EL
QUIJOTISMO EN NAZARÍN DE BENITO PÉREZ GALDÓS[1]
ÓSCAR ROBLES
Nazarín (1895) de Benito Pérez Galdós cuenta la historia de un
sacerdote español que quiere llevar a la práctica el ideal más puro del
Cristianismo en los pueblos que recorre en España, durante la época moderna.
Este cura se llama en realidad Nazario Zaharín y es conocido como Nazarín.
Movido por su idealismo, el peculiar padre realiza la aventura espiritual y
humana de ir por esos caminos de Dios a predicar el evangelio de la humildad,
la caridad y la mortificación del cuerpo para castigar sus pecados, asumiendo
plenamente el Cristianismo primigenio.
Héroe y antihéroe, el recorrido de Nazarín por los
barrios bajos y por la inmundicia humana provoca constantes choques entre el
ideal cristiano puro y la cruda realidad social de la España de su tiempo. Sin
embargo, Nazarín lucha en cada instante de su vida, para redimir al hombre y a
la mujer y buscar que ambos se arrepientan de sus pecados. Así, convive entre
ladrones, prostitutas, maleantes y gente de la clase baja, sin importarle el
juicio de la sociedad y del clero español.
Como Don Quijote de la Mancha, Nazarín es un
“andante caballero” pero de la religión cristiana. Camina acompañado por sus
dos fieles creyentes, Beatriz y Ándara, quienes son dos pecadores que pretenden
asumir sus culpas y arrepentirse y redimirse por medio de la difusión de la fe
cristiana y defensa del pobre e indefenso cura de pueblo. En cierta forma,
ellas asumen un papel similar al de Sancho Panza y son las “escuderas” de la
religión. Como Don Quijote, Nazarín es un loco idealista, una especie de santo
de carne y hueso, que siempre se enfrenta a la dura realidad de su tiempo.
Quijotismo cristiano o Cristianismo quijotesco, llámese
como se quiera, esta criatura de ficción de Pérez Galdós pertenece a la vena de
Miguel de Cervantes. Nazarín busca la pureza de su doctrina. Sus actitudes de
suma piedad hacia el hombre, su desprecio por las cosas materiales, su afán
masoquista de sufrir, todo esto nos hace pensar en un loco. Nazarín quiere
calar hondo en el alma humana y en la sociedad y fracturar la realidad aunque
sea dura y le dé golpes.
Las prédicas de Nazarín sólo hacen mella en sus dos
fieles seguidoras, sanchos panzas de sus andanzas: Ándara, la mujer pública y
brava, ser picaresco que lanza blasfemias en cada frase que pronuncia; Beatriz,
la hembra arrepentida de su pasión amorosa por un hombre.
De esta forma, la narración galdosiana transcurre por
medio de la técnica del perspectivismo en la construcción de los personajes.
Mientras que Don Quijote y mira gigantes y Sancho Panza ve molinos de viento,
el autor español configura a Nazarín mediante un juego de perspectivas en torno
a la personalidad del sacerdote. Por un lado, Ándara, Beatriz y el ladrón Sacrílego
consideran a Nazarín como un santo, un héroe del Cristianismo que es capaz de
perdonar las injurias como Jesucristo, quien pone la otra mejilla para ser
golpeado otra vez. Por otro, los otros personajes —“curas”, “barberos” y
“sansones”— lo bautizan como loco o lo pintan como un cínico, un vividor y un
parásito social.
Sin embargo, Pérez Galdós quiere en verdad a su criatura
imaginaria y la presenta como una víctima de la realidad social, un hombre de
carne y hueso que odia y desprecia y se arrepiente.
Nazarín también predica su doctrina y el autor la usa
para expresar su punto de vista sobre el mundo. Así, el pensamiento de Pérez
Galdós se observa en una serie de discursos divididos en dos vertientes
principales: 1) la aspiración por un Cristianismo puro más humano; 2) la
crítica acerba a la sociedad de su tiempo.
