ANTONIO GONZÁLEZ OROZCO EN EL MUSEO CASA CHIHUAHUA: MEXICANISMO,
INDIGENISMO Y REALISMO POÉTICO
ÓSCAR ROBLES
Nacionalismo, indigenismo, profundo y tierno amor por los
niños, luminosa visión poética de los humanos y los objetos, amor artístico por
los marginados sociales, cuidadosa y artesanal construcción de juguetes y
herramientas, colorida recreación de frutas y flores, alta creatividad y
colores brillantes y muy vivos, todo ello puebla una buena parte de la gran obra
artística del chihuahuense Antonio González Orozco. La exaltación de la
historia y el didactismo se ven en sus portentosos murales sobre México y las
ciencias; la preocupación social, la idealización de los niños y el gusto por
las cosas sencillas y cotidianas aparecen en varias de sus pinturas de
caballete; el mexicanismo y el indigenismo se proyectan en algunas esculturas
de metal.
En especial, su famoso mural sobre Benito Juárez y la
Intervención Francesa es de gran calidad estética y trascendencia histórica, le
ha dado gran renombre nacional a su autor y lo han reproducido decenas de miles
de veces en los textos de historia de las primarias mexicanas, entre el siglo
XX y el siglo XXI. Además, cuenta con importantes laureles y premios nacionales.
Nació en la ciudad de Chihuahua y una parte de su obra fue expuesta en el Museo Casa Chihuahua entre el verano y
el otoño de 2015. Esencialmente, su obra de caballete ha sido catalogada bajo
el estilo artístico del Realismo Poético
y los murales son de carácter histórico y hasta didáctico. Esta importante y
colosal exhibición se tituló “El Chihuahuense
Antonio González Orozco, uno de los Grandes Muralistas Mexicanos” e incluyó
treinta y ocho obras de pintura y escultura y algunos testimonios críticos y
biográficos de gran valía en forma escrita y en video.
MURAL "JUAREZ, SIMBOLO DE LA REPUBLICA CONTRA LA INTERVENCION FRANCESA" (1972) DE ANTONIO GONZALEZ OROZCO |
1. INDIAS
DESNUDAS, PERSONAJES HISTÓRICOS, MARGINADOS SOCIALES, DOLIENTES CRISTIANOS Y “NIÑOS
FRUTALES Y MUSICALES”
En general, las obras artísticas de González Orozco
manifiestan una gran riqueza de imágenes visuales, intensos colores, precisos
dibujos y volúmenes perfectos. Las escasas esculturas expuestas son
mexicanistas e indigenistas con indias un tanto obesas, bien talladas flores y
algunos niños en acciones de juego; las pinturas de caballete se caracterizan
por la idealización y la alta poetización de las figuras humanas, animales, vegetales
y objetuales y por la intensa y brillante pigmentación con el uso de colores
puros y auras amarillas; también, cuenta con pulidos y sobrios retratos
históricos o escenas religiosas con personajes dolientes o escépticos, todos
ellos trazados con colores más apagados: Son imágenes graves de héroes civiles
e históricos de México y de personajes cristianos; a veces, su imaginación
artesanal se cristaliza a plenitud en puestos de mercado de frutas, juguetes
infantiles, herramientas y objetos de floridos jardines y de prácticas
militares y deportivas. Son seis esculturas y treinta dos cuadros (algunas
impresiones digitales grado museo o glicee y algunos bocetos). He aquí una
descripción de las principales cualidades de las treinta y ocho obras exhibidas
en el Museo Casa Chihuahua:
1. “FLORISTA”
[Bronce, 22 X 18 cm., sin fecha]. Una obesa mujer indígena abraza un montón de
flores. Se encuentra desnuda y sentada, con el cabello recogido en molote. Mira
serena y meditativa.
Perfecta talla y volumen, representa una figura
indigenista y mexicanista, un amor por la mujer del pueblo: La típica vendedora
de flores. Se ve un bronce verdeado por el tiempo como toque especial, muestra
una fina talla y representa una figura femenina realista bajo una visión
poética e intimista.
2. “AVALANCHA”
[Bronce, 10 x 10 x 7 cm.]. Dos niños abrazados se deslizan en una vieja
avalancha con ruedas de metal y la parte lateral derecha se ve medio levantada
para dar dinamismo a la escena del juego infantil callejero. En especial, el
niño conductor sujeta la cuerda-volante de la plataforma con ruedas de metal.
Las figuras humanas y objetuales están talladas en bronce
dorado y es escena urbana de juego de niños, pero sin contexto espacial. Revela
el amor del artista por los niños mexicanos, sus juegos y sus aficiones.
3. “GUITARRERA”
[Bronce, 7 x 20 x 5 cm., sin fecha]. Sobre una base de mármol blanco, descansa
recostada una mujer desnuda, muslos y glúteos regordetes, abrazada amorosamente
a su guitarra.
En sus músculos de bronce, mujer y música viven su
romance como amantes sensuales. Es una tradicional belleza mexicanista que
enamora, una exaltación del cuerpo femenino, dentro de una escena intimista e
idealizada. Sus músculos rugosos y sensuales seducen. En suma, la mujer artista
representa una figura muy poética y hasta simbólica que iguala en belleza a
fémina e instrumento musical o, tal vez, puede ser hasta una realista escena
íntima captada por el erotismo del escultor. Es la mejor escultura de la
muestra por su hechura estética y por su fantasía sensual.
4. "HAZ DE
ALCATRACES” [Bronce, 20 x 21 x 18 cm., sin fecha]. Una obesa mujer indígena
abraza un montón de alcatraces en su regazo y mira ligeramente hacia su lado
derecho, como posando, con su diadema en la cabeza.
El íntimo “tesoro” de alcatraces en el regazo de mujer resalta
por su talla tan precisa, con sus botones en “corazón” de flores justo al
frente. La feminidad reluce y seduce por el volumen corporal extenso de espalda
a glúteos. Otra vez, se recrean el hondo mexicanismo, el indigenismo, la
belleza de la mujer desnuda y las bellas flores como amor femenino, naturaleza
y mujer como espejos de la belleza del mundo. Es una clásica vendedora de
flores captada en otra escena intimista, poética y sensual, como aquellas
figuras indígenas que el muralista mexicano Diego Rivera cultivara en sus obras
pictóricas de caballete y sus murales.
5. “NIÑA CON
FLORES” [Bronce, 20 x 14 x 14 cm., sin fecha]. La escultura es un busto de
niña con flores en pecho integradas al volumen, pañuelo a la cabeza, gestos
azorados y tiernos de infante en la cara de rasgos indígenas. Toda esta figura
descansa sobre una plataforma de madera.
La figura exalta el mexicanismo y el indigenismo con sus
perfectas esculpidas. Esencialmente, muestra el conocido amor por la infancia y
la naturaleza por parte de González Orozco, el cual se decanta con
pigmentaciones y volúmenes memorables en sus pinturas de caballete.
6. “COLUMPIO”
[Acrílico sobre tela, 90 X 65 cm., sin fecha]. En el cuadro, domina el tópico
de la niñez luminosa con mirada poética, de acuerdo a la visión crítica planteada
por Alfonso Neuvillate. En el centro de la pintura, dos niñas gorditas se
pasean en un columpio en un patio con baldosas color crema, macetas enteras de
color azul y macetas quebradas en color marrón que contienen bellas plantas y
flores, todo sobre un fondo profusamente color limón. En especial, la niña
grande viste una blusa violeta con un pantaloncillo corto azul; la pequeña, en
tanto, trae una camisilla gris. La niña grande mira a la pequeña y ésta voltea
hacia arriba.
En general, el colorido brillante, alegre e intenso
realza las imágenes graciosas y tiernas del juego infantil, bajo la perspectiva
amable y dulce del artista. Se mira un perfecto dibujo y una gran armonía de
colores vivaces. Las niñas simplemente se divierten en una escena cotidiana en
un patio con plantas y flores, los grandes compañeros de la niñez, según la
visión artística de González Orozco.
7. “DESCENDIMIENTO
DE LA CRUZ” [Óleo sobre tela, 112 X 76 cm., sin fecha]. Es un el famoso tema
cristiano de la Crucifixión visto con una estética del expresionismo realista y
desde una perspectiva visual novedosa. Esta perspectiva espacial contrasta con
el clásico ángulo de frente y desde arriba con la multitud de gente, propio de
la visión tradicional de Cristo crucificado. En el cuadro, tres mujeres tristes
y con ojos cerrados se encuentran al pie de la cruz, junto a una escalera,
llorando la muerte de Jesucristo. Están investidas en telas de color negro, con
pañoletas del mismo color. Al fondo, se mira una pared gris y, en general,
predomina una atmósfera sombría, doliente, ambas percibidas desde un primer
plano. La mujer del frente muestra ropa blanca en el pecho, pero el patetismo
de sus caras es el centro mismo de la obra.
Domina un estilo un tanto expresionista, con dibujos un
tanto distorsionados que aumentan el patetismo de la escena en comunión con los
clásicos colores de luto. El pintor retoma y recrea aquí el clásico episodio de
la Crucifixión, pero visto desde un ángulo diferente, como si fuera una pintura
desacralizante, una toma de cámara de cine alternativo. La escena se observa,
pues, desde debajo de la cruz, junto a la escalera y desde la parte trasera de
la cruz. Entonces, Cristo está ausente y las tres dolientes ocupan el centro
del cuadro: El dolor de las mujeres con ambiente sombrío. Este cuadro contrasta
con los temas luminosos y alegres que dominan en esta muestra del Museo Casa Chihuahua y, por ello, revela
la destreza y variedad estilística del pintor mexicano.
