RODOLFO
FIERRO EN “LA FIESTA DE LAS BALAS” DE MARTÍN LUIS GUZMÁN: EL VILLISMO VIOLENTO[1]
ÓSCAR
ROBLES
El
general villista Rodolfo Fierro representa la cara sombría del Villismo en el cuento “Oro, caballo y hombre” de Rafael
F. Munoz. En cambio, “La fiesta de las balas” de Martín L. Guzmán muestra al
Fierro de violencia descarnada, dentro de una sanguinaria masacre de doscientos
noventa y nueve soldados de trescientos posibles del bando de Pascual Orozco[2],
quienes son ejecutados por Fierro con tres pistolas, las cuales son cargadas
repetidamente por su asistente. Guzmán describe a Fierro con buena perspectiva
estética y algunas cualidades positivas: Ser un certero tirador de armas de
fuego, un contundente guerrero y un ser superior. Sin embargo, las salvajes
ejecuciones a sangre fría y con marcada ventaja y la postura ética e ideológica
del narrador presentan a Fierro como la encarnación de la violencia cruel del
Villismo y como su línea contrapuesta y anti-épica.
En
particular, “Oro, caballo y hombre” de Muñoz es un relato realista y su narrador
describe claramente el pertinaz y negativo individualismo de Rodolfo Fierro
frente al colectivismo dominante de los villistas, dentro de Chihuahua, tras la
derrota de la División del Norte en la Batalla de Celaya, Guanajuato, en 1915,
frente a las fuerzas militares de Álvaro Obregón.[3] Al
final de cuento, Fierro muere solo como castigo a su arrogante individualismo,
sobre su caballo y aferrado al oro, el 13 de octubre de 1915, en la Laguna de los
Mormones, al oriente de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua. Sus compañeros
villistas lamentan la pérdida del oro y del caballo en las aguas, pero no la de
Fierro. Aunque es arrojado y valiente, Fierro representa la ambición material y
la arrogancia en este cuento. Sin embargo, es un importante personaje histórico
dentro de la Revolución Mexicana.
1. ÉPICA
DE LA REVOLUCIÓN E INDIVIDUALISMO DE FIERRO
Ante
todo, la Revolución Mexicana desarrolla su etapa bélica entre 1910 y1917. Representa
una gesta épica y colectiva y marca el fin de treinta y cinco años del gobierno
de Porfirio Díaz[4],
quien renuncia a la presidencia en 1911. Por su parte, Francisco I. Madero[5] asciende
al poder y es asesinado a traición en 1913 (Chang 280). Finalmente, la lucha
armada culmina con la proclamación de la Constitución en 1917 por parte de
Obregón y de Venustiano Carranza.[6]
En
general, la Revolución promueve valores colectivos y positivos —la justicia
social y el reparto de tierras entre los campesinos—, aspiraciones propias de Pancho
Villa[7] y
de Emiliano Zapata.[8]
El contexto específico de “La fiesta las balas” se ubica hacia 1913, después de
la alianza entre Pascual Orozco y el jalisciense Victoriano Huerta.[9]
Los Colorados de Orozco son
derrotados por los rebeldes villistas dentro de territorio chihuahuense. Luego
vienen las ejecuciones de Fierro, obra salvaje y anti-épica de un individuo,
pues son asesinatos a mansalva, fuera del código militar.
Como
personaje histórico, Rodolfo Fierro (1880-1915) fue un revolucionario nacido en
El Fuerte, Sinaloa. Ante todo, se caracteriza por ser un hombre violento y
sanguinario y por representar la barbarie del Villismo. Villa conoce al
maquinista Fierro en 1912 y éste se incorpora a las fuerzas villistas alrededor
del 17 de junio de 1913 en Durango, según Paco Ignacio Taibo II (193-194).
Aunque fue un gran revolucionario, Fierro tiene una larga historia de
ejecuciones, algunas a sangre fría, entre 1913 y 1915, entre las cuales se
cuentan el oficial García de la Cadena en Torreón y quince personas a sangre
fría (212, 278). Asimismo, mata al hacendado escocés William Benton en Ciudad
Juárez, Chihuahua, y al teniente coronel David G. Berlanga (285, 457). Finalmente,
asesina a varios soldados carrancistas en Zapopan, Jalisco, y al general Tomás
Urbina en Las Nieves, Durango, entre otros (490, 558). Sobre la ejecución de
casi trescientos Colorados de Orozco
por parte de Fierro, Taibo II piensa que esta masacre al parecer no sucedió como
en el cuento de Guzmán (205).
