viernes, 15 de abril de 2016

LA TRAGEDIA DEL INDIO ARTISTA EN "DIAMANTES Y PEDERNALES" DE JOSE MARIA ARGUEDAS

LA TRAGEDIA DEL INDIO ARTISTA EN DIAMANTES Y PEDERNALES DE JOSÉ MARÍA ARGUEDAS[1]



ÓSCAR  ROBLES



En general, las narraciones de José María Arguedas denuncian las injusticias sociales contra los indígenas de los pueblos de la sierra peruana, exaltan la cultura quechua y resaltan la sensibilidad artística de los serranos peruanos. En la novela corta Diamantes y pedernales (1954), se configura la historia de un indio con una gran sensibilidad musical, a lo largo de los seis capítulos que componen esta obra indigenista. Mariano es un indio forastero en Lambra, Perú. Especialmente, es un gran y natural virtuoso del arpa y del canto. Se caracteriza también por tener limitaciones físicas, puesto que es un “upa” (“el que no oye”). Su patrón es el joven terrateniente Aparicio, quien tiene dos grandes amores: La mestiza de Ocobamba Irma y la rubia costeña Adelaida. De estas tormentosas relaciones pasionales del patrón, se deriva precisamente la muerte trágica del indio artista.


1. LA SENSIBILIDAD ARTÍSTICA DEL INDIO: MÚSICA, NATURALEZA Y EMOCIONES SUTILES


La personalidad de Mariano y sus virtudes artísticas son el centro del capítulo 1. En particular, el indio es nativo de un pueblo “de más adentro de la cordillera” (Arguedas, Diamantes 7). Duerme en la monturera de una gran casa de Lambra, la Capital de Provincia, y cría un cernícalo o ave de rapiña llamado curiosamente “Inteligente Jovín”. La casa pertenece a una señora propietaria de la mayor parte de las tierras y de los indios del distrito. El hijo único de ella es Aparicio, quien se convierte precisamente en el amo de Mariano. En este contexto narrativo, el narrador omnisciente resalta el gran carácter de artista y de intérprete de música regional de Mariano. En general, la música quechua es uno de los temas esenciales en la narrativa de Arguedas. Algunas veces, la música está ligada al animismo de la naturaleza o sacralización de la fauna y la flora. En algunos relatos del escritor peruano, los indios quechuas toman elementos de la naturaleza —pájaros, viento, ríos— para crear sus propias composiciones musicales y para desarrollar sus interpretaciones artísticas. Por ejemplo, en el cuento “La agonía de Rasu-Ñiti”, la naturaleza, los dioses y “el bello universo” nutren el espíritu del bailarín indígena Rasu-Ñiti, quien se recupera de una enfermedad, se levanta a bailar y muere en plena danza (Arguedas, Relatos 136). En tanto, el indio Mariano interpreta “huaynos” y “tristes” con el arpa para su patrón, según las acciones de este capítulo primero de Diamantes y pedernales. Asimismo, la propia voz de Mariano es “grave y baja, como la de un sapo cantor” y “los sapos cantaban larga y dulcemente, estremeciendo el profundo cielo estrellado a las lóbregas noches de verano (Arguedas 7).
En el capítulo 3, la voz grave de Mariano adquiere grandes niveles artísticos y la novela prosigue con esta exaltación del indígena como un artista instintivo, natural y espontáneo. Sus tonos de voz son descritos con hermosas imágenes de la naturaleza: Son sonidos, por ejemplo, “como las de las aguas que se aquietan después de haberse precipitado en los ásperos abismos, y lloran en los floridos campos sobre la amada tierra” (Arguedas, Diamantes 27). Especialmente, Mariano toca la música de su región, pero únicamente dentro de su cuarto y dentro de la casa de su señor Aparicio, lo cual revela la sumisión del indígena hacia el hacendado mestizo. Sin embargo, el narrador omnisciente continúa magnificando el arte musical de este indio e, incluso, la calidad artística de su música esta ligada a la religión católica, según la visión de los lugareños, pues cuando escuchan a Mariano afirman que es una música interpretada por ángeles, como una forma de hipérbole: “¡Quizás San Gabriel, quizás cual ángel toca!” (9). Por otro lado, un guitarrista mestizo sostiene que “su espíritu [de Mariano] no más está tocando” y, por ello, este hombre pretende limpiar su alma de corruptor de mujeres casadas con esa música tan espiritual” (10). Hasta el propio patrón Aparicio lo trata con mucho respeto, le dice “Don Mariano” y prohíbe terminantemente a los pueblerinos que lo lleven a tocar a las casas.
En el capítulo 6, las cualidades musicales del protagonista culminan con la revelación de su espíritu tan delicado y emotivo. De este modo, la extrema sensibilidad artística de Mariano se muestra cuando el arpista observa y escucha a los animalitos en su cuarto y llora emocionado. En particular, el narrador omnisciente señala que “el mundo le hacía llorar [a Mariano], el mundo entero” (Arguedas, Diamantes 49). En suma, el arte musical de Mariano es excelso y está ligado profundamente a la naturaleza misma y a su personalidad espiritual, de acuerdo a estos tres capítulos de la novela corta de Arguedas.


