TARAHUMARAS, MUSEOS DE ARTE Y CULTURA
NACIONAL
ÓSCAR ROBLES
Los largos
vestidos de las mujeres son lienzos vivos de colores intensos y florecillas variadas
y olanes. Son diseños tejidos por ellas mismas en calles, parques o casas. Vibran
de belleza artística en el museo cada domingo.
Las veo pasar de sala en sala, subir al segundo piso a
mirar la colección sobre arte, cultura e historia de Chihuahua; bajan al sótano
a contemplar las muestras de historia mexicana o arte regional; miran las muestras
temporales de cuadros y esculturas o fotos de misiones y templos de la Sierra Tarahumara
en las diversas salas del primer piso.
Son las mujeres de lienzo y color, piel
morena, llena de arte vivo los recintos del antiguo Palacio Federal o edificio
de Correos de México. Pasan con sus hombres y sus hijos a las diferentes salas del museo.
Ya sean jovencitos, niños o adultos, mujeres u hombres, los tarahumaras gustan del arte y la cultura del Museo Casa Chihuahua. Más fieles
a su tradición, las mujeres caminan con sus largos atuendos floreados y coloridos,
sus pañoletas de manta en la cabeza y sus sandalias. Más asimilados a la cultura
mestiza, los hombres visten pantalones de mezclilla y camisa vaquera. Su
natural inclinación a la belleza los mueve a visitar los museos de Chihuahua.
En años pasados, visitaron la exposición de pinturas “MATERIA MEMORABLE” del duranguense
Salvador Marrero y la muestra de esculturas “LA PIEL DEL ACERO” de la chihuahuense Águeda Lozano, entre otras.
Los he visto en otros domingos de arte gratuito cuando
acuden numerosos mestizos mexicanos y turistas norteamericanos. Trabajan y
pasean por el populoso Centro Histórico, haciendo la vendimia de dulces y hierbas
medicinales o paseando con sus niños.
Ya no bajan de la Sierra Tarahumara como describe el poema
“Hierbas de la Tarahumara” del regiomontano Alfonso Reyes, sino que viven en las
colonias de Chihuahua capital y trabajan de albañiles y empleadas domésticas en
casas de clase media o alta o tiendas o cuentan con negocios de artesanías rarámuris
en el Centro Histórico o venden productos alimenticios y medicinales en los espacios
públicos.
En Semana Santa, los hombres se visten con atuendos
típicos de calzón y diadema de manta, sandalias de cuero y motas blancas en la
piel y bailan al compás de los tambores en el atrio de la Catedral de la Santa
Cruz o desfilan por la Avenida Venustiano Carranza y desembocan en la Plaza
Mayor dirigidos por un sacerdote católico. Mientras tanto, las mujeres y niñas contemplan
la fiesta con alegría y lucen como flores de colores.
Con el correr de los años del siglo XXI, se han vuelto
verdaderos aficionados a la pintura, la escultura y la artesanía en los museos del
Centro Histórico.
Tarahumaras urbanos: la gran presencia en la ciudad de
Chihuahua bajo la democracia liberal del siglo XXI. Tarahumaras de la urbe: los sensibles espectadores
del arte regional, mexicano e internacional en los museos.
Ellas y ellos son el resonar de la auténtica cultura
regional y nacional de México.
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