martes, 18 de febrero de 2014

"METAMORFOSIS" EN EL MUSEO CASA CHIHUAHUA: ABSTRACCION, FANTASIA Y MITOLOGIA

METAMORFOSIS EN EL MUSEO CASA CHIHUAHUA: ABSTRACCIÓN, FANTASÍA Y MITOLOGÍA

ÓSCAR ROBLES

La palabra “metamorfosis” es, en un sentido general, “transformación de algo en otra cosa”, según una placa ubicada en la sala del sótano del Museo Casa Chihuahua de la ciudad de Chihuahua. Esta definición se aplica a las obras de los cuatro pintores chihuahuenses que exponen en dicho centro cultural, con el sugestivo, positivo y altamente creativo título general Metamorfosis. Se compone de dieciocho cuadros de Enrique Amaya, Rodolfo Mariscal, Lourdes Rubio y Laura Murillo, creados con las técnicas del óleo y las resinas y pigmentos, bajo las tendencias artísticas generales del abstracto y del figurativismo, con los temas de las puras abstracciones y las fantasías mitológicas antiguas (griegas y cristianas) desde una perspectiva estética contemporánea. Arte interesante, novedoso, evasivo, los cuatro artistas se arriesgan a mostrar sus propias metamorfosis artísticas y a “metamorfosear”, a evadir y/o a enmascarar las realidades psicológicas y sociales del siglo XXI, con estilos tradicionales y originales al mismo tiempo.

1. ENRIQUE AMAYA: ABSTRACTOS, AZULES Y PROFETA

Tres óleos con dominio del color azul son la obra de Enrique Amaya, bajo la línea del arte abstracto. Primeramente, el cuadro “El Profeta” es un rostro viejo, blanquecino, con ojos vacíos, situado justo en el centro de una nebulosa densa, dominada por intensos azules y morados. Es como una imagen del cine de ciencia ficción de fines del siglo XX, pintado con gran destreza técnica. El rostro del misterioso anciano flota en lo que puede ser el espacio sideral o hasta puede verse como un profeta bíblico emergiendo entre sueños celestiales.
  En segundo lugar, “Metamorfosis I” es un cuadro abstracto, pero que puede tener una interpretación figurativa muy intimista. Son unas nubes blancas con un fondo de montañas y con un epicentro, trazado con rojos, amarillos y azules. Si se considera la perspectiva desde una aeronave, puede ser una imagen figurativa, un cielo cósmico tal vez. También, las densas manchas pueden significar la imaginación misma o sueños en proceso, desde una perspectiva artística muy personal. Las imágenes son, en suma, formas casi puras en busca de significación, formas abstractas en “metamorfosis”.
  En tercer lugar, “Metamorfosis II” es una especie de vorágine o túnel del tiempo dominado por azules y morados como en el cuadro anterior y con algunos toques “chispeantes” de amarillos, naranjas y rojos. Abstracción armónica y dinámica, con algunas pinceladas gruesas, la pintura puede figurar también como un cielo cósmico tocado por astros de luz. En general, esta pintura muestra una factura unitaria de buen dibujo y color. Otra vez, el cuadro puede ser la imaginación misma, abstracta, interna, del propio artista.

2. RODOLFO MARISCAL: REINTERPRETACIÓN DE FIGURAS MITOLÓGICAS

Mariscal expone cinco óleos sobre figuras mitológicas construidas con personajes tradicionales (sirena, fauno, centauro, andrógino y ángel) y una personal visión de mundo marcada por los nuevos espacios, las nuevas posiciones de dichas figuras y las nuevas combinaciones de colores. En general, se observa una gran habilidad en el dibujo, una gran riqueza mágica e imaginativa en el trazo de los personajes y una gran intensidad y belleza armónica de los colores. Es, en cierta forma, la propia mitología de fantasía pura del artista.
“Metamorfosis de una sirena” recrea un mito pagano propio de la Antigüedad Griega. La “sirena” es “un ser fabuloso, mitad mujer, mitad pez” (“Sirena”. Pequeño Larousse ilustrado. 1991). Esta sirena es musculosa y está sentada de perfil sobre una piedra violeta. Como elemento original y novedoso, su gran aleta anal dorada genera múltiples peces de oro voladores que la circundan mágicamente. Ella sostiene en la mano izquierda uno de los preciosos peces y mira hacia el fondo del cuadro, donde hay una vorágine en color naranja, con varios rombos, de donde asoma un rostro masculino, barbado y viril, con los ojos vacios. El conjunto de imágenes figurativas construye un universo mítico y fantástico, con colores extremadamente vivos e intensos. Luce la pintura bajo un preciosismo de imágenes míticas y, en especial, bajo la atractiva, sensual y seductora imagen femenina del cuerpo desnudo de la sirena, tejido con “astillas” de verde, naranja, violeta y azul especialmente. En general, sirena, peces, vorágine y hombre adensan sumamente el espacio irreal y proyectan la figura mitológica de la sirena con un aspecto nuevo: La parición de peces voladores y dorados.
      “Metamorfosis de un “fauno” es también un mito pagano de la Antigüedad griega. “Fauno” es una “divinidad campestre de los griegos y romanos” y los “faunos”  “tenían cuerpo de hombre y patas de cabra” (“Fauno”. Pequeño Larousse ilustrado. 1991). En este óleo, un fauno trepa por una colina pintada con tonos marrones y con el fondo azul del cielo en la noche. La extraña criatura voltea hacia abajo y en el cielo reluce el imponente tamaño y el delicioso amarillo de una luna dorada que esplende sobre el fondo celeste, azul oscuro, mágico y estrellado. En una interpretación narrativa, al parecer el astro nocturnal hechiza a dicha criatura y provoca su lenta “metamorfosis” física y fantástica. Así pues, fauno y luna son el centro de esta mitología nueva y original que mezcla libremente la historia de los hombres lobos y el mito del fauno. El cuadro, en resumen, es un realismo fantástico y mitológico. En especial, la pierna derecha del fauno muestra el brote parcial de pelos y parece marcar que la enorme luna convierte al humano en fauno. En resumen, este fauno es una re-textualización altamente creativa y de gran factura artística del poderoso mito antiguo occidental del fauno, con el protagonismo del hermoso astro nocturno.
“Metamorfosis de un centauro” es también un mito pagano de la Antigüedad griega. Un hombre-caballo respinga en el centro de la pintura, casi en posición bípeda. El “centauro”  es un “ser fabuloso, que era medio hombre y medio caballo” (“Centauro”. Pequeño Larousse ilustrado. 1991). Esta criatura mítica tiene cuatro patas equinas y dos brazos masculinos que emergen arriba, junto a la cabeza animal y a la cabeza humana de piel morena. En particular, las dos cabezas surgen del cuello de la misma bestia. La cabeza humana está a punto de ingerir una especie de pequeña fruta naranja. En tanto, el caballo muestra el costillar y su cuerpo es café y amarillo y en el fondo se levanta un árbol con ramajes oscuros y una luz al fondo, teñida de amarillo limón. Especialmente, un arcoíris de verde, naranja, morado, violeta enfatiza el espacio fantástico de esta metamorfosis dinámica. De esta manera, el caballo es mágico dentro de un espacio mágico y nocturnal, todo lo cual se ubica dentro de un estilo artístico propio del realismo fantástico-mitológico, característico en este ciclo de la pintura de Mariscal. En particular, esta metamorfosis del hombre-caballo puede leerse también como el símbolo de los instintos animales del ser humano y con una misteriosa fruta como posible causa de la metamorfosis.
“Metamorfosis nocturnal” representa un mito pagano: El andrógino y el hermafrodita, ambos  de origen griego. El “andrógino” es un término que combina las raíces griegas que se refieren al varón (“andros”) y a la mujer (“gyné”) respectivamente. En general, la palabra designa a los seres animados que poseen “los dos sexos” (“Andrógino”. Pequeño Larousse ilustrado. 1991). En tanto, el “hermafrodita” es una palabra que combina a los dioses Afrodita (femenina, del amor) y Hermes (masculino, del comercio y la elocuencia). En general, es un término que se aplica a los seres animados que tienen “los órganos reproductores de los dos sexos” (“Hermafrodita”. Pequeño Larousse ilustrado. 1991). En la pintura, un cuerpo desnudo de mujer, de pie y de perfil, mira con rostro viril hacia el frente. La clave de este personaje mitológico es que un rostro femenino parece desprenderse de la cabeza masculina. Hay una vorágine de color violeta, azul y un sol amarillo al centro, justo tras la espalda de la única figura humana del cuadro. Asimismo, el cuerpo femenino muestra cuatro brazos  y dos pechos de mujer voluptuosos y plenos. La figura transluce un proceso de “metamorfosis” y el cuerpo emana gran sensualidad. Es el mito del andrógino o el hermafrodita, en versión moderna. En especial, aparecen otra vez el espacio nocturno y la luna como testigo de la misteriosa transformación fantástica. La noche y la luna surgen, pues, como poderosos motivos en este ciclo de cinco pinturas del artista Mariscal. Ambos personajes están en el cuadro del fauno, como ya se indicó.
“Metamorfosis de un ángel” es el único mito cristiano de esta brillante serie de Mariscal. El “ángel” es una “criatura puramente celestial” (“Ángel”. Pequeño Larousse ilustrado. 1991). Una mujer desnuda está sentada al centro del cuadro y le brotan alas blancas de la espalda. Es el personaje fantástico central de esta gran pintura al óleo. El rostro femenino es extremadamente hermoso y tiene los ojos cerrados y labios sensuales y carnosos. En tanto, el cuerpo muestra algunas manchas grises y violetas. Al fondo, hay una vorágine de colores pastel (verde, violeta, azul, morado) con un fondo de luz amarilla, similar al de otros cuadros de la misma serie de realismo fantástico-mitológico. Como testigo de la “metamorfosis”, aparece un ángel femenino ya plenamente transformado, justo abajo del ángel en gestación, de espaldas, cabello largo y dorado y alas rosas extendidas. El escenario luce como una imagen propia de la corriente cultural y artística del New Age.

3. LOURDES RUBIO: ABSTRACTOS NEBULOSOS Y PROCESO CREADOR

Los seis cuadros al óleo de Rubio son plenamente abstractos y usan títulos que resaltan, posiblemente, el proceso creador artístico Desde luego, estas obras expresan la plena cercanía con la palabra “metamorfosis” que da título a la sobresaliente exposición de los cuatro artistas. Estos son los títulos de sus pinturas: “Explosión vital”, “Inicio de vida”, “Momento creador”, “Momentum”, “Conversión” y “Transformación”. Por su configuración de figuras y colores, sus pinturas parecen lo que puede llamarse tentativamente “nebulosas puntillistas”. Para definir estos seis cuadros con una mejor visión estética, una serie de metáforas pueden servir mejor para explicar estas obras pictóricas de la artista Rubio. Las pinturas son estallidos de fuegos creadores, vorágines voraces que generan múltiples referentes y torbellinos de colores, líneas, puntos, luces y sombras. Son cielos cósmicos con estrellas, imaginativos cerebros imaginando, explosiones del cosmos creador y armonías del caos creativo.
Las pinturas de Rubio expresan, ante todo, el proceso creador del artista, justo en el punto del surgimiento del caos de formas y colores. Por eso, algunos cuadros se llaman, por ejemplo, “Momento creador” o, simplemente, “Momentum” o “Transformación”: Todas ellas son “metamorfosis” del artista. De este modo, como caos de de imágenes visuales en proceso, no hay formas terminadas pero son formas terminales, paradójicamente: Son sugerentes formas en busca de las significaciones que le otorguen los espectadores. Se ven como caos de líneas y colores, pero con gran belleza y gran cristalización de arte abstracto. En suma, son una esplendente metamorfosis de formas y colores. En especial, “Explosión vital” puede también titularse “Explosión creativa o artística”. Es un cuadro vorágine, “calcificación” de verdes, azules y blancos, perfecta “orografía” de la imaginación creadora. Este cuadro es el pleno estallido de la belleza, la culminación de esta belleza propia de este ciclo creador de Rubio: Algas o plantas, bajo un instante marino: Un puro impulso creador, “silvestre” e impulsivo.

4. LAURA MURILLO: ABSTRACTOS O PAISAJES URBANOS LEJANOS

Murillo muestra cuatro pinturas hechas con pigmentos y resinas que muestran una ambigüedad interpretativa, oscilando entre el arte abstracto y el figurativo. Es la única de los cuatro artistas que utiliza esta técnica pictórica. Por un lado, estas pinturas pueden verse como abstractos lúdicos o coo lejanos paisajes urbanos vistos desde la lejanía o desde una perspectiva aérea. Sus títulos: “Plano cósmico”, “Signos premonitorios”, “Vitral” y “Acontecimientos celestes”. De este modo, entre abstracto y figurativo, sus pinturas combinan en general dos imágenes pictóricas centrales: Centros o “nudos” cuadriculados hechos a base de líneas a veces un tanto abruptas, inarmónicas y un poco titubeantes, tal vez dibujadas a propósito para establecer estos geometrismos centrales como irrupción e interrupción de la simetría geométrica. El segundo componente son los espacios grandes de colores intensos y bien cuajados que simulan cielos o llanos o mares, dentro de una técnica de colores centrífugos: Esplendente verdes, rojos, naranjas, azules, todos los cuales parecen agua o tierra o cielo.
En el nivel más figurativo, los conjuntos de imágenes y colores de Murillo parecen lejanas ciudades modernas, industrializadas y/o futurísticas, con edificios visto desde arriba o desde el nivel mismo del suelo: Lucen como pan shots de cine, perspectivas de mapa o de fotos aéreas y las hipotéticas y lejanas ciudades aparecen entre espléndidos espacios de intensos colores propios de un cielo grandioso o de una verde naturaleza. Por ejemplo, “Signos premonitorios” parece una ciudad fantástica, de ciencia ficción, sumergida en luces verdes de un futurístico tiempo inexistente en la realidad histórica o sumergidas en un mar de algas o de vegetación; en tanto, “Vitral” puede ser un vitral de un edificio o una ciudad industrializada bajo el efecto profuso de vivaces luces naranjas y con un denso azul de mar abajo: Es, en suma, una ciudad fantástica, ultramoderna, vista al nivel de los edificios mismos, pero desde dentro de el espacio de un mar, como si se percibiera la imagen global desde un barco ausente en el cuadro. En suma, las cuatro pinturas de Murillo son poderosas e imaginativas porque son construcciones abstractas de gran colorido, fundadas sobre un eje central hecho de varios cuadritos, o bien, pueden verse como ciudades supermodernas perdidas entre cielos, mares y espaciosos suelos, ciudades miradas desde hipotéticas lejanías.
  En conclusión, Metamorfosis es una gran exposición de cuatro artistas chihuahuenses que plantean reinterpretaciones, retextualizaciones, recreaciones y, sobre todo, interesantes invenciones pictóricas, bajo el arte abstracto (Rubio, Murillo) y el arte figurativo (Mariscal) o ambas visiones (Amaya). Estos talentosos pintores dialogan con la tradición pictórica occidental, muestran sus personales metamorfosis creativas y, al mismo tiempo, la misma dinámica de sus cuadros son “metamorfosis” de formas, colores y/o temas. Ante todo, ellos buscan cambiar, evolucionar y, sobre todo, apartarse de la cruda y compleja realidad social y objetiva de los últimos años. En especial, seduce el arte de los cuatro artistas: El encanto visual, el misterio y la intensidad de las nebulosas azules de Amaya; las novedosas y muy originales fantasías mitológicas de Mariscal; las cuajadas imágenes abstractas de Rubio que plasman el proceso creador de la misma imaginación del artista; y, finalmente, las visiones de pura abstracción o de posible figurativismo de ciudades modernas lejanas o futurísticas, envueltas en halos de colores mágicos e intensos de Murillo.
  Metamorfosis es buen arte para los ojos mexicanos tan heridos por los tiempos difíciles, buen arte para el espíritu y la infinita imaginación creadora, buen arte para el nuevo milenio tan necesitado de belleza y de auténticos “remansos” de creación, creatividad, arte, color, serenidad y paz. Metamorfosis es una muestra colectiva de cuatro artistas chihuahuenses y se expone en el Museo Casa Chihuahua, entre el diez de enero y el dieciocho de marzo de 2014.
Los gentiles lectores pueden consultar otros datos sobre los artistas de la muestra Metamorforsis en el siguiente sitio de Internet: www.casachihuahua.org.mx/Expos/casa_expos_realizados.php?2014.




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