo en prosa con voces del pueblo y seres humanos marginados por la historia oficial, la épica, el poder económico y el proceso de modernización capitalista; hombres y mujeres que enfrentan la muerte, la pobreza, la miseria, la violencia y el crimen. En este sentido, el poeta peruano recoge testimonios en sus vivencias sociales y les da voz a los marginados mediante su invención o testimonio lírico-narrativo hecho con lenguaje coloquial y descriptivo. 

He aquí un somero análisis de siete poemas de cuatro libros diferentes que aparecen en Voces de Hispanoamérica. Antología literaria (2004), a la luz de la construcción de la pobreza y la marginación mediante un discurso colectivista que se aparta del individualismo del poeta creador y pequeño dios. 

1. “Tupac Amaru relegado”: la revisión crítica de la historia 

En este poema breve, Cisneros hace una revisión crítica de la historia de su patria, condena la historia oficial escrita por los españoles y denuncia la marginación de los indígenas en Perú. Para este propósito, un hablante impersonal y muy objetivo contrasta el destino ilustre de los grandes libertadores criollos y peninsulares y la marginación del indígena rebelde y perteneciente al linaje real de los incas en Perú. Su discurso es breve (diez versos), objetivo y, sobre todo, burlesco e irónico, pues describe aspectos superficiales de los triunfadores, tales como las patillas largas y los uniformes como “padres de la patria” (Cisneros 543). 

En tanto, el cierre de este poema denuncia en sólo tres versos finales la marginación de la historia oficial que padeció la figura histórica del indígena José Gabriel Tupac Amaru, quien fue líder inca de una rebelión en 1780 en Perú, para defender los derechos de los indígenas. Según la historia y no el poema, las autoridades española ejecutaron a su esposa, hijo y colaboradores. Los tres versos finales hacen referencia al cruel castigo y a la muerte del rebelde: lo descuartizaron atado a cuatro caballos. La voz lírica se queja de las “dos páginas de texto” que ocupa la historia oficial, para hablar del indígena subversivo y justiciero (543). El poema pertenece a la citada colección Comentarios reales (1964), cuyo título es igual al de la obra magna y seminal del Inca Garcilaso de la Vega, como ya se se ha apuntado arriba en el presente artículo. 

2. “Tres testimonios de Ayacucho”: testimonio, guerra y marginación campesina 

Es una serie de tres poemas conversacionales y narrativos sobre la guerra y los derrotados vista desde el ángulo de los marginados y víctimas de las batallas. Son prosa testimonial, poesía hablante. En el primero, “De un soldado”, un militar anónimo describe a los héroes muertos y expresa con crudeza y frialdad el destino final de los cuerpos que servirán como alimento a cien aves de rapiña, las cuales finalmente “se reproducirán sobre sus cuerpos” (Cisneros 544). En el segundo y el tercero, “De una madre” y “De la madre, otra vez”, una progenitora pobre cuenta dramática e irónicamente los resultados de las batallas militares por la tierra y expresa con desolación el supuesto triunfo y los costos de la guerra: la pérdida de sus propios hijos en las crueles luchas, la pobreza de sobrevivir vendiendo sus escasas pertenencias para alimentarse y el posible futuro de bajar a los campos montada en “un burro peludo” y de sembrar en las tierras “negras” y “moradas” conseguidas por los héroes militares. (544). En el segundo poema, revela con objetividad y crudeza la verdad y los costos de la guerra: los poderosos y promotores de la guerra son dueños de la tierra, la guerra, el hambre y los caballos. En tanto, los cadáveres de sus hijos y otros muertos sirven de fertilizante a las tierras, puesto que “unos manzanos crecen entre sus huesos / o estas duras retamas” (Cisneros 545). Estos poemas pertenecen también a Comentarios reales. 

