LA TRAGEDIA DEL INDIO ARTISTA EN DIAMANTES Y
PEDERNALES DE JOSÉ MARÍA ARGUEDAS[1]
ÓSCAR ROBLES
En
general, las narraciones de José María Arguedas denuncian las injusticias
sociales contra los indígenas de los pueblos de la sierra peruana, exaltan la
cultura quechua y resaltan la sensibilidad artística de los serranos peruanos.
En la novela corta Diamantes y pedernales (1954), se configura la historia de un indio con una gran
sensibilidad musical, a lo largo de los seis capítulos que componen esta obra indigenista.
Mariano es un indio forastero en Lambra, Perú. Especialmente, es un gran y
natural virtuoso del arpa y del canto. Se caracteriza también por tener
limitaciones físicas, puesto que es un “upa”
(“el que no oye”). Su patrón es el joven terrateniente Aparicio, quien tiene
dos grandes amores: La mestiza de Ocobamba Irma y la rubia costeña Adelaida. De
estas tormentosas relaciones pasionales del patrón, se deriva precisamente la
muerte trágica del indio artista.
1. LA
SENSIBILIDAD ARTÍSTICA DEL INDIO: MÚSICA, NATURALEZA Y EMOCIONES SUTILES
La
personalidad de Mariano y sus virtudes artísticas son el centro del capítulo 1.
En particular, el indio es nativo de un pueblo “de más adentro de la
cordillera” (Arguedas, Diamantes 7). Duerme en la monturera de una gran
casa de Lambra, la Capital de Provincia, y cría un cernícalo o ave de rapiña
llamado curiosamente “Inteligente Jovín”. La casa pertenece a una señora
propietaria de la mayor parte de las tierras y de los indios del distrito. El
hijo único de ella es Aparicio, quien se convierte precisamente en el amo de
Mariano. En este contexto narrativo, el narrador omnisciente resalta el gran
carácter de artista y de intérprete de música regional de Mariano. En general,
la música quechua es uno de los temas esenciales en la narrativa de Arguedas.
Algunas veces, la música está ligada al animismo de la naturaleza o
sacralización de la fauna y la flora. En algunos relatos del escritor peruano,
los indios quechuas toman elementos de la naturaleza —pájaros, viento, ríos— para
crear sus propias composiciones musicales y para desarrollar sus
interpretaciones artísticas. Por ejemplo, en el cuento “La agonía de Rasu-Ñiti”,
la naturaleza, los dioses y “el bello universo” nutren el espíritu del bailarín
indígena Rasu-Ñiti, quien se recupera de una enfermedad, se levanta a bailar y
muere en plena danza (Arguedas, Relatos 136). En tanto, el indio Mariano
interpreta “huaynos” y “tristes” con el arpa para su patrón, según las acciones
de este capítulo primero de Diamantes y pedernales. Asimismo, la propia
voz de Mariano es “grave y baja, como la de un sapo cantor” y “los sapos
cantaban larga y dulcemente, estremeciendo el profundo cielo estrellado a las
lóbregas noches de verano (Arguedas 7).
En
el capítulo 3, la voz grave de Mariano adquiere grandes niveles artísticos y la
novela prosigue con esta exaltación del indígena como un artista instintivo,
natural y espontáneo. Sus tonos de voz son descritos con hermosas imágenes de
la naturaleza: Son sonidos, por ejemplo, “como las de las aguas que se aquietan
después de haberse precipitado en los ásperos abismos, y lloran en los floridos
campos sobre la amada tierra” (Arguedas, Diamantes 27). Especialmente,
Mariano toca la música de su región, pero únicamente dentro de su cuarto y
dentro de la casa de su señor Aparicio, lo cual revela la sumisión del indígena
hacia el hacendado mestizo. Sin embargo, el narrador omnisciente continúa
magnificando el arte musical de este indio e, incluso, la calidad artística de
su música esta ligada a la religión católica, según la visión de los lugareños,
pues cuando escuchan a Mariano afirman que es una música interpretada por
ángeles, como una forma de hipérbole: “¡Quizás San Gabriel, quizás cual ángel
toca!” (9). Por otro lado, un guitarrista mestizo sostiene que “su espíritu [de
Mariano] no más está tocando” y, por ello, este hombre pretende limpiar su alma
de corruptor de mujeres casadas con esa música tan espiritual” (10). Hasta el
propio patrón Aparicio lo trata con mucho respeto, le dice “Don Mariano” y
prohíbe terminantemente a los pueblerinos que lo lleven a tocar a las casas.
En
el capítulo 6, las cualidades musicales del protagonista culminan con la
revelación de su espíritu tan delicado y emotivo. De este modo, la extrema
sensibilidad artística de Mariano se muestra cuando el arpista observa y
escucha a los animalitos en su cuarto y llora emocionado. En particular, el
narrador omnisciente señala que “el mundo le hacía llorar [a Mariano], el mundo
entero” (Arguedas, Diamantes 49). En suma, el arte musical de Mariano es
excelso y está ligado profundamente a la naturaleza misma y a su personalidad
espiritual, de acuerdo a estos tres capítulos de la novela corta de Arguedas.