En estos pasajes y episodios ya no se observan tanto los
discursos largos de sus primeras novelas, en las cuales el discurso didáctico y
ensayístico aflora. Por ejemplo, el narrador de Doña Perfecta (1876)
expone abundantes descripciones y discursos liberales para criticar el
oscurantismo cultural y la excesiva religiosidad de los pueblos tradicionales
de España.
Nazarín es una novela más hecha y decantada. Las arengas del
sacerdote descubren una gran personalidad y construyen un héroe y un antihéroe.
Es una persona que quiere ser pobre y humilde; vivir en la naturaleza, fuera
del progreso urbano; buscar la justicia entre los seres humanos a partir de la
doctrina cristiana; sufrir y padecer hambres y miserias. Ante todo, el cura Nazarín
ama a la humanidad porque su Cristianismo es puro y primigenio y se deriva de
los Evangelios de Jesucristo. Como el hijo de Dios, perdona al que lo ofende y
ayuda al pobre y miserable.
En esta obra, Pérez Galdós logra asimilar y decantar las
técnicas cervantinas de la novela y narra un mundo picaresco y una realidad
social de la España del siglo XIX. En medio de este contexto, el idealista
Nazarín no puede triunfar en la vida porque la degradada y dura realidad es
mucho más fuerte y se impone al protagonista, así como el entorno social propio del siglo XVII venció a Don Quijote.
Frente a esa realidad cruda, el escritor español de las
Islas Canarias traza a Nazarín como un personaje demasiado ideal, extremista,
con marcadas actitudes espirituales y obsesiones difíciles.
Hacia el final de la novela, la técnica cervantina es más
patente. En plena enfermedad y encerrado en una prisión, el sacerdote sufre la
visión de Cristo. Sin embargo, esa visión puede tener dos interpretaciones.
Entre el delirio de la fiebre que lo consume y la apariencia de realidad, Nazarín
mira a Cristo y habla con él. Entonces, surge la ambigüedad del relato por la
mezcla de realidad y fantasía. Por un lado, el personaje principal luce como un
loco en pleno estado febril. Por otro, puede verse que Cristo le habla en
verdad para demostrarle su amor.
En conclusión, Nazarín de Benito Pérez Galdós se
presenta como una novela heredera de la obra de Miguel de Cervantes. Aparecen
en dicha obra personajes idealistas enfrentados a la realidad, perspectivismo
en torno a la personalidad del protagonista, mezcla de realidad y fantasía.
Ante todo, es una novela realista que desarrolla la aventura idealista de un
sacerdote que quiere imitar fielmente la doctrina cristiana desde las bases de
los Evangelios de Jesucristo.
Benito Pérez Galdós
(1842-1920) fue un cuentista, novelista y dramaturgo español. Nació en Las
Palmas de Gran Canaria. Con sus numerosas obras narrativas, emergió como uno de
los pilares del Realismo literario en España y Europa y como uno de los
escritores más prolíficos de su país. Se le considera el mejor novelista
español después de Miguel de Cervantes. Entre sus novelas, sobresalen Gloria
(1877), Marianela (1878), Fortunata y Jacinta (1887) y Misericordia
(1897). Los cuarenta y seis volúmenes de Episodios nacionales comenzados
en 1873 y escritos a lo largo de su vida, narran eventos desde la Guerra de
Independencia hasta las luchas civiles y los conflictos políticos del siglo XIX
en España.
Obras citadas
Pérez Galdós, Benito. Nazarín. México: Origen, 1983.
[1] El presente artículo fue publicado
originalmente con el título de “El Quijotismo de Nazarín” en la página 7 de la
sección cultural Aura del periódico Novedades de Chihuahua el
viernes 9 de diciembre de 1983. Esta versión fue corregida y aumentada para
ofrecerla a los gentiles lectores de mi Blog.
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