2. “LA
FIESTA DE LAS BALAS”: LAS EJECUCIONES A MANSALVA Y LA PASIÓN DE MATAR
En
realidad, “La fiesta de las balas” forma parte de un capítulo de la novela El
águila y la serpiente (1928). En
general, la novela es un “retrato vívido de Pancho Villa” y a la vez se narra
“la violencia de la guerra fratricida” (Chang 281). El texto “La fiesta de las
balas” puede ser considerado como un cuento por su estructura narrativa
cerrada, por la extensión breve y, esencialmente, por su trama con principio,
medio y fin. Por este motivo, el crítico estadounidense Seymour Menton lo
incluye en la brillante antología crítica El cuento hispanoamericano.
En
particular, el cuento de Guzmán tiene cinco secuencias narrativas y su contexto
histórico es que los villistas luchan a favor de los constitucionalistas. Tras
una batalla, los villistas apresan a quinientos soldados, unos trescientos Colorados y unos doscientos federales,
dentro del estado de Chihuahua. A los federales se les da la oportunidad de
vivir. Por orden de Villa, Fierro se encarga de ejecutar a sangre fría
solamente a los Colorados con solamente
tres pistolas. Con ayuda de un asistente, Fierro mata a doscientos noventa y
nueve orozquistas en cerca de dos horas, apostado en un corral amplio y a una
distancia aproximada de veinte pasos de las víctimas, mientras los presos
corren por un corral e intentan escalar y brincar un muro de adobes para
escapar a la muerte homicida. Sólo un soldado escapa medio herido por la
llanura. En la noche, el asistente mata a un moribundo que se quejaba entre los
cadáveres. Finalmente, Fierro duerme en un pesebre.
Un
detallado análisis de personaje permite establecer las perspectivas ideológica,
estética y ética de Guzmán en torno al villista Fierro, el protagonista del
cuento. En primer lugar, el título del cuento determina el tono festivo de la
feroz matanza. En especial, resalta la autoridad moral y militar de Fierro
dentro de la División del Norte. Al principio del cuento, un narrador testigo
establece que los hechos narrados pertenecen más a la leyenda que a la historia
y que tienen “el toque de la exaltación poética” (Guzmán, “La fiesta” 199).
Especialmente, el narrador expresa un juicio clave para configurar su propia
postura ideológica: “—y Fierro y el Villismo eran espejos contrapuestos, modos
de ser que se reflejaban infinitamente entre sí—” (199). Es decir, la violencia
descarnada de las ejecuciones es parte negativa del individuo Fierro en
contraste con la justicia social y los positivos ideales revolucionarios del
Villismo. Sin embargo, a veces la extremada violencia se refleja en el grupo
villista.
Algunos
rasgos épicos, estéticos y positivos del protagonista aparecen de manera
periférica, pero no definen las negativas acciones centrales de la trama. Por
un lado, Fierro es un guerrero decidido: “—A quien nunca detuvo nadie—” (Guzmán,
“La fiesta” 200). Por otro, es muy efectivo y contundente en las luchas
armadas, pues piensa que la victoria militar se consuma hasta lograr —. . . la
completa derrota del enemigo—” (200). Curiosamente, ambas referencias textuales
están separadas por guiones, como una forma de excluirlos de la narración
central y los rasgos psicológicos claves del protagonista en el cuento.
Asimismo,
la postura estética del narrador resalta a Fierro cuando ya se prepara la
ejecución de los Colorados. De este
modo, la figura de Fierro es relevante, bella y épica dentro del “triste
abandono del corral”: “Grande y hermosa, irradiaba una aura extraña, algo
superior, algo prestigioso” y “sus piernas formaban un compás hercúleo y
destellaban” (Guzmán, “La fiesta” 202).
Sin
embargo, todos estos aspectos disminuyen su importancia dentro de las acciones
centrales del personaje principal: Las doscientos noventa y nueve ejecuciones.
