domingo, 14 de febrero de 2016

EL LUJO DE LAS IMAGENES: ALACENAS, ANGELES, "BODEGONES", ENCAJES Y MONJAS DE VIRGINIA PEREZ EN EL MUSEO CASA CHIHUAHUA


EL LUJO DE LAS IMÁGENES: ALACENAS, ÁNGELES, BODEGONES, ENCAJES Y MONJAS DE VIRGINIA PÉREZ EN EL MUSEO CASA CHIHUAHUA





ÓSCAR ROBLES





         Fino arte del óleo y pincel de “orfebrería” de los objetos, reproducción y recreación, gran destreza artística y cultura neocolonial: Son las cualidades principales de la gran obra de la artista chihuahuense Virginia Pérez expuesta en un gran museo de la ciudad de Chihuahua durante el invierno y la primavera de 2015. En sus cuarenta y siete obras, los personajes humanos son fantásticos, religiosos e idealizados en su mayoría y los refinados objetos mismos son verdaderos personajes de presencia luminosa, textural y sensual: Artesanía y poesía, pureza cromática y lujo del arte.
         La muestra “Del detalle a la expresión” de Virginia Pérez fue exhibida en el Museo Casa Chihuahua entre el 13 de febrero y el 18 de mayo de 2015. Las cuarenta y siete pinturas al óleo eran principalmente vivaces alacenas, bellas monjas floridas, deliciosos bodegones, elegantes ángeles y deslumbrantes manteles de encaje de diferentes tamaños y colores, todos ellos cuadros sin fecha específica de hechura artística, pero de gran calidad cromática, fino dibujo y portentosos volúmenes de cuerpos y objetos. Sus cuadros son, ante todo, conjuntos objetuales, vegetales y humanos de suprema belleza y exquisitez en color, dibujo y volumen.

I INTRODUCCIÓN:
INFLUENCIAS ARTÍSTICAS EN VIRGINIA PÉREZ
        
He aquí una breve caracterización de la obra de Pérez, según el excelente cartel de presentación de dicho museo chihuahuense. Los principales rasgos artísticos son los siguientes:
1. Sus pinturas reflejan y reproducen la tradición del arte colonial mexicano y las pinturas europeas de algunas épocas históricas: “A la manera del arte bizantino o de la pintura flamenca de los siglos XV, XVI y XVII, del gótico al barroco, la maestra Virginia nos presenta ángeles, arcángeles y monjas floridas, además de bodegones y alacenas, como temas fundamentales”, según reza el cartel. En especial, el “arte bizantino” es el arte propio del Imperio bizantino, el cual es llamado también Bizancio, Constantinopla o Imperio Romano de Oriente, cuyo periodo histórico abarca desde 330 d. C. hasta 1453 d. C. (“Bizantino”).
En tanto, el arte gótico o “estilo ojival” se desarrolló en Francia y Europa entre los siglos XII d. C. y XIV d. C., se refiere ante todo a la arquitectura, representa un “impulso vertical” de pilares, bóvedas y torres que desafía las leyes de la gravedad y, sobre todo, crea santuarios que se adornan de esculturas, estatuas, tapicerías, ornamentos de iglesia, miniaturas, orfebrería, cerámica y otros adornos que “hermanan el sentimiento cristiano con la idea de grandeza” (“Arte gótico.”).
Finalmente, el “barroco” es el estilo arquitectónico caracterizado por “la profusión de adornos nacido en los siglos XVII y XVIII en contraposición al renacimiento clásico” y su estilo artístico se desarrolló también en la escultura, la pintura y la literatura (“Barroco”).
2. Esencialmente, en las pinturas de la chihuahuense, se observa el arte de los primitivos flamencos del siglo XV y hasta el hiperrealismo de la década de los sesenta, de acuerdo al cartel.
3. Sus obras son productos artesanales hechos pintura: Los deshilados y los bordados, la cerámica, la cestería y la fruta aparecen “como comparsas, silenciosas y ordenadas en el conjunto”, expone dicho cartel.
4. La compleja técnica de Pérez recrea “los hilos, los dobleces, los pliegues, los efectos de luz sobre ellos”, finaliza la información del cartel de presentación.

II LAS SUPERFICIES DEL PLACER: LUJO, BELLEZA Y DETALLE EN LAS PINTURAS DE PÉREZ

         Las pinturas pueden dividirse en seis temas centrales: Alacenas, ángeles, bodegones, encajes, monjas y otros temas variados. He aquí una breve descripción de las cuarenta y siete pinturas expuestas en el Museo Casa Chihuahua, durante el invierno y la primavera de 2015. El acercamiento hacia estas obras de Virginia Pérez en el presente artículo es más intuitivo y busca un creativo “diálogo” entre poesía y pintura, siguiendo algunas ideas del escritor y crítico de arte guatemalteco Luis Cardoza y Aragón, del poeta mexicano Octavio Paz y del alemán Paul Westheim. El primero afirma que “el pintor y el poeta tienen el mismo centro, aunque estén en distinto sitio” (15). En tanto, Brian Nissan considera que “en sus ensayos de arte, Paz no asumió la voz del crítico profesional y del historiador sino la del polemista” y supo “describir la tensión que producen los opuestos y los vínculos ocultos entre arte y poesía” (“Prisma”). Finalmente, Westheim explica su propósito al examinar las obras de arte de la siguiente manera:
Con todo el debido respeto a los autores que escriben libros de arte esotéricos, confieso que a mí me seducía escribir sobre el arte y los artistas como si se tratara de un asunto que se comprende sin más requisitos que un par de ojos bien abiertos y un poco de fe. . . pues sin esa fe lo espiritual es ilusorio. (Solapa)
         Asé pues, este examen de las pinturas de Virginia Pérez es un tanto erudito, un tanto creativo y un tanto poético. La gran densidad de sus imágenes, colores, formas y volúmenes determina este enfoque analítico.

