En el episodio “La copa de ajenjo” de Bonanza, se desarrollan las consecuencias negativas de dos crímenes cometidos en un pueblo del oeste americano. En dichas acciones, emergen el papel de la justicia en Occidente y la bonhomía y el perdón de la familia Cartwright hacia las víctimas de tales delitos.
En general, todos los episodios de dicha serie norteamericana forman parte de las condiciones en que se dirimían los crímenes bajo las leyes del viejo oeste americano. Por ello, este programa pertenece ya a los clásicos Western de la televisión y tuvo gran éxito en los Estados Unidos, México y otros países.
En la década de los sesenta, los niños y jovencitos se entretenían con Bonanza y diversas series de vaqueros. Al mismo tiempo, aprendían la diferencia entre el bien y el mal y observaban el papel de la justicia oficial en los pueblos del oeste americano. De igual manera, el Cine Ranchero de México de aquel tiempo ofrecía similares historias con polarizaciones éticas básicas propias del melodrama e integraban romances y música alegre, íntima, positiva y/o regionalista y nacionalista.
El cine, la televisión, el radio e Internet pueden educar y culturizar a la sociedad actual, especialmente en un tiempo de caos urbano, familias disfuncionales y ausencia de padres en el hogar. Por ello, es tiempo de volver a recuperar las vidas de los pueblos mexicanos y de las ciudades del siglo XXI, con propósitos didácticos y bajo esquemas básicos del bien y el mal y con el triunfo de la justicia.
Así pues, las series de televisión y radio pueden (re)educar a la sociedad mexicana, a traves de los medios de comunicación masiva, frente a la escasa o deficiente educación académica de la actualidad, la cual fue afectada seriamente con la derogación de la Reforma Educativa por parte del actual gobierno federal. Asimismo, las clases de ética y civismo y sólidas clases de historia deben acompañar todo programa escolar de los primeros tres niveles de enseñanza: primaria, secundaria y bachillerato.
En los sesenta y en los setenta, las películas de luchadores mexicanos también planteaban similares esquemas morales, con los papeles estelares de El Santo, Blue Demon y Mil Máscaras. Por otro lado, más series históricas sobre México serían un excelente cambio cultural en todas las instituciones de civilización del país, para influir notoriamente en las nuevas generaciones del país. Así, se recuperaría la identidad colectiva, ya sea regional o nacional. La falsa nostalgia pasatista por el pasado rural ha hecho que emerjan géneros de música y filmes en el siglo XXI con elementos negativos, pesimistas, fatalistas y hasta perversos.
Hay que ser sinceros y honestos: la sociedad mexicana no avanzó en educación y cultura en tiempos de prosperidad y avances notorios de la democracia, el Neoliberalismo, la tecnología y la modernización del país, durante el gran periodo de 1990 a 2020. Todo proceso de modernización económica debe conllevar una modernización cultural, consideraba el escritor mexicano Carlos Monsiváis. El resultado de dicho proceso histórico es que una parte de la sociedad se convirtió en maquinas de consumismo, diversión, vicio, violencia e ingobernabilidad. Por este motivo, hay que construir apropiados mecanismos correctivos en todas las instituciones de civilización. La sociedad está integrada por millones de ciudadanos; en cambio, los gobiernos son minoría y no pueden corregir todos los errores de formacion humana y ciudadana que se cometen en el seno del hogar, las escuelas, los templos, los centros laborales y otros espacios de la nación.
Hay que trabajar con los medios de comunicación masiva para configuran nuevos discursos se civilidad, cultura y nacionalismo, transformando el papel actual de la libre empresa del capitalismo.
Entonces, es necesario comenzar desde abajo otra vez con la población menos civilista y/o educada de México, sean trabajadores o empresarios, hombres o mujeres, formales o informales. Por su parte, los creadores culturales deben aportar su visión positiva y ser apoyados por los medios de comunicación masiva. Las comedias bobas del pasado reciente sólo dan entretenimiento y humor, pero no enseñanza y cultura positiva y constructiva. Son programas escapistas.