2. LA FAMILIA Y EL AMBIENTE MUSICAL DEL INDIO


          El capítulo 2 de Diamantes y pedernales destaca la tradición musical dentro de la familia de Mariano, las virtudes extraordinarias de arpista y el poderoso, mágico y animista ambiente musical de la propia Lambra. Primeramente, el abuelo y el padre de Mariano fueron diestros arpistas y sólo Mariano hereda las virtudes musicales de sus ancestros al tocar este instrumento de cuerdas. En tanto, el hermano mayor de Mariano, Antolín, toca el charango, pero se dedica a los negocios ambulantes como actividad económica más práctica y efectiva para sobrevivir. Según la gente de su pueblo natal, Mariano se inspira en la naturaleza: “Porque pasa el día con los pájaros cantores será que así dulce toca” (Arguedas, Diamantes 14).
En segundo lugar, la música, el canto y la danza son componentes esenciales de las costumbres quechuas en el pueblo de Mariano. Por un lado, las mujeres interpretan el canto “harawi” para despedir a Antolín en sus viajes de vendedor ambulante. Por otro, los pueblerinos bailan en la plaza de la aldea y escuchan el arpa de Mariano en la casa de éste. Particularmente, el cernícalo cumple una misión especial en la vida de Mariano y es, simbólicamente, el doble del talentoso arpista. Según Antolín, “¡la misma alma tienen!” y el cernícalo “¡como tú, es grande!” (Arguedas, Diamantes 15-16). También, el cernícalo va “duramente agarrado del arpa” (17). El propio Lambra, donde vive Mariano bajo el cuidado de su patrón Aparicio en el presente narrativo, es un pueblo de gran ambiente musical y la música está conectada profundamente con el animismo de la naturaleza, según Arguedas. Hay más de veinte arpistas famosos en esa capital de la provincia, se celebran competencias durante las fiestas y se componen numerosas melodías que se escuchan en quinientos pueblos peruanos. Especialmente, los arpistas escuchan el agua de los ríos, “el agua crea melodías”, “cada maestro arpista tiene su pak’cha secreta” o santo de agua y, particularmente, “el río les dicta música nueva” a los músicos de Lambra (19). En este contexto cultural, el hacendado Aparicio contrata a Mariano por veinte soles al mes para cuidar la casa y como músico exclusivo. De inmediato, los propios lacayos de Lambra perciben la naturaleza extraordinaria y la gran sensibilidad artística de Mariano: Es un “illa” o ser con virtudes mágicas y está “tocado por un rayo benéfico”, según piensan estos sirvientes (21). Como se ve, Arguedas exalta la cultura musical y a los indígenas de Perú, construyendo una personalidad poética como protagonista y un espacio geográfico lleno de arte musical.