2. LA
FAMILIA Y EL AMBIENTE MUSICAL DEL INDIO
El capítulo 2 de Diamantes y pedernales
destaca la tradición musical dentro de la familia de Mariano, las virtudes
extraordinarias de arpista y el poderoso, mágico y animista ambiente musical de
la propia Lambra. Primeramente, el abuelo y el padre de Mariano fueron diestros
arpistas y sólo Mariano hereda las virtudes musicales de sus ancestros al tocar
este instrumento de cuerdas. En tanto, el hermano mayor de Mariano, Antolín, toca
el charango, pero se dedica a los negocios ambulantes como actividad económica
más práctica y efectiva para sobrevivir. Según la gente de su pueblo natal,
Mariano se inspira en la naturaleza: “Porque pasa el día con los pájaros
cantores será que así dulce toca” (Arguedas, Diamantes 14).
En
segundo lugar, la música, el canto y la danza son componentes esenciales de las
costumbres quechuas en el pueblo de Mariano. Por un lado, las mujeres
interpretan el canto “harawi” para
despedir a Antolín en sus viajes de vendedor ambulante. Por otro, los
pueblerinos bailan en la plaza de la aldea y escuchan el arpa de Mariano en la
casa de éste. Particularmente, el cernícalo cumple una misión especial en la
vida de Mariano y es, simbólicamente, el doble del talentoso arpista. Según
Antolín, “¡la misma alma tienen!” y el cernícalo “¡como tú, es grande!” (Arguedas,
Diamantes 15-16). También, el cernícalo va “duramente agarrado del arpa”
(17). El propio Lambra, donde vive Mariano bajo el cuidado de su patrón
Aparicio en el presente narrativo, es un pueblo de gran ambiente musical y la
música está conectada profundamente con el animismo de la naturaleza, según
Arguedas. Hay más de veinte arpistas famosos en esa capital de la provincia, se
celebran competencias durante las fiestas y se componen numerosas melodías que
se escuchan en quinientos pueblos peruanos. Especialmente, los arpistas
escuchan el agua de los ríos, “el agua crea melodías”, “cada maestro arpista
tiene su pak’cha secreta” o santo de
agua y, particularmente, “el río les dicta música nueva” a los músicos de
Lambra (19). En este contexto cultural, el hacendado Aparicio contrata a
Mariano por veinte soles al mes para cuidar la casa y como músico exclusivo. De
inmediato, los propios lacayos de Lambra perciben la naturaleza extraordinaria
y la gran sensibilidad artística de Mariano: Es un “illa” o ser con virtudes mágicas y está “tocado por un rayo
benéfico”, según piensan estos sirvientes (21). Como se ve, Arguedas exalta la
cultura musical y a los indígenas de Perú, construyendo una personalidad
poética como protagonista y un espacio geográfico lleno de arte musical.
3. LOS
AMORES PASIONALES Y LA TRAGEDIA DEL INDIO ARTISTA
El capítulo 3 de Diamantes y pedernales
expone el maravilloso arte musical de Mariano como vehículo para expresar el
amor y la tristeza del amo Aparicio por una forastera rubia. De esta manera, el
amor humano surge como el otro tema importante de la novela. En especial, esta
pasión humana adquiere una forma de triángulo de amor y desencadena la
traición, la violencia y la tragedia en la segunda mitad de la novela, entre
los capítulos 4 y 6. La rubia Adelaida llega a Lambra acompañada de su madre, justo
tres años después de la llegada de Mariano a dicha población. Especialmente, la
aparición de esta mujer en la capital de provincia perturba el orden del pueblo
y el corazón de Aparicio. En particular, Adelaida es una joven rubia, de “ojos
azules, limpios y alegres” parecidos al color de “algunas rocas lustrosas que
orillan a los ríos profundos”, y proviene de una ciudad importante y aristocrática
de la costa de Perú (Arguedas, Diamantes 24, 30). Por su parte, la madre
de ella es una viuda de un músico italiano que trabajaba en el Colegio
Nacional. Ambas mujeres pertenecen a la clase media, pero ahora son pobres,
mujeres “venidas a menos”. Aparicio les cede a las dos el derecho a vivir en la
casa nueva de Lambra, dos sirvientas indias, suficientes comestibles y muchas flores.
En tanto, él habita en la casa vieja, donde vive Mariano. Por otro lado, la suprema
belleza de Adelaida despierta los deseos de los jóvenes casaderos y las
constantes envidias de las muchachas de Lambra.
Bajo
esta nueva situación sentimental y social de Aparicio, el virtuosismo artístico
de Mariano se manifiesta en la interpretación de un solo huayno triste que
expresa precisamente la confusión sentimental de Aparicio. En particular, este
inquieto y pasional hacendado piensa que “el verdadero amor” es como la
tristeza (Arguedas, Diamantes 27). Luego, en el breve capítulo 4, el
narrador se concentra en relatar el proceso de enamoramiento y conquista de
Adelaida por parte de Aparicio, mediante una espectacular ofrenda de flores
llevada por un grupo de indias hasta las puertas mismas de la casa de la
hermosa fuereña. En contraste con esta expresión de amor devoto, el capítulo 5
narra la desventurada historia de amor entre Aparicio e Irma, la cual es una
historia marcada por cuatro aspectos centrales: 1) La pasión extrema; 2) la
oposición de la familia de esta mujer de Ocabamba en la vida de Aparicio; 3) una
“ansiedad violenta”; 4) y, finalmente, por anticipar lo que la madre de Irma
llama un “mal grande” (32, 34).
