LA CREACIÓN DIVINA Y ADÁN Y EVA:
HUMANIZACIÓN, MORAL Y CONOCIMIENTO
ÓSCAR ROBLES
Las historias de la Creación Divina y de Adán y Eva abren
el libro de El Génesis, el Antiguo
Testamento y La Biblia. En cierta forma, ambas narraciones representan
un origen mítico por la intervención de Dios y por los aspectos fantásticos que
envuelven la invención de la vida sobre la tierra. De igual forma, el Popol Vuh o Libro de los
Antiguos Quichés (siglo XVI d. C.) relata el origen de los seres humanos a
partir de la intervención de varios dioses para formarlos con madera, barro y
maíz. Al mismo tiempo, ambas historias bíblicas fundacionales contienen una honda
sustancia intelectual y una vigorosa reflexión sobre la naturaleza de los seres
humanos y los cristianos. Somos humanos, seres morales y entes pensantes con
vocación a adquirir y crear conocimientos creativos, positivos y constructivos,
haciendo una lectura fina de las dos historias bíblicas citadas.
Por su
alto valor religioso y cultural, estas dos historias específicas de El Génesis han integrado numerosas
versiones literarias, cinematográficas [actuadas y de dibujos animados], de
historietas y de otros textos culturales. Abarcan un total de seis secciones en
dicho libro bíblico hasta el episodio de “Los descendientes de Adán”. ¿Cuáles
son algunos elementos esenciales de dichos relatos religiosos?
Ante todo,
la Creación Divina se funda en el monoteísmo cristiano a diferencia del
politeísmo del texto de los mayas quichés y de las obras de la mitología
grecolatina. De este modo, Dios o el dios cristiano crea el mundo en seis días
y descansa al séptimo. En el primero, inventa el día y la noche; en el segundo,
el cielo, la tierra y los mares; en el tercero, las plantas y los frutos; en el
cuarto, los astros [el sol, la luna y las estrellas]; en el quinto, los peces y
las aves; en el sexto, los animales terrestres [“animales salvajes” o mamíferos
y reptiles] y a los humanos. En este episodio, el narrador subraya varias veces
que la obra de Dios es buena, por lo tanto es un juicio moral que resalta el
papel de la creación o la invención de vida. Todas estas acciones abarcan el
capítulo 1.
En segundo
lugar, los capítulos 2 y 3 de este primer libro del Antiguo Testamento
describen los concentrados y esenciales detalles de la creación de los dos
primeros seres humanos sobre la tierra. Por ejemplo, explica que el hombre fue
formado con polvo de tierra y que la mujer surgió a partir de la costilla del
hombre. Ambos fueron llamados Adán y Eva, respectivamente. Los dos habitan el
jardín del Edén o paraíso terrenal. Por su parte, Yavé Dios les pone en ese
lugar el Árbol de la Vida o de los alimentos y el Árbol del Conocimiento o del
bien y el mal. En especial, Dios les prohíbe comer frutos del segundo árbol. Como parte de la descripción ambiental, el
relator omnisciente apunta que hay un río con cuatro brazos creado por Dios: el
Pisón, el Guijón, el Tigris y el Éufrates, algunos de los cuales corresponden a
ríos que todavía figuran en la geografía del mundo civilizado con los nombres
originales.
En ese
mundo de armonía paradisiaca, ocurre una transgresión moral de los padres de la
humanidad. La serpiente asume un papel humanizado y habla con Eva sobre las
consecuencias de comer los frutos prohibidos del simbólico Árbol del
Conocimiento, lo cual ha generado diversas interpretaciones intelectuales. Por
ejemplo, la mexicana Rosario Castellanos sostiene que ese árbol representa la
liberación de los humanos a través del conocimiento, según su drama El
eterno femenino (1975). En esta obra de teatro, aparece Eva como una mujer
subversiva y liberada bajo una versión feminista, en compañía de otras mujeres
poderosas, tales como las mexicanas La Malinche, Sor Juana Inés de la Cruz, Josefa
Ortiz de Domínguez y La Adelita y la emperatriz Carlota de Bélgica. En el
relato bíblico, la taimada serpiente le explica a Eva que ese fruto prohibido
por Dios “les abrirán a ustedes los ojos” y “serán como dioses” (La Biblia
12).
Esta
desobediencia a la voluntad de Dios genera la expulsión del paraíso de los primeros
dos humanos sobre la tierra y conlleva una serie de castigos a través de la
humanización completa de Adán y Eva. Así pues, dicha violación de la ley de
Dios engendra la aparición de diversos aspectos de la vida humana por orden
divino. Entonces, surgen el pecado, el sufrimiento, el trabajo, el masculinismo
o dominio patriarcal [dependencia de la mujer], la maternidad y la paternidad
[el parto doloroso], la cultura o conocimiento [la costura y la vestimenta] y
la muerte.