Volvamos a la serie Bonanza. Cinco vaqueros son propietarios del próspero rancho La Ponderosa. Ellos protagonizan la serie: el padre Ben Carwright (Lorne Green) y los hijos Hoss (Dan Blocker), Adam (Pernell Roberts) y Joe (Michael Landon). Aparecen en cada episodio distintos personajes secundarios con diferentes conflictos y situaciones dentro de la sociedad rural americana de aquel tiempo.
En el episodio “La copa de ajenjo”, Joe Cartwright es juzgado en una corte por haber matado a un tal Crenshaw. Lo exoneran de tal culpa por haber ocurrido en defensa propia. Sin embargo, el padre de la víctima piensa que Joe debe ser colgado por tal asesinato y se lo dice personalmente al asesino juzgado en presencia del padre Ben y el hermano Hoss. Paralelamente, llega al pueblo la señorita Roberts y coloca anuncios en las puertas del pueblo para que maten a Joe por haber asesinado supuestamente al hermano de ella y así recibir una cuantiosa recompensa. Con este segundo crimen, la popular serie norteamericana plantea asuntos de crimen, ley, justicia, nobleza, perdón y redención, los cuales son propios de la cultura occidental y cristiana.
La trama “La copa de ajenjo” se complica con la presencia de la señorita Roberts, quien curiosamente es una persona educada, pues desempeña el puesto de maestra de literatura anglosajona en un estado del este americano. Como consecuencia de los agresivos anuncios al margen de la ley, Joe es amenazado e incitado a la pelea por algunos hombres malvados y ambiciosos de la región, para obtener la recompensa. Los Cartwright apoyan y protegen al hijo menor en todo momento. Particularmente, el padre Ben (Lorne Green) aporta su opinión sabia sobre el complicado asunto, como cabeza y persona mayor de la familia. Usualmente, Ben es respetado en la región por apegarse a las leyes de su gobierno.
Posteriormente, Joe ayuda a cavar un pozo al señor Crenshaw para aliviarle su pena por la muerte de su hijo y pedirle perdón por la muerte de su hijo único. Por su parte, el alguacil del pueblo Glenn pide información al juez de Carson City sobre el crimen cometido contra Roberts, el cual luce como un asunto extraño e injusto. El propio alguacil piensa que Joe es inocente de ese primer crimen. La información judicial llega vía un telegrama oficial y el mensaje sostiene que Crenshaw mató a Roberts.
Sin embargo, Joe corre peligro y su padre y hermano tratan de protegerlo. El menor de los Carwright se enfrenta a golpes con un grupo de matones en plena pradera, pero el señor Crenshaw lo rescata con su rifle. Esta defensa es aparente y fingida. En realidad, se trata de una estrategia del anciano, para ganarse la confianza de Joe. En secreto y cubierto con una máscara, Crenshaw ha negociado el cobro de la recompensa con la señorita Roberts, lo cual demuestra su ambición por el dinero. Ella se disculpa con los Cartwright y trata de enmendar su grave error cuando lee la notificación oficial del alguacil Glenn sobre el verdadero asesino de su hermano.
Al final de la interesante trama, Joe lleva personalmente el telegrama del alguacil al señor Crenshaw. Sin embargo, el veterano padre sufre un profundo rencor, no cree en la información del juez y trata de asesinar a mansalva a Joe. La escena ocurre en la casa del viejo vaquero que ha perdido a su hijo. La secuencia es verdaderamente dramática, pues el hombre lucha con su conciencia y se debate entre la necesidad de la venganza violenta y el respeto a la justicia oficial de la región y la aceptación de que su propio hijo fue un asesino.
Finalmente, Crenshaw se arrepiente, llora y confiesa haber cobrado la mitad de la recompensa a la señorita Roberts, justo cuando se encuentra en presencia de Joe, el asesino de su hijo. La maestra de literatura anglosajona parte del pueblo y el generoso Joe la perdona y recibe un beso agradecido de la educada dama. Es, pues, un final feliz, como la mayoría de los episodios de Bonanza.