La
aparición de Irma es un episodio del pasado de Aparicio y se caracteriza por el
clasismo social, según la narración del mismo capítulo 5. Aparicio conquistó y
raptó a Irma tiempo antes, en el pueblo vecino de Ocabamba, hasta convertirla
en una de sus amantes. Como Mariano, Irma no pertenece a una familia de clase
alta, habla español y quechua, tiene una hermosa voz para cantar, adora los
huaynos y toca un instrumento de cuerdas, la guitarra. Además, Irma es una
mujer virgen y se convierte en lo que Aparicio llama “¡Mi querida, la mejor de
mis queridas!” (Arguedas, Diamantes 35). Cuando vive en una casa de Lambra,
Irma piensa en matarse cuando Aparicio se case con otra mujer. También, ella es
una mujer muy deseada entre los hombres de la región. En especial, siente profundos
celos de Adelaida en el presente narrativo y tiene una relación más espiritual
con Mariano. El propio indio le ofrece seguir las órdenes de ella y actuar con
el arpa y hasta con el alma misma. Esta alianza entre miembros de una clase social
baja provoca la muerte y la tragedia.
Finalmente, el capítulo 6 de Diamantes
y pedernales relata la muerte trágica del indio artista Mariano, causada
por los extremos y pasionales celos del propio Aparicio. Estas pasiones explosivas
y negativas del hacendado forman parte de su personalidad desde el comienzo de la
novela. Desde el primer capítulo, el narrador expone que el patrón muestra “una
expresión candente e intranquila” y que “mis mujeres no me dan tranquilidad”,
según confiesa a Mariano (Arguedas, Diamantes 6, 7). Además, Aparicio
bebe mucho alcohol. Asimismo, Mariano es el arpista exclusivo de Aparicio:
“¡Don Mariano, tú no más para mí, para mi alma!” (8).
En
el capítulo 6, ocurre el desenlace trágico en la vida del indio artista.
Aparicio arriba a la Capital de Provincia y descubre a Mariano dentro de la
casa de Irma, lo corre de ese lugar, le destruye el arpa y arroja al arpista
desde la baranda del primer piso de la casa del hacendado hasta el suelo
empedrado. Como consecuencia, Mariano muere fatalmente. Entierran a Mariano y
todos los indios comuneros lloran la muerte del gran arpista y piensan que el
potro de Aparicio lo mató. Por su parte, Aparicio lamenta profundamente la
muerte del arpista y, finalmente, decide abandonar Lambra para siempre y rompe
definitivamente con Adelaida.
De
esta manera, se entreveran la música, el amor y la muerte en la novela de Arguedas,
para configurar la historia trágica de un indio arista, bajo la visión
indigenista de Arguedas. En especial, el título en plural de la novela aporta
un sentido simbólico para describir a los personajes principales como personas
valiosas, pero poseedoras de emociones muy crudas y violentas y de pasiones
“filosas”: Diamantes y pedernales. Así pues, Mariano, Aparicio, Irma y Adelaida
tienen un fuerte impacto entre ellos y en la comunidad misma de Lambra, y son
como “los ríos más profundos y musicales del Perú”, porque tienen “corrientes
de acero” y son cortantes como “pedernales y diamantes” (Arguedas, Diamantes
37). En un sentido más indigenista y social propio de Arguedas, parece que Mariano
representa un “diamante” por su arte musical y, por el contrario, Aparicio es un
“pedernal” por sus pasiones violentas.
4. ARGUEDAS
Y EL NUEVO INDIGENISMO HISPANOAMERICANO
El peruano José María Arguedas (1911-1969)
publicó principalmente las novelas Yawar Fiesta (1941), Los ríos
profundos (1958), El Sexto (1961), Todas las
sangres (1964) y El zorro de arriba y el zorro de
abajo (1971), y los libros de
cuentos Agua (1935) y Amor mundo (1967). En casi todas sus obras narrativas, aparece la exaltación de
la cultura indígena peruana, la excelsa y delicada visión poética de la naturaleza
de su país natal y los diversos conflictos sociales en las regiones serranas y en
la misma Lima, la gran capital de Perú. Fundamentalmente, este escritor sudamericano
contemporáneo es considerado como uno de
los grandes representantes de la corriente literaria del Nuevo Indigenismo
hispanoamericano.
Obras
citadas
Arguedas, José
María. Diamantes y pedernales. México:
Alianza, 1994.
—. Relatos.
Buenos Aires: Losada, 1977.
[1] Esta
reseña crítica apareció por primera vez en la excelente y ya desaparecida
revista Chihuahua Moderno en junio de 2012. El presente texto es una
versión corregida y aumentada para ofrecerla a todos los lectores que siguen
atentamente las publicaciones de mi Blog.
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