3. LOS AMORES PASIONALES Y LA TRAGEDIA DEL INDIO ARTISTA


        El capítulo 3 de Diamantes y pedernales expone el maravilloso arte musical de Mariano como vehículo para expresar el amor y la tristeza del amo Aparicio por una forastera rubia. De esta manera, el amor humano surge como el otro tema importante de la novela. En especial, esta pasión humana adquiere una forma de triángulo de amor y desencadena la traición, la violencia y la tragedia en la segunda mitad de la novela, entre los capítulos 4 y 6. La rubia Adelaida llega a Lambra acompañada de su madre, justo tres años después de la llegada de Mariano a dicha población. Especialmente, la aparición de esta mujer en la capital de provincia perturba el orden del pueblo y el corazón de Aparicio. En particular, Adelaida es una joven rubia, de “ojos azules, limpios y alegres” parecidos al color de “algunas rocas lustrosas que orillan a los ríos profundos”, y proviene de una ciudad importante y aristocrática de la costa de Perú (Arguedas, Diamantes 24, 30). Por su parte, la madre de ella es una viuda de un músico italiano que trabajaba en el Colegio Nacional. Ambas mujeres pertenecen a la clase media, pero ahora son pobres, mujeres “venidas a menos”. Aparicio les cede a las dos el derecho a vivir en la casa nueva de Lambra, dos sirvientas indias, suficientes comestibles y muchas flores. En tanto, él habita en la casa vieja, donde vive Mariano. Por otro lado, la suprema belleza de Adelaida despierta los deseos de los jóvenes casaderos y las constantes envidias de las muchachas de Lambra.
Bajo esta nueva situación sentimental y social de Aparicio, el virtuosismo artístico de Mariano se manifiesta en la interpretación de un solo huayno triste que expresa precisamente la confusión sentimental de Aparicio. En particular, este inquieto y pasional hacendado piensa que “el verdadero amor” es como la tristeza (Arguedas, Diamantes 27). Luego, en el breve capítulo 4, el narrador se concentra en relatar el proceso de enamoramiento y conquista de Adelaida por parte de Aparicio, mediante una espectacular ofrenda de flores llevada por un grupo de indias hasta las puertas mismas de la casa de la hermosa fuereña. En contraste con esta expresión de amor devoto, el capítulo 5 narra la desventurada historia de amor entre Aparicio e Irma, la cual es una historia marcada por cuatro aspectos centrales: 1) La pasión extrema; 2) la oposición de la familia de esta mujer de Ocabamba en la vida de Aparicio; 3) una “ansiedad violenta”; 4) y, finalmente, por anticipar lo que la madre de Irma llama un “mal grande” (32, 34).
La aparición de Irma es un episodio del pasado de Aparicio y se caracteriza por el clasismo social, según la narración del mismo capítulo 5. Aparicio conquistó y raptó a Irma tiempo antes, en el pueblo vecino de Ocabamba, hasta convertirla en una de sus amantes. Como Mariano, Irma no pertenece a una familia de clase alta, habla español y quechua, tiene una hermosa voz para cantar, adora los huaynos y toca un instrumento de cuerdas, la guitarra. Además, Irma es una mujer virgen y se convierte en lo que Aparicio llama “¡Mi querida, la mejor de mis queridas!” (Arguedas, Diamantes 35). Cuando vive en una casa de Lambra, Irma piensa en matarse cuando Aparicio se case con otra mujer. También, ella es una mujer muy deseada entre los hombres de la región. En especial, siente profundos celos de Adelaida en el presente narrativo y tiene una relación más espiritual con Mariano. El propio indio le ofrece seguir las órdenes de ella y actuar con el arpa y hasta con el alma misma. Esta alianza entre miembros de una clase social baja provoca la muerte y la tragedia.          
          Finalmente, el capítulo 6 de Diamantes y pedernales relata la muerte trágica del indio artista Mariano, causada por los extremos y pasionales celos del propio Aparicio. Estas pasiones explosivas y negativas del hacendado forman parte de su personalidad desde el comienzo de la novela. Desde el primer capítulo, el narrador expone que el patrón muestra “una expresión candente e intranquila” y que “mis mujeres no me dan tranquilidad”, según confiesa a Mariano (Arguedas, Diamantes 6, 7). Además, Aparicio bebe mucho alcohol. Asimismo, Mariano es el arpista exclusivo de Aparicio: “¡Don Mariano, tú no más para mí, para mi alma!” (8).
En el capítulo 6, ocurre el desenlace trágico en la vida del indio artista. Aparicio arriba a la Capital de Provincia y descubre a Mariano dentro de la casa de Irma, lo corre de ese lugar, le destruye el arpa y arroja al arpista desde la baranda del primer piso de la casa del hacendado hasta el suelo empedrado. Como consecuencia, Mariano muere fatalmente. Entierran a Mariano y todos los indios comuneros lloran la muerte del gran arpista y piensan que el potro de Aparicio lo mató. Por su parte, Aparicio lamenta profundamente la muerte del arpista y, finalmente, decide abandonar Lambra para siempre y rompe definitivamente con Adelaida.
De esta manera, se entreveran la música, el amor y la muerte en la novela de Arguedas, para configurar la historia trágica de un indio arista, bajo la visión indigenista de Arguedas. En especial, el título en plural de la novela aporta un sentido simbólico para describir a los personajes principales como personas valiosas, pero poseedoras de emociones muy crudas y violentas y de pasiones “filosas”: Diamantes y pedernales. Así pues, Mariano, Aparicio, Irma y Adelaida tienen un fuerte impacto entre ellos y en la comunidad misma de Lambra, y son como “los ríos más profundos y musicales del Perú”, porque tienen “corrientes de acero” y son cortantes como “pedernales y diamantes” (Arguedas, Diamantes 37). En un sentido más indigenista y social propio de Arguedas, parece que Mariano representa un “diamante” por su arte musical y, por el contrario, Aparicio es un “pedernal” por sus pasiones violentas.


4. ARGUEDAS Y EL NUEVO INDIGENISMO HISPANOAMERICANO


   El peruano José María Arguedas (1911-1969) publicó principalmente las novelas Yawar Fiesta (1941), Los ríos profundos (1958), El Sexto (1961), Todas las sangres (1964) y El zorro de arriba y el zorro de abajo (1971), y los libros de cuentos Agua (1935) y Amor mundo (1967). En casi todas sus obras narrativas, aparece la exaltación de la cultura indígena peruana, la excelsa y delicada visión poética de la naturaleza de su país natal y los diversos conflictos sociales en las regiones serranas y en la misma Lima, la gran capital de Perú. Fundamentalmente, este escritor sudamericano contemporáneo es considerado  como uno de los grandes representantes de la corriente literaria del Nuevo Indigenismo hispanoamericano.




Obras citadas
Arguedas, José María. Diamantes y pedernales. México: Alianza, 1994.
—. Relatos. Buenos Aires: Losada, 1977.





[1] Esta reseña crítica apareció por primera vez en la excelente y ya desaparecida revista Chihuahua Moderno en junio de 2012. El presente texto es una versión corregida y aumentada para ofrecerla a todos los lectores que siguen atentamente las publicaciones de mi Blog.

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