Aunque Bonanza se aparta y se distancia de las realidades mexicanas del siglo XXI, es importante revalorar la esencia moral y legal de esta serie del oeste americano. Joe se somete a la justicia oficial, trata de enmendar su error a través del trabajo duro de cavar el pozo y conversar con el viejo Crenshaw y perdona a la señorita Roberts por su falsa acusación. Por otro lado, los finales felices y las resoluciones correctas implican un nivel de didactismo necesario para educar a niños y jovencitos. México atraviesa por un difícil tiempo de grandes problemas sociales, ingobernabilidad y falta de respeto a las leyes, las instituciones y la justicia. El final feliz, el perdón y el arrepentimiento son necesarios para enseñar a los niños a reconciliarse con la sociedad y reencontrar la felicidad con su familia y otros miembros de su comunidad, tanto con hombres como mujeres de todas las clases sociales, etnias, regiones, generaciones y razas.
Ante todo, México es una nación moderna y no un territorio de ambiciones, corrupciones y transgresiones; constituye un país con una gran historia, riqueza material y avance cultural con respecto a los últimos dos siglos de vida republicana y democrática, desde que se independizó a principios del siglo XIX.
A todas luces, los episodios de Bonanza son melodramas. En ellos, se contrastan y enfrentan el bien y el mal y el crimen y la ley. En tanto, los vaqueros Cartwright representan el trabajo arduo y honesto, la ley y el bien. Los espectadores modernos pueden gozar otra vez estas viejas series de los sesenta, las cuales educaron informalmente y abrieron el conocimiento hacia la moderna cultura norteamericana. Basta recordar algunas series de aquel tiempo que aportaron nuevos conocimientos, tales como la cultura sobre vaqueros del oeste, la colonización americana, la ciencia, la tecnología y los viajes espaciales, entre otros aspectos. Entre ellas, hay que recordar El Gran Chaparral, Daniel Boone, Perdidos en el espacio, Espías con espuelas y El Túnel del Tiempo.
En especial, la perspectiva moral del mundo era básica en todas esas series, bajo un esquema del bien y el mal. No obstante, es necesario partir otra vez de lo básico y sencillo, ahora que México regresa a los esquemas políticos del viejo subdesarrollo de la década de los setenta. No hay que temer el comienzo desde abajo otra vez, para reconstruir la moral personal y familiar, la ética ciudadana y el nacionalismo mexicano. El progreso material permanece.
Es mejor (re) construir personas morales y civiles como nuevas subjetividades mexicanas modernas que seguir “navegando” en vehículos automotores con el alcohol en la sangre y escuchando absurdamente una deficiente música rural en espacios urbanos modernos y a diversos locutores muy limitados en conocimientos de la verdadera cultura que necesita un pueblo. Es mejor construir que destruir por medio de ruidosas fiestas en las modernas “cantinas casa” del siglo XXI.
Es mejor, pues, cambiar hacia la civilidad, la moralidad y el nacionalismo, desde la sociedad y la nación y no desde el Estado o gobierno.
La sociedad debe superar la dependencia excesiva de un Estado paternalista y sobreprotector y construir sus propias instituciones y agrupaciones creadoras de cultura constructiva y positiva. octavio Paz recomendaba en "El ogro filantropico" la necesidad de reconstruir a la patria a partir del fortalecimiento de los municipios o ayuntamientos cuando habia un Estado corporativo excesivamente autoritario.
Si no se forma una nueva civilidad y se refuerza la cultura nacional, el desastre en México será mayor y las vidas de dos o tres generaciones de mexicanos serán hipotecadas por las deudas cuantiosas, en detrimento del bienestar social y la seguridad económica y social y la modernización general del país. Hay que ir al pasado a rescatar lo bueno como ciudadanos responsables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario