miércoles, 3 de marzo de 2021

COMENTARIOS AL SALMO 8: LA GRANDEZA DE DIOS Y EL PAPEL PRIVILEGIADO DEL SER HUMANO POR OSCAR ROBLES

El Salmo 8 es un texto positivo que exalta la grandeza de Dios y el privilegio de los seres humanos como temas principales. En el texto, un creyente fiel, personalizado en un colectivo “nosotros”, expresa la magnificencia de las creaciones divinas en el universo tales como el cielo, la luna, las estrellas, el ser humano y los animales. Asimismo, resalta al mismo tiempo el papel dominante del ser humano sobre los otros seres vivos del mundo, como hijo de Adán: sobre mamíferos, aves y peces. 

En particular, el entero texto poético es una alabanza dirigida a Dios mismo. El hablante lírico citado personaliza a Dios en dos vocativos, por lo cual el supremo creador adquiere categoría de oyente poético único del salmo, ya que se trata de una oración o rezo. Este poder divino es tanto que confunde a los “contrarios”, “enemigos” y “rebeldes” [Salmo 8: 3]. Un “contrario” o un “enemigo” es un pecador y un criminal; un “rebelde” es un ciudadano ingobernable, que se aparta de la estructura del Estado de Derecho de su propia nación y de otras naciones; es, pues, todo hombre o toda mujer que se rebela contra las leyes del Estado y de Dios, los cuales son dos cuerpos de leyes y fundamentos que se originan sobre la misma base moral del ser humano en toda la historia del mundo. Quien transgrede las leyes del Estado viola las leyes de Dios, según el filósofo alemán Federico Hegel. Esencialmente dos versículos funcionan como estribillos claves que magnifican el poder de Dios: “qué grande es tu Nombre en toda la tierra” [Salmo 8: 2, 10]. El segundo y último versículo aparece justo al final del salmo e incluye la letra mayúscula en la primera letra de la palabra “nombre”, a diferencia del primer versículo citado. 

De esta manera, este importante poema religioso del Libro de los Salmos y del Antiguo Testamento, reitera la idea de que el solo nombre de Dios es en sí un símbolo de poder y respeto para todos los cristianos. Finalmente, el Salmo 8 hace referencia clara a la idea de que el universo es la manifestación de “la grandeza y la hermosura de Dios” para los seres humanos, según la nota interpretativa de La Biblia publicada por la editorial Verbo Divino (1198). A la vez, este octavo salmo significa que Dios “ha colocado al ser humano por encima de toda la creación material y recalcado la igualdad fundamental de todos”, ya que Dios se hizo hombre como hijo del supremo creador (1199). Este comentario implica que los humanos poseen moral e inteligencia y, por ello, son seres superiores a los animales. 

La idea de la grandeza de Dios y de su poder en el universo entero se encuentra en un pasaje de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (1605, 1615) de Miguel de Cervantes; es decir, en un texto laico de una disciplina de las humanidades: la literatura. En dicha parte, el protagonista y caballero andante que da nombre a la novela afirma con gran fe que “no se mueve una hoja del árbol sin la voluntad de Dios”. Esta original idea revela la gran fe del autor español e indica la gran certeza sobre el gran poder de Dios como supremo creador del mundo. 

El Salmo 8 nos mueve a la reflexión sobre nuestra relación verdadera con Dios y sobre nuestro papel positivo y constructivo en el mundo. Es importante seguir creyendo firmemente en la grandeza de Dios en el siglo XXI, precisamente ahora que México y el mundo atraviesan por severas crisis y problemas mayores que no se habían visto desde principios del siglo XX. Particularmente, han afectado seriamente a la población de México dos recesiones económicas (2008, 2020), una epidemia (2009), una pandemia (2019), una guerra contra el crimen organizado (2006-2021), la pobreza y el deterioro de la naturaleza, que es la gran y hermosa creación divina. 

Finalmente, es importante recalcar que el bien y el mal operan por la voluntad de Dios; que la belleza y la fealdad se manifiestan por obra de Él; y que las virtudes y los vicios se enfrentan en el mundo por designio divino. “No hay mal que por bien no venga”, dice el refrán popular. Las experiencias dolorosas y amargas aportan aprendizajes, enseñanzas y beneficios. La pobreza y la enfermedad nos enseñan a ser humildes y a amar al prójimo en verdad; aun más: ambos problemas, el económico y el físico, nos revelan la vanidad de las posesiones materiales frente a la fragilidad de la vida y el advenimiento repentino de la muerte, bajo la ruleta del universo y la voluntad suprema de Dios. Alabemos a Dios y esperemos la manifestación de sus obras de amor y sabiduría. Sobre todo, aceptemos sus castigos y sus recompensas por ser malos o buenos cristianos, respectivamente. 

La sabiduría de vivir es clave en los tiempos difíciles. Las ideas y reflexiones son esenciales para no causar terribles daños al prójimo. Tanto los ricos como los pobres, los grandes empresarios y los trabajadores, deben entender y atender las advertencias sobre el cambio climático, sobre la difusión de la violencia física y mental, sobre las causas de las crisis económicas y sobre la maldad que se ejerce sobre los demás. Dios es grande. Y castiga. 


                                               Obras citadas 

La Biblia. 41ª ed. Madrid: Editorial Verbo Divino, 2002.

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