martes, 18 de diciembre de 2012

LA MUSICA ESTRIDENTE EN LOS VEHICULOS

LA MÚSICA ESTRIDENTE EN LOS VEHÍCULOS

ÓSCAR ROBLES


 La música fina y armoniosa necesita un volumen normal para escucharla y disfrutarla, para penetrar sutilmente en el alma de las personas, especialmente en un contexto de más civilización. Con buena música, voces bien entonadas y/o letra poética y original, esta música es un verdadero “alimento del alma”.
La experiencia de las urbes mexicanas en el siglo XXI es escuchar a veces la música estridente de los estéreos de los vehículos, una música que perturba seriamente los espíritus y, con el tiempo, daña seriamente los oídos y el corazón. Esta música —banda, rock, rap. . .— puede ser agradable si se escucha en la privacidad del hogar con el volumen adecuado o con el uso de “walkmans”. Esta música en los autos es, a veces, ruidosa, muy molesta, perturbadora y enfermiza y los viandantes pueden escucharla a seis o más cuadras de distancia cuando un conductor la escucha en su vehículo, ya sea de día o de noche. Esta música interruptiva, disonante, a veces hace vibrar los cristales de las ventanas. Lo peor: Hace “vibrar” el estrés de las personas.
Esta música ambulante de los vehículos forma parte de la nueve barbarie urbana de México, de la cultura de los nuevos “nacos” mexicanos, estos anti-ciudadanos del siglo XXI que se oponen a las leyes de convivencia ciudadana.
Hace veinte años, se disfrutaba más amablemente la música en los radios, los tocadiscos, los estéreos y la televisión en la privacidad de los hogares mexicanos, ya sea el bolero, la balada, la ranchera, el mariachi y algunos géneros musicales estadounidenses. Antes, se orientaba más el gusto musical a través de auténticos expertos en música, locutores de radio y conductores de televisión. Antes, los mercados de la música eran más exigentes. Con el mercado global y el consumismo y esta nueva democracia del consumo, los productos musicales han variado, pululan las famosas “rehechuras” o reinterpretaciones de éxitos del pasado. Lo lamentable es que algunos productos tienen baja calidad y son colocados en los mercados a fuerza de publicidad.
En verdad, si tenemos poco tiempo libre, es preferible escuchar música clásica; música de mariachi; música instrumental; música estadounidense (pop, soul, jazz); los grandes cantantes mexicanos del pasado tales como Pedro Infante, Javier Solís, Lola Beltrán, Lucha Villa, Marco Antonio Muñiz; los buenos cantantes mexicanos del presente como Alejandro Fernández, Pepe Aguilar y otros más. Asimismo, es mejor esperar hasta que se consolide una nueva música mexicana altamente significativa, más internacional y con buena música, letra original y grandes voces. Sobre todo, hay que esperar que la paz, el orden y el progreso dominen más en la sociedad mexicana.
Con la música estridente de los vehículos, parece que estos rebeldes escuchantes sólo quieren divertirse y beber alcohol en exceso en espacios públicos inapropiados como las calles y zonas habitacionales. Parece que los corazones de estos oyentes no se  “alimentan sanamente” y no han aprendido que hay música para bailar en los salones, en los bares y en las discotecas con el volumen alto y la música apropiada. Si se escucha música en los autos o en un centro de trabajo, debe ser armónica y tranquila, para favorecer la productividad  y la creatividad. Sin embargo, el silencio es más productivo que todo. Sobre todo, no se debe perturbar la paz y la privacidad de los otros ciudadanos y los otros compañeros de trabajo que tienen otras costumbres y comparten el mismo edificio, la misma ciudad, las mismas calles y, a veces, hasta la misma zona habitacional.
En verdad parece que estos escuchantes se “intoxican” y se “atragantan” con esta música ruidosa y piensan que la vida sólo es diversión. Parece que estos oyentes no encuentran satisfacción plena para su atribulada alma urbana y sienten un profundo vacío espiritual. Quien sólo se ama a sí mismo y no respeta a su prójimo es realmente un ser vacío. Cuando estos ‘rebeldes del volante” encuentren otros tipos de música, su vida cambiará sensiblemente y, por consecuencia, cambiará la vida de las urbes mexicanas.
Frente a la música de los últimos diez años, prefiero escuchar música de calidad de otras épocas. Las canciones de Javier Solís, de José José y de Rocío Durcal, por ejemplo, nos indican que la sensibilidad de los mexicanos era más atractiva, romántica y civilizada.
Sin embargo, el mercado de la música actual es muy enriquecedor y diverso. Sólo hay que respetar los espacios públicos y la privacidad de los otros ciudadanos. Cada persona tiene sus propios gustos en este siglo de gran diversidad cultural.  
La música estruendosa en los vehículos forma parte del desorden de las urbes mexicanas, donde debe combatirse el ruido excesivo, debe fomentarse el uso de bicicletas, crear más parques con áreas verdes, establecer más y más modernas bibliotecas, disminuir la contaminación del aire, construir mas canchas y campos deportivos y, desde luego, sancionar a los infractores y criminales.
Las obras públicas de una ciudad y de una nación definen el tipo de ciudadanos que se quiere construir en las décadas venideras. Más cantinas o más bibliotecas determinan que ciudadanos hay en una nación.

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