lunes, 25 de mayo de 2020

JUAN JOSE ARREOLA: ESCRITOR DEL COSMOPOLITISMO Y CONVERSADOR DE LA TELEVISION MEXICANA

JUAN JOSÉ ARREOLA: ESCRITOR DEL COSMOPOLITISMO Y CONVERSADOR DE LA TELEVISIÓN MEXICANA



ÓSCAR ROBLES



          La lectura de “Gunther Stapenhorst” (1946) y “El fraude” (1946) me traen a la memoria la buena prosa imaginativa y pulida del gran Juan José Arreola. El primer cuento relata la historia de un arquitecto alemán que se convierte en un brillante escenógrafo de teatro bajo el Nazismo. El segundo narra un supuesto fraude cometido por un empleado de una tienda que vende estufas y la historia transcurre en la voz del propio vendedor, quien sugiere haber sido el autor de dicho fraude que condujo a la quiebra a dicha empresa. Arreola también fungía como cuentero o conversador estrella en la televisión mexicana, durante las décadas de los setenta, los ochenta y los noventa.
          Los dos cuentos citados aparecen en una edición original, vieja y rústica, que compré en una librería de viejo a finales del siglo XX. El gran escritor jalisciense también es autor de los cuentos de Mi confabulario, esa gran antología que formaba parte de los cincuenta Clásicos de la Literatura Mexicana que fueron vendidos en supermercados a principios de la década de los ochenta.
En particular, “El guardagujas” (1962) se concentra en la historia de un ferrocarrilero, en la cual realidad y fantasía convergen y crean gran ambigüedad. Este brillante cuento aparece en la excelente antología Cuento hispanoamericano: antología crítico-histórica (2003) del profesor universitario de los Estados Unidos Seymour Menton.
    Arreola es toda una figura de la Literatura Mexicana e Hispanoamericana. Durante su vida, se desempeñó como un gran cuentista, novelista y conversador de la televisión estatal y privada en México. El gran narrador coordinaba el programa Aproximaciones en la empresa IMEVISIÓN. En esas presentaciones semanales, desplegaba amenos relatos de su vida y hacía numerosas referencias a la cultura y la literatura de Occidente y de México, entre otras tareas importantes.
          Era menudo de estatura, delgado y de rostro muy expresivo. En varias de sus presentaciones televisivas, vestía trajes oscuros con rayas verticales muy sutiles y una teatral capa y un sombrero de fieltro de ala corta. Su vestimenta lo hacía lucir elegante y enigmático en la pantalla chica. Sus conversaciones eran muy atractivas y seductoras, mucho más que las anodinas platicas de algunos políticos mexicanos que hablan muchas veces por la televisión mexicana.
          Su abundante y canosa melena parecía esconder y emanar sus grandes ideas y palabras que eran lujo, armonía y literatura viva y oral. Incluso, declamaba fragmentos de poemas en español y en francés.   
          Arreola actuaba como un verdadero actor y las facciones de su rostro eran muy expresivas cuando hablaba y miraba de frente a la cámara de televisión. Al comienzo de algunos programas, emergía del fondo oscuro del estudio con su típico y elegante atuendo. Entonces, la luz enfocaba su cuerpo y luego su rostro. Luego, empezaba su drama del día, su discurso, su relato, su declamación poética, su amor de orfebre por el lenguaje, su devoción por la palabra en voz alta.
       Amaba el ajedrez. A veces era acompañado por la gran actriz mexicana Susana Alexander y ambos actuaban como una gran pareja de conversadores y actores frente a las cámaras.
     Otros escritores mexicanos formaban parte de los programas de televisión durante las últimas tres décadas del siglo XX. Entre ellos, destacaba la gran conversadora guanajuatense María Luisa “La China” Mendoza, quien es autora de las novelas Con él, conmigo, con nosotros tres (1971) y De ausencia (1974) y de la colección de cuentos Ojos de papel volando (1985). Por su parte, el hidalguense Ricardo Garibay se exhibía en una peculiar bata de seda china y fumaba cigarros en forma fina y con gran estilo. Sobre todo, sus conversaciones sobre literatura y política eran muy polémicas. Escribió las novelas Beber al cáliz (1965), Tercia de reyes (1983) y La casa que arde noche (1986); los reportajes Acapulco (1979) y Las glorias del gran Púas (1979) sobre la vida del boxeador mexicano Rubén Olivares; y los ensayos y crónicas de De lujo y hambre (1981), entre muchas obras.
          Posteriormente, el defeño Octavio Paz ingresó a la programación de la empresa TELEVISA con los célebres programas de México en la obra de Octavio Paz, durante la década de los ochenta, un tiempo de modernización de la democracia mexicana y de gran emergencia cultural. En especial, Paz publicó los poemarios Libertad bajo palabra (1957), Salamandra (1962) y Pasado en claro (1975) y los ensayos El laberinto de la soledad (1950), El arco y la lira (1956)  y El ogro filantrópico (1979).
          Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001) fundó en 1943 la revista Pan con el filólogo Antonio Alatorre y el escritor Juan Rulfo. Sus cuentos pertenecen a la estirpe del Realismo Fantástico y al linaje del Cosmopolitismo por su tejido de realidad y fantasía y la construcción de espacios urbanos en varios casos. Asimismo, nutrió a varias de sus obras de complejas situaciones existenciales y absurdas. Por ejemplo, “El guardagujas” es considerado como parte del Cosmopolitismo por Seymour Menton, al igual que los cuentos del argentino Jorge Luis Borges. Fue autor de la novela La feria (1963) y de las colecciones de cuentos Confabulario (1952), Palindroma (1971) y Bestiario (1972), entre otras obras. Ganó los premios Nacional de Artes y Ciencias en la categoría de Lingüística y Literatura (1979), el Internacional Juan Rulfo (1990) y el Internacional Alfonso Reyes (1995), entre varias distinciones nacionales e internacionales.
          Arreola era amigo y coterráneo del escritor Juan Rulfo. En el corto Del olvido al no me acuerdo (1999) de Juan Carlos Rulfo, Arreola aparece como narrador en algunas secuencias del filme biográfico. En esta cinta, habla del pueblo natal y la obra narrativa de Rulfo.
          En suma, la figura de Juan José Arreola fue muy importante por su gran obra literaria y su gran trascendencia como representante de las corrientes del Realismo Fantástico y el Cosmopolitismo. Al mismo tiempo, fungió como un gran conversador de temas culturales y literarios en la televisión estatal y privada de México.
Este antecedente de Arreola en la televisión es muy importante para abrir más espacios públicos a los escritores, intelectuales liberales y demócratas, los creadores culturales y los artistas plásticos en la televisión pública y privada para transmitir en gran cobertura nacional grandes ideas e historias de orden literario, cultural, económico, político y social.
Los programas de televisión con destacados mexicanos y mexicanas es una manera muy efectiva de culturizar y educar a la sociedad mexicana y de formar debate nacional sobre los asuntos claves de México, dentro de un país dominado en parte por las nocivas “anticulturas de la destrucción” y la excesiva frivolidad de la cultura de los espectáculos.

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