Estas ejecuciones son, finalmente, crímenes a mansalva y un tanto perversos, fuera
de las leyes militares del fusilamiento formal. Así pues, la posterior
ejecución en masa ocupa más espacio en el cuento y estos hechos representan la
cruda y descarnada violencia de un solo individuo, miembro del Villismo. Al
final de cuentas, para el narrador, la mano de Fierro es “la mano homicida” y
el desigual enfrentamiento del villista con los prisioneros significa la lucha
entre “la pasión de matar y el ansia inagotable de vivir” (Guzmán, “La fiesta”
206). Asimismo, toda la larga masacre es verdaderamente una “ejecución en masa”
y un evento festivo, una verdadera “fiesta de las balas” para el individuo
Fierro (207, 208). Aunque la matanza es una muestra de “la destreza de Fierro”,
es un acto cruel, sanguinario y perverso contra soldados indefensos (208). Con sus ejecuciones con plena ventaja y
sin peligro, Fierro es anti-épico y es el “espejo contrapuesto” del Villismo,
el cual representa más la épica revolucionaria y la justicia social. En suma,
el narrador de “La fiesta de las balas” describe a un contundente, pero cruel
militar villista, en medio de una ejecución de soldados enemigos. Aunque la
ficción del cuento muestra más las condiciones negativas de Fierro, este
general es un héroe histórico de la Revolución.
3. GUZMÁN: ATENEÍSTA, REVOLUCIONARIO,
INTELECTUAL Y ESCRITOR
Martín
L. Guzmán (1877-1976) fue militar, político, periodista, profesor y escritor.
Participó en la Revolución Mexicana bajo las órdenes de Villa (“Guzmán”). Fue
un miembro destacado del grupo intelectual El
Ateneo de México al que pertenecían el dominicano Pedro Henríquez Ureña
(1884-1946) y los escritores y filósofos mexicanos Antonio Caso (1883-1946),
Alfonso Reyes (1889-1959) y José Vasconcelos (1882-1959), entre otros. Estos
escritores “desempeñaron un papel clave en el proceso de cambio social” durante
la época revolucionaria y promovieron “el concepto de cultura como bien
público” (Chang 280). Fundamentalmente, Guzmán es autor de la novela La
sombra del caudillo (1931) y de Memorias
de Pancho Villa (1938-1940),
entre otras. La primera obra fue llevada al cine en forma de largometraje en
1960, bajo el mismo título literario y la dirección del mexicano Julio Bracho,
con las destacadas actuaciones de Tito Junco, Ignacio López Tarso, Miguel Ángel
Ferriz, Víctor Manuel Mendoza, Antonio Aguilar y otros actores.
En
conclusión, el cuento “La fiesta de las balas” de Martín Luis Guzmán pone al
principio a Rodolfo Fierro como un eficaz y superior guerrero de la Revolución,
pero finalmente lo condena por ser una cruda antítesis del Villismo y de su
ideología justiciera: Por ser un violento homicida a sangre fría.
Obras citadas
“Carranza,
Venustiano (1859-1920).” Doce Mil Grandes. Enciclopedia Biográfica
Universal.
Vol. XII. Ed. Diane Downey. México: Promociones Editoriales Mexicanas, 1982.
Chang, Raquel y Malva
e. Filler. Voces de Hispanoamérica. Antología literaria. 3ª
ed.
Boston: Thomson and Heinle, 2004.
“Guzmán, Martín Luis.” Enciclopedia
de México. Vol. Ed. José Rogelio Álvarez.
México:
Enciclopedia de México, 1977.
Guzmán, Martín Luis. “La
fiesta de las balas.” El águila y la serpiente. 4ª ed.
México:
Porrúa, 1995. 199-211.
“Orozco,
Pascual (1845-1916).” Doce Mil Grandes. Enciclopedia Biográfica
Universal.
Vol. XII. Ed. Diane Downey. México: Promociones Editoriales
Mexicanas,
1982.
“Madero,
Francisco I (1873-1913).” Doce Mil Grandes. Enciclopedia Biográfica
Universal.
Vol. XII. Ed. Diane Downey. México:
Promociones Editoriales
Mexicanas,
1982.
Menton, Seymour. El
cuento hispanoamericano. 7ª. ed. México: Fondo de Cultura
Económica,
2003.