3. "Las Salinas”: la condena de la modernización y la denuncia de la pobreza y la injusticia 

El tema de este poema se centra en la extrema pobreza de las Salinas y el impacto negativo de la tecnología moderna en el medio ambiente en contraste con la belleza natural y alba del paisaje de la sal en el mar. Es otro testimonio anónimo y una manifestación de la gran poesía social y conversacional de Cisneros. Esta vez un pobre y anónimo viejo cuenta su vida brevemente en los campos de la sal frente al mar peruano, desde su infancia a la vejez. Ha crecido entre los montículos y planicies de la sal marina y ha visto morir a su padre y su hermano mayor y presiente que pronto sus propios hijos lo van a enterrar. El hombre compara y contrasta la producción de la sal en el pasado primitivo y en el tiempo moderno, con un discurso lírico y narrativo a la vez. Cada tiempo ocupa la mitad del poema y va del pasado al presente en la historia de la industria moderna de la sal y de sus obreros. En el pasado, los arrieros mercaban la sal por agua de lluvia y se daba “veinte varas de sal para cada familia de cristianos” (Cisneros 545); en el tiempo moderno, merodean muchos perros entre los barrios cercanos a la industria y las grúas y torres “separan los ácidos del cloro” (545). 

En especial, esta lamentosa voz lírica del pueblo funciona como conciencia social de los peruanos: externa su crítica y sencilla postura humana y piensa con timidez y tristeza que “(Ya nada es del común)” (Cisneros 545). Como se observa, los paréntesis remarcan la marginación del hablante poético en el contexto de la industria de la sal que transforma espacio fisico y devora a los habitantes. En contraste con la explotación industrial y laboral, el hombre posee un lirismo natural propio del pueblo y la clase trabajadora. En la larga secuencia de la primera mitad del poema, se observa la perspectiva social del poeta Cisneros mediante la construcción positiva de la subjetividad del antiguo obrero de la sal. Así, el hombre pobre, viejo y anónimo exalta la belleza del paisaje marino con imágenes muy poéticas y simples. De este modo, ve las dunas de la sal como si fueran nieve, luz y seres orgánicos: “Nieve de mi juventud prometedora como árbol de mango”; “los bordes de ese mar” “destellaban más que el flanco de plata de lenguado”; “(Y quemaban las niñas de los ojos”) (Cisneros 545). Por otro lado, el tiempo que regía en el pasado primitivo se basaba en las horas del sol y la luna y las mareas “se alzaban como lomos de caballo” (545). 

De esta forma, el discurso testimonial y de protesta del antiguo trabajador de la sal transita del lirismo y la plena exaltación del pasado primitivo y de la naturaleza a la queja directa y ríspida contra la modernización tecnológica y la pobreza de los barrios. Así, todas sus descripciones, ideas y emociones transcurren de la luz a la oscuridad en todo el poema, como símbolos plenos de vida y muerte, belleza y fealdad, riqueza humana y pobreza económica. Por este motivo, los versos finales contienen expresiones muy crudas y hasta un poco insultantes. Por ejemplo, el hombre vocifera que “mala leche tuvieron los hijos de los hijos de la sal / Puta madre” y se queja con desolación sobre la situación miserable del presente: “Que de perros, Señor, que oscuridad” (545). Finalmente, el poeta peruano construye una voz narrativa verosímil, tejida con prosa y lenguaje coloquial y un tanto descarnado. Este poema forma parte de la colección Crónica del niño Jesús de Chilca (1981). 

4. “Hay veces que los hijos”: la familia y la violencia contra la mujer 

Un poeta y padre exalta la vida de sus hijos en un testimonio biográfico e íntimo. En especial, se lamenta de su vida viajera, de la separación de sus hijos, de la poca inclusión de la vida de sus hijas en sus poemas y de la violencia contra la mujer en la urbe moderna. En este sentido, es un poema más personal porque se refiere más a la profesión del escritor Antonio Cisneros y se enfoca más en los problemas sociales de la mujer peruana. También, el discurso constituye un testimonio y un asunto social en versos prosaicos y narrativos, configurado desde la perspectiva biográfica de un poeta. Este vate viajero y marino recuerda que escribió poemas sobre su hijo Diego durante la noche y los guardaba entre sus libros. Sin embargo, no creó poemas sobre sus dos hijas Alejandra y Soledad. Este poema, pues, es un homenaje a sus hijas en discurso testimonial y a la vez social: a la primera, que parece un erizo y a la segunda que apenas mereció “una triste prosa” (Cisneros 546). 

