domingo, 1 de noviembre de 2020

VISIONES Y RE-VISIONES EN LA QUINTA CAROLINA DE CHIHUAHUA

                                            ÓSCAR ROBLES


         LA QUINTA CAROLINA EN EL SIGLO XXI


Enclavadas en las orillas de la ciudad de Chihuahua, hacia la parte norte, se encuentran las llamadas “Quintas Carolinas”. En la década de los ochenta, la gente le llamaba en plural al conjunto de edificios que se situaba cerca del Río Sacramento. Los edificios de ese lugar incluían en ese entonces la casa principal o quinta, la iglesia, la fábrica de hilados y tejidos, el establo, la caballeriza y la bodega, entre otros. 

En realidad, existe sólo una quinta o mansión de campo, la principal, la más grande, la más bella: “La Quinta Carolina”. El nombre del inmueble se debe a doña Carolina Cuilty Bustamante (1833-1919), quien fue la esposa del famoso empresario chihuahuense don Luis Terrazas Fuentes (1829-1823). Así pues, la bella mansión perteneció al destacado militar, político y terrateniente don Luis Terrazas. Curiosamente el nombre completo de esta figura sobresaliente de Chihuahua era José Luis Gonzaga Jesús Daniel Terrazas Fuentes. 

Terrazas era muy rico y esa quinta era una prueba de su gran opulencia. Tenía trece hijos que integraron un poderoso clan familiar al cual se le sumaron los yernos Federico Sisniega y Enrique C. Creel. Su enorme riqueza era tanta que generó una célebre anécdota que circuló por mucho tiempo entre los chihuahuenses. Cuentan las versiones populares que en una ocasión, Terrazas visitó la capital de México y le preguntaron a uno de sus acompañantes que si Terrazas era originario del estado de Chihuahua. Ese hombre contestó en broma que en realidad el estado de Chihuahua era de Terrazas. Así se forjó la leyenda de este terrateniente chihuahuense. En realidad, Terrazas llegó a poseer la novena parte de su estado natal. Asimismo, Terrazas organizó las Juntas Patrióticas en 1862 durante la Intervención Francesa, fue un poderoso aliado del presidente Benito Juárez y ocupó la gubernatura de Chihuahua las siguientes nueve veces: 1860-1864, 1865-1872, 1872-1873, 1873-1873, 1879-1880, 1880-1881, 1881-1882, 1883-1884 y 1903-1904(“Luis”). 

La fastuosa finca está situada en la actual colonia de Nombre de Dios. En los ochenta, yo visité dicho lugar con el propósito de registrar algunas notas sobre el estado en que se encontraba dicha propiedad. Observé que la mayoría de las construcciones estaban en ruinas en ese entonces. El camino hacia la finca era de pura terracería, había muchos matorrales y mostraba algunos notorios contrastes. Unos eran lamentables y otros bellos. Convivían la pobreza del presente y los restos del pasado opulento. Primeramente me encontré el aspecto más sombrío: las casas de los proletarios se disgregaban en la zona aledaña. Había casas de cartón y adobe y los servicios públicos eran escasos: carecían de agua y electricidad. 

Al acercarse a la quinta aparecía el lado florido de la vida: las simétricas construcciones de cantera y árboles grandes y frondosos: toda la naturaleza con sus vestidos más bellos. Esencialmente, la Quinta Carolina lucía como una bella construcción arquitectónica que mostraba el esplendor del pasado. Era como una mujer que, aunque vieja, mostraba aún los rasgos de su juventud hermosa. La mansión relucía recia y elegante, labrada en cantera. Estaba coronada por dos torres, una en cada extremo. Al centro había una torre distinta al centro. Esta torre tenía un aspecto más sobrio y estaba pintada de un tono oscuro. Arriba de esta torre había un águila disecada. La mansión desplegaba cuatro entradas, una por cada lado. Todas ellas tenían puertas grandes y escalones de cantera que daban un aire señorial a la suntuosa construcción. Además, contaban con unas barandas talladas en cantera y varias arcadas en cada entrada. 