A. ALACENAS

1. ALACENA CON ENCAJES I (Óleo sobre tela, 120 X 60 cm.). Cuatro estantes de la misma alacena que aparece en otros cuadros similares, tres de ellos repletos de manteles blancos y azulinos, de encajes todos, pureza como de cristal. Una manzana roja en el segundo estante de abajo hacia arriba y en la base del mueble una delicada taza de té de porcelana con flor rosada; tres caracolillos de sexualidad femenina (sinuosa forma, cavidad deseada y deseante); dos vasijas de delicada forma y colorido. Y dos manteles en cascada desbordando su finura alba, su tejido refinado rompiendo el equilibrio y la lógica, el orden y el geometrismo, y proponiendo una nueva belleza: Cabellera blanca, fantasma, agua de tejidos, chorro, esperma, leche, formas puramente albas, amanecer pleno: imaginación lujosa.

2. ALACENA CON ENCAJES II (Óleo sobre tela, 122 X 45 cm.). Trasunto del cuadro Alacena con encaje IV, este cuadro presenta un extremo acercamiento: Mueble de estantes con paredes internas amarillas, tres estantes en su “vientre” maderal con manteles de encajes apilados arriba, delicada mirada femenina de la artista, y una vasija decorada, un vaso de cristal fino con tallada imagen vegetal en medio y abajo con manteles desdoblados de color blanco blanquísimo, canasto tejido y fruta amarilla. Al frente del mueble, una “cascada” de manteles precipitando su belleza desde arriba hacia abajo, su “agua fina” de tejidos vegetales y florales, su puntillosa belleza desbordada como un telón ocultante, sugerente, tela como cuerpo de muchacha sensual y atrás de las telas asomándose los objetos semiocultos, erotismo objetual, belleza pura de la materia, artesanía como personaje.
3. ALACENA CON ENCAJES III (Óleo sobre madera, 122 x 63 cm.). Y la pintura se desnuda y abre una alacena marrón de paredes internas amarillas, desliza su cortina de mantel como telón de cine o teatro y exhibe su casa: las vasijas de porcelana exhalan finura y detalle, intimidad orgánica. Arriba, una cazuela con uvas verdes, un vaso de cristal con hojitas talladas, dos vasijas con rositas rosadas y hojitas graciosamente verdes una y otra con mariposas, aves y plantas azules, justo en medio del “vientre”, una cazuela con frutas naranjas y una cazuela de rosa color naranja y llena de graciosas paletas y caramelillos de bandera tricolor mexicana. Abajo, alta copa violeta de cristal, un plato de loza blanco, una vasija blanca con manteles doblados y una verde manzana como niña mirona, una jarra de porcelana blanca con azulinos nopales, aves, plantas y flores. Y la preciosa cortina de mantel deja ver aún más: un corazón delicado, frágil, fino, corazón femenino que ama hondamente los objetos, las alacenas, la artesanía mexicana: un corazón de artista disgregado en objetos y frutas, un corazón que vacía toda su belleza interna en las superficies de alacenas y bodegones.
4. ALACENA CON ENCAJE IV (Óleo sobre tela, 150 X 100 cm.). Cuatro estantes de alacena de madera blanca están parcialmente ocultos por la belleza alba y fina de un mantel de encaje. Abajo, se miran vasijas de porcelana azul y blanca de cristal colorido, una cazuela con rosados y blancos caracoles marinos que lucen como joyas, con sus picos trazados en detalle. En los otros estantes, asoman como niños tímidos algunas cazuelas, una azucarera, algunas copas, una manzana roja, una amarillosa pera. Sensualidad objetual, erotismo de los objetos bellos, la artista oculta y muestra la belleza de la materia con lujo de imágenes: la sensual materia de la porcelana, el cristal repulido y la fruta lucen como cosas prohibidas y extremadamente preciosas. El resultado del cuadro: erotismo, belleza y lustrosa blancura material dominando casi todo como un cuerpo femenino desnudo, expuesto a la mirada de los otros. La casi texturalidad de los vegetales blancos dotan de gran singularidad al conjunto de las imágenes, dentro de una pintura con motivos tradicionales: alacena mexicana, encajes mexicanos. Ocultar y dejar ver, dinámica visual de la pintura.
5. ALACENA CON ENCAJES V (Óleo sobre tela, 100 X 80 cm.). Una como ventana de manteles de encajes floridos y floreados, finos y plateados, uno como estantillo semicubierto, una como belleza que se asoma apenas con gracias de niños o exotismo de cuerpos femeninos y desnudos, un como erótico sentir y revelarse deseo táctil y visual, un como rebelarse miniaturescamente; y, en medio de un estante, una cazuela de porcelana blanca con escenilla campirana trazada en perfecto azul, al fondo platos entrevistos de tersa y lustrosa piel, abajo un minúsculo vaso verdosillo de cristal y a mero abajo el desborde de cazuela y frutas, concentrada revelación, lujosa alacena. Y, entonces, jarra elongada de porcelana blanca por allí, con flores rosas, azules y amarillas y hojuelas verdes de dibujo fino, esbelto cuerpo de lustres breves, vaso niño de blanco y dorado, cazuela de porcelana que se repleta de uvas moradas y manzanas verdes, una tímida y minúscula fruta amarilla fugada, una minúscula uva fugada, ella sola en el estante con sus tres breves letras, y al fondo una belleza sugerida y semioculta: tersos platos de blancura de piel bella, y en el todo mayúsculo la alacena universo o vientre materno, la viva visión florida y sensual de la arista, composición intuitiva del instante fijado, acomodación pertinaz y obsesiva, objetos retratados en el juego del arte, fineza de volúmenes, colores y formas: erotismo de la materia, erotismo objetual y frutal, erotismo vivaz de la clara y claridosa alacena, repulidos regalos todos de la artista.