Como parte de estos castigos, Eva, la serpiente y Adán
son severamente condenados a padecer penurias en la tierra. Ella es condenada a
sufrir dolor en los embarazos o partos. Asimismo, Dios determina que la
serpiente será un animal rastrero y enemigo de la mujer y ambos se dañarán mutuamente:
“Ella te pisará la cabeza mientras tú herirás su talón” (La Biblia 12).
En especial, Yavé Dios maldice a Adán y lo condena a la mortalidad: “Maldita sea
la tierra por tu causa” y “Eres polvo y al polvo volverás” (13, 14). Al final,
expulsa a Adán y Eva del jardín del Edén y protege el Árbol de la Vida con
tormentas, rayos y querubines, porque sus frutos dan la vida eterna.
Dentro de todos estos aspectos de este segundo relato de El Génesis, es importante resaltar la
importancia de la conciencia moral de los seres humanos, pues forma parte de
toda la historia de la humanidad y, en especial, de la sociedad occidental.
Como se dijo al comienzo del análisis de la historia de Adán y Eva, ocurre una
transgresión moral a la ley de Yavé Dios. En particular, esta transgresión
implica un importante elemento intelectual ligado al simbólico Árbol del
Conocimiento. Así, Adán y Eva violan la ley divina, pero descubren el
conocimiento en el sentido positivo del término. De esta forma, este segundo
relato bíblico contiene el castigo, la humanización y el conocimiento como
aspectos centrales de la humanidad. Sobre todo, los primeros episodios de El Génesis ponen de relieve otro
esencial aspecto moral. Finalmente, Dios descubre que el hombre “se ha hecho
juez de lo bueno y lo malo”, según la parte final del capítulo 3 (14).
En esta secuencia final de la historia de Adán y Eva, el
narrador impersonal enfatiza la moralidad que poseen los humanos desde el
origen mismo de la humanidad. Como consecuencia, el bien y el mal se convierten
en una de las claves esenciales de la cultura cristiana en Occidente. Esta
moralidad dicotómica ha definido y determinado los comportamientos individuales
de los seres humanos y colectivos de los grupos y las naciones occidentales
durante las diversas épocas históricas. Unas veces, han sucedido tiempos de
mayor maldad como en las guerras, revoluciones, dictaduras y predominio del
crimen o de mayor bondad como en los periodos de más democracia, liberalismo,
progreso económico y descubrimientos científicos, según las estructuras
económicas, culturales, políticas y sociales que ocurran dentro de los países y
el mundo. Así pues, el Cristianismo ha sido un componente esencial de la sociedad
occidental durante veintiún siglos y en los cinco continentes.
En suma, es importante leer y entender con profundidad
los diferentes libros de La Biblia. No basta con los discursos de
intermediarios y con los rituales centralistas y autoritarios de los templos
católicos y cristianos, sino que se requiere una lectura cuidadosa y hasta
erudita en grupos pequeños que desarrollen verdaderas y profundas lecturas de
textos culturales y de La Biblia. Entre estos relatos bíblicos, la Creación
Divina y la historia de Adán y Eva ocupan un lugar central porque exponen concentradamente
el surgimiento de algunos elementos de la humanidad y la sociedad occidental: La
humanización de los padres fundacionales; la aparición de la sociedad creativa,
trabajadora y productiva; la moralidad de los humanos; el juicio moral a partir
del bien y el mal; y, finalmente, el nacimiento de la capacidad humana de conocer
y adquirir conocimientos.
Así pues, las personas deben dejar de participar en tantas
fiestas excesivas, la extrema diversión y transgresión de leyes, el marcado hedonismo,
el recalcitrante consumismo y la cruda violencia que han brotado perniciosamente
en el siglo XXI, dentro de la frívola y vana “Civilización del espectáculo”,
como la ha bautizado certeramente el escritor peruano Mario Vargas Llosa,
Premio Nobel de Literatura en 2010. Es necesario refundar otro “tiempo
mexicano” y otro “tiempo occidental” con menos individualismo y consumismo capitalista
y más vocación de servicio verdadero a las comunidades grandes [nación, continente
y planeta] y pequeñas [colonia, municipio, estado y región] y con más
inclinación a obtener y crear conocimientos útiles y constructivos y a desarrolla
la cultura auténtica y positiva. De esta forma, continuamos con la adquisición del
conocimiento que hicieron nuestros padres fundacionales, Adán y Eva. En pocas
palabras, hay que arrancar más frutos jugosos del Árbol del Conocimiento, pues
somos humanos dotados de mente e inteligencia. No desperdiciemos el tiempo en
tanta frivolidad, pereza y materialismo vacuo.
Obras citadas
La Biblia. 41ª ed. Madrid:
Editorial Verbo Divino, 2002.
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