8. “BOCETOS PARA
UN MURAL” [sin fecha]. Estos bocetos fueron trazados sobre papel albene.
Son tres escenas: de un baile popular, de un rastro y de un desfile militar en
el Bosque de Chapultepec de la Ciudad de México.
9. “PRIMER
CENTENARIO DEL EJÉRCITO MEXICANO” [Impresión digital grado museo, 95 X 123
cm., sin fecha]. Esta obra desarrolla un tema nacionalista y militar
contemporáneo. Sobre una bandera mexicana con un águila de frente, aparecen la
figura del presidente y revolucionario Venustiano Carranza y un soldado vestido
con moderno uniforme gris y casco. Debajo de estas figuras humanas, justo en el
centro, se ve un listón blanco sobrepuesto, con los años de vida del ejército
contemporáneo mexicano: 1993-2013. En especial, Carranza viste su chaqueta y
sombrero de alas cortas color caqui, tiene las barbas blancas y largas y porta
espejuelos, todo ello con una fidelidad de retrato tradicional.
Todas las imágenes son patrias e históricas y muestran
una perfecta fusión del general revolucionario coahuilense con el típico
soldado del siglo XXI, con el propósito de celebrar el centésimo aniversario
del Ejército Nacional de México. El diseño del traje del soldado exhibe algunos
motivos vegetales y su rostro mestizo y orgulloso muestra algunos rasgos
indígenas. En general, la pintura presenta una especie de finas y delgadas
capas, para dar un efecto especial en todos los volúmenes de las figuras
humanas y objetuales. Venustiano Carranza (1859-1920) fue diputado federal y
gobernador de Coahuila, combatió en la Revolución Mexicana, fue presidente de
México, promovió la Constitución de 1917 y murió asesinado en 1920 (“Carranza”).
10. “LA DUDA DE
TOMÁS” [Óleo sobre tela, 163 X 102 cm., sin fecha]. En esta obra, domina el
tema cristiano. Un Cristo resucitado con manto blanco es el centro del cuadro.
Muestra sus expresivas manos con algunas heridas rojas a once apóstoles
barbados y vestidos con mantos largos, que rodean a este importante personaje
religioso. Todas las figuras humanas llenan el cuadro, desde una perspectiva de
acercamiento. En particular, el apóstol Tomás extiende su mano derecha para
tocar las manos heridas de Cristo: Representa la duda, como señala el título de
la pintura. Este escéptico apóstol se encuentra en el primerísimo plano con
Cristo.
En general, el trazo del dibujo y el colorido básico
—negro, marrón y blanco— son expresionistas, con algunas cualidades un tanto
texturales. Algunas líneas blancas resaltan los cabellos de las barbas y la
cabeza de los personajes, para dar fuerza expresiva a la escena. Mientras los
rostros de los apóstoles lucen uniformes con barbas y rasgos faciales, las
manos de Cristo parecen como desprendidas del humano resucitado y las escasas líneas
blancas lucen como un énfasis breve. En tanto, el dorso de la mano de Tomás
muestra gran expresividad como las manos del resucitado, puesto que el
movimiento y la duda son el centro de la obra. El conjunto de figuras humanas
es singular, de gran factura artística, de gran fuerza y realismo en las
imágenes. Religión y expresionismo se funden para crear el clásico episodio
histórico del Cristianismo. Tomás es uno de los doce apóstoles cristianos; se
caracterizó por “la incredulidad que manifestó acerca de la resurrección de
Cristo, pues no se convenció hasta tocar con sus manos las llagas del Maestro”,
y es el símbolo de un tipo de persona que “no cree una cosa hasta cerciorarse
por sí mismo” (“Tomás”).
11. “TIRO AL
BLANCO” [Acrílico sobre tela, 92 X 112 cm., sin fecha]. La obra es una
escena militar o deportiva, sin humanos. Un destrozado y circular tablero de
tiro al blanco está sobre una cerca de madera color marrón claro en primerísimo
plano, sobre un bello cielo azul claro. El cartel del tiro al blanco muestra
círculos grises sobre fondo blanco con múltiples impactos de balas. Este objeto
exhibe tres esquinas desgarradas.
En resumen, es una escena objetual simple, con gran
realismo figurativo, casi fotográfico, plasmado con armónico colorido. Las
grietas de las tablas son texturales, hechas con preciso detalle. Su
simplicidad resalta la destreza del artista para reproducir con belleza
objetos, con buen dibujo y un colorido apropiado. Sin embargo, su valor
estético es menor al del resto de las obras pictóricas y escultóricas.
12. “ALIENTOS” [Acrílico
sobre tela, 55 X 70 cm., sin fecha]. Esta obra desarrolla uno de los temas
caros al artista: La niñez feliz y luminosa. Una niña y un niño tocan sus
flautas en un primerísimo plano del cuadro, justo enfrente de unas plantas de
hojas verdes y sobre el clásico fondo amarillo limón, alegre amarillo. A la
derecha del cuadro, se encuentra precisamente la niña, quien viste de blanco y
su flauta es gris y larga. A la izquierda de la pintura, se ve al niño, quien
trae un pantalón de pechera azul y camiseta blanca de mangas cortas; su flauta
es más corta que la otra, de color amarillo y está fabricada con madera. Ambos
infantes exhiben un cabello pelirrojo, ojos redondos y abiertos, piel naranja y
un rictus de concentración mental en su música.
En general, los colores son alegres y expresan una
exaltación de los niños como artistas incipientes de la música y de rostro muy
inocente. La infancia luminosa es uno de los temas predilectos del pintor chihuahuense
y las figuras adquieren gran vida con colores intensos. En tanto, las figuras humanas
son estilizadas y alejadas del realismo figurativo fotográfico. En suma, es una
visión poética e idealizada de los niños.
13. “PUESTO DE
FRUTAS” [Acrílico sobre tela, 110 X 170 cm., sin fecha]. Es una pintura
folclorista mexicana que entronca con la Escuela Mexicana de Pintura en cuanto
a sus temas. Representa la vendimia de mercado con productos naturales, todos
ellos trazados con imágenes candorosas y colores admirables, como ‘achinadas”
con múltiples líneas finísimas. Cuatro montones de frutas son exhibidos frente
a una cerca de madera marrón claro y, tras la cerca, aparece un niño de gorra
blanca y azul claro. Sostiene en sus brazos una mandolina amarilla que descansa
sobre el montón de las sandías. Al fondo, se ve un postre de concreto y una
sábana blanca atada con cuerdas a dicho objeto de los servicios urbanos. Al
centro del cuadro, las amarillosas bananas descansan sobre una vasija blanca
que se encuentra sobre una mesita de madera con plataforma rosada. Debajo de la
mesa, “florece” una cesta con verdosas tunas. A la izquierda del cuadro, se
observa un montón de deliciosas papayas sobre un papel blanco. Una de las
rebanadas de estas frutas muestra su pulpa naranja y sus negras semillas. A la
derecha, justo debajo de la niña, las sandías verdes envuelven a la mandolina y
dos rojizas pulpas son semillas negras justo al centro. Un palo sostiene un
papel blanco con el precio de dos pesos por kilo. A un lado de la base de papel
o manto blanco, reposa una lata roja tronchada sobre las baldosas rectangulares
color marrón claro. La mirada del niño es inocente, ingenua.
El intenso
colorido, la escena frutal, los amables y suaves dibujos y el conjunto de
fruta, música y niño expresan la alegría de la infancia, bajo la perspectiva
vital y colorista del pintor de Chihuahua. Puede clasificarse como una escena
de “los niños frutales y musicales”, según reza el subtitulo de la presente
sección de este artículo.
14. “TRAGAFUEGOS” [Óleo
sobre tela, 100 X 70 cm., sin fecha]. Es un cuadro expresionista sobre un
marginado social de la realidad mexicana contemporánea, plasmado con singulares
estilo y tema y una factura artística excelente. Un hombre de camiseta negra de
tirantes aparece en el primerísimo plano con los brazos cruzados, portando dos
antorchas negras de llamas naranjas, todo sobre un fondo azul oscuro y gris.
Trae un gorro hecho de papel blanco y mira con rostro triste y serio.
La
originalidad de este cuadro se centra en el cuerpo expresionista del afligido
hombre de la calle. Como se sabe, los populares “traga-fuegos” vagan en las
calles de las ciudades mexicanas y producen llamas enormes escupiendo
combustible sobre las antorchas, para recibir unas monedas en pago a su
espectáculo flamígero. Sin embargo, las dimensiones normales del hombre están
alteradas, pues su cuello y su cara son pequeños y los ojos “se vacían” de
negro y de tristeza. En tanto, el torso y los brazos despliegan un gran tamaño
y tiene la piel grisácea que armoniza con la ropa y el gorro por sus básicos y
sombríos colores. El artista exalta al marginado de la calle por la dimensión
de sus extremidades superiores y lo pinta como un arquetipo de la pobreza
mexicana y lo envuelve en una atmósfera densa y plasma una cara acongojada y ojos
apagados. En suma, reluce como un cuadro de belleza sombría, con un punto de
vista social del pintor y con una figuración paradigmática sobre el humano,
latinoamericano y/o mexicano, sumido en la pobreza y en la dramática sobrevivencia
cotidiana: En la desolada soledad y el agotamiento de su labor callejera y
marginal.
