TRABAJO JUSTO Y PRODUCTIVO EN MÉXICO SIGLO XXI
POR
ÓSCAR ROBLES
Una gran cobertura de beneficiarios y una amplia gama
de programas sociales parecen ser la solución temporal y parcial a las
insuficiencias y a la discriminación de las actividades laborales y
productivas, en medio de la actual descomposición social de México en el
presente siglo.
Si miles
de mexicanos no consiguen trabajo formal y bien pagado en las empresas que los
discriminan por edad, experiencia y preparación académica; si no pueden abrir pequeños
negocios legales porque el crimen organizado les roba su riqueza o les quita la
vida; si no sobreviven como laborantes informales por mucho tiempo por la
vulnerabilidad de sus actividades; si tienen problemas con el tiempo de traslado y el transporte incómodo e ineficiente para moverse en las caóticas y sobrepobladas ciudades del país. . .
Populistas
o neoliberales, de izquierda o derecha, los gobiernos mexicanos deben corregir
esas graves fallas del transporte urbano y la concentración excesiva de gente y
vehículos automotores. No es cuestión de ideología política, discurso verbal o
imagen agradable de los gobernantes. Se trata de un asunto de mero pragmatismo
inteligente, inversiones económicas descentralizantes, liderazgo, democracia,
eficiente administración pública y comprensión y compasión humanas.
Flexibilidad
y tolerancia con las actividades productivas ilegales y más cobertura de
programas sociales han sido el gran éxito del actual gobierno de Andrés López
Obrador (2018-2024). Sin embargo, sus políticas públicas son en extremo
remediales, inmediatistas y temporales. Por ello, conducen al país al
estancamiento económico, a la carencia de bienestar social, a los deficientes
servicios públicos y a los continuos riesgos de caída del sistema económico y político
del Estado-nación.
Se
necesitan gobiernos con más visión estructural del tiempo y el espacio, con
un eficaz programa nacional de gobierno y un eficiente y suficiente equipo de
servidores públicos, para admnistrar la riqueza y la justicia en un país (léase “territorio capitalista”) de más de
ciento treinta y un millones de pobladores.
Sobre
todo, se requieren más y mejores ciudadanos. Sin “equipo” verdadero bien
preparado para la competencia, todo “entrenador” fallará irremediablemente.
México
debe dejar de ser mero territorio de negocios formales, informales y
criminales, para convertirse en un auténtico Estado-nación con leyes, instituciones, gobiernos operantes y ciudadanos verdaderamente participativos en las tareas
de construcción de la economía, la cultura y la sociedad. Hay que salir del consumismo, del
diversionismo y de la violencia que han sitiado a los mexicanos; hay que apartarse de
la apatía y el hedonismo excesivo.
Ante
todo, se debe empezar en 2024 por mejorar el trabajo en todos sus aspectos:
salarios, prestaciones sociales, leyes, derechos, movilidad urbana, selecciones
democráticas de personal, entrenamientos pagados, creación de nuevas modalidades
de labores por apropiado tiempo y lugar, alimentación nutritiva, ejercicio físico y práctica
de deportes, sindicalismo, transporte colectivo cómodo y apropiado, fortalecimiento
de la unidad familiar, cultivo constante de la cultura y la educación en los centros de
trabajo, un medio ambiente sano con mejor aire y suelo, fomento de la espiritualidad y el humanismo y la edificación de un auténtico
bienestar social.
El
asistencialismo populista actual funciona como una costosa e ideologizada indemnización
colectiva a un sector grande de trabajadores marginados, la cual ha sido
financiada por el gobierno federal de López Obrador. Aún más: los abundantes programas
sociales parecen ser la opción más viable para el Estado mexicano para el nuevo
gobierno federal y los gobiernos estatales durante el sexenio 2024-2030.
No se
ven lideres visionarios ni circulan grandes ideas renovadoras y apropiados e
integrales programas de gobiernos ni una seria y constructiva discusión ni acuerdos acertados entre todos los
sectores productivos del país y los grupos políticos antagonistas.
Una coalición
de gobierno sería una buena opción para equilibrar al país durante el siguiente
sexenio, pero se ve difícil con tanto radicalismo y demagogia. De cualquier
forma, el trabajo se presenta como la matriz de muchos problemas
culturales, educativos, económicos y sociales de México durante el siglo XXI. No
basta con producir riqueza, hay que poseer civilidad, educación, cultura, inteligencia
y sabiduría para invertirla en actividades que verdaderamente forjen bienestar
para los individuos, las familias, los grupos y la nación entera. Ante todo, el trabajo debe ser justo y productivo.
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