B. ÁNGELES

         Los ángeles de Virginia Pérez enriquecen la visión cristiana y estética de estos seres fantásticos, símbolos de la suprema belleza, dentro de la tradición de la cultura occidental. El “ángel” es una “criatura puramente celestial” (“Ángel”).
6. RAFAEL ARCÁNGEL (Pintura al óleo sobre tela con hojas de oro, 60 x 30 cm.). Encuadrado en marcos de hojas doradas, el arcángel levanta un pez con su mano izquierda, una amarilla pera en el hombro derecho, donde se ven unas alas breves, investido él en elegante faldón amarillo, coraza dorada de apariencia textural, botas doradas y capa roja. Rostro blanco, de rictus bondadoso, piernas sensuales, gorro dorado con densas plumas blancas. El cuadro puro emana belleza pura, religiosidad, sensualidad, con finos detalles en dibujo y ricos colores: lo sagrado con delicada imaginación y una estética prodigiosa se funden.
7. ÁNGEL I (Óleo sobre madera con hoja de oro, 121 X 61 cm.). Ángel de pie, cara triste, enmarcado en columnas clásicas de hoja de oro, fastuoso vestido de oro y rojo el ángel, texturales dorados, medias blancas, capa azul, zapatos de mono gracioso, sombrero dorado, coronado de rosas rojas, plumas blancas y densas, tímidas a su espalda, el ángel: el Ángel Solo. El rico dorado del atuendo colonial estalla en belleza y brillo y se apodera del cuadro todo. Ah, el ángel carga pesada espada de metal dorado, pensativo, melancólico, el ángel. Fastuoso espectáculo neobarroco, religiosidad y belleza, mirada contemporánea de la artista, ángel imaginario trazado por el genio de Pérez: pura belleza pura, lujo de dibujo y color.
8. ÁNGEL II (Óleo sobre madera con hoja de oro, 121 X 61 cm.). Mismo escenario angelical: columna de hoja dorada, fondo oscuro, contrastivo, contrastante: emerge otro ángel retratado, pleno de fantasía y arte, dorado ángel de vestidura colonial, medias blancas, fastuosos dorados con azul, cuello de encajes blancos, mangas igual, sombrero de tallas florales doradas, rosas rosadas, alas tímidas al fondo, capa rojiza esta vez. Y el ángel piensa, medita, con ojos más sensuales y vivos que los otros ángeles de la serie, casi acaba de ocultar el acerado filo de su espada en su funda dorada textural. ¿Otro pecador, ángel exterminador?,  ¿otro demonio acaso?, ¿otro mandato de Dios colonial, señor ángel? ¿Y ese brillo en la mirada? ¡Cuánto oro fastuoso tejido en jubón y chaqueta, amado ángel supremo de belleza, tejido con delicado pincel de perfecta mujer artista!
9. ÁNGEL III (Óleo sobre madera con hoja de oro, 121 X 61 cm.). Marco dorado igual, hoja de oro textural en el marco, el perfecto ángel carga espada de hoja esta vez plateada con su funda y su mango tallados. Viste de elegante y textural dorado, vestido colonial, medias blancas, capa roja, velo azulino, sombrero dorado coronado de rosas rosadas, alillas tímidas cobijadas por la oscuridad del fondo. Cinturón con hebilla también dorada, es el rasgo distintivo de este ángel elegante. El ángel piensa, medita, pero no sufre como el anterior, parece calcular en su rostro viril, bello, piel rosada, teje un castigo acaso ordenado por Dios, con su filosa espada para sajar cabezas infieles. Su imagen se fija en el retrato, de pie se fija el ángel, posante ser de la imaginación celestial de la pintora: lujo de la fantasía y amor amor religioso y artístico.