15. “PLÁTANOS
VERDES Y MORADOS” [Acrílico sobre tela, 10 X 110 cm., sin fecha]. Puede
verse como otro cuadro sobre la tradicional vendimia de la calle con frutas,
con simples objetos de madera del México contemporáneo y sin personas. Sobre un
fondo gris, un montón de racimos de plátanos verdes aparece en ocho grupos,
vistos desde el primerísimo plano. Las frutas se encuentran sobre rejas de
madera amarilla, cubiertas de periódicos, de manera sencilla. Atrás, se yerguen
algunos racimos de la misma fruta en color morado.
A diferencia del cuadro “PUESTO DE FRUTAS” (ver la descripción del cuadro número 13), el
trazo del dibujo, los volúmenes y los colores de “PLÁTANOS VERDES Y MORADOS” son más realistas, casi fotográficos y
más alejados del volumen “reduccionista” y la imagen folclorista del Muralismo
o de la Escuela Mexicana de Pintura. De este modo, las imágenes frutales y vegetales
“cuajan” su verde y sencilla belleza todo el cuadro, bajo la perspectiva
popular del artista. Además, exponen la tradicional y mexicana venta de puestos
en la calle, una actividad económica y laboral de los mexicanos en las ciudades
contemporáneas. Bajo el impecable dibujo y el imponente colorido verde, las bananas
parecen verdaderas joyas, objetos preciados de la naturaleza, para ser
contemplados con arrobada atención en su virtual belleza.
16. “VENDEDOR” [Óleo
sobre tela, 80 X 60 cm., sin fecha]. El cuadro pertenece a la serie de “la
niñez luminosa” por la presencia de las frutas y dulces que parecen artesanía.
Sin embargo, el personaje se refiere más a un marginado social de la realidad
mexicana contemporánea, cuya figura fue plasmada con una visión popular y un
tanto amable, sin un gran contexto espacial. En primerísimo plano, un niño mira
al espacio con ojos negros desolados mientras carga una tabla con un
“bosquecillo” de trece dulces llamados metafórica y tradicionalmente como chapeteadas, dulces tan rojos como tunas
o manzanas. El fondo es amarillo oscuro. El marginal infante viste camiseta
gris con un manchón azul extraño en el pecho y un gorro marrón claro.
En
general, el trazo de colores es expresionista y el rostro refleja melancolía.
Los ojos negros y casi vacíos son inolvidables para el espectador: Transmite la
desolación de los niños de la calle en las ciudades grandes mexicanas. Otra vez
los colores sombríos expresan la pobreza del personaje. También, puede verse
como una figura paradigmática de la infancia mexicana, proyectada con gran
dignidad humana, belleza sombría y, en especial, con merecida justicia
artística, pues el pintor rescata a los seres anónimos y marginales y les da
trascendencia estética y cultural. Por su magistral trazo de dibujo y colores,
el cuadro conmueve en verdad sobremanera y su menos crudo realismo
expresionista cristaliza la imagen del vendedor ambulante y la cara de niño
triste, propio de las realidades sociales mexicanas y latinoamericanas. En
verdad, es un cuadro grande sobre un personaje sencillo y urbano, dentro de una
faceta menos rural y más urbana y metropolitana del Muralismo mexicano, ya que
González Orozco nació en la década de los treinta.
17. “FRUTA Y
REQUINTOS” [Acrílico sobre tela, 70 X 100 cm., sin fecha]. Reluce como una
pintura viva y altamente alegre con frutas, niños y música, dentro de una
visión dulce, positiva y un tanto idealizada y poética, bajo el estilo mexicanista.
En primerísimo plano, dos niños “posan” frente a una mesa de plataforma violeta
que tiene un jarro de barro con color verde y un cesto amarillo de mimbre,
donde “relumbra” la belleza de dos doradas pinas de estrelladas hojas verdes.
El jarro cobija una vasija con mangos amarillos. Justo atrás, a la izquierda
del cuadro, se observa una escalera de madera color café claro, la cual se encuentra
reclinada sobre una pared de alegre amarillo claro. En un peldaño, reposa un
pájaro azul. A la derecha de la pintura, varios niños parecen celebrar algo:
Uno levanta las manos, tapado por los mangos; otro, de camiseta blanca de
mangas cortas, mira de frente y sostiene dos guitarras pequeñas, una naranja y
otra verde turquesa.
Otra vez “la
infancia luminosa” y la música son los temas del pintor mexicano. Los colores
lucen como un tanto “achinados” o “chispeados”, para dar un efecto especial y
expresar un estilo propio. La factura estética es similar al estilo del cuadro “ALIENTOS” (ver la descripción del
cuadro número 12). Por su tema y sus personajes, el cuadro es mexicanista y
folclorista y construye cuidadosamente la alegría de la infancia. Sin embargo, los
dos personajes muestran los ojos tristes, espejo de sus corazones. La piel
naranja, los ojos de casi puro iris, el pelo corto y rojizo y las caras
redondeadas como frutas, todo ello implica que son niños mestizos convertidos
en paradigmas de la infancia mexicana. En especial, el artista se aparta del
crudo realismo para idealizar a los niños con la dulzura y la ternura de sus
pinceles y pigmentos, con su alma amable y creativa de artista. En resumen, los
colores brillantes y la atmósfera viva y feliz (frutas, música y aves)
contrastan con los niños de la calle, sombríos y pobres, del cuadro “VENDEDOR” mostrado en el Museo Casa Chihuahua (ver la descripción
del cuadro número 11).
18. “RETRATO DE
LÁZARO CÁRDENAS” [Oleo sobre tela, 80 X 62 cm., sin fecha]. El pintor
explora el tema histórico, desde un punto de vista nacionalista, exaltando la
figura de un presidente. Sobre fondo azul cielo, el presidente mexicano Lázaro
Cárdenas mira de perfil hacia un punto indeterminado, con su clásico rictus serio,
su bigote espeso y negro, cabello corto. Viste traje gris, camisa blanca,
corbata azul con líneas rojas.
Es un
cuadro de gran realismo, un retrato de un personaje histórico que nació en 1895
en el estado de Michoacán, murió en 1970 en la Ciudad de México, gobernó México
entre 1934 y 1940, fundó diversos sindicatos de obreros y campesinos y
nacionalizó el petróleo el 18 de marzo de 1938 (“Cárdenas”). El pintor capta
los rasgos precisos de identidad personal del presidente, militar y general
revolucionario en un momento de gravedad y seriedad moral, con un rostro de
reflexión. El fondo azulino suaviza el dominante gris del traje y le da cierta
belleza a este personaje que aparece parcialmente, sin el cuerpo entero, en el
primerísimo plano. En suma, es un retrato sobrio y sencillo para exaltar a este
trascendental personaje histórico del México contemporáneo.
19. “RETRATO DE
ZAPATA” [Acrílico sobre tela, 70 X 55 cm., sin fecha]. Puede clasificarse
como un retrato tradicional y como una pintura de tema histórico con un
personaje de la Revolución Mexicana, un icono de la lucha popular de los
campesinos mexicanos justo a principios del siglo XX. Sobre fondo gris, el
rostro del héroe mira fijamente hacia el frente con sus ojos profusamente
negros como carbón encendido, rostro serio, su clásico bigote largo, piel
rosada con resplandor breve en la frente y en la mejilla izquierda. Trae un
traje gris y una camisa blanca. Tras su cabeza, se mira un ligero halo amarillo
que lo inmortaliza y lo exalta como un mártir de la Revolución.
La
claridad general del cuadro y sus colores básicos (blanco, gris, negro y
amarillo) transmiten sobriedad. En especial, se cristaliza plenamente el rostro
adusto del héroe con fidelidad en rasgos faciales y resalta la mirada fija del revolucionario,
en un primerísimo plano, con la ausencia de la mayor parte del cuerpo. Todo se
conjunta para fijar la imagen clásica de Zapata como héroe y no como político y
como revolucionario y mártir. La ausencia de colores variados e intensos
remarca la proyección del retrato casi como fotografía: Zapata como icono, como
símbolo, como héroe. El gran realismo en rasgos faciales y el firme dibujo se
conjugan con el colorido singular y apagado, para realzar la imagen plena de un
héroe casi santo, con su aura amarilla al fondo. El morelense Emiliano Zapata
(1879-1919) fue el caudillo de los campesinos del sur de México, combatió en la
Revolución Mexicana durante la segunda década del siglo XX y fue asesinado en
1919. El pintor de Chihuahua postula con este cuadro su preferencia por los
temas históricos de México y, en especial, por la Revolución Mexicana. En este
sentido, su pintura es mexicanista.
20. “RETRATO DE
JOAQUÍN DE LA CANTOYA Y RICO” [Impresión digital grado museo —glicee, 1.20
X 90 cm., sin fecha]. Esta pintura sigue la línea de representar las imágenes
de personajes históricos de México. En este caso, se trata de un evento sobre
un hito del transporte aéreo. El señor de la Cantoya aparece en el primerísimo
plano, vestido de traje elegante y negro, saco largo propio de principios del
siglo XX, corbata, sombrero de bombín y camisa blanca. Porta una bandera
mexicana de tamaño mediano. Justo atrás de este personaje, se ve un canasto o
compartimento enorme de color marrón, con un globo aerostático en la parte
superior atado por cuerdas, todo sobre un sobrio fondo marrón.
