sábado, 5 de octubre de 2019

LA CREACION DIVINA Y ADAN Y EVA: HUMANIZACION, MORAL Y CONOCIMIENTO


LA CREACIÓN DIVINA Y ADÁN Y EVA: HUMANIZACIÓN, MORAL Y CONOCIMIENTO


ÓSCAR ROBLES



EL GENESIS ABRE EL ANTIGUO TESTAMENTO Y LA BIBLIA


          Las historias de la Creación Divina y de Adán y Eva abren el libro de El Génesis, el Antiguo Testamento y La Biblia. En cierta forma, ambas narraciones representan un origen mítico por la intervención de Dios y por los aspectos fantásticos que envuelven la invención de la vida sobre la tierra. De igual forma, el Popol Vuh o Libro de los Antiguos Quichés (siglo XVI d. C.) relata el origen de los seres humanos a partir de la intervención de varios dioses para formarlos con madera, barro y maíz. Al mismo tiempo, ambas historias bíblicas fundacionales contienen una honda sustancia intelectual y una vigorosa reflexión sobre la naturaleza de los seres humanos y los cristianos. Somos humanos, seres morales y entes pensantes con vocación a adquirir y crear conocimientos creativos, positivos y constructivos, haciendo una lectura fina de las dos historias bíblicas citadas.
          Por su alto valor religioso y cultural, estas dos historias específicas de El Génesis han integrado numerosas versiones literarias, cinematográficas [actuadas y de dibujos animados], de historietas y de otros textos culturales. Abarcan un total de seis secciones en dicho libro bíblico hasta el episodio de “Los descendientes de Adán”. ¿Cuáles son algunos elementos esenciales de dichos relatos religiosos?
          Ante todo, la Creación Divina se funda en el monoteísmo cristiano a diferencia del politeísmo del texto de los mayas quichés y de las obras de la mitología grecolatina. De este modo, Dios o el dios cristiano crea el mundo en seis días y descansa al séptimo. En el primero, inventa el día y la noche; en el segundo, el cielo, la tierra y los mares; en el tercero, las plantas y los frutos; en el cuarto, los astros [el sol, la luna y las estrellas]; en el quinto, los peces y las aves; en el sexto, los animales terrestres [“animales salvajes” o mamíferos y reptiles] y a los humanos. En este episodio, el narrador subraya varias veces que la obra de Dios es buena, por lo tanto es un juicio moral que resalta el papel de la creación o la invención de vida. Todas estas acciones abarcan el capítulo 1.
          En segundo lugar, los capítulos 2 y 3 de este primer libro del Antiguo Testamento describen los concentrados y esenciales detalles de la creación de los dos primeros seres humanos sobre la tierra. Por ejemplo, explica que el hombre fue formado con polvo de tierra y que la mujer surgió a partir de la costilla del hombre. Ambos fueron llamados Adán y Eva, respectivamente. Los dos habitan el jardín del Edén o paraíso terrenal. Por su parte, Yavé Dios les pone en ese lugar el Árbol de la Vida o de los alimentos y el Árbol del Conocimiento o del bien y el mal. En especial, Dios les prohíbe comer frutos del segundo árbol.  Como parte de la descripción ambiental, el relator omnisciente apunta que hay un río con cuatro brazos creado por Dios: el Pisón, el Guijón, el Tigris y el Éufrates, algunos de los cuales corresponden a ríos que todavía figuran en la geografía del mundo civilizado con los nombres originales.
          En ese mundo de armonía paradisiaca, ocurre una transgresión moral de los padres de la humanidad. La serpiente asume un papel humanizado y habla con Eva sobre las consecuencias de comer los frutos prohibidos del simbólico Árbol del Conocimiento, lo cual ha generado diversas interpretaciones intelectuales. Por ejemplo, la mexicana Rosario Castellanos sostiene que ese árbol representa la liberación de los humanos a través del conocimiento, según su drama El eterno femenino (1975). En esta obra de teatro, aparece Eva como una mujer subversiva y liberada bajo una versión feminista, en compañía de otras mujeres poderosas, tales como las mexicanas La Malinche, Sor Juana Inés de la Cruz, Josefa Ortiz de Domínguez y La Adelita y la emperatriz Carlota de Bélgica. En el relato bíblico, la taimada serpiente le explica a Eva que ese fruto prohibido por Dios “les abrirán a ustedes los ojos” y “serán como dioses” (La Biblia 12).
          Esta desobediencia a la voluntad de Dios genera la expulsión del paraíso de los primeros dos humanos sobre la tierra y conlleva una serie de castigos a través de la humanización completa de Adán y Eva. Así pues, dicha violación de la ley de Dios engendra la aparición de diversos aspectos de la vida humana por orden divino. Entonces, surgen el pecado, el sufrimiento, el trabajo, el masculinismo o dominio patriarcal [dependencia de la mujer], la maternidad y la paternidad [el parto doloroso], la cultura o conocimiento [la costura y la vestimenta] y la muerte.