C. BODEGONES

         El “bodegón” es una “pintura o cuadro donde se representan cosas comestibles”, tales como frutas, quesos, pescados y carnes rojas. (“Bodegón”). Los bodegones de Pérez son objetos materiales, frutales y vegetales colocados en muebles y acompañados de vasijas, todos trazados con ricos matices y precisos dibujos y lujosos volúmenes.
10. BODEGÓN I (Óleo sobre madera, 73 X 44 cm.). Mantel blanco de belleza suprema, mantel blanco de luz, mantel blanco de amor, cascadeante tela relumbra sobre la oscuridad vacía, negro que acaso sea la noche y el caos de donde nace el arte que es luz, geometría, perfección, el lujo de las imágenes de Pérez, la Virgínea Belleza, La Virgínea Creatividad de su canto material y vegetal y frutal. Y arriba esplenden las sensuales frutas del tazón de porcelana blanco hecho con tesón de artista: uvas uvas, peras peras, manzanas manzanas, durazno durazno, mango mango: bodegones de Pérez: artesanía y fruta, originalidad y tradición y un símbolo personal: el mantel perfecto mantel, albo y suave, mantel de azúcar y algodón, mantel de harina fina, delgados panes blancos, laminadas pieles del amor, mantel mantel mantel, refinamiento y arte, rebeldía dulce contra lo clásico, rompimiento leve de la tradición.
11. BODEGÓN II (Óleo sobre madera, 74 X 44 cm.). El mantel de fino y floral encaje y resplandores plateados se explaya como lienzo colgante de belleza pura, única, pendiendo sobre el negro vacío negro, y teje sus imágenes en la virtualidad del cuadro, intertexto, agua, cristal, luz. Sobre el estante amarillo, las frutas cantan con color y piel, desbordándose de una florida vasija blanca de porcelana, con florecillas azulinas, puntillismo profuso: ah, la verde pera, las redondillas uvitas, el corporal durazno de pulpas femeninas, el partido limón partido, las hermanitas manzanas verdes, la vaginal papaya de pulpas naranjinas naranjuelas, se desbordan todas ellas en otra singular belleza, como si coronaran una monja de la propia pintora Pérez, una monja frutal embodegada en el neobarroco cuadro, una monja invisible.
12. BODEGÓN III (Óleo sobre madera, 75 X 44 cm.). Un mantel blanco multiplica en cuadros su belleza de tejidos florales, construyendo en sí un lienzo, colgante lienzo para pintar algo, y el fondo vacío y negro al fondo, como una escena de fotografía. Arriba de este personaje albo, felices, sonríen colores y volúmenes de una cazuela blanca de porcelana con pintados vegetales verdes y azules y dorados, una solitaria y tímida y esbelta copa de cristal, uvas de morado, rojo y verde sabor, ah refrescante sabor, una pera verde y femenina, un durazno sexual. En la variación de los bodegones, en las variaciones sobre el mismo tema, el amor por los objetos finos crece y se multiplica con cuidadoso arte, perfecto dibujo y sensuales colores, el alma gozosa de la artista.
13. BODEGÓN IV (Óleo sobre madera, 77 X 44 cm.). Este mantel regio, de encajes originales, de hojas y flores grandes, lo corona la artista en profusión: abundantes frutas y un tazón de porcelana, delicada vasija, papayas, uvas, granada, durazno y hojas grandes como de laurel, ah el premio grande para el mantel y por si fuera poco un vaso fino de cristal corona su perfecta belleza plateada.
14. BODEGÓN V (Óleo sobre madera, 61 X 30 cm.). El fino mantel blanco y de tejidos florales luce ahora en fiesta elegante sobre el estante tímidamente amarillo. Del tenebroso fondo negro, emergen la alegría y belleza de una copa alargada de cristal, esbelto cristal, y una jarra perfectamente blanca de porcelana con una rosa rosada pintada en su “vientre” y una amarillosa manzana: tres objetos que se aman y posan y llenan de belleza delicada el desorden de belleza que es siempre el rebelde mantel. Una fiesta elegante con el desbordante plateado del manto, dentro de la pintura material, la celebración de la materia bodegonesca-mente.
15. BODEGÓN VI (Óleo sobre madera, 61 X 30 cm.). En rico rectángulo de filigrana floral y vegetal tallada, armadura protectora, un mantel de encajes plateados y flores tejidas es el cuerpo de una cazuela de porcelana blanca, redonda y dividida como calabaza alba, y sus florecillas de oro labradas en “vientre” y tapadera y sus graciosas agarraderas, todo este cuerpo es luz y armonía, artesanía de un solo cuerpo, porcelana y tela convertidas en una pieza de arte majestuoso, la belleza de la materia, puro arte del ojo puro de la artista, delicado ojo de la pintora.
16. BODEGÓN VII (Óleo sobre madera, 61 X 30 cm.). En el mismo estante blanco, reposa la vasija de porcelana blanca con finas rosas rosadas y hojuelas verdes, trasunto de otros bodegones, con su tenue luz de oro ribeteada en la base, y justo arriba, el mismo hilo dorado dibujado en la graciosa corona de la tapa de porcelana. Del estante, pende un mantel plateado, nuestro personaje, mantel de encajes con sutiles y perfectas florecillas tejidas en un ancho carrillo, en los ribetes mismos. Su belleza blanda contrasta con la oscuridad del fondo, perfecto cómplice de la vasija y ambos materiales construye un desorden, un nuevo orden de belleza bodeguera, refinado capricho de la pintora, lo construyen justo en la caída al vacío, una en reposada pose natural y la otra, la tela blanca, en desbocada caída, autista caída al vacío, suicidio solo de pura belleza, follaje, y vegetación de luz plena, cabellera sensual, apenas sujeta en la orillita de su cuerpo por la base de la mesurada vasija porcelanosa que resiste y resiste. Y en medio de la gimnasia, en medio de esta obra de teatro, de la pintura material y artesanal, los espectadores aplauden la acrobacia de esta belleza de bodegón.
17. BODEGÓN VIII (Óleo sobre madera, 61 X 30 cm.). Maternal mantel, eterno mantel, de plata el mantel, encajes de plata, amorosa tela de floridas formas y tejidos del universo, microcosmos del macrocosmos de la artista, abraza esta tela prodigiosa madre a la manzana niña, la manzana amarilla de desnudez de piernas y brazos, y la pequeñina frutita se sonroja un poco, graciosa, y brilla caricia suave de desbordante Madre Blanca, que cuelga del estante feliz y bella y pulida, agua tan agua Agua de la Plata tan agua, mantelosamente agua.
18. BODEGÓN IX (Óleo sobre madera, 56 X 29 cm.). Este mantel es de lujo plateado, de geometría y de graciosa floralidad, pintura él solo para sí mismo, espejo que se ama sobre el regazo de otro mantel de encajes: hojas curvas a los lados, cuadro pequeño de flores tejidas al centro. El doble mantel caído, la doble rebeldía, cayendo sobre el vacío negro, en gracia neo-barroca. Arriba del estante blanco que acoge a los manteles, la manzana verde, el tazón blanco de rosas rojas en filigrana y dos uvas que son tradición y belleza embodegada, comparsas alegres del nuevo personaje albo: El mantel doble, el mantel de encajes que se encaja al centro del cuadro con precisión y fineza, el agua que fluye y fluye, nubes delgadas. . .
19. BODEGÓN X (Óleo sobre madera, 56 X 29 cm.). Entre la cazuela y el mantel, escojo la profunda plata de la tela relumbrando sobre una pequeña “noche oscura”, escondida bajo el estante, sus perfectas y largas hojas tejidas, sus florecillas de pétalos y corola, su cuerpo de belleza detenida en el tiempo perfecto del instante puro del arte. Y escojo las uvas verdes, moradas y rosadas del tazón de porcelana, para enjuagarme la mirada con su sabor encerrado en la cristalina y suave piel frutal, apetitoso sabor que la pintora me ofrece. Pero mejor el limón, el verde y redondo limón, el limón partido que yo te pido, su agrio sabor aquí en la tina de mi bolígrafo, el agrio sabor para compensar el azúcar de tanta belleza repulida y luminosa. A esto me sabe esta pintura y el mantel de encaje, ah, que huele y requetehuele a fina tela y mis dedos traviesos y deseantes se deslizan imaginariamente por su plata pulida y suave, como en la piel de una muchacha fresca, recién bañada por los pigmentos del color. ¡Ah, cuánta tela blanda y sensual en mi mano!
20. BODEGÓN XI (Óleo sobre madera, 57 X 28 cm.).  Reposan su belleza sobre el tazón blanco de porcelana y flores y sobre flores rosas las relucientes y redondas uvas moradas y verdes y la señorial pera de ampulosas caderas que se ve como madre entre sus hijos. Y cae el telón sobre lo oscuro: un fino mantel, nuestro protagonista de esta novela de bodegones en folletín, con burbujeantes flores y hojuelas dentro de su agua blanca, cae esta belleza desordenada otra vez y rompe la armonía y el orden del clásico bodegón barrigón, lo rompe con su presencia pura de tela pura, de artesanía mágica que tejen mágicas manos, dentro de la clásica serie de Virginia Pérez, en que los manteles se vuelven arte puro, poesía, cristal, suave brisa, espuma.