Hacia el final del poema, el padre poeta confiesa su preocupación por sus hijas con un discurso desacralizante del quehacer poético. En particular, siente la necesidad lírica de exaltar a sus hijas, pero no encuentra la suficiente carga poética para ello, así que culmina su discurso biográfico-social con el buen y sencillo deseo de que vivan y sobrevivan en la urbe peligrosa. He aquí los cinco conmovedores versos finales en prosa conversacional que revelan el hondo amor de un padre por sus dos hijas: Siento que les debo unos versos que hablen de su gracia y su belleza (puros / lugares comunes) y del dolor de vivir separados (puro melodrama). / Aunque en verdad, ya no deseo que sean ricas o buenas o virtuosas. / Dados los tiempos, me contento con que en el camino del mar hasta la casa / no sufran ningún mal” (Cisneros 546). 

En suma, el poema sugiere la existencia de la violencia contra la mujer en la urbe moderna. En consecuencia, las aspiraciones y el amor del padre se concentran con sumo realismo en que estén vivas. Por ello, es otro discurso poético testimonial y de perspectiva social en torno a la familia y el destino de la mujer más que a la poesía como acto creativo y creador. Este texto está incluido en el poemario Monólogo de la casta Susana y otros poemas (1986). 

5. “Réquiem (3)”: la desmitificación de la poesía.   

Como su nombre lo indica, el tema de la muerte es central en este poema vivencial y desacralizante. Un poeta culto compara y contrasta las altas reflexiones poéticas con el vitalismo de las muchachas, su propio tedio existencial y su propio pesimismo en torno a su futura muerte. El símbolo original y novedoso que desmitifica la cavilación culta sobre el destino humano y el cosmos es la frase “las inmensas preguntas celestes”. Particularmente, la acuñada e intencional frase revela la imposibilidad de un antipoeta y poeta conversacional para discurrir con un lenguaje elegante y profundo sobre el verdadero sentido de la vida y la muerte, como lo hicieron los poetas cultos del pasado. Asimismo, la frase se refiere al discurso sobre el cosmos y se repite tres veces con un sentido irónico y crítico en torno a la poesía culta y metafórica de los poetas dioses, artífices creadores y voces proféticas propias del vanguardismo hispanoamericano. Precisamente, el poema culmina con estos dos versos: “¡Ah las preguntas celestes! / Las inmensas” (Cisneros 547). Como contraste, la voz lírica del antipoeta antepone elementos cotidianos de la vida moderna. Por ejemplo, habla al inicio de “las muchachas simples y sin gracia” que viven cerca de su casa y del faro mientras expresan “su cháchara tonta”, todo lo cual se distancia de “los antiguos griegos” (546). 

Sin embargo, el propio poeta conversacional, escéptico y fúnebre piensa también con sencillez sobre el mundo y su propia vida, inmerso en su barrio cerca del mar, y culmina vertiendo una postura antipoética y desacralizante: que en su funeral lleven simplemente “una mula vieja / y un ánfora de palo / brillante y negra / como el lomo de un delfín” (547). Este poema aparece justamente en el libro de poemas Las inmensas preguntas celestes (1992). 

En conclusión, los siete poemas analizados de Antonio Cisneros representan una gran muestra de poesía testimonial, social, conversacional y, por momentos, “antipoética”. Las voces líricas representan a mujeres, obreros, viejos y hombres marginados y pobres, melancólicos y escépticos, nostálgicos y pesimistas, pero profundamente humanos. En la representación poética del poeta peruano, todos ellos habitan un mundo caótico y en crisis, ya sea en el lejano pasado histórico, en el cercano pasado primitivo de los obreros y campesinos o en el presente moderno en marcada crisis social. Estos siete poemas finalmente conllevan una honda revisión histórica de Perú y externan una denuncia de los problemas sociales del siglo XX: pobreza, marginación, ignorancia y violencia contra la mujer. Por este motivo, el discurso poético de dichos textos es prosaico, coloquial, sencillo y conversacional. 


