SALUD, TRABAJO E INVERSIONES INTELIGENTES EN MÉXICO SIGLO XXI
ÓSCAR ROBLES
Salud y trabajo representan vida y sobrevivencia.
Los
gobiernos mexicanos de la actualidad deben enfocarse en esas dos áreas
prioritarias en la presente tercera década del siglo XXI. Los mexicanos han
enfrentado dos recesiones económicas; una epidemia y una pandemia; crimen y
violencia; desempleo e inflación; caos urbanos y contaminación ambiental del
aire, suelo y agua; autoritarismo, corrupción política e ingobernabilidad
ciudadana; deficientes administraciones públicas; la acumulación excesiva de
riqueza económica por parte de los minoritarios empresarios; y otros muchos
problemas graves.
Sin duda, se vive una aguda crisis nacional en todos los
planos desde 2008 a 2024. En general, los ciudadanos están desgastados y
angustiados, enfermos y agotados y han perdido la civilidad, el sentido de comunidad,
el respeto a leyes e instituciones y el nacionalismo mexicano.
Además de atender la salud (vida) y el trabajo
(dinero), los gobiernos mexicanos deben instrumentar adecuadamente inversiones económicas
inteligentes con el liderazgo de las personas más capaces y preparadas en el área
pertinente, para construir infraestructura física y fundar nuevas instituciones.
Es recomendable hacer un programa de edificación de obras
públicas pequeñas, muy útiles y sencillas que cubran democráticamente los
treinta y dos estados de México y que beneficien más a las comunidades más
necesitadas y pobres. Esas pequeñas obras deben ser útiles e irradiar sus
beneficios a más mexicanos en pueblos, barrios y ciudades. Así, se pueden
controlar mejor presupuestos monetarios y disminuir la corrupción de todo tipo.
Las inversiones en megaproyectos u “obras faraónicas” benefician a menos
ciudadanos (v.gr. los estados de la Península de Yucatán y del Golfo de México)
y pocas regiones del país (el Sureste). En todo el país hay muchos pobres y
muchas necesidades, incluso en los estados ricos del norte.
No es tiempo de mejorar la educación por las
limitaciones del presupuesto federal y la elevada deuda pública. Es el
subsistema más grande de la nación y sería muy costoso edificar escuelas, dotar
de equipo, contratar más personal y estimular la educación con programas
sostenidos. Hay que trabajar con las escuelas y maestros que se tienen y dotar
de los servicios básicos, mediante cuidadosas revisiones que eviten la corrupción.
Primero, hay que estimular la salud (vida) y la
sobrevivencia (trabajo). Casi el 80% de los mexicanos padece obesidad y otras
enfermedades crónicas; los adultos mayores siguen creciendo en la población; más
del 50% son trabajadores informales y hay más de 50 millones de pobres.
Es tiempo de salud y trabajo. Los programas sociales
son benéficos, pero son excesivos. Hay que abrir más fuentes de empleo formal
con inversiones inteligentes de los gobiernos federal, estatales y municipales.
La necesarísima descentralización urbana y de aplicación
de inversiones dinerarias y el bienestar ambiental son un capítulo largo en el
desarrollo moderno de México. Ambos problemas requieren las acciones decididas,
continuadas y consistentes de dos o tres sexenios federales, mediante efectivos
y eficaces programas nacionales. Ya la etapa de los vehículos automotores de
hidrocarburos tiene que llegar a su fin, para respirar mejor aire, tener menos
ruido y sufrir menos tensión emocional por los congestionamientos del tráfico
urbano y carretero. ¿Para qué invertir más dinero en la Ciudad de México,
Guadalajara o Monterrey, por ejemplo?
Hay que equilibrar los programas sociales para que no
sean excesivos. Ya de por sí las abundantes remesas de dólares (segunda fuente
de ingresos económicos del país) han creado mucha dependencia y hasta apatía entre
las familias mexicanas que no necesitan trabajar, gracias a ese dinero que
viene del exterior.
Los megaproyectos favorecen más la vanidad de los gobernantes,
aunque podrían traer beneficios a grandes grupos como el famoso Tren Maya, que
ha costado más de tres veces del presupuesto inicial, según José Ángel Gurría,
exdirigente de la Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económica (OCDE).
Salud y trabajo.
Se deben construir más clínicas y hospitales de
dimensiones normales; contratar más médicos y enfermeras; dotar de más equipo y
ambulancias; incluir más cobertura de servicios, por ejemplo.
En el empleo, hay que controlar la discriminación, la explotación,
los bajos salarios y las escasas prestaciones sociales y abrir más plazas
formales y definir políticas más incluyentes con mujeres solas, discapacitados,
adultos mayores, indígenas, campesinos, inmigrantes. Los mecanismos de
contratar a los mejores para cada puesto de trabajo ya son obsoletos y están fuera
de época, en medio de una sociedad compuesta por numerosos marginados sociales.
Un anquilosado y salvaje sistema capitalista es el origen de todos los mencionados problemas de la actualidad.
Salud y trabajo. Por ahí hay que empezar y no por los “relumbrones”
del dinero, el lujo y el patrimonio abundante en que caen gobiernos y
empresarios en cada sexenio o trienio.
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