miércoles, 9 de junio de 2021

POESÍA MÍSTICA Y AMOR A DIOS EN DOS POEMAS DE SAN JUAN DE LA CRUZ Por Óscar Robles

Todas las obras literarias de San Juan de la Cruz fueron escritas entre 1578 y 1584, pero fueron publicadas póstumamente. El santo español vivió una vida de activismo religioso, torturas físicas y mentales y privaciones físicas que afectaron su frágil cuerpo, así que no pudo promover la publicación de sus obras. Por ello, vivió escasamente cuarenta y nueve años. Tal vez el exilio en América le hubiera permitido rehacer su dramática existencia, pero murió en la población española de Ubeda, Jaén, antes de embarcarse al nuevo continente. A pesar de esta vida de martirio y ascetismo, dejó como herencia sus poemas “Llama de amor viva” y “Noche oscura”, los cuales constituyen una fina poesía amorosa y religiosa de gran factura artística, tanto a nivel de contenido como a nivel formal, dentro de un contexto cultural de Cristianismo humanístico y del surgimiento de la Contrarreforma en España. Sobre todo, ambos textos proyectan un elevado amor místico a Dios con alto nivel estético. 

  I RENACIMIENTO, CRISTIANISMO, ASCETISMO Y MÍSTICA 

En sus obras literarias esenciales, el holandés Erasmo de Rotterdam (¿1496?-1536) propone un “cristianismo humanístico”. En pleno siglo XVI, el poderoso impulso cultural del Renacimiento europeo se funda en el estudio y la exaltación de las obras clásicas de la Antigüedad grecolatina. Como consecuencia, resurge un espíritu religioso más interiorista, más alejado de los cultos externos a la riqueza y el lujo promovidos por las cortes reales. De esta manera, aparecen en Europa entre las diferentes órdenes monásticas el ascetismo o “rechazo al mundo material a favor de una vida austera” y el misticismo, que promueve “la unión del alma con Dios por medio de la contemplación pura y la oración” (Virgillo 150). En España, destacan la vida y la obra de Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y Fray Luis de León. La primera escribió la obra en prosa Las Moradas o Castillo interior (1582); el segundo, resalta con sus poemas religiosos “Llama de amor viva”, “Una noche oscura del alma” y “Cantico espiritual”; el tercero trasciende con sus sentidos poemas ascéticos “Qué descansada vida” y “Noche serena”. 

Durante la segunda mitad del siglo XVI, San Juan de la Cruz desarrolla el pensamiento místico a través de los tres poemas citados, los cuales erigen un alto simbolismo y un gran poder metafórico para expresar el amor a Dios, dentro de los parámetros del Cristianismo. Así, sus tres poemas centrales describen las hondas emociones del poeta en su relación íntima y delicada con la divinidad. El misticismo se define como “la doctrina que enseña la comunicación directa del ser humano con Dios a través de la fe” (Virgillo 168). En general, la obra mística de dichos monjes españoles es una expresión clara de las contradicciones difundidas por la Contrarreforma católica, la cual representa una clara reacción contra el Reforma Protestante forjada por el alemán Martín Lutero (1483-1546), durante la primera mitad del siglo XVI. 

En realidad, San Juan de la Cruz fue un hombre de acción y reflexión y de actividad y escritura, fuerte en espíritu y débil de cuerpo. Por un lado, actuó como un decidido reformador de la Orden Carmelita al lado de Santa Teresa de Jesús. Por otro, escribió obras literarias clásicas y memorables que sobresalen durante el Siglo de Oro en España, bajo el subgénero lirico de la poesía mística. En general, sus poemas implican el camino espiritual para conocer verdaderamente a Dios. Por este motivo, son al mismo tiempo religión y poesía y mística y arte. 

   II “LLAMA DE AMOR VIVA”: EL FUEGO DEL AMOR A DIOS 

En “Llama de amor viva”, San Juan de la Cruz transmite su honda e íntima experiencia mística, por medio de una directa relación de amor con Dios y un denso tejido metafórico muy original y refinado. En el mensaje sucinto del poema, emerge una peculiar voz lírica que puede ser identificada como la propia alma de un poeta monje y ferviente amante espiritual. Un epígrafe en letra cursiva anuncia extra-textualmente el papel del alma en consonancia con el tema central, colocado justo debajo del título del poema: “Del alma en la íntima comunicación de unión de amor con Dios” (San Juan 169). 