Los colores apagados armonizan con el marrón claro de la
tierra y los blancos sacos de arena. Luce circunspecto el rostro pequeño del
protagonista, con bigote espeso y negro. Posa como en una foto para registrar
su hazaña cultural: El famoso vuelo del globo por los cielos mexicanos. En
general, el buen dibujo, el colorido oscuro construyen un retrato realista de
gran destreza técnica para combinar personaje y obra. El mexicano Joaquín de la
Cantolla o Cantoya y Rico (1829-1914) fue telegrafista y pionero en la
construcción de globos aerostáticos y una de sus hazañas fue lograda al volar
un globo de este tipo el 26 de junio de 1863 en la Ciudad de México, inspirado
por el viaje a México de los hermanos Wilson (“Joaquín”).
21. “PIÑAS” [Acrílico
sobre tela, 90 X 110 cm., sin fecha]. La pintura es similar en perspectiva,
color y tema al cuadro “TIRO AL BLANCO” exhibido
también en el Museo Casa Chihuahua (ver
descripción de la pintura número 11). Este cuadro se enfoca en las frutas, uno
de sus temas predilectos. En la pintura, cuatro amarillosas piñas de textural
apariencia descansan sobre una plataforma
de madera color café claro. Atrás de esta escena con apetitosas frutas
tropicales, se levanta una cerca de la misma madera. Al fondo, se observa un
cielo azul claro.
Básica y
sencilla imagen, revela gran hechura artística, simplicidad de objetos, sin
personas. Puede verse como un bodegón
callejero, exteriorista, a diferencia de los clásicos bodegones en cocinas,
comedores e interiores de casas. En general, el género pictórico del bodegón se caracterizar recrear alimentos
y comestibles en general de manera realista y apetitosa (“bodegón”). En
especial, la obra de González Orozco transita entre la exaltación del mercado
mexicano de frutas y la belleza del bodegón,
con imágenes configuradas con gran armonía cromática, luminosidad y pinceladas
con efecto un tanto textural en frutas y maderas. Las alegres “coronas” verdes
de hojas de las piñas relucen como estrellas y completan el equilibrio
cromático de estas imágenes realistas y figurativas.
22. “ISABELITA Y
EL AJEDREZ” [Acrílico sobre tela, 90 X 70 cm., sin fecha]. Esta pintura
pertenece a la genealogía temática de “la niñez luminosa”, dentro de la
estética de González Orozco. En esta obra, una niña pequeña mira al frente con
enormes ojos negros, nariz pequeña, un hermoso vestido color violeta con cuello
de graciosos olancitos blancos. Está sentada en una silla de madera marrón
claro con barras estilizadas. Se ven en su mesa de madera cuatro piezas de
ajedrez en color negro: Un caballo y tres alfiles. La pared tiene múltiples
flores de pétalos blancos y sus figuras y colores le dan singular hermosura a
la intimista escena doméstica y armonizan con el marrón claro de la madera.
El pintor exalta aquí a la niña por su curiosidad en
torno al clásico juego de mesa que desarrolla la inteligencia y la astucia. La
niña protagoniza todo el cuadro y muestra inocencia y belleza con el colorido y
la gracia de su vestido. En particular, el estilo del cuadro entronca con las
pinturas “ALIENTOS”, “COLUMPIOS” y “FRUTA Y REQUINTOS”, las cuales ya fueron descritas en el presente artículo. Es un cuadro
figurativo, pero no realista. Se exhiben contextos alegres, colorido intenso,
volúmenes y rasgos humanos un tanto reductivos.
23. “GALLINA
CIEGA” [Óleo sobre tela, 147 X 88 cm., sin fecha]. El cuadro recrea el
tradicional juego infantil mexicano enunciado en el título, con colores
sombríos y un estilo más expresionista. En la pintura, un niño de piel morena
levanta sus brazos buscando algo en el espacio de un cuarto, justo en el
primerísimo plano. Tiene los ojos cubiertos con una venda blanca. Atrás de este
personaje, se mira una pared azul oscuro con algunas formas geométricas, lo
cual realza el intimismo de la escena hogareña y el color blanco de la bata que
trae puesta dicho infante. En especial, esta prenda de vestir no cubre los
órganos genitales del juguetón infante.
En general, los volúmenes de las figuras muestran más
marcadas pinceladas para enfatizar un poco la cualidad textural de las imágenes
de gran hechura estética. Aunque es un simple juego infantil, los colores son
oscuros, pero no delatan tristeza o pesimismo, sino que cristalizan una nueva
belleza en los niños, una belleza inusitada y graciosa: El niño a ciegas
aparece en una escena lúdica, semidesnudo. Los dibujos son sólidos y los
volúmenes de las figuras son un tanto reductivas. Un niño mestizo juega a la
Gallina Ciega, lo cual es una forma de exaltar a los niños y una costumbre
mexicana. Al final de cuentas, el pintor mexicano expresa ternura y alegría
dentro de una escena casera y las imágenes son dulces y graciosas.
24. “ESCALERA Y
JAULA, DÍPTICO” [Díptico en acrílico sobre tela, 130 X 80 cm. cada uno, sin
fecha]. Esta original y alegre obra combina pintura y artesanía, para resaltar
obras de uso común. En el centro de los dos cuadros, se ven objetos sencillos y
elementos de la naturaleza, todos pintados con gran luminosidad y colores
intenso. La escena reluce como un posible referente pictórico a la propia obra
de un pintor que ama la belleza y la conserva en un jardín, como en un cuadro.
El artista usa la misma técnica y estilo en ambas pinturas ensambladas
perfectamente para conectar las imágenes de cada cuadro. Las dos pinturas
convergen para integrar una escena unitaria de jardín exuberante con objetos
extraños y comunes. Los extraños son una escalera y una jaula hechas con
maderas pintadas con exquisitas y graciosas florecitas rosas, violetas y
moradas. Son las obras de un artista sensitivo dentro del espacio virtual de la
pintura: Dos piezas de artesanía en la pintura con numerosas imágenes florales
diminutas tejidas con paciencia de orfebre. En la escalera (cuadro de la
izquierda), cuelga un balero verde limón con rayas doradas horizontales y
cuerda enrollada. También, una planta de alcatraz de vara verde limón está
recargada en la inusitada escalera. En la derecha del cuadro, se ve un pájaro
azul con vasija marrón claro y un juguete infantil conocido como yoyo también
de verde limón, pendiendo de su cuerda blanca. En especial, la jaula está
cubierta arriba con una tela blanca. Abajo, se observa una silla de madera
azul, con un tejido amarillo de mimbre. Arriba, se observa un sobre blanco que
alberga dos florecitas color café claro. Arriba de la silla, hay flores
amarillas en dos ramos. Atrás de todos estos objetos, se yergue un muro de
plantas verde oscuro y el césped exhibe hojas verde claro.
El trazo fino y preciso de los dibujos es excepcional.
Dominan numerosas pinceladas casi puntillistas en los volúmenes del muro, el
zacate, la escalera y la jaula. El colorido es exquisito. La obra fue
construida con el cuidadoso trabajo de “orfebre de los pigmentos”, con detalles
que parecen denotar una escena casi mágica de un jardín inusitado, tal vez
imaginario o de un jardín donde quizá vive un artista con sus hijos que juegan
y se divierten con los objetos antes descritos. Es de los mejores cuadros de la
muestra: Su luminosidad es encantadora y seductora. Luce como una pintura
deliciosa en color y dibujo. En general, el conjunto de los dos cuadros puede
ser el jardín de un estetizante y estrafalario artista-artesano o una escena
fantástica y hasta onírica creada por la imaginación creadora del pintor chihuahuense.
El resultado es deslumbrante y produce una obra preciosista en grado sumo:
Belleza pura con objetos simples y el impacto poderoso de los detalles
“puntillistas” y el detallismo de líneas y círculos.
25. “VICENTE
GUERRERO AL ENCUENTRO DE PICALUGA” (Acrílico sobre tela, 70 X 110 cm., sin
fecha]. Se considera una pintura de tema
histórico ubicado en la Independencia de México, a principios del siglo XIX. En
el cuadro, once hombres salen de la costa en una lancha, dos abajo y cuatro con
uniforme militar de Insurgentes: Pantalón blanco, chaqueta con el pecho rojo,
mangas azules y hombreras amarillas. Al fondo, a la derecha del cuadro, se
dibuja la silueta de un barco de tres mástiles, en la lejanía, encallado en el
mar. Luce como un esqueleto de madera o un fantasma de mar. En la lancha, tres
remeros de rostro mestizo trabajan arduamente y el héroe militar Guerrero
ordena con el brazo izquierdo remar hacia el lejano barco.
La escena
es original y bella porque está bañada de luz roja clara: Mar y cielo, en un
atardecer. El dibujo es un poco débil, pero el contundente rojo dota de gran
poder visual a la escena marina en costas del Océano Pacífico. El rojo
simboliza y anticipa traición y muerte, inundando este episodio lamentable de
la historia moderna de México. En dicho episodio, el capitán italiano Francisco
Picaluga aguarda al héroe mexicano Guerrero dentro del navío El Colombo. Luego, Picaluga lo traiciona
en el barco y lo hace prisionero en enero de 1831 y, como consecuencia,
Guerrero es juzgado por el Consejo de Guerra y fusilado el 14 de febrero del
mismo año (“Guerrero”).