Como parte de estos castigos, Eva, la serpiente y Adán son severamente condenados a padecer penurias en la tierra. Ella es condenada a sufrir dolor en los embarazos o partos. Asimismo, Dios determina que la serpiente será un animal rastrero y enemigo de la mujer y ambos se dañarán mutuamente: “Ella te pisará la cabeza mientras tú herirás su talón” (La Biblia 12). En especial, Yavé Dios maldice a Adán y lo condena a la mortalidad: “Maldita sea la tierra por tu causa” y “Eres polvo y al polvo volverás” (13, 14). Al final, expulsa a Adán y Eva del jardín del Edén y protege el Árbol de la Vida con tormentas, rayos y querubines, porque sus frutos dan la vida eterna.
Dentro de todos estos aspectos de este segundo relato de El Génesis, es importante resaltar la importancia de la conciencia moral de los seres humanos, pues forma parte de toda la historia de la humanidad y, en especial, de la sociedad occidental. Como se dijo al comienzo del análisis de la historia de Adán y Eva, ocurre una transgresión moral a la ley de Yavé Dios. En particular, esta transgresión implica un importante elemento intelectual ligado al simbólico Árbol del Conocimiento. Así, Adán y Eva violan la ley divina, pero descubren el conocimiento en el sentido positivo del término. De esta forma, este segundo relato bíblico contiene el castigo, la humanización y el conocimiento como aspectos centrales de la humanidad. Sobre todo, los primeros episodios de El Génesis ponen de relieve otro esencial aspecto moral. Finalmente, Dios descubre que el hombre “se ha hecho juez de lo bueno y lo malo”, según la parte final del capítulo 3 (14).
En esta secuencia final de la historia de Adán y Eva, el narrador impersonal enfatiza la moralidad que poseen los humanos desde el origen mismo de la humanidad. Como consecuencia, el bien y el mal se convierten en una de las claves esenciales de la cultura cristiana en Occidente. Esta moralidad dicotómica ha definido y determinado los comportamientos individuales de los seres humanos y colectivos de los grupos y las naciones occidentales durante las diversas épocas históricas. Unas veces, han sucedido tiempos de mayor maldad como en las guerras, revoluciones, dictaduras y predominio del crimen o de mayor bondad como en los periodos de más democracia, liberalismo, progreso económico y descubrimientos científicos, según las estructuras económicas, culturales, políticas y sociales que ocurran dentro de los países y el mundo. Así pues, el Cristianismo ha sido un componente esencial de la sociedad occidental durante veintiún siglos y en los cinco continentes.
En suma, es importante leer y entender con profundidad los diferentes libros de La Biblia. No basta con los discursos de intermediarios y con los rituales centralistas y autoritarios de los templos católicos y cristianos, sino que se requiere una lectura cuidadosa y hasta erudita en grupos pequeños que desarrollen verdaderas y profundas lecturas de textos culturales y de La Biblia. Entre estos relatos bíblicos, la Creación Divina y la historia de Adán y Eva ocupan un lugar central porque exponen concentradamente el surgimiento de algunos elementos de la humanidad y la sociedad occidental: La humanización de los padres fundacionales; la aparición de la sociedad creativa, trabajadora y productiva; la moralidad de los humanos; el juicio moral a partir del bien y el mal; y, finalmente, el nacimiento de la capacidad humana de conocer y adquirir conocimientos.
Así pues, las personas deben dejar de participar en tantas fiestas excesivas, la extrema diversión y transgresión de leyes, el marcado hedonismo, el recalcitrante consumismo y la cruda violencia que han brotado perniciosamente en el siglo XXI, dentro de la frívola y vana “Civilización del espectáculo”, como la ha bautizado certeramente el escritor peruano Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura en 2010. Es necesario refundar otro “tiempo mexicano” y otro “tiempo occidental” con menos individualismo y consumismo capitalista y más vocación de servicio verdadero a las comunidades grandes [nación, continente y planeta] y pequeñas [colonia, municipio, estado y región] y con más inclinación a obtener y crear conocimientos útiles y constructivos y a desarrolla la cultura auténtica y positiva. De esta forma, continuamos con la adquisición del conocimiento que hicieron nuestros padres fundacionales, Adán y Eva. En pocas palabras, hay que arrancar más frutos jugosos del Árbol del Conocimiento, pues somos humanos dotados de mente e inteligencia. No desperdiciemos el tiempo en tanta frivolidad, pereza y materialismo vacuo.



Obras citadas
La Biblia. 41ª ed. Madrid: Editorial Verbo Divino, 2002.

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