viernes, 14 de febrero de 2014

"LA BEBEDORA AZUL" Y "LA MUJER NARANJA": DOS MURALES SOBRE MUJERES TARAHUMARAS EN LA CIUDAD DE CHIHUAHUA

LA BEBEDORA AZUL Y LA MUJER NARANJA: DOS MURALES SOBRE MUJERES TARAHUMARAS EN LA CIUDAD DE CHIHUAHUA

ÓSCAR ROBLES

Dos mujeres rarámuris o tarahumaras son los personajes centrales de dos bellos murales pintados en sendas paredes externas de la Avenida Cuauhtémoc de la ciudad de Chihuahua. Una es un busto de perfil de una mujer bebiendo agua en un recipiente rústico y rural, investida en un tradicional vestido azul rey y con una pañoleta amarilla en su cabeza; otra representa a una mujer sentada frente al dintel de una puerta de una casona antigua, quien trae un vestido naranja propio de la cultura indígena de la Sierra Tarahumara.
La mujer y los indígenas de Chihuahua son figuras artísticas en algunas obras creadas por pintores chihuahuenses y su representación visual y pública tiene en general un fuerte sentido cultural, político y social, ya que las pinturas reivindican a estos dos grupos importantes del estado más grande de México. Algunas veces, las mujeres y los indígenas son seres humanos y personajes marginales y marginados por los grupos dominantes de Chihuahua. Estas dos imágenes artísticas en los confines del Centro Histórico significan, pues, la legitimación cultural y social y en el empoderamiento de su identidad colectiva, dentro del ámbito simbólico de la cultura popular.
Ambas paredes con las mujeres rarámuris pertenecen a las oficinas del Comité Directivo Estatal del Partido Convergencia, ubicadas en la esquina de la Avenida Cuauhtémoc y calle 18ª, justo en las márgenes del oeste del Centro Histórico, justo a un lado del Edificio Empresarial.
El más grande mural puede ser titulado tentativamente con el nombre poético La Bebedora Azul. Es un busto de gran tamaño, pintado de perfil, de una mujer tarahumara que está bebiendo agua de una vasija rústica, al parecer una jícara hecha con la cáscara de la calabaza. Su vestido de intenso azul rey reluce desde lejos y el amarillo limón de la pañoleta muestra unas pequeñas flores blancas. De su cuello, pende un collar de bolitas blancas. El rostro muestra partes un tanto oscuras y partes un tanto más claras de su piel morena. El conjunto de esta imagen femenina es bello por los colores tan vivos y alegres, por el realista volumen de las imágenes, por el trazo fino y un poco “asilueteado”. Llama la atención desde el otro lado de la Avenida Cuauhtémoc por su contundente y original belleza figurativa y, en especial, por la poderosa exaltación del regionalismo, del indigenismo y del feminismo chihuahuenses.
La segunda mujer parece de mediana edad y está sentada cerca de la puerta de una casona con el dintel hecho a base de la típica cantera rosada. Ella lleva un vistoso traje naranja con ribetes azul rey abajo y una franja gruesa de color crema en el cuello. La pañoleta de su cabeza es de un rojo intenso, con flores amarillo crema. El rostro moreno mira hacia un punto indefinido y  su expresión es serena y sobria. Este mural puede ser nombrado con otro título poético: La Mujer Naranja. En general, esta mujer sedente muestra el clásico hieratismo y seriedad de los indígenas rarámuris. Esta mujer indígena aparece en el contexto de una casona estilo colonial, propio de la cultura criolla mexicana. Destacan los colores vivos, el traje típico de los tarahumaras, tejido con algodón. En conclusión, sobresalen en la imagen la cara tan digna y los reflejos breves de sol teñidos en el vestido con gran sutileza artística. Este mural reluce por su realismo expresionista y por el mismo enfoque cultural y étnico del primer mural.
Los murales no tienen título ni se observa el posible nombre del artista o artistas que los realizaron en dichas oficinas. Así pues, La Bebedora Azul y La Mujer Naranja son murales hermosos por su concepción estética, cultural, social y política; por ser novedosos y originales dentro de la ciudad; por realzar al indio dentro de un ámbito dominado por los mestizos; y, finalmente, por reavivar el mural mexicano como arte público, plural y democrático.
En verdad, estos dos murales rescatan para el futuro dos imágenes de mujeres tarahumaras con su vestido típico y algunos de sus actos culturales y sociales. Como se sabe, las mujeres tarahumaras sobreviven económicamente dentro de un mundo moderno, citadino y, a veces, sumido en profundas crisis económicas. Estas dos imágenes femeninas son verdaderos arquetipos de la digna y fuerte mujer rarámuri chihuahuense y representan una mirada parcial y subjetiva entre las miles de imágenes instantáneas de estas mujeres indígenas que los ciudadanos contemplan en las calles de la capital del Estado de Chihuahua. En estas “instantáneas” reales aparecen indígenas reales, errantes, sobrevivientes y poderosos por su gran resistencia física y moral, dentro de una sociedad un tanto ajena a sus costumbres originales y primigenias.
En resumen, estos dos murales de autor anónimo son dignos y tienen buena factura artística, desde el punto de vista ético y estético. Principalmente, estas dos pinturas públicas recuerdan a los cientos de miles de chihuahuenses que las indígenas son grandes personajes artísticos. Especialmente, recuerdan el gran valor civil y humano de estas vigorosas y resistentes mujeres itinerantes que sobreviven a la pobreza, vendiendo mercancía de fácil consumo (chicles, dulces, chocolates, tradicionales mazapanes, semillas de calabaza, cacahuates) y hierbas medicinales (hierbanís, laurel, hierba de la víbora, gordolobo), sobreviven cargando su tradicional red de plástico o su moderna backpack y llevando a veces a sus tiernos bebés en rebozos amarrados a su fuerte espalda y hasta tomando de la mano a uno o dos niños que ya caminan y ya venden productos en las calles citadinas.
Junto a estos dos murales, “El Monumento a la Madre Rarámuri”, hecha en metal, es la brillante culminación de este gran homenaje artístico a las madres y mujeres tarahumaras por parte del actual gobierno estatal. Esta célebre estatua fue develada el diez de mayo de 2013 y está colocada en la Plaza Tierra de Encuentro del Centro Histórico de la ciudad de Chihuahua, la cual se encuentra cerca del Museo Casa Chihuahua. Así pues, los dos murales son un gran homenaje artístico a las mujeres tarahumaras. Ojalá ambos sean restaurados en un futuro.


"LA BEBEDORA AZUL" DE AUTOR ANONIMO (FOTO 1)





"LA MUJER NARANJA" DE AUTOR ANONIMO



"LA BEBEDORA AZUL" DE AUTOR ANONIMO (FOTO 2)

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