26. “JAULA Y BICI”
[Acrílico sobre tela, 110 X 70 cm., sin fecha]. Es un cuadro de la misma
“genealogía” de los niños alegres y luminosos, de acuerdo a la opinión crítica
del mexicano Alfonso de Neuvillate. En primerísimo plano, de perfil, un niño
juega y se divierte estrafalariamente, montando una bicicleta colorida y
excepcional de tubos verde turquesa y llantas de círculos rosas, blancos y
verde claro, con cuernos que sirven de claxon, y unos listones violetas
colgando de un tubo. Viste pantaloncillo corto de mezclilla y camiseta amarillo
sol. Está descalzo. Trae en la cabeza un casco protector de piel color marrón
claro y, oh sorpresa, arriba de éste carga una jaula de madera con barrotes
blancos y un pajarillo gris arriba de la jaula. Al fondo del cuadro, se ve una
enorme maceta de madera amarilla con numerosos y vaporosos alcatraces. Todas
estas imágenes se proyectan sobre una poderosa y bella aura amarilla que baña
toda la escena y le da alegría, belleza, dulzura y gracia.
El niño moreno y mestizo luce como una idealización
clásica del niño mexicano, juguetón y travieso, el cual aparece en los cuadros “PUESTO DE FRUTAS” (cuadro número 13) y
“FRUTAS Y REQUINTOS” (cuadro número
17). La poderosa atmósfera amarilla y la belleza delicada e intensamente
colorida de los objetos y de los vegetales alcanzan grandes niveles de
poetización y exaltación de la infancia, puesto que los colores son “cálidos” y
las figuras humanas, animales, vegetales y objetuales muestran suavidad y
blandura en el trazo, como si fueran imágenes perdurables de almanaques. Son,
en suma, figuras llenas de gracia, dulzura y originalidad. Es uno de los
mejores y más originales cuadros de la muestra en el Museo Casa Chihuahua.
27. “MÚSICOS” [Acrílico
sobre tela, 80 X 110 cm., sin fecha]. Pertenece a la línea de “la infancia
luminosa”. Cinco niños desnudos y regordetes de piel cálida y naranja son el
centro de esta serie de lo que puede llamarse también “Los Niños Alegres”.
Estos infantes pueden verse como encarnaciones ideales de la niñez mexicana, configurados
con una mirada ingenua y dulce de la infancia. Se encuentran todos estos cinco
niños sobre un mueble de madera, especie de casita o caja. Uno, arriba, acostado,
se tapa los oídos; otro reposa sobre un tambor de triángulos rojo y verde
claros con una base blanca, sostiene de pie una hermosa y blanda guitarra
amarillo claro y parece lanzarla; dos más tocan sendas flautas rosadas de tres
agujerillos, sentados en una banquita de madera, adentro del mencionado mueble
grande. En especial, lucen muy concentrados en su actividad musical y muestran
descaradamente sus órganos sexuales; un quinto niño asoma su faz muy admirada
por una rendija, justo atrás del mueble grande. Al lado izquierdo de la
pintura, descansa un bandoneón amarillo. El fondo es un precioso y puro azul
rey.
En
general, todos los intensos colores transmiten blandura, dulzura, ternura,
calidez. Los niños parecen como angelillos en una escena fantástica e
inverosímil en que se divierten con música. Sus figuras tiernas son idealizadas
bajo el imaginario amable del artista y forman parte de su Realismo Poético. El cuadro enseña excelente factura artística y
privilegia los colores y volúmenes más que la firmeza del dibujo. De este modo,
el pintor cristaliza una escena infantil inverosímil y hasta un poco fantástica,
pero delicadamente hermosa: Los niños aparecen como ángeles de la música. La
pintura se potencia como una de las mejores de la muestra citada.
28. “RIELES” [Óleo sobre tela, 115 x 95 cm., sin fecha].
Este cuadro contrasta con la serie de las obras de la niñez luminosa, lo cual
demuestra la gran habilidad del pintor para manejar dos estilos diferentes y
opuestos: Lo poético y lo social, lo alegre y lo triste. Los niños son
personajes otra vez, pero dentro de una escena más realista y con imágenes
magistrales, construidas con colores básicos y un gran trazo expresionista.
Esta pintura se trata de tres niños pobres caminando sobre los rieles del ferrocarril.
Sus vestimentas lucen desteñidas: Pantalones de colores gris y café y camisetas
gris, rosada y amarilla. Los tres caminan descalzos. Al fondo, se ve una
fantasmal casa con una sola puerta al frente y arriba el cielo amarillo
neblinoso contribuye a la escena oscura. Impactan los ojos tristes y negros de
los infantes, la desolación de su vida callejera, su juego simple de caminar
sobre rieles, manteniendo el equilibro. Sin embargo, el de adelante porta un
libro blanco como una señal de esperanza, de posible educación. El suelo de
tierra es amarillo apagado y armoniza con el pardo cielo y la pobreza de la
casa de barrio.
El diseño
del dibujo es intencionalmente escaso; las pinceladas se adensan gruesas y los
colores se borronean para exhibir un estilo más expresionista y conmovedor, a
diferencia de la dulzura de los niños obesos, musicales, alegres y luminosos de
otros cuadros analizados arriba. Todas las imágenes humanas y objetuales
convergen para retratar finalmente a los niños de los barrios pobres de México,
de Latinoamérica o del mundo. Este cuadro entronca con “VENDEDOR” (cuadro número 11) y “TRAGAGUEGOS” (cuadro número 14) por la marcada desolación de la
escena, las caras tristes, la pobreza del color, la ropa desteñida. Sin
embargo, la perspectiva social es muy rica: La miseria de la infancia aparece
justamente en su ambiente limitado de espacios recreativos. Es un cuadro
magistral, de poderoso mensaje estético y social: Legitima con el arte al niño
pobre de barrios miserables, con un realismo expresionista y un hálito de
belleza básica, nebulosa, fantasmal, donde el espacio —casa, sol, cielo— se
borronean para privilegiar a los niños en su juego peligroso sobre un riel,
donde el tren puede llegar repentinamente. Estos niños mexicanos, por ello, son
también arquetipos universales que pueden habitar en los barrios pobres de las
ciudades del mundo. En suma, es una pintura grandiosa que, con pocos elementos
pictóricos, transmite belleza y compasión humana, como el cine neorrealista
italiano o un cuento neorrealista del colombiano Gabriel García Márquez.
29. “RETRATO DE
PONCIANO ARRIAGA [Óleo sobre tela, 110 X 82 cm., sin fecha]. Es un retrato
tradicional como los de Lázaro Cárdenas (cuadro número 18) y Emiliano Zapata
(cuadro número 19), ya comentados anteriormente en el presente escrito. En esta
obra, aparece un personaje histórico del siglo XIX, configurado en medio cuerpo
y pintado en colores sombríos y lisos. El destacado político mexicano está
sentado con las manos sobre un libro verde que se encuentra sobre una mesa de
color marrón oscuro. Viste de elegante traje negro, chaleco y moño del mismo
color y camisa blanca. Muestra torso y cabeza. Un librero café claro se ve a la
derecha del cuadro. Abriga en su interior libros viejos de lomo rojo, marrón y
amarillo. La pared de la habitación es de color amarillo claro.
Dentro de
esta atmosfera básica y simple, el rostro barbado, el rictus serio y la pose
clásica del político mexicano son el centro de esta pintura de corte histórico.
En general, Arriaga se muestra como un personaje digno, circunspecto, elegante,
dentro de un ámbito estándar, un estudio u oficina, que sirve de mero escenario
del retrato. Ponciano Arriaga (1811-1863) fue un ideólogo, político y orador
nativo de San Luis Potosí; combatió contra la invasión norteamericana; fungió
como diputado entre 1856 y 1857 por varios distritos de ocho entidades de
México; fue gobernador de Aguascalientes y el Distrito Federal; y, en especial,
se le conoce como el Padre de la Constitución de 1857 (“Arriaga”).
30. “VIOLINISTA” [Técnica
mixta sobre lámina, 15 X10 cm., sin fecha]. Constituye un cuadro sobre la
música. Sobre un contundente fondo azul turquesa, un tanto textural, se mira a
un muy estilizado joven sentado en una silla pequeña de color café oscuro. En
especial, carga un violín marrón claro en su regazo. Trae una camisa de colores
amarillo claro y café gris oscuro. El piso gris claro resalta el intenso verde
turquesa, el cual es un color que armoniza con el amarillo por sus intensidades
cromáticas. De mirada triste, piel morena, el joven músico mira hacia el frente
y los colores brillantes realzan su figura, su oficio musical en reposo.
En general, el dibujo un tanto distorsionante crea una
figura expresionista. Es un cuadro pequeño, una imagen de postal. En especial,
el violinista reconcentra belleza y finura, como una forma de exaltar el
trabajo del músico, una de las artes que admira el pintor chihuahuense.
31. “GUITARRA” [Técnica
mixta sobre lámina de zinc, 15.5 X 19.5 cm., sin fecha]. El niño y la música
son el tema otra vez. En el cuadro, una pared azul rey resalta el sofá marrón
claro lleno de cojines, donde se encuentra sentado justamente un niño con una
guitarra del mismo color que el sofá. Su rostro inocente parece un poco como
personaje de historieta.
El pequeño
músico parece integrado al sofá y reposa y descansa también su arte. Es una
pintura de dimensiones pequeñas. A diferencia de otras pinturas con niños como
personaje, es una escena intimista, sin frutas ni espacio de vendimia,
despojada de alegría y luz.