La fastuosa casa era protegida por toda una cerca de alambre con pilares como sostén del entramado de metal, así que mi percepción visual fue desde lejos. Dentro de la cerca, descansaba un jardín muy descuidado. La hierba seca vivía ahí. En el enorme jardín, cuatro kioscos pequeños alegraban la soledad de las hierbas. En esos kioscos la familia Terrazas se sentaba a comer y a conversar con sus amigos y parientes. Fuera de la casa, en la parte posterior, se situaba la cochera, también tallada en cantera y con una entrada principal. Arriba de esta entrada lucía la inscripción “COCHERA”. Ya no se guardaban los carruajes propios de la burguesía de aquel lejano tiempo de gran opulencia y poder. Vivian ahí, en ese edificio en ruinas, campesinos y ejidatarios.
                   LA COCHERA EN EL SIGLO XXI

 

A un lado de la cochera, hacia el norte, se ubicaba el establo con su respectiva inscripción en la parte superior. Se aspiraba ahí el olor a pastura y a excremento de vacas. Al parecer ahí se ordeñaban las vacas durante su época de esplendor y hasta en aquella lejana década de los ochenta. En ese entonces, algunas personas trabajaban ahí y se sentía el ambiente laboral de los campesinos. La fábrica de hilados y tejidos era un edificio situado al lado oeste de la Quinta. Su piel de piedra, las paredes, lucían el sabor del tiempo y del sufrimiento. En ese lugar, se filmó una famosa escena de la película El Principio (1973) del chihuahuense Gonzalo Martínez. En la secuencia narrativa, los revolucionarios atacan la hacienda a caballo y Luciano “Chano” Muñoz (Andrés García) lucha con ferocidad desde el suelo y derriba a varios jinetes.
LA FABRICA DE HILADOS Y TEJIDOS EN EL SIGLO XXI

El destacado filme tuvo otras locaciones dentro de la ciudad de Chihuahua. Particularmente, se filmaron escenas en la casona de Luis Terrazas de la avenida Ocampo y calle Aldama. La cinta obtuvo en 1974 los siguientes seis premios Ariel: Mejor Película, Mejor Director (Gonzalo Martínez), Mejor Co-actuación Masculina (Sergio Bustamante), Mejor Co-Actuación Femenina (Lina Montes), Mejor Argumento Original (Gonzalo Martínez), Mejor Edición (Carlos Savage) y Mejor Música (Rubén Fuentes). 

Cercana a la Quinta Carolina murmuraba la iglesia, cargada con sus rezos añejos de tiempo. En esos años de los ochenta, estaba abandonada, pero muy hermosa. Tenía su entrada principal y su mudo campanario. La puerta estaba cerrada. Desde fuera se podía observar el confesionario labrado en madera muy fina. Las bancas, también de madera, estaban un poco despintadas y maltratadas por los efectos del tiempo. Ahí se forjaban las plegarias a Dios y los santos y las vírgenes. Los vitrales eran como los ojos de la iglesia. Se miraba su alma solitaria, pues ya casi nadie la visitaba. En una secuencia del citado filme, Claudia Guadalajara (Patricia Aspíllaga) avanza con su largo vestido, coja, hacia dicho templo. Como mujer de la clase alta, ella luce un cabello largo y bien peinado y su rostro blanco y sus rasgos faciales finos denotan una gran belleza. Despierta la admiración de un joven que la mira.

                 LA IGLESIA EN EL SIGLO XXI

 

En mi lejana visita de los ochenta, la Quinta Carolina guardaba todos esos ecos del pasado. En 2008, el entonces gobernador Reyes Baeza la convirtió en un recinto cultural para estudiar música. En la segunda década del siglo XXI, diseminaba su imponente belleza pintada en color rosa y perfectamente remozada. Florecía como una joya o flor antigua en medio de la moderna ciudad de Chihuahua. En cambio, los otros edificios lucen en ruinas, los techos derrumbados, los muros desmoronados por la el agua del tiempo y hasta es refugio de vagabundos.

LA QUINTA CAROLINA CON SU JARDIN EN EL SIGLO XXI

 

El filme El Principio de Gonzalo Martínez le dio vida y jerarquía a la Quinta Carolina a principios de la década de los setenta. Sus espacios arquitectónicos sirvieron de marco a los conflictos familiares y sociales propios de una familia y una sociedad del norte de México durante los comienzos de la Revolución Mexicana. En particular, la historia es ficción y se basa en un argumento original. Gira en torno a los hacendados Ernesto y Francisco Domínguez, cuyos papeles centrales son actuados por Narciso Busquets y Sergio Bustamante, respectivamente. En el siglo XXI, la Quinta Carolina resurgió con toda su belleza y señorío para recordarnos una etapa de la historia de Chihuahua: el tiempo en que la familia de don Luis Terrazas vivió, amó y prosperó en esa elegante mansión.

            LA QUINTA CAROLINA EN EL SIGLO XXI


                                            Obras citadas 

“Luis Terrazas.” Wikipedia. La enciclopedia libre. 3 octubre 2020. Fundación Wikimedia, Inc. 1 noviembre 2020. .

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