21. BODEGÓN XII (Óleo sobre madera, 54 X 30 cm.). De un estante blanco, pende un fino mantel de encajes con formas florales delicadas, precisión del dibujo. En el mismo estante, arte del instante, una vasija de porcelana retiene duraznos dos, verdes uvas, moradas y rosadas, vasija de dibujos florales verdes y amarillos y negros. Como guardianes de la vasija, un racimo de uvas moradas y una manzana verde una, figuración de la materia en el arte de la pintora. Fondo oscuro, figuras iluminadas: trazo neobarroco, sensualidad objetual, perfección de líneas y volúmenes, colores que seducen miradas, el mantel cae como cabellera de mujer, como pierna pierna y desordena el clásico bodegón, sello personal de artista: intimidad que enamora y seduce.
22. BODEGÓN XIII (Óleo sobre madera, 60 X 30 cm.). Una relumbrosa y roja manzana se vuelve corazón de belleza en el cuerpo floral y fino del mantel de encajes delicados, mantel descansando sobre el estante o mesa, emergiendo del caos de sombra y noche, del caos creativo del fondo negro, para declarar la legitimidad de la luz y la hermosura, para formalizar en arte, para congelar la artesanía de los hilados con un perfecto corazón de fruta roja, antiguo habitante de los viejos bodegones, para posar en los constantes cliqueos fotográficos del pincel mágico de la prodigiosa artista chihuahuense.
23. BODEGÓN XIV (Óleo sobre madera, 60 X 30 cm.). Extremo acercamiento a los objetos del bodegón: dos personajes emergen de la oscuridad: una piel táctil de jarrón blanco y sinuoso, femenino, de dorada y estilizada agarradera, lo mismo la boca y la base: gracias florales, de oro, desborde de belleza del jarrón esencial y presencial. Y el mantel blanco de fino encaje aparece otra vez, cubre la base dorada, como procaz espectáculo que no debe verse, de tanta belleza caray. Y el mantel, el alma sensual de Virginia virginal, se tira a los bajos, desbarata la armonía y construye otra belleza personal, desordenada belleza que besa la mirada del espectador: traza ese mantel blanco, perfecto, el erotismo objetual con su luz y su sombra, con su lujo de dibujo y color, la voracidad de la forma y el color. Y el blanco estante es un sesgo lineal, lógico, racional, que soporta el realismo del cuadro. Y el mantel se vuelve presencia sensual, quintaesencial belleza, símbolo femenino en la narrativa hermosa y perfecta de las alacenas y los bodegones de Pérez Virginia la pintora chihuahuense.
24. BODEGÓN XV (Óleo sobre madera, 60 X 32 cm.). En la serie narrativa de los bodegones de Pérez, hay sutiles historias que se cuentan, secretos entretejidos entre color y dibujo, en esa serie el mantel de finas florecillas tejidas, de blancos resplandores es personaje central de todos sus cuentecillos: espuma de luz, agua desbordada, cabellera de mujer, leche que se congela, ruido que pesa en el silencio oscuro del deseo y en el reposo fragoroso del arte, en la seriedad de las frutas del tazón blanco de porcelana con dibujos de vegetalillos azulencos. Uvas o duraznos, manzana o limón de afuera, las clásicas frutas de Pérez son la clásica comparsa de los bodegones para que el mantel de filigrana pura, de hilos delicados, se pose como mariposa preciosa, mariposa de plata, paloma de la belleza, en la caída de la mesa y se convierta en el símbolo más personal de la pintora: símbolo que pesa y se posa, que rompe la armonía clásica, mantel perfectamente tendido, frutero de porcelana. Y el mantel se desborda, contenidamente, con su forma y su color pertinaz en suave neobarroco contemporáneo. Entonces, ¿el mantel es acaso un alma pura o la quintaesencial belleza que guarda la artista y la expresa?
25. BODEGÓN XVI (Óleo sobre madera, 60 X 30 cm.). La sensual sandía mexicana, la femenina sandía que sonríe con dientecillos negros, la sandía de corazón rojo y dulce y blando está de “manteles largos” en el vientre blanco de una cazuela de porcelana, concha de ribetes dorados. Del estante, se extienden los manteles, crecen como vegetaciones de sonora plata, dibujan sonrisas de dientes blancos. De la cazuela, otra vez la cascada de plata, la belleza fina, caen las delicadas telas como el ala de un ángel, la cabellera sensual de una mujer. Y entonces, el mantel de la mesa luce tendido y ordenado frente al mantel rebelde y desordenado que siempre juega a desbordarse como agua, a salirse de la rigidez caballeresca en las alacenas de Pérez Virginia: es el alma inquieta, la pintora misma que se despeña con belleza suprema.
26. BODEGÓN XVII (Óleo sobre madera, 40 X 30 cm.). Uvas verdes como joyas sensuales desbordan la breve vasija de cristal, se caen como agua sólida o burbujas de piel sonora, clin clin clin clin, sobre el preciado estante del instante caen y, sujeta por la vasija, cae otra vez el hielo de la luz, tejidos y florecillas de tela, sutiles y delicadas, cae la belleza gentil de Pérez, pende y se suspende en el instante del cuadro, sin fractura o bravura, simplemente pende y repende, y al fondo la noche del fondo, se congela la tela como viva nieve reinada, como azúcar de dulces florecillas, plena de abundantes tejidos y células y electrones por millones, cae cosmos o universo, arte o artesanía, llena de hermosura pura, artesanía de la filigrana, original invención en la tradición del bodegón, sensualidad, refinamiento, pinturera creación, follaje de versos de luz encabalgados y rimados y hasta con finas aliteraciones. Y en su configuración total de volumen y color el ADN de Virginia se mira en la luz pura. Flotan, invisibles, las vírgenes todas de Virginia con sus impecables ángeles en esa belleza virginal. El mantel. Ah, otro bodegón virgíneo.
27. BODEGÓN CON OLLA DE PAQUIMÉ I (Óleo sobre tela, 100 x 50 cm.). El amoroso y femenino mantel de fino encaje y delicadas florecillas tejidas en su cuerpo aparece otra vez y ama con su cuerpo terso y sensual a la exótica olla marrón de formas negras y grises, acaricia a la olla repulida, indígenesca, de los antiguos chihuahuenses, la abraza y la besa, la convierte en su corazón mismo. Y el mantel se desborda vestido elegante, agua, espuma, plata delgada, verso de telas delicadas, música sonora de notas perfectas: el símbolo de la pintora, su alma que rompe la belleza clásica y reconfigura otra belleza, con matices regionales: vital, elegante, rompiente, dentro del clásico equilibrio del viejo bodegón, reinvención de la materia y el alimento, con la artesanía mexicana e indígena indigenesca.
28. BODEGÓN CON OLLA DE PAQUIMÉ II (Óleo sobre tela, 100 X 50 cm.). Mantel plateado y blanco y rebozo indio de blancas y grises rayas abrazan amorosamente a una refinada olla de Paquimé, Chihuahua, olla de finas rayas negras y grises y boca negra, la abrazan ambos padres como si abrazaran a su hijo dos esposos. Manto y rebozo rebosan y caen como cascadas y su luz crece con el fondo de noche fabricado por el pincel de la pintora, bajo su delicada visión de artista de la materia y los objetos de artesanía. Arte y artesanía se funden y se aman.
29. BODEGÓN CON OLLA DE PAQUIMÉ III (Óleo sobre tela, 60 X 100 cm.). Amarilla olla paquimeíta, seductor y envolvente mantel de plata florida se acarician ambos en esta obra, solas, sobre el estante y en el instante oscuro del tiempo, se besan y oh, gracia del amor, la olla más sexual abre boca redonda, Oscuro Más Allá, cavidad de femenino cuerpo, lubrica, excitada, suavecillo mantel de dedos finos, finas flores, tejido, lubricio lujo de las imágenes, metal y barro, el Canto Material de la Pintura de Pérez Virginia: Virginia Pérezensual.
30. SIN TÍTULO. (Sin técnica y medida. Este cuadro fue expuesto solamente en algunos días finales de la exposición en el Museo Casa Chihuahua. Sin embargo, puede clasificarse como parte de la serie de Bodegones con olla de Paquimé). Dorado mantel de tejidas flores lleno de luz solar sobre mesa de madera, acaricia el cuerpo de olla Paquimé, cafecita y garbosa olla, de dibujos negros, con boca de dos rajas, sostenida en su base: dos mundos que no se funden ni se confunden, pero resplandecen belleza, cada cual, lo regio y lo indígena, compiten.