32. “FLAUTISTAS” [Óleo
sobre fibracel, 49 X 34 cm., sin fecha]. Dos estilizados músicos vestidos de
saco negro tocan sus largas flautas negras sobre un fondo textural de colores negro,
marrón oscuro y café claro. Los rasgos de sus caras son apenas sugeridos por un
dibujo tenue: Ojos cerrados y bocas pequeñas. Su cuello es muy largo. En
especial, sus manos son enormes.
El estilo de los dos cuerpos es muy expresionista: Piel
morena, volumen, brazos. Algunas rayas rosas luminosas resaltan ciertos rasgos
de los rostros, de las manos y de las flautas, para dar un especial énfasis
estilístico, muy original y novedoso, apartándose de los tradicionales colores
lisos. Vistas desde un primerísimo plano, estas imágenes expresionistas despliegan
una gran belleza, un poco como figuras de relieve. Son paradigmas de la música.
Es una pintura interesante y diferente a los cuadros iluminantes de la niñez y
la música, una iluminación de lo sombrío con los artistas de la flauta en el
primer plano de la pintura, sin muebles.
33. ‘GUITARRERO” [Técnica
mixta sobre fibracel, 30 X 24.5 cm., sin fecha]. Este cuadro constituye una
variante de la pintura “GUITARRA” (cuadro
número 31): Niños y música, ahora en un escenario original. Un niño pelirrojo toca
una guitarra amarilla. El fondo es amarillo, con apariencia textural. Se
encuentra sentado en una carrucha gris, con sus pies colocados sobre la única
llanta. Viste pantaloncillos cortos marrón oscuro y camisa blanca.
Su cara también parece como personaje de historieta o de
ilustración para un libro de aventuras. Concentrado, feliz, ingenuo, este niño
goza la música en la paz de su espacio cotidiano. Especialmente, lo acompaña
una clásica aura amarilla, como en otros cuadros de González Orozco con el mismo
tema. Este color luminoso y un poco de apariencia textural realzan a este
incipiente músico dentro de una escena feliz y placentera sobre un vehículo
usado regularmente en la construcción de casas.
34. “RETRATO DE
DON BENITO JUÁREZ GARCÍA” [Acrílico sobre tela, 60 X 45 cm., sin fecha].
Otra vez, el pintor chihuahuense explora el tema de la historia de México. Esta
vez se trata del siglo XIX, con la recreación de una de los tres héroes
históricos más conocidos en el mundo entero: Un político liberal y anticlerical,
defensor de las ideas republicanas frente a las ideas imperialistas. En la
pintura, el busto del presidente Juárez emerge sobre un fondo amarillo claro,
Se ve su rostro grave y pensativo. Su traje gris, su moño y chaleco de color
negro y su camisa blanca refuerzan esta seriedad y elegancia de un político
líder de una naciente nación latinoamericana.
Los
colores son un tanto texturales, para romper la tradicional lisura de los
colores, a diferencia del mencionado cuadro de Ponciano Arriaga. En especial,
el amarillo del fondo sugiere un poco un aura alegre, de poder, de belleza, de
heroicidad, un aura parecida a la de los cuadros de niños felices. Benito
Juárez (1806-1872) fue diputado federal y gobernador en Oaxaca y Ministro de
Justicia de la nación, expidió la Leyes de Reforma en 1859 y, como presidente
de México, enfrentó la difícil y compleja Invasión Francesa a principios de
1860’s (“Juárez”). El pintor chihuahuense manifiesta su nacionalismo mexicano y
le rinde un homenaje al Benemérito de las Américas como en el célebre mural de
su autoría “JUÁREZ, SÍMBOLO DE LA
REPÚBLICA CONTRA LA INTERVENCIÓN FRANCESA”
35. “FUSILAMIENTO DE AGUSTÍN DE ITURBIDE” [Impresión
digital, grado museo (Glicee), 36.6 X 25.5 cm., sin fecha]. Es una pintura de
tema histórico, sobre un héroe y político mexicano de la primera mitad del
siglo XIX, En la obra, un general vestido de chaqueta azul, charreteras
amarillas, pantalón blanco y botas negras, da la orden para fusilar a Iturbide.
Una nube blanca de pólvora flota entre los soldados del pelotón y el político y
militar condenado a morir. El héroe comienza a caer con los ojos vendados y las
manos atadas, dentro del dinamismo del cuadro.
En la
escena nocturna, dominan los colores vaporosos, un tanto texturales, bajo un
estilo figurativo. En particular, el cielo gris ocupa un gran espacio en el
cuadro para dar un efecto de tristeza. González Orozco demuestra su imaginación
histórica al recrear episodios de la historia de México del periodo de
Independencia. Esta vez, su visión opta por recrear un ambiente neblinoso,
sombrío, un tanto expresionista. La escena histórica configurada en este cuadro
se llevó a cabo en el pueblo de Padilla el 19 de julio de 1824, tras un exilio
en Europa, su captura en Soto la Marina (Tamaulipas) y su juicio por parte del
Congreso de Tamaulipas (“Iturbide”). Agustín de Iturbide (1783-1824) participó
en el ejército realista, consumó la Independencia de México en 1821 con Vicente
Guerrero y el Ejército Trigarante, promulgó el Plan de Iguala, fungió como
presidente de la Regencia y fue nombrado emperador de México en 1822 (“Iturbide”).
36. “VENTANA” [Acrílico
sobre tela, 90 X 70 cm., sin fecha]. En este cuadro, se ve una mexicanísima
maceta en una ventana, dentro de un jarrón de colores café y verde con la
palabra “Meche” inscrita en el “vientre” de barro. El jarrón alberga un gran
ramillete de pequeñas flores rosadas y se encuentra sobre una mesa rosada con
matices de color azul turquesa. A la derecha de la obra, aparece una pequeña
maceta negra con una planta de hojas verdes.
En sí, las
imágenes vegetales y objetuales proyectan una singular belleza en un
primerísimo plano. Sobresale, el enorme jarro de barro con asa como personaje
central. Sin embargo, la escena se completa con un clásico personaje en la
pintura de González Orozco: Un niño mira la maceta grande por una ventana de
cuatro cristales, dividida por varillas de madera. El rostro del infante
muestra un gesto de curiosidad y asombro. De nariz pequeña y ojos negros y
grandes, parece descubrir la belleza de la maceta. Atrás del infante, se observa
un fondo blanco de apariencia un tanto textural. Emanan del cuadro imágenes
texturales, colores vaporosos y dibujos suaves. Con este estilo pictórico, la
narrativa del niño ahora muestra la separación: Desde afuera mira la belleza
rosa del ramo, con arrobo de artista, separado por la ventana. En suma, la
inocencia del niño frente a la belleza floral es el centro del cuadro.
Esta vez el artista mexicano pinta personajes niños que no
tocan o acarician instrumentos musicales como en otros cuadros con el tema de
la niñez luminosa y musical. Por otro lado, la hechura estética es impecable,
delicada, fina: Texturales colores adensan la imagen y los volúmenes precisos
exaltan objetos sencillos. Entonces, las simples flores caseras en una maceta
de barro se vuelven centro del cuadro con el toque mágico del pintor y parece
brotar ahí la Belleza, que deslumbra y fascina a los artistas y a los niños.
Finalmente, las imágenes cristalizan en el precioso tiempo del instante, en la
superficie del lienzo con la espontánea mirada del niño que acaso fue el propio
González Orozco en otro tiempo lejano.
37. “PAJARERA” [Técnica
mixta sobre tela, sobre fibracel, 20 X 16 cm., sin fecha]. Puede verse como una
de las mejores pinturas de la muestra en el Museo
Casa Chihuahua. En realidad, es una pintura pequeña, una especie de postal
sobre la vendedora ambulante y una grácil escena de pajarera, tan delicada como
un haikú japonés o como un cerezo sonriente. En el centro de la obra, una
morena mujer de vestido blanco con tirantes está de pie junto a una cerca de
madera color amarillo claro. Se ve de perfil, mirando hacia un punto
indeterminado, un tanto meditabunda. Porta en su cabeza una casi mágica jaula
de madera con delgadas varillas de metal. Adentro de la preciosa jaula, se ve
el gran tesoro que guarda: Siete azulinos pájaros que parecen peces flotando en
el acuoso cielo de atrás. Las avecillas lucen como finas criaturas, joyas,
frutos de gran belleza, pequeñísimas, plantas vivas en miniatura o
corazoncillos de piquillo chulo. Al fondo, intensifica la escena, mágicamente,
el azul rey del fondo del cuadro.
De factura perfecta, es un cuadro magistral que capta la
belleza de un personaje de la calle, típico de la sociedad mexicana o
hispánica, marginal, muy tesonero, itinerante y vivaz. La pajarera luce bella y
simple con su albo vestido. En tanto, la jaula parece su corona de reina, su
preciado arte del canto y de la escultura, con sus pajarillos encerrados, sus
azules plumajes. Se ven esas aves como fruto de “la artesanía de la naturaleza”.
Son su sencillo tesoro. Finalmente, todas las figuras humanas, animales y
objetuales fueron plasmadas con delicado dibujo y el fino color azul del pintor
chihuahuense. En pocas palabras, la jaula de madera es también una obra de
belleza artesanal que cobra gracia en el cuadro. Ah, un tesoro más preciado:
Los pajarillos cantores, los pajarillos musicales, las avecillas tiernas del
arte, plenas de belleza por sus chiquitos cuerpos esenciales, por su mágica
garganta que esconde ritmos. Pájaros o peces, azulean con el azul del cielo. En
esta postal, el pintor cuaja una de sus pasiones: El personaje pobre y
marginal. Y la música está representada esta vez por los vivillos y vivaces
pájaros del instante, corazones de dulce plumaje, en lugar de las guitarras o
flautas. En resumen, la pinturilla muestra dibujo sinuoso y expresionista,
colores intensos, hechura grande en el cuerpo breve de este cuadro: Relumbran
los pájaros de la pajarera hermosa, la vendedora ambulantes de aves a
domicilio.
