sábado, 15 de marzo de 2025

GOBERNANTES MODERNOS Y RENOVADORES EN MÉXICO SIGLO VEINTIUNO

 GOBERNANTES MODERNOS Y RENOVADORES EN MÉXICO SIGLO VEINTIUNO

 

       En el contexto histórico actual de 2025, México necesita desde principios del siglo veintiuno más gobernantes que sean ambientalistas (más parques con abundantes árboles y menos smog en ciudades medianas y grandes); feministas, indigenistas, campesinistas y obreristas (derechos humanos y programas sociales para marginados); ingenieros en transportes y comunicaciones (autobuses, tranvías y metro moderno en urbes); administradores públicos con orientación social (finanzas sanas y protección económica a los pobres); expertos en medicina (mejor salud pública, más clínicas y hospitales, médicos y enfermeras); profesionistas cultos (más y mejor cultura científica y humanística y educación académica). . . No sólo de negocios y productos materiales vive el ser humano.

       En la época contemporánea, los generales y militares revolucionarios ejercieron el poder entre 1910 y 1946 durante la etapa de pacificación y reconstrucción nacional; los abogados, entre 1946 y 1982, justo cuando se necesitaban más códigos de leyes, reformas y nuevas instituciones públicas, para orientar el crecimiento económico y la educación; los administradores públicos y los economistas, entre 1982 y 2012, cuando se requería impulsar la economía global con nuevas reformas estructurales, grandes inversiones monetarias y la construcción de infraestructura moderna de altura mundial.

          Los expresidentes Enrique Peña (2012-2018) y Andrés López Obrador (2018-2024) significaron un retroceso histórico dentro del camino a la modernización. Alertaron a la sociedad mexicana sobre los cambios económicos, políticos y sociales necesarios durante sus gobiernos, con sus errores y aciertos. El uno era administrador de empresas y militante del viejo corporativismo político; el otro, licenciado en ciencias políticas y promotor del rancio Estado autoritario, estatizante y populista.

          Ambos presidentes no eran los más apropiados para dirigir al país en esa coyuntura histórica de la segunda a la tercera década del siglo veintiuno. Fueron elegidos por una sociedad inmadura, desobligada, pobre e ignorante, carente de suficiente contexto histórico y político. Por eso mismo, se incrementaron el centralismo y el caos urbano; el crimen, la violencia y la corrupción; la marginación social de millones de ciudadanos; la contaminación ambiental de agua, aire y suelo; la pobreza cultural y educativa; y la aplicación de incorrectas estrategias de inversión económica absurdas y onerosas.

          En este tiempo de la tercera a la cuarta década del siglo veintiuno, se necesitan presidentes, gobernadores y alcaldes con otro mejor perfil profesional, administrativo e ideológico; se requieren equipos de secretarios, subsecretarios y burócratas más funcionales y atingentes que laboren de manera más congruente, democrática y justa.

          ¿De qué sirve amontonar más inversiones dinerarias e infraestructura urbana en las mismas urbes durante el largo periodo de 1988-2024 (Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey y otras ciudades grandes)?

          Los problemas urbanos se multiplicaron otra vez en el presente siglo y la expansión de la infraestructura física son insuficientes para atender a millones de inmigrantes que se mueven dentro de México, a los que vienen de Latinoamérica y se quedan y a los miles de expatriados de los Estados Unidos.

          La coyuntura actual de 2025 indica que hay que iniciar un largo proceso de descentralización de la riqueza y de las inversiones económicas y fortalecer a las ciudades pequeñas y al campo mismo, con estrategias inteligentes y visionarias que anticipen y construyan el futuro de México, para forjar un auténtico bienestar social y un verdadero bienestar ambiental.

El centralismo de cualquier tipo (económico, político, social) asfixia al país.

          Los amontonamientos excesivos de personas y máquinas automotoras individualizadas están destruyendo salud, vida, familia, trabajo, educación y cultura, desde hace varias décadas, desde que se expandió la globalización económica en la década de los noventa.

          Como Estado-nación, México no debe tener tantas urbes medianas y cuasi metrópolis (alrededor de cien) repletas de calles, avenidas, casas, edificios, vehículos automotores, megaconstrucciones y proyectos faraónicos, sino más ciudades habitables y pacíficas dotadas de los servicios básicos de agua suficiente, aire limpio y apropiada infraestructura urbana, para que conviva la gente de diversos grupos.

Cientos de “ciudades satélites” pueden ser una solución a la sobrepoblación de gente y máquinas.

          Por todas las anteriores razones, la sociedad debe elegir a gobernantes con mejores perfiles administrativos y profesionales y nuevos enfoques modernos de desarrollo económico, cultural y social. Asimismo, debe contar con mejores líderes en todas las instituciones de civilización (empresas, escuelas, medios de comunicación masiva, iglesias, sindicatos, clubes deportivos, etc.).

          El modelo “desarrollista” y de excesivo “amontonamiento neoliberal” de inversiones monetarias debe pasar a la historia. La sola acumulación de riqueza y patrimonios económicos no sirve si no se mejora el ambiente de convivencia social entre ciudadanos del mismo municipio, estado y nación.

 

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