D. ENCAJES

         Los encajes son obras artesanales hechas con telas. El “encaje” es “un tejido muy ligero y labrado, de hilo de seda y de otras telas (“Encaje”). El encaje es una tradición en la cultura hispana y mexicana. Los cuadros de la pintora chihuahuense combinan los encajes con canastos y manzanas.
31. CANASTA CON ENCAJE I (Óleo sobre tela, 60 X 60 cm.) Lógica y mesura de las imágenes: el correcto canasto casto, canasto café, tejido con detalle por el esbelto pincel reposa sobre el estante de “tierra amarilla” y desborda sobre el fondo oscuro un “follaje” de manteles blancos, plateados, azulinos, cremas, y los detalles florales y vegetales tejidos en ellos esplenden belleza de perfecto haikú, belleza de artesanía en el “árbol de la luz del arte”: tejido que son hojas que son flores sobre el “tronco del árbol”. Y acaso unas avecillas lleguen más tarde a dormir en sus nidos, con su arrullo.
32. CANASTA CON ENCAJE II (Oleo sobre tela, 60 X 60 cm.) Un canasto tejido y amarillo rebosa la belleza blanca, el clásico personaje de tela delicada de virginal Virgínea: telas de encaje, blancas y plateadas, pinceladas perfectas que resaltan sobre el fondo oscuro, espectáculo de lujo neobarroco, rebosan fruta de belleza, se repletan de puro resplandor sobre el lógico y lineal estante de claro marrón. La artesanía referencial es reproducción estética del instante, arte puro y esencial de la materia y acaso proyección espiritual del alma de la artista, que se desborda en ese canasto casto y los manteles, oh Dios, espumean, florean, chorrean como agua plateada, ¡oh Dios!
33. CANASTA CON ENCAJE III (Óleo sobre tela, 70 X 80 cm.). Sobre un estante, un canasto tejido y amarillo, rombos alargados, se enciende con una llamarada de belleza, se enciende con el fuego plateado de manteles de encaje, con el fuego amarillo suave de manteles, flores finas de luz, y sobre el fondo oscuro: florero de telas reposantes, armónicas, en el medio desorden de los manteles, y cuelgan pedazos de flores rosadas, blancas y verdes, prueba de vegetal figuración, pinturera, imaginativa creación de la materia, delicados tejidos como plantas, vegetación de la luz del arte de Pérez Luz.
34. CANASTA CON ENCAJE IV (Óleo sobre madera, 35 X 26 cm.). Manteles blancos de fino encaje repletan un canasto y los finos detalles de las florecillas entretejidas relucen su belleza con tímidas sonrisillas de niña.
35. CANASTA CON ENCAJES V (Óleo sobre madera, 27 x 27 cm.). Los manteles blancos y florales se enojaron esta vez y cubren con sus manos amorosas y sedosos brazos al vergonzoso canasto cafecito y su cara de tejidos lineales que no puede con ella. Pero lo cubren de belleza y luz, con textura suave, con tiento de amigos finos.
36. MANZANA CON ENCAJE I (Óleo sobre madera, 22 X 17 cm.). De la serie, esta manzana roja tiene un mantel blanco atrás, sobre una mesa gris y un fondo oscuro. Entonces, la luz del arte fija los dos objetos: mantel doblado, esconde sus detalles, reposa el esplendor de su belleza y el rojo frutal es el centro del cuadro. Espumas de flores blancas las telas delicadas, justo atrás de este fuego rojizo.
37. MANZANA CON ENCAJE II (Óleo sobre madera, 17 X 22 cm.). Un mantel blanco de encajes cuelga deliciosamente de un estante y arriba una roja manzana parece detener la tela preciosa. Precisión, detalle fino, es un bodegón de lo frutal y lo artesanal, construyendo una gran belleza: arte y naturaleza, reconcentradas imágenes, redivivas, belleza breve del instante que permanece cuajado en la pintura, como un refinado haikú japonés, delicadeza en imágenes puras.

E. MONJAS

         Las monjas son religiosas propias del Cristianismo. En especial, las monjas de Virginia Pérez son trazadas con un dibujo firme y unos exuberantes ropajes de gran trazo con el pincel. El chihuahuense Benjamín Domínguez ha desarrollado también este tipo de personajes novohispanos en su famosa serie de “Las monjas floridas”.
38. MONJA FLORIDA I (Óleo sobre madera, 80 X 45 cm.). Una monja de rostro blanco y santo sostiene una santita niña de vestido amarillo y flores blancas tejidas, muñequita. Su mano izquierda tiene un ramo de flores blancas, amarillas, azules, rosas. Un medallón con una mujer de santo rostro y manto, ahí justo en su pecho santo. Viste de elegante vestido amarillo con mangas negras y encajes blancos. La corona de flores de colores y hojas verdes es prominente como de reina de la fe: la belleza vegetal que premia la santidad de esta monja imaginaria que emerge con luz y belleza pura del fondo negro, neobarroco retrato, recreación de la Colonia, hecho por una pintora contemporánea.
39. MONJA FLORIDA II (Óleo sobre madera, 80 X 45 cm.). La monja posa de perfil, de cuerpo casi entero, la monja de rostro de madre feliz abraza a su santo niño de traje azul y manto amarillo y floreado, niño rubiecito, mientras sostiene en su mano derecha poderosas flores en un ramo, blancas, rosas, amarillas y naranjas, con iguales flores en la corona señorial sobre su cabeza. A su izquierda, se ve un cuadro con un Cristo coronado por un ángel. Sobre el fondo oscuro, la luminosa visión de Pérez retrata un rico y elegante vestido como de reina, reina de la fe en Cristo, con azul brillante y profusas flores doradas, mangas negras, tocado negro, y es una monja de real realeza, monja madre, de belleza y suprema felicidad.
40. MONJA FLORIDA III (Óleo sobre madera, 80 x 45 cm.). De vestido ampuloso y gris, vegetales y flores en la tela, de camisola azul oscuro y mangas blancas de fino encaje, de ojos negros grandes, de seriedad serena de novia linda, de rostro blanco y alargado, de ramo de seis flores en su mano, dos blancas, una amarilla, una roja y otra azul, de corona de flores en cabeza, medallón con Jesucristo barbado, de manto rosado, rozado por la fe verdadera, de corazón encarnado, de la muñequita en mano derecha el vestido rojo y flores doradas, de belleza Ella es, sola y su alma de Dios, sobre el fondo oscuro del retrato, retrato monasterial, filigrana fina el vestido, imponentes flores, de pinceladas meticulosas, técnica depurada, pinceles o plumas de escritor que florecen belleza y religiosidad, dedos de pianista clásica los de Virginia santa, tocan suavemente esta belleza femenina del Cristianismo neomexicano.
41. MONJA FLORIDA IV (Óleo sobre madera, 80 X 45 cm.) Esta monja toca el violín, investida en delicadas telas de amarillo claro y mangas blancas de finos encajes con imágenes florales, esta monja rinde culto a la Virgen María y a Cristo, cuyas figuras reposan de pie en sendos retratos ubicados en el fondo oscuro, ambos vestidos con mantos clásicos de azul y rojo Ella y de rojo y azul Él, la Santa Madre y el Hijo de Dios, esta monja tiene rostro blanco y gestos reflexivos, concentrados y un medallón enorme del Niño Jesús en el pecho, esta monja de belleza y santidad muestra flores prominentes blancas, rosas y amarillas con hojas verdes en la cabeza, como corona de santidad, esta monja toca la música de la luz y el color bajo el pincel neobarroco y lujoso de Pérez, esta monja. . .

F. MISCELÁNEA: SANTA, MUERTE, FRUTA, AJO Y MUJER

         La santidad, la muerte, las frutas, los vegetales y las mujeres son otros temas importantes en la pintura de Virginia Pérez. Igualmente, su destreza artística es prodigiosa y, en algunos casos, su visión mexicanista, femenina y grotesca de la muerte enriquece esta brillante exposición de la chihuahuense.
42. MANOS BEATA TERESA DE CALCUTA (Óleo sobre tela, 40 X 30 cm.). Dos manos orantes profusamente arrugadas sobre fondo de colores marrones, trazadas con la fineza y precisión de un pincel diestro. Sobresale el dorso de la mano derecha, como si fuera un breve mapa rugoso, venoso y arrugado del mundo telúrico y anchuroso que la santa recorrió con gran pasión, fe, amor humano y audacia de santa grande de Dios, como la Santa Teresa española y asceta y mística.
43. CATRINA I (Óleo sobre tela, 80 X 60 cm.). Al centro del cuadro, un esqueleto de rostro sonriente y cuencas vacías viste de largo vestido rosado con estola larga y negra, guantes azules y sombrero de alas grandes y largas plumas blancas. De pie se agita un abanico blanco, frente a un cerco de tabiques amarillos. Al frente de ella, se ve una rosa rosada en la cumbre de un rosal. Justo atrás del personaje, un nuberío blanco y unos arbustos de paisaje. Colores suaves, pinceladas suaves, es la muerte muy femenina en un ambiente poético y romántico, cara de calavera dulce casi como de azúcar, gran homenaje artístico en color y con ambiente espacial agregado a la famosa Calavera Catrina del talentoso grabador mexicano José Guadalupe Posada. En especial, la textura y suavidad de los colores pastel contrasta con el poderío del detalle, del color y la profundidad de trazos de los cuadros de alacenas y ángeles de Pérez.
44. CORTEJO FÚNEBRE (Óleo sobre tela, 80 X 120 cm.). Escena callejera de fiesta, colorida y fúnebre, justo frente a la ficcional pulquería Quo Vadis de paredes color amarillo intenso. En la fiesta participan decenas de esqueletos, los cuales acompañan a un muerto que va en colorida carroza tirada por el esqueleto blanco de un caballo. Hay esqueletos asomando por las dos casas laterales de dos pisos estilo hispánico, una bandada de esqueletos con instrumentos de metal y viento, abundantes calacas de bellos y largos vestidos, niños esqueléticos alrededor de una fuente, perros de puro hueso, esqueletos con gorros de carnaval: el espectáculo grotesco y carnavalesco de la Muerte Mexicana, esqueletos y fiesta y color. La muerte es femenina en la visión artística de Pérez, gozosa, fúnebre, fiestera, pero llena de vivaces colores intensos. La muerte es como la vida en este cuadro, pero con huesos de felicidad y color, dentro del típico espacio de una ciudad mexicana de provincia, con arquitectura colonial. Y la artista suaviza el dibujo y el color de la pintura y expulsa lo macabro, dentro de una visión mexicana, nacional, arte mexicano y mexicanista, pues.
45. MANZANAS (Óleo sobre madera, 16 X 33 cm.). Tres manzanas rojas sobre una mesa son todo el cuadro breve, pequeña pintura, encendidas apenas por la luz de la mirada de la artista mexicana: coquetean sus corazones rojos, frutales, frente a la mirada de los espectadores que pasan.
46. SIN TÍTULO (Sin técnica ni medida. Esta pintura fue presentada solamente en los días finales de la exhibición en el Museo Casa Chihuahua). Tres cabezas de ajo en acercamiento extremo: Precisión de dientes corporales y vegetales y finas envolturas de breve y tenue papel, oscuro bodegón solitario con solitario vegetal sazonador, perfecto dibujo y suave color violeta y picante y suavemente plateado: aparición y parición del arte sencillo y coloquialillo como de Oda Elemental Nerudiana, con el impulso creativo de pincel Virgíneo.
47. SIN TÍTULO (Sin técnica ni medida. Este cuadro fue presentado solamente en los días finales de la exhibición del Museo Casa Chihuahua). Una joven mujer de piel blanca y rizado y castaño cabello aparece con su belleza en el centro del cuadro, con breve corona dorada en cabeza, certero cetro en mano derecha y simbólica planta en mano izquierda, toda ella investida en vestido azul claro, azul regio, manto rojo, espumosas flores amarillas en cabeza y pecho, ah, mujer divina, idealizada, suprema hada del arte, entre toques y retoques del pincel textural, regia reina, soñada, para amarla en su mágica atmósfera, lucido lucero.