38. “FLOR DE
MAGNOLIA” [Acrílico sobre tela, 120 X 90 cm., sin fecha]. Una gigantesca
magnolia blanca aparece en primerísimo plano, encerrando un botón amarillo en
su centro. Varios pétalos albos lucen como conchas de mar y rodean al botón de
oro, el cual el pintor recrea como pequeña joyita de niño. La flor tiene tallo
y hojas verdes, todo sobre un fondo azul.
Una imagen
simple de un vegetal adquiere una gran belleza singular bajo el extremo
acercamiento del pincel mágico del pintor. Los colores texturales le dan además
consistencia a los volúmenes de la solitaria flor de magnolia.
2. VIDEO
SOBRE EL MURAL “JUÁREZ, SÍMBOLO DE LA
REPÚBLICA CONTRA LA INTERVENCIÓN FRANCESA”
Es el mural más famoso de Antonio González Orozco. Fue
plasmado en un muro del Museo Nacional de Historia de la Ciudad de México
situado en el famoso Castillo de Chapultepec. Aparece en libro de texto de
historia de quinto de primaria en México y ha sido reproducido decenas de miles
de veces. Un video exhibido en el Museo
Casa Chihuahua explicó detalladamente el contexto histórico de las escenas
representadas en este mural. Los puntos claves son los siguientes:
1. BENITO JUÁREZ: Es una figura alegórica de la
resistencia de México contra Francia. El presidente mexicano viste de elegante
frac negro y porta una bandera tricolor. Este personaje ocupa el centro del
mural, fuera del campo de batalla, como una imagen yuxtapuesta, como una
omnipresencia inspiradora de los combatientes mexicanos y como un vigoroso
símbolo y héroe patrio.
BENITO JUAREZ OCUPA EL CENTRO DEL MAGNIFICO MURAL DEL PINTOR CHIHUAHUENSE |
2. LOS CERROS “EL CORONEL”, “SANTA ROSA” Y “GRANDE”.
Pertenecen a la ciudad de Chihuahua, la ciudad natal del artista. En
particular, las imágenes de estos tres cerros exaltan la famosa residencia de
Juárez en Chihuahua como presidente de México por casi dos años, entre 1864 y
1866. Aparecen justo en el ángulo superior derecho del mural.
3. LA BATALLA DE PUEBLA. El volcán Iztaccihuatl y los
fuertes de Loreto y Guadalupe en Puebla representan la célebre Batalla del
Cinco de Mayo de 1862, la cual fue la victoria más grande de México contra los
invasores franceses. Estos lugares se encuentran justo a la izquierda del
mural, en la parte superior.
4. EL CASTILLO DE CHAPULTEPEC. Este histórico edificio ha
sido apreciado como “El corazón de la patria” y “Custodio de la memoria de los
mexicanos”, según declara el narrador del video exhibido en el Museo Casa Chihuahua. Se ve justo al
centro izquierda del mural, sobre un promontorio.
5. RELIEVE QUERÉTARO. Se ubica justo atrás de la figura
cimera de Benito Juárez.
6. “EL CERRO DE LAS CAMPANAS”. Fue la sede del
fusilamiento de Maximiliano ocurrido en julio de 1867. Se ve atrás de la figura
de Benito Juárez.
7. “LA CUEVA DEL TABACO”. Se sitúa en el Camino de
Saltillo a Torreón, dentro del estado de Coahuila. Justo en esta cueva, se
ocultaron los documentos oficiales del gobierno federal de Juárez, para
resguardarlos de los ataques enemigos. Específicamente, tres carretas con el
Archivo de la Nación permanecieron dentro de la cueva, durante un periodo de
tres años. No se distingue exactamente cuál es este lugar en el mural.
8. “LOS SOLDADOS MEXICANOS. Aparecen en el centro, hacia
la derecha del mural. Casi todos ellos tienen bigotes, traen trajes militares
en color amarillo unos y otros en elegante color azul con charreteras
amarillas, sombreros y paliacates blancos en las cabezas. Los combatientes
portan amenazantes fusiles con filosas cuchillas en el frente de las armas. En
especial, se ven en el mismo sitio de la batalla a dos dolientes mujeres con
rebozos color azul claro, un asombrado niño y un hombre muerto cubierto con una
sábana blanca, justo en el ángulo inferior derecho de la pintura.
LOS VALIENTES SOLDADOS MEXICANOS ENCARNAN EL HEROE COLECTIVO DE LA GESTA HISTORICA CONTRA LA INTERVENCION FRANCESA EN EL MURAL DE GONZALEZ OROZCO |
9. LOS SOLDADOS FRANCESES. Estos aguerridos militares
europeos son barbados, visten trajes militares en colores rojo (los pantalones)
y azul (las chaquetas) y portan gorros rojos. En particular, se observan tres
caballos en el bando francés con sendos generales montados en ellos y un
metálico cañón. Se encuentran también en el centro izquierda del célebre mural.
En
general, la factura artística de los combatientes de ambos bandos muestra un
gran realismo figurativo, sólido dibujo y bello colorido, para representar una
escena fragorosa y marcial en el mural de González Orozco. Son pulidas imágenes
de épica batalla y no sangrientas luchas. Puede verse como una escena dinámica
y sintética de la lucha entre mexicanos y franceses. A nivel estético, son las
mejores figuras de todo el mural por su gran descripción y los detalles exactos
de rostros, vestimenta y armas. En tanto, la figura de Benito Juárez se ve
grave y señera, plenamente idealizada y simbólica. En tanto, los espacios geográficos y
arquitectónicos del fondo lucen con un trazo básico y una función meramente
espacial y contextual, todas ellas envueltas en un suave color marrón y un
rojizo cielo de gran jerarquía cromática. Estos espacios son porciones de los
estados de Chihuahua y Coahuila en el norte del país y del estado de Puebla y de
la Ciudad de México en el centro. En realidad, cerros y edificios están
sobrepuestos en el mural y ocupan otro plano espaciotemporal, diferente al de
la batalle entre franceses y mexicanos, para resumir brillantemente este
periodo histórico de la década de 1860’s y conjuntar los lugares históricos
claves en que Juárez y su pueblo realizaron sus hazañas como héroes de la
patria.
En suma, “JUÁREZ,
SÍMBOLO DE LA REPÚBLICA CONTRA LA INTERVENCIÓN FRANCESA” es un mural clave
en el arte mexicano para representar la histórica presidencia de Benito Juárez,
la sobrevivencia de la República como forma política de gobierno y la épica
lucha contra el Imperialismo Francés. Por ello, este mural fue elegido por las
autoridades educativas mexicanas para aparecer en textos didácticos de las
escuelas primarias de todo México. Como
una buena parte del famoso Muralismo Mexicano, esta obra mural del pintor
chihuahuense es una bella y pulida alegoría de algunos episodios históricos del
México moderno y republicano de la segunda mitad del siglo XX.
3. PREMIOS,
RECONOCIMIENTO Y TRASCENDENCIA DE ANTONIO GONZÁLEZ OROZCO
La muestra de González Orozco en el Museo Casa Chihuahua fue muy completa. Además de las esculturas y
las pinturas, se incluyeron bocetos para mural, dos vitrinas con instrumentos
de arte, un panel, un video, fotos del pintor y otras personalidades famosas en
cuadros, un cartel con opiniones críticas del mexicano Alfonso Neuvillate y un
cartel biográfico.
En primer lugar, la primera vitrina contenía un
reconocimiento otorgado por la Asamblea del Distrito Federal al Mérito a las
Artes con fecha del 30 de octubre de 2014 y una medalla al mérito de las Artes
de 2013. En la segunda vitrina, se observaban instrumentos de pintura usados
por el artista chihuahuense: Algunos frascos con pigmentos y pinceles, una vara
de carboncillo para murales, dos paletas para pigmentos y un estuche de óleos
para artista.
En segundo lugar, los visitantes pudieron ver en el panel
diversas fotografías sobre la vida y obra de González Orozco. Había fotos de
murales históricos plasmados por el artista chihuahuense; de billetes de la
lotería nacional; de algunos diplomas concedidos a González Orozco; del propio pintor
en compañía de dos célebres
intelectuales mexicanos: El pintor y muralista Juan O’ Gorman y el historiador
Salvador Rueda, quien es el director del Museo Nacional de Historia.
En tercer lugar, el Museo
Casa Chihuahua exhibió testimonios de la fama del pintor chihuahuense. Se
mostró una foto del significativo billete
de lotería número 0000 del sorteo especial 157, el cual fue ilustrado con la
figura del presidente Benito Juárez García portando en sus manos una bandera
mexicana. Esta simbólica imagen es parte del famoso mural sobre Juárez y la
Intervención Francesa analizado en la sección dos del presente artículo. El
mural fue creado por el propio pintor chihuahuense. También, se pudo admirar
una foto de este mural celebrando el Bicentenario del natalicio de Benito Juárez
García en 2005-2006.