                 Poesía Conversacional, poesía social y Antipoesía en 
                                              Hispanoamérica 

Basta citar cuatro títulos de los poemarios de Antonio Cisneros para ver estos rasgos esenciales de su quehacer poético en el contexto literario anunciado en el subtítulo de la presente sección. Por ejemplo, Comentarios reales (1964) retoma el título del libro testimonial del Inca Garcilaso de la Vega con dos sentidos: el histórico original en referencia a las luchas del pasado colonial entre españoles e indígenas; y el moderno, pues son “comentarios verdaderos” o reales desde el punto de vista de los marginados sociales, según la postura del poeta peruano. En tanto, Crónica del Niño de Jesús de Chilca (1981) encierra en el título mismo el carácter narrativo y social de los poemas y cuenta “la historia de una comunidad de la costa del Perú por medio de voces populares”, según Raquel Chang (542-543). Por su parte, El arte de envolver pescado (1990) y El libro del buen salvaje (1995) implican asuntos laborales y propios de la barbarie y se refieren a “impresiones y sucesos ligados a sus experiencias en el Perú, Norteamérica, Asia y Europa” (543). 

Así pues, la poesía de Antonio Cisneros entronca más con los poetas conversacionales, antipoéticos y sociales de la segunda mitad del siglo XX. Durante las últimas décadas del siglo XX, surgió un nutrido grupo de poetas en Hispanoamérica. Una parte de ellos es fiel heredera y practicante de las estrategias propias de la Poesía Conversacional, la poesía social y la Antipoesía. En la mayoría de ellos, se distinguen “la temática del exilio, la percepción interiorizada del tiempo y la búsqueda de raíces históricas” (Chang 542). En particular, el peruano Antonio Cisneros recibe la influencia de los antipoemas del chileno Nicanor Parra en algunas obras, expresa un gran compromiso social con los marginados de su país natal y expone “la lucha de la mujer por afirmar su identidad personal y su libertad de expresión” (542). 

En los siete poemas examinados, el poeta peruano construye discursos coloquiales, escépticos y desmitificadores de la sociedad y la historia de su patria. Entre los poetas hispanoamericanos de dichas tendencias literarias, se encuentran creadores de las regiones de Norteamérica, el Caribe, Centroamérica y Sudamérica. Ellos son herederos del legado poético conversacional, social, coloquial y antipoético del nicaragüense Ernesto Cardenal (1925-2020), del chileno Nicanor Parra (1914-2018), del argentino Juan Gelman (1930-2014) y de los mexicanos Eduardo Lizalde (1927—) y Rubén Bonifaz Nuño (1923-2013). En las promociones de las últimas décadas del siglo XX, sobresalen con Antonio Cisneros los siguientes poetas: el salvadoreño Roque Dalton (193501975); la argentina Alejandra Pizarnik (1936-1972); los chilenos Oscar Hahn (1938—) y Jorge Teiller (1935-1996); el venezolano Eugenio Montejo (1938-2008); el mexicano José Emilio Pacheco (1939-2014); el boliviano Pedro Shimose (1940—); la cubana Nancy Morejón (1944); los peruanos Carmen Ollé (1947—), Enrique Verástegui (1950-2018) y Marita Troiano (1953—); el colombiano Juan Gustavo Cobo Borda (1948—), la nicaragüense Gioconda Belli (1948—); y la costarricense Ana Istarú (1960—), según el recuento que hacen Raquel Chang y Malva E. Filer en su brillante libro de texto Voces de Hispanoamérica. Antología literaria (2004). 

Antonio Alfonso Cisneros Campoy (1942-2012) fue poeta, periodista, traductor de poesía, guionista cinematográfico, profesor de literatura en las universidades Huamanga en Ayacucho y San Marcos en Lima. Durante un tiempo, Cisneros desarrolló su catolicismo vinculado a la Teología de la Liberación y al sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez (Chang 542). En su obra, destacan los siguientes once libros de poemas publicados entre las décadas de los sesenta y los noventa: Destierro (1961), David (1962), Comentarios reales (1964), Canto ceremonial contra un oso hormiguero (1968), Agua que no has de beber (1971), Como higuera en un campo de golf (1972), El libro de Dios y de los húngaros (1978), Crónica del Niño Jesús de Chilca (1981), Monólogo de la casta Susana y otros poemas (1986), El arte de envolver pescado (1990) y El libro del buen salvaje (1995). 


                                              Obras citadas 

Chang-Rodríguez, Raquel y Malva E. Filer. Voces de Hispanaomérica. Antología literaria. Canadá: Thomson & Heinle, 2004. 

Cisneros, Antonio. “Tupac Amaru relegado” y otros poemas. Voces de Hispanoamérica. Antología literaria. Canadá: Thomson & Heinle, 2004. 542- 548.

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