III BIOGRAFÍA DE VIRGINIA PÉREZ

         Virginia Pérez Ramírez cuenta con diversas exposiciones individuales y colectivas en México y los Estados Unidos. Nació en Guerrero, Chihuahua y estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (antigua Academia de San Carlos) de la Ciudad de México. Según el cartel del Museo Casa Chihuahua, ha expuesto en los siguientes lugares: 1) “Rarámuri” en el Polifórum Cultural David Alfaro Siqueiros (1984); 2) Gallery Center de El Paso, Texas (1989); 3) Museo Quinta Gameros de la ciudad de Chihuahua (1989); 4) el Museo del Arte del Instituto Nacional de Bellas Artes (1991); 5) la Casa Chihuahua Siglo XIX (1994, 1995); 6) en diversos museos y recintos culturales de varias ciudades de México, tales como Chihuahua, Ciudad Juárez, Creel, Casas Grandes y Guerrero (Chihuahua), Piedras Negras (Coahuila), Tepic (Nayarit), Monterrey (Nuevo León) y Ciudad de México; 7) en diversos lugares de los Estados Unidos, tales como Las Cruces y Santa Fe (New Mexico) y El Paso y Dallas (Texas).
         Asimismo, la pintora chihuahuense ha realizado las siguientes obras comunitarias con su habilidad artística: 1) Retrato del Papa Juan Pablo II para la Catedral de Chihuahua (1990); 2) el mural Alacena para el Centro de Convenciones de Chihuahua capital (1997); 3) la pintura Virgen de Santa Rosalía para el templo de Santa Rosalía de la ciudad de Chihuahua (1997); 4) el mural La Magia de mi Tierra en un muro externo del café de nombre igual al del mural en la ciudad de Chihuahua (2008); 5) el mural Del Campo a su Mesa en el supermercado AlSuper Leones de la ciudad de Chihuahua (2012), según el cartel del Museo Casa Chihuahua. Obtuvo los premios Biennale Internazionale dell` Arte Contemporáneo en Florencia, Italia y Mujeres Ejemplares (2012).


CASAS ESTILO COLONIAL EN EL MURAL LA MAGIA DE MI TIERRA DE VIRGINIA PEREZ EN UN CONOCIDO RESTAURANTE DE LA CIUDAD DE CHIHUAHUA



ARQUITECTURA COLONIAL EN EL MURAL LA MAGIA DE MI TIERRA DE VIRGINIA PEREZ EN LA FACHADA DEL RESTAURANTE LA MAGIA DE MI TIERRA


MURAL LA MAGIA DE MI TIERRA DE VIRGINIA PEREZ, UN BODEGON EN UN MURO EXTERNO DEL RESTAURANTE LA MAGIA DE MI TIERRA DE LA CIUDAD DE CHIHUAHUA

         Los gentiles lectores pueden admirar varias de las anteriores pinturas de Virginia Pérez analizadas en el presente artículo, en el siguiente sitio de Internet: www.casachihuahua.org.mx/Extra/Artistas/casa_extra_VPerez.php.


Obras citadas
“Ángel.” Pequeño Larousse ilustrado. Ed. Ramón Pelayo García y Gross.
México: Ediciones Larousse, 1991.
“Arte gótico.” Pequeño Larousse ilustrado. Ed. Ramón Pelayo García y Gross.
México: Ediciones Larousse, 1991.
“Barroco.” Pequeño Larousse ilustrado. Ed. Ramón Pelayo García y Gross.
México: Ediciones Larousse, 1991.
“Bizantino.” Pequeño Larousse ilustrado. Ed. Ramón Pelayo García y Gross.
México: Ediciones Larousse, 1991.
Bodegón.” Pequeño Larousse ilustrado. Ed. Ramón Pelayo García y Gross.
México: Ediciones Larousse, 1991.
Cardoza y Aragón, Luis. Pintura contemporánea de México. 2ª ed. México:
Ediciones Era, 1988.
“Encaje.” Pequeño Larousse ilustrado. Ed. Ramón Pelayo García y Gross. México:
Ediciones Larousse, 1991.
Nissan, Brian. “Primas y calidoscopio: el ojo de Octavio Paz.” Letras Libres abril
Westheim, Paul. Solapa. Cromo. Por Alberto Blanco. México: Fondo de Cultura
Económica, 1987.


[TODAS LAS FOTOS DE ESTE ESCRITO FUERON TOMADAS POR OSCAR ROBLES]


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