En realidad, el poeta que habla en el poema es pura alma o espíritu, sin referencia alguna al espacio terrenal y material o elementos exterioristas. Así pues, este abstracto y original personaje poético se desprende literariamente desde la figura del autor de carne y hueso del sexo masculino; se feminiza en términos gramaticales y simbólicos por ser alma o amada (“mi seno”); y, finalmente, su mensaje profundo es exaltar no al amado Dios, sino a otro peculiar oyente lírico o apóstrofe: el amor quintaesencial a la divinidad, el cual es precisamente una entidad abstracta que adquiere densidad con la construcción metafórica del poema. Se trata, pues, del fuego de amor por Dios. 

Así pues, este novedoso oyente poético o destinatario del mensaje concentra su significado en la frase metafórica “llama de amor viva”, que aparece en el título mismo y justo al comienzo del poema. En conjunto, el drama o vivencia del hablante único y puramente espiritual consiste en describir una situación altamente intimista que ocurre dentro del alma por tratarse de un poema místico. Esta experiencia única y compleja construida por San Juan de la Cruz sugiere la presencia interior de Dios como generador de dicho amor y es identificado con la frase sustantiva “su querido” en el verso final de la tercera estrofa. 

Por todo ello, el poema de San Juan de la Cruz constituye una poesía mística de gran calidad artística, tejida con referencias concretas al amor humano. De ahí que se hable de fuego y herida, de mano y llaga. Esta clase de poesía amorosa y religiosa tiene sus orígenes en el poema bíblico El Cantar de los Cantares atribuido al rey Salomón. Este libro es un texto religioso de trascendencia universal. Fundamentalmente, el texto salomónico expresa un “Canto Sublime”, detalla la relación entre la Amada (el alma) y Dios (el Amado) y contiene un alto sentido erótico, hedonista y carnal (besos, vino, perfumes, caricias, exaltación del cuerpo femenino) y poderosas imágenes poéticas. 

En realidad, estas referencias físicas de texto bíblico son simbólicas y representativas del amor a Dios. Asimismo, hay “alusiones al pasado de Israel, al Templo y a su tierra” y forma parte de una tradición cultural, en la que “grandes profetas se habían apoyado en su experiencia conyugal para hablar de la alianza de Dios con su pueblo” (La Biblia 1044). Particularmente, El Cantar de los Cantares forma parte del Antiguo Testamento. Fue escrito en el siglo III a. J. C., bajo el dominio del imperio egipcio. 

Con su asunto religioso y místico, el entero poema de San Juan de la Cruz denota un gran artilugio artístico y establece un perfecto equilibrio entre sentido y forma. Por un lado, su intensa red de metáforas expresan una gran belleza y se convierten en símbolos universales del amor a Dios. Por otro, la sonoridad y armonía de su estructura métrica refuerzan formalmente el contenido a niveles exquisitos. Así, por ejemplo, el primer tropo aparece justamente en el título del poema y en el primer verso de la primera estrofa. Esta imagen central del poema es “Llama de amor viva”, que se caracteriza por ser una metáfora ígnea y por reflejar vida y pasión de amor. En la segunda estrofa de tal poema, se suceden varias metáforas de suprema belleza, una tras otra, para describir la naturaleza emocional y estética del amor a Dios. De esta manera, la estrofa se puebla de frases sustantivas y exclamaciones que denotan amor y dolor al mismo tiempo: “¡Oh cauterio suave!, / ¡oh regalada llaga!, / ¡oh mano blanda!, ¡oh toque delicado, / que a vida eterna sabe / y toda deuda paga!” (San Juan 169, líneas 8-12). Como se observa, los versos de esta segunda estrofa contienen adjetivos simples colocados después de los sustantivos y un epíteto o adjetivo enfático (“regalada”), que aparece justo antes del nombre “llaga”. 