Muñoz, Rafael F. “Oro,
caballo y hombre.” Relatos de la Revolución. Cuentos
completos. México:
Grijalbo, 1985. 234-240.
“Obregón,
Álvaro (1880-1928).” Doce Mil Grandes. Enciclopedia Biográfica
Universal.
Vol. XII. Ed. Diane Downey. México: Promociones Editoriales Mexicanas, 1982.
“Orozco,
Pascual (1882-1915).”Doce Mil Grandes. Enciclopedia Biográfica
Universal.
Vol. XII. Ed. Diane Downey. México: Promociones Editoriales
Mexicanas,
1982.
Taibo II, Paco Ignacio.
Villa. Una biografía narrativa. México: Grijalbo, 2005.
“Villa,
Francisco (Doroteo Arango) (1878-1923).” Doce Mil Grandes. Enciclopedia
Biográfica
Universal. Vol. XII. Ed. Diane Downey. México: Promociones
Editoriales
Mexicanas, 1982.
“Zapata,
Emiliano (1879-1919).” Doce Mil Grandes. Enciclopedia Biográfica
Universal.
Vol. XII. Ed. Diane Downey. México: Promociones Editoriales
Mexicanas,
1982.
[1] Esta reseña crítica
fue publicada originalmente en la excelente y ya desaparecida revista Chihuahua
Moderno en diciembre de 2012. El presente texto es una versión corregida y
aumentada para brindarla a todos los gentiles lectores que acceden a mi Blog.
[2] El chihuahuense
Pascual Orozco (1882-1915) fue un general maderista al comienzo de la
Revolución Mexicana y luego combatió contra las fuerzas militares de Francisco
Villa.
[3] El sonorense Álvaro
Obregón (1880-1928) defendía la causa del general coahuilense Venustiano
Carranza durante los enfrentamientos con el ejército de Francisco Villa en
1915, fue presidente de la república durante el periodo 1920-1924 y fue
asesinado por José de León Toral en 1928, luego de haber sido reelecto como
jefe del ejecutivo federal (“Obregón”).
[4] El oaxaqueño
Porfirio Díaz (1830-1915) participó en la guerra contra la Revolución Francesa
en 1862 y 1863 en defensa de la presidencia de Benito Juárez, gobernó al país
entre 1877 y 1911, su gobierno desarrolló la tecnología moderna (teléfonos,
telégrafos, ferrocarriles) y la industria y favoreció el latifundio (“Carranza”).
[5] El coahuilense
Francisco I. Madero (1873-1913) encabezó la Revolución Mexicana a partir de
1910, fue presidente de la república entre 1911 y 1913 y fue asesinado el 22 de
febrero de 1913 (“Madero”).
[6] El coahuilense
Venustiano Carranza (1859-1920) fue jefe de las fuerzas militares
constitucionalistas, luego de la muerte de Madero; promulgo la Constitución de
1917; ocupó la presidencia de la república entre 1917 y 1920; y, finalmente,
fue asesinado en 1920 (“Carranza”).
[7] El duranguense
Francisco Villa (1878-1923) logró
triunfos militares en Ciudad Juárez (Chihuahua), Torreón (Coahuila) y Zacatecas
(Zacatecas) entre 1910 y 1914 al mando de la poderosa División del Norte; fue
derrotado por las fuerzas de Obregón en 1915, en la zona del Bajío (Celaya,
León y Trinidad) y fue asesinado en 1923 en Parral, Chihuahua (“Villa”).
[8] El morelense
Emiliano Zapata (1879-1919) luchó militarmente en la Revolución Mexicana con el
ejército Libertador del Sur, repartió tierras a los campesinos en Morelos, se
enfrentó en una guerra de guerrillas contra las fuerzas carrancistas y murió
asesinado a traición en 1919 en la Hacienda de Chinameca, Morelos (“Zapata”).
[9] El jalisciense
Victoriano Huerta (1845-1916) sofocó las rebeliones de Pascual Orozco y
Emiliano Zapata contra Francisco I. Madero, mandó asesinar a Madero y José
María Pino Suárez y fue presidente de la república en 1913 (“Huerta”).
No hay comentarios:
Publicar un comentario