jueves, 15 de diciembre de 2016

"SINFONIA DE COLORES Y METALES": PINTURA Y ESCULTURA DE GRAN CALIDAD EN CHIHUAHUA

SINFONÍA DE COLORES Y METALES”: PINTURA Y ESCULTURA DE GRAN CALIDAD EN CHIHUAHUA




ÓSCAR ROBLES





          La muestra “Sinfonía de metales y colores” contiene obras de Manuel Felguérez, Aarón Piña Mora, José Arreguín, Leonardo Nierman, Batia Baturska y otros artistas. Fue una magnífica exposición de arte que mostró armonía, belleza y variedad en el Centro de Desarrollo Cultural (CDC) de la ciudad de Chihuahua. Estas piezas eran pinturas y esculturas que se exhiben periódicamente en dicha ciudad norteña y conforman muestras itinerantes en diferentes ciudades de México, durante cada año. Todas las obras integran una colección permanente del Museo Casa Redonda de la capital del Estado de Chihuahua. Para ejemplificar la calidad de esta muestra, he aquí una breve descripción de cuatro de las piezas mostradas y una información básica sobre la muestra:

1. “CAÑÓN DE LA HUASTECA” [Acrílico sobre tela, 100 x 120 cm, 1994] de la talentosa Batia Baturska [Polonia, 1933—]. En el cuadro, tres luminosas colinas construyen el paisaje natural, envueltas en halos de luz amarilla que brotan del fondo de la pintura. Una es de color naranja, otro de rojo oscuro y otra en color rojo claro: Tres colores muy vivos y puros. En esta prodigiosa escena natural, un arroyito naranja corre justo al pie de la colina más oscura, la cual está situada en el primer plano de la obra.
En general, las tres montañas son figuras básicas en su dibujo, pero mágicas y poderosas por su tri-cromatismo vigoroso e intenso. En realidad, el fragmento de sierra plasmado parece una escena de sueño: Son mágicas y fantásticas montañas. En especial, la colina del fondo, de color naranja y de apariencia casi fantasmal, potencia el amarillo sol del extraño cielo. Seducen más los colores que el tenue y sugerente dibujo. Así pues, los elementales contornos permiten el estallido de colores vivos y puros que llenan de magia el paisaje tan alegre y solar.

          2. “NACIMIENTO DEL RELÁMPAGO” [Mixta sobre fibracel, 120 x 90 cm, 1991] de Leonardo Nierman [México D.F., 1932—]. Puede ser vista como una pintura figurativa y abstracta a la vez. En el cuadro, varias densas nebulosas naranjas, blancas, negras, marrones y rojas convergen en un espacio celeste y configuran el estallido del relámpago con sus luces poderosas y variadas, plenas de belleza.
Dentro de este nivel figurativo, las luces convergentes y encendidas pueden representar simbólicamente el proceso creador de belleza dentro de la imaginación del artista, su epifanía creadora. De este modo, el relámpago puede ser el símbolo del arte mismo. Nebulosas densas como aceite luminoso, estas nubes ocultan un casi imperceptible cielo azul oscuro. La armonía de colores claros y sombríos puebla todo el cuadro, pues es una escena vista desde el extremo acercamiento en el único y primerísimo plano del lienzo. Finalmente, la obra de Nierman plasma nubes de luz en el cielo y un paisaje abstracto de pura belleza pura del color.

3. “ÉSE ES EL PUNTO” [Mixta sobre papel, 81.5 x 65 cm, 1998] de José Arreguín [México, D. F. 1941—]. Es una pintura figurativa con un mensaje creativo y crítico sobre el hombre contemporáneo y sobre el intelectual. En el centro de la obra, un hombre de piel gris y negra viste camiseta de tirantes verdes. Traza o escribe algo en un papel color marrón. Está sentado en un sillón azul, sobre una mesa con tonos azul claro, gris y amarillo claro. Una lámpara ilumina la mesa, a la derecha del hombre y al fondo se ve una pared gris. En especial, los volúmenes geométricos y los colores lisos implican un mensaje profundo sobre el ser humano. Particularmente, el hombre no tiene rostro y solamente se muestra un hueco a su derecha y un breve punto blanco justo al frente de la escena.
Los dibujos precisos y las coloraciones claras y oscuras componen el mundo humano y objetual de la pintura, para dar una armonía a toda la composición. Es una visión un tanto cubista del ser humano creador y creativo, artista o escritor o arquitecto. En la escena, el hombre laborante y solitario descubre la idea brillante que anuncia el título del cuadro. Esta idea aparece externamente y rompe el figurativismo y el realismo de la obra, para proyectar dimensiones fantásticas y simbólicas. Entonces, el pequeño punto blanco que ilumina su rostro es la idea y hay un sesgo irónico y un tanto humorístico de parte del pintor. Por otro lado, el geometrismo encierra otro mensaje: Representa la reducción del trabajo humano, la cosificación del hombre. Camino al arquetipo o paradigma, el arista plasma un concepto de ser humano en el siglo XX: Un creador o pensador está contaminado por la deshumanización del trabajo contemporáneo en una oficina. Finalmente, el hombre y su entorno físico lucen como cartón y como mero artificio, de acuerdo a una posible lectura cultural del cuadro.