Esencialmente, este amor espiritual a la divinidad se sublima en las dos primeras estrofas. Para este propósito, el poeta místico español combina elementos negativos (herida, llaga), para luego culminar la segunda estrofa con la imagen plena de vida espiritual y profunda que “a vida eterna sabe” (San Juan 169, línea 11). Así, el amor a Dios implica muerte y vida y así se conjugan en pocas palabras los tres grandes temas universales de la poesía de occidente. Finalmente, la estrofa segunda culmina con el acto iluminante propio de la poesía mística: “Matando, muerte en vida la has trocado” (169, línea 13). Hacia la tercera estrofa, la materialización del amor a través de tropos adquiere ya connotaciones espaciales metafóricas, justo dentro del alma misma del poeta monje y ferviente amante de Dios. De este modo, la metáfora ígnea “lámparas de fuego” evoca ese amor tan sentido y pasional que ilumina “las profundas cavernas del sentido” (San Juan 169, líneas 14-16). Especialmente, aparece en este conjunto de versos la figura de Dios como “su querido” o amado. En la estrofa cuarta y final, culmina la expresión del amor místico. Esta parte evoca ya mansedumbre y delicadeza del amor a Dios en el nivel del significado. En tanto, las aliteraciones con los sonidos “m” y “s” sugieren caricia suave y murmullo, en consonancia con las rimas consonantes –oso, -enas y -oras: “¡Cuán manso y amoroso / recuerdas en mi seno, / donde secretamente solo moras; y en tu aspirar sabroso, / de bien y gloria lleno, / cuán delicadamente me enamoras!” (169, líneas 20-25). Finalmente, la herida de amor provocada por la divinidad emana placer, vida y sensualidad como el amor humano. Es, pues, “llama de amor viva”. 

       III “NOCHE OSCURA”: ALEGORÍA DEL AMOR A DIOS 

En el poema “Noche oscura”, el poeta cristaliza una de sus mejores obras poéticas y expresa el hondo amor a la divinidad cristiana, a la vez que continúa la temática del poema “Llama de amor viva”. De esta manera, el alto lirismo del tema amoroso se conjuga plenamente con la narrativa del encuentro entre la amada y el amado durante una noche oscura y dentro de un bosque cercano a la vivienda de la mujer protagonista, que es el alma misma del poeta monje y ferviente amante de Dios. Así pues, la entera historia de amor de “Noche oscura” es en realidad una fantasía mística y espiritual del amor a Dios, siguiendo otra vez la tradición bíblica de El Cantar de los Cantares del rey Salomón contenido en el Antiguo Testamento. 