4. MARGINADOS
SOCIALES Y LUMINOSOS NIÑOS, SEGÚN ALFONSO NEUVILLATE
En
especial, el cartel de Alfonso Neuvillate aportaba valiosos comentarios sobre
la obra artística de González Orozco. Primeramente, señalaba que los temas de
la primera época se centraban en poderosas imágenes del bolero, de los
miserables en la calle, de los zapateros remendones, de las prostitutas de la
esquina del farol, del vicioso o mariguano, de la vendedora de chichicuilotes y
de los obreros bajo la lluvia. En segundo lugar, este crítico apuntó que la
obra del chihuahuense desarrolla un paralelismo temático con los artistas mexicanos
Gilberto Aceves Navarro y Rafael Coronel. En tercer lugar, califica la obra
pictórica de este muralista como una mezcla de expresionismo realista, de
realismo puro y de realidad poética cuando desarrolla la niñez anónima, los
traga-fuegos, los papeleros y los vendedores de pepitas o semillas de calabaza
tostadas, charamuscas, algodones y globos, todas ellas imágenes que son
“infancias solitarias, melancólicas, evocadoras del inmediato pasado” y, por
ello, González Orozco es un consumado “expositor de la niñez” y sus imágenes de
la niñez se acercan a los artistas mexicanos Juan Soriano y Gustavo Montoya. En
cuarto lugar, Neuvillate expone que aparecen especialmente en sus lienzos “niños
en quicios de puertas, mirando al infinito, sentados en sillas rusticas con
fondos de jardines”, como las figuras de infantes retratadas por los mexicanos
Diego Rivero y Hermenegildo Bustos y por el impresionista francés Pierre
Auguste Renoir. En quinto lugar, Neuvillate considera que el chihuahuense
desarrolla el “tenebrismo” en una parte de sus cuadros, con monjas en
procesiones prohibidas, seres en parajes solitarios y con la naturaleza muerta.
En sexto lugar, dice que González Orozco es ante todo “reconstructor,
arquitecto del pretérito y rapsoda del porvenir”. En séptimo lugar, el crítico
mexicano destaca las imágenes del niño como “santo diluido con halo
evanescente, indefinido, fosforescente, pálido, delicuescente”.
5. BIOGRAFÍA
DE GONZÁLEZ OROZCO Y MURALES HISTÓRICOS
Por su
parte, el cartel biográfico del museo chihuahuense describe diversos aspectos
de la vida y la obra del artista Antonio González Orozco (1933—). 1) Ha sido
escultor, grabador, dibujante, pintor y muralista y estudió en la prominente
Academia de San Carlos; 2) su obra se ha exhibido en México, los Estados
Unidos, Canadá, Nueva Zelanda, Polonia y Rumania; 3) cuenta con murales sobre
Benito Juárez en el ilustre Castillo de Chapultepec de la Ciudad de México,
entre los cuales sobresale el mural “JUÁREZ,
SÍMBOLO DE LA REPÚBLICA CONTRA LA INTERVENCIÓN FRANCESA”, el cual describe la
batalla entre mexicanos y franceses durante la Intervención Francesa, el cual
fue plasmado en 1972 y ha sido reproducido ciento sesenta y siete y medio
millones de veces, durante diecisiete años en la portada del libro de texto de
historia del quinto grado de primaria por la Comisión Nacional de Libros de
Textos de México; 4) recibió un merecido homenaje de los Sorteos de la Lotería
Nacional el 16 de agosto de 1985, el 7 de febrero de 1985 y el 21 de marzo de
2014, con la inclusión de las imágenes de Benito Juárez pintadas por este
muralista chihuahuense; 5) en octubre de 2013, fue objeto de un homenaje en el
Instituto Nacional de Bellas Artes y en el Museo Nacional de Historia del
Castillo de Chapultepec; 6) en octubre de 2014, se hizo acreedor a la Medalla
al Mérito en las Artes 2014.
En cuanto a su obra artística, el cartel biográfico
menciona especialmente sus murales de corte histórico. Entre sus murales
trascendentes, se incluyen los siguientes: 1) “Entrada triunfal de Benito
Juárez al Palacio Nacional” (1967) plasmado en el Museo Nacional de Historia; 2)
“Juárez, Símbolo de la República contra la Intervención Francesa” (1972) pintado
en un muro del museo citado; 3) “Madero: la revolución de 1910” que forma
patrimonio cultural de la población de San Pedro de las Colonias, Coahuila; 4) “Historia
de la medicina en México” (1993), el cual fue trazado en un muro del Hospital
de Jesús de la Ciudad de México.
FRAGMENTO DEL MURAL "ENTRADA TRIUNFAL DE BENITO JUAREZ AL PALACIO NACIONAL" (1967) DE ANTONIO GONZALEZ OROZCO EN EL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA DE LA CIUDAD DE MEXICO |
6. GONZÁLEZ
OROZCO, UNO DE LOS DIEZ MEJORES ARTISTAS PLÁSTICOS DE CHIHUAHUA
Los residentes de la ciudad de Chihuahua y los turistas pudieron
admirar en el verano y el otoño de 2015 las diversas obras de Antonio González
Orozco. En total, se exhibieron treinta y ocho obras de este artista en el Museo Casa Chihuahua, entre el 24 de
julio y el 26 de octubre de 2015. Las obras fueron treinta y dos cuadros y seis
esculturas. Su autor es uno de los grandes muralistas mexicanos y uno de los
diez mejores artistas chihuahuenses del siglo XX, al lado de David Alfaro
Siqueiros, Jesús Helguera, Aurora Reyes, Aarón Piña Mora, Leandro Carreón, Luis
Y. Aragón, Benjamín Domínguez, Enrique Carbajal Sebastián y Águeda Lozano. Los gentiles lectores pueden consultar
en este Blog el artículo “Chihuahuenses destacados en arte, cine, literatura,
música y política”, el cual fue publicado el domingo 28 de febrero de 2016, en
la siguiente conexión: https://roblesoscar6.blogspot.mx/2016/02/chihuahuenses-destacados-en-arte-cine.html. Asimismo, los amables lectores pueden ver varias obras
artísticas de Antonio González Orozco en los siguientes dos sitios:
En conclusión, la muestra “El Chihuahuense Antonio González Orozco, Uno de los Grandes Muralistas
Mexicanos” fue espléndida en belleza y variedad de técnicas y estilos.
Significó ante todo un homenaje extremadamente generoso por parte del Museo Casa Chihuahua. Especialmente, esta
exhibición permitió admirar una obra colosal plena de imaginación poética, histórica,
mexicanista e indigenista construida con paciencia y amor por dicho pintor
nacido en la década de los treinta del siglo XX. Fundamentalmente, las imágenes
de la infancia aparecen con una luminosa visión poética y son de alto rango
artístico en la obra de González Orozco. El artista construye un gran y largo homenaje
pictórico a los niños, retratados en medio de sus labores y juegos, reflejando candor,
dulzura e imaginación creadora. Finalmente, varios de los niños de González Orozco
representan en cierta forma a los nacientes artistas, pues son lúdicos,
altamente imaginativos y están envueltos en auras amarillas, entre frutas y vegetales,
juguetes e instrumentos musicales. Algunos otros enfrentan la dura sobrevivencia
en las calles de las ciudades contemporáneas.
Finalmente, esta muestra artística se caracterizó por la
variedad de obras (esculturas, pinturas de caballete, videos, obras facsímiles)
y de temas (personajes históricos y cristianos, mujeres indígenas, marginados sociales,
niños, juegos infantiles, objetos artesanales). Se destacó por la amplia
documentación biográfica sobre el gran pintor y muralista chihuahuense y mexicano. Desde 2015, Antonio
González Orozco es sin duda un digno candidato a recibir el Premio Gawí Tónara a las artes en el Estado de
Chihuahua.
Obras citadas
“Arriaga, Ponciano (1811-1863).” Doce Mil Grandes. Enciclopedia
Biográfica
Universal.
Vol. 12. Ed. Diane Downey. México: PROMEXA, 1982.
“Bodegón.” Pequeño Larousse ilustrado. 15ª ed. 1991.
“Cárdenas, Lázaro (1895-1970).” Doce Mil Grandes. Enciclopedia
Biográfica
Universal.
Vol. 12. Ed. Diane Downey. México:
PROMEXA, 1982.
“Carranza, Venustiano (1859-1920).” Doce Mil Grandes. Enciclopedia
Biográfica
Universal.
Vol. 12. Ed. Diane Downey. México: PROMEXA, 1982.
“Guerrero, Vicente (1783-1831).” Doce Mil Grandes. Enciclopedia
Biográfica
Universal.
Vol. 12. Ed. Diane Downey. México: PROMEXA, 1982.
“Iturbide, Agustín (1783-1824).” Doce Mil Grandes. Enciclopedia
Biográfica
Universal.
Vol. 12. Ed. Diane Downey. México: PROMEXA, 1982.
“Joaquín de la Cantolla y Rico (1829-1914).” Wikipedia. La enciclopedia
libre. 28
enero 2017. Fundación Wikimedia, Inc. 16 noviembre 2016. https://es.wikipedia.org/wiki/Joaqu%C3%ADn_de_la_Cantolla_y_Rico.
“Juárez, Benito (1806-1872).” Doce
Mil Grandes. Enciclopedia Biográfica
Universal.
Vol. 12. Ed. Diane Downey. México: PROMEXA, 1982.
“Tomás.” Pequeño Larousse ilustrado. 15ª ed. 1991.
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