4. “ESCALADOR DE MONTAÑA” [Acero a base de soldadura, 61 cm, 2005] de Rogelio Madero de la Pena [Torreón, Coahuila, 1936-2014]. Esta escultura es una miniatura de una escena de escalar montanas que adquiere niveles paradigmáticos. En general, la escena está formada por dos columnas de metal que simulan las escarpadas montañas, las cuales se elevan y relumbran con su acerina belleza metálica brillante. Las dos puntas apenas se separan y dejan un pequeño espacio hacia el vacío y el peligro de caer. Las partes laterales de la montaña lucen rugosas como rocas y sus frentes son pulidos y brillosos. Justo entre las dos salientes de la montaña, un pequeño hombrecillo desnudo intenta pasar del lado izquierdo de la montana hacia el lado derecho, el cual es un poco más elevado que el otro. Para ello, este hombre se sujeta con sus brazos y pone su pierna derecha en la cumbre más alta.
En un primer mensaje de la efigie, el hombre se ve pequeño frente a la naturaleza. Sin embargo, arriba de las montañas majestuosas, su arduo esfuerzo físico humano exalta la hazaña de un deportista, hazaña del ser humano. Además, el hombre luce como un atleta musculoso, hercúleo. Es el arquetipo del escalador. Por eso, el hombre anónimo y mínimo está desnudo y las rocas son una gran concentración de colinas siluetas delgadas. En resumen, es una bella escultura con básicos elementos: Hombre y naturaleza. En tanto, el estilo figurativo enseña las tallas precisas de las montañas y sus formas y volúmenes perfectos seducen la mirada de los espectadores y, entonces, se congela la hazaña del hombre en el centro de la efigie y de la escena, bajo una perspectiva visual similar a la imagen fotográfica o cinematográfica captada desde la distancia de un avión o helicóptero.
Sinfonía de colores y metales” es una gran sinestesia que hace honor a la belleza sensual de todas las piezas exhibidas, sonidos, colores y formas que cristalizan la armonía y la simetría del arte de todas las pinturas y las esculturas de la brillante muestra. En total, consta de veinticuatro piezas de arte y fue presentada en el Centro de Desarrollo Cultural de la ciudad de Chihuahua, durante los meses de julio, agosto, septiembre y octubre de 2015. Todas las obras forman parte de la Colección del Museo Casa Redonda de la ciudad de Chihuahua. Eran dieciséis pinturas y ocho esculturas de artistas chihuahuenses, mexicanos, estadounidenses y europeos.
Entre estas obras de arte, los espectadores disfrutaron de un cuadro de mujeres menonitas del hidalguense Aarón Piña Mora, una pequeña y curiosa escultura de un mariachi gordinflón y cómico y una escultura moderna en metal de un vigoroso caballero águila propio de la cultura azteca prehispánica; y gozaron de la efigie “Toro 20” hecha por Alberto García Nava, quien colaboró arduamente con el escultor Ricardo Ponzanelli en la talla de la bella escultura religiosa dedicada a San Miguel Arcángel, la cual se eleva majestuosamente sobre una gigantesca columna situada en la Plaza Mayor y ya es uno de los símbolos culturales del Centro Histórico de la ciudad de Chihuahua. 
En tanto, el cartel de presentación de la muestra destacaba los colores intensos del cuadro “Nacimiento del Relámpago” de Luis Nierman; el estilo cubista de la obra de José Arreguín en la pintura “Ése es el punto”; el estilo del Renacimiento italiano en la obra del oaxaqueño Álvaro Santiago Díaz; los sueños que se separan y se unen en segundos en la exquisita y luminosa pintura abstracta “Piedra encendida” de Manuel Felguérez, plena de fastuosos amarillos.

Ojalá se vuelva a presentar esta colección del Museo Casa Redonda en los museos de la ciudad de Chihuahua y las instituciones culturales y universitarias continúen con su gran labor de difundir el arte chihuahuense, mexicano y extranjero, en un tiempo de gran crisis social. 

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