En realidad, este poema religioso de San Juan de la Cruz construye una alegoría más narrativa del amor a Dios y aporta elementos exterioristas en sentido simbólico. En el sentido estricto del término, la “alegoría” es una “ficción que presenta un objeto al espíritu, de modo que despierte el pensamiento de otro objeto” y, en un nivel más elevado, es “una obra o composición literaria o artística en sentido alegórico” (“Alegoría”). Particularmente, “Noche oscura” es un poema con sentido lírico y alegórico, religioso y amoroso. En el poema, la noche oscura del título y de la sencilla “trama” sublima el amor a Dios. Paradójicamente, la noche que baña el bosque representa luz. La noche es justamente el espacio poético donde ocurre el encuentro de amor entre los dos únicos personajes: los dos amantes furtivos. En “Llama de amor viva”, las emociones místicas ocurren exclusivamente dentro del alma y, por ello, son altamente subjetivas e intimistas. En contraste, los eventos de “Noche oscura” son exterioristas en un sentido denotativo, pero configuran una alegoría con diversos elementos simbólicos que, finalmente, conducen a la expresión del profundo amor a Dios. En otras palabras, es una narrativa del amor a la divinidad. En el mensaje sucinto del poema, una audaz mujer sale de su casa hacia el bosque cercano, impulsada por una gran pasión de amor. Se encuentra con su Amado bajo los cedros, presa de un hondo amor físico por su acompañante. La narrativa incluye muy breves descripciones objetivas de elementos exterioristas, tales como la casa, la noche, la vegetación, la arquitectura y algunas partes del cuerpo de ambos (pecho, cabellos, cuello). Sin embargo, predominan los detalles emocionales sobre el amor: la mujer sale de su casa “con ansias en amores inflamada” y con la luz extraordinaria que arde en su corazón y se encuentra con el Amado o entidad que representa a Dios, como si entrara en contacto con un amante hombre. Esta peculiar situación ocurrida en el bosque finalmente constituye el acto clave de unión entre “Amado con amada, / amada en el Amado transformada” (San Juan 170, líneas 24-25). Particularmente, algunas imágenes poéticas y figuras retóricas embellecen esta historia de profundo amor espiritual y místico contada en “Noche oscura”. Por ejemplo, una metáfora ígnea y una hipérbole subliman la fuerza del amor de la Amada, ya que este personaje femenino caminaba “sin otra luz y guía, / sino la que en el corazón ardía” y ese guía de luz es “más cierto que la luz del mediodía” (San Juan 170, líneas 14-15, 17). En tanto, el pecho de la mujer es como un tiesto de flores, un “pecho florido”, plenamente henchido de amor por Dios. Finalmente, la estrofa octava y última refleja un fino erotismo, que representa la unión del alma con Dios, de igual forma al amor y erotismo diseminados en El Cantar de los Cantares del rey Salomón. Así pues, dicha estrofa lira emana sugerencias muy finas, sensuales y elegantes en las que se mezclan la caricia física y la naturaleza: “Quedéme, y olvidéme, / el rostro recliné sobre el Amado, / cesó todo, y dejéme, / dejando mi cuidado / entre las azucenas olvidado” (170, líneas 36-40). Hay que notar el nivel sonoro de los versos (marcados con letra en negritas) que refuerza el nivel del significado profundo sobre el amor a Dios. Por un lado, los pronombres reflexivos “me” aparecen tres veces en forma enclítica, es decir, posteriormente a los verbos. A su vez, estos pronombres reflexivos se conjugan con otros sonidos en “m”, todos los cuales sugieren en conjunto el amor acariciante y delicioso, justo dentro del nivel fonético. 

Así, el poema “Noche oscura” concluye esta pequeña historia de encuentro de amor entre dos amantes, la cual representa a su vez una alegoría del amor a Dios. A nivel formal, la estructura métrica de este poema de San Juan de la Cruz es tradicional. Ocho simétricas liras distribuyen dos etapas principales de la historia. Las primeras cuatro relatan la salida de la mujer o alma del poeta monje de su casa particular rumbo al bosque. En tanto, las cuatro siguientes se concentran en el encuentro amoroso y sensual entre los dos amantes y en la sugerente y erótica realización plena del amor. Particularmente, las liras son estrofas de cinco versos de arte menor y arte mayor, de los cuales tres son heptasílabos y dos son endecasílabos. Cada estrofa posee rima consonante, cuya clave es fija: aBabB. Algunos comentarios críticos de eruditos y profesores enriquecen la visión de este clásico poema de la poesía mística del monje español producida durante el Siglo de Oro en España. En este texto poético-religioso, San Juan de la Cruz niega “las cosas materiales” para resaltar “el misterio de lo eterno y lo divino” (Virgillo 168). De esta manera, forja una dualidad poética: la oscuridad simboliza “las duras pruebas que Dios manda al ser humano” y “la purificación” del alma (168). Sólo con este proceso simbólico se puede conocer la verdadera esencia de Dios, la cual es parte de las supremas y espirituales aspiraciones de la mística europea. En conclusión, “Llama de amor viva” y “Noche oscura” de San Juan de la Cruz expresan un hondo amor a Dios, mediante profundas alegorías del amor humano y un fino diseño artístico a base de originales y complejas metáforas y símbolos. En realidad, el monje español construye “una poesía amorosa <> que representa la unión espiritual de la amada (el alma) con el Amado (Dios)” (Virgillo 168). 






No hay comentarios:

Publicar un comentario

LIBROS DE ÓSCAR ROBLES EN AMAZON BOOKS EDITORS

LIBROS DE ÓSCAR ROBLES EN AMAZON BOOKS EDITORS             Los gentiles lectores pueden adquirir los siguientes 24 libros de Óscar Roble...