EL NUEVO TEMPLO DE LA BASÍLICA DE GUADALUPE EN LA CIUDAD DE CHIHUAHUA: HACIA UNA NUEVA ESPIRITUALIDAD Y COMUNIDAD
ÓSCAR ROBLES
Hay un nuevo templo de la Basílica de Guadalupe al sur de la ciudad de Chihuahua, desde el 12 de diciembre de 2014. Este templo trae la gran esperanza de sembrar más las semillas de la fe y la espiritualidad en la capital del Estado más grande de México, tras un periodo agudo de crimen y violencia: Tiempo de grave crisis espiritual y nacional.
El edificio es más moderno, con más capacidad para personas y más espacio para estacionamiento de vehículos automotores. Fue inaugurado oficialmente por el Arzobispo de la ciudad de Chihuahua Constancio Miranda.
La construcción de hermosas y magnificentes iglesias y de un gran arte religioso ha sido una trascendental labor del Cristianismo occidental en Europa y América, desde el Imperio Romano hasta el siglo XXI. La arquitectura, la escultura y la pintura cristianas han influido poderosamente en los cristianos de todo tiempo y toda nación occidental. Es importante mantener esta labor viva y vital, pues conjuga civilización y cristianismo, arte y fe. La cultura cristiana da orgullo y base firme a la fe de todos sus creyentes. Y México forma parte de esas naciones cristianas que no deben olvidar la palabra de Dios, que deben sembrar la auténtica semilla de fe y hacer crecer árboles que den frutos pulposos y jugosos de amor humano. Aun más: Los mexicanos tienen que cumplir su misión cristiana de verdad y proyectar la auténtica vida espiritual en todas sus tareas cotidianas de ciudadanos mexicanos, fieles a su patria.
El templo se sitúa exactamente en el poblado de Aquiles Serdán, justo enfrente del Centro de Rehabilitación Social (CERESO). De esta manera, se ubica un templo más de la fe católica justo frente al edificio donde los criminales pagan por sus horribles delitos contra la sociedad. La edificación de esta iglesia es, por ello, un acto físico y simbólico que enfatiza la fuerza del Cristianismo contra el crimen, la violencia, el vicio y el pecado de estos tiempos materialistas y consumistas.
Esta iglesia remarca el nuevo paso de la modernización en Chihuahua capital, edificando significativas obras públicas que cubren grandes áreas del norte, del sur y del mismo Centro Histórico, donde el comunitario “Zocalito” y el moderno sistema de transporte público “VIVEBÚS” configuran una verdadera ciudadanía cada día. De esta manera, los gobiernos estatal y municipal construyen, refuerzan y reconstruyen nuevas zonas civilizadas para el desarrollo económico y el fortalecimiento de la civilidad, el comercio y la cultura. Estas zonas ahora cuentan con más y eficiente seguridad pública, ampliación de la infraestructura y más comercio.
Dentro de este proceso de civilización o lo que puede llamarse “La Reconstrucción”, la zona oeste de la ciudad parece quedarse atrás, puesto que hay escasas obras públicas recientes, tanto del gobierno como de las empresas locales. Hace falta establecer negocios grandes, supermercados y oficinas de gobierno en este más “salvaje” oeste, ya que es la “puerta” de entrada a los agricultores, comerciantes y ganaderos que vienen de la enorme y productiva Sierra Tarahumara.
En particular, esta zona oeste se está despoblando, paulatinamente, desde hace varios años. Por este motivo, se observan cientos de casas abandonadas, unas en renta y otras en venta. También, han dominado en estas colonias del oeste las costumbres anti-ciudadanas, entre 2008 y 2015: Vehículos ilegales; violaciones a las leyes de tránsito; abundante basura en las calles, lotes baldíos, casas y arroyos; falta de estaciones de policías; bully vecinal; perros en las calles sin cuerdas que porten sus dueños; alcoholismo en la vía pública por la abundancia de expendios de licores; ruido extremo por los estéreos; infraestructura desgastada y vieja; falta de nueva infraestructura (centros comunitarios modernos; canchas deportivas; parques con bancas, árboles y vigilancia), entre otros problemas graves. Son, en general, costumbres viejas, anquilosadas y, en algunos casos, hasta criminales, practicadas regularmente por los residentes, en especial por las minorías bárbaras que operan en pandillas. En suma, todas estas prácticas contrarias a la civilidad son costumbres del pasado, propias de los suburbios urbanos que, con el paso del tiempo, se petrifican ante el paso de la modernización.
En cambio, el nuevo y moderno templo de la Basílica de la Virgen de Guadalupe es una manifestación clara del poder de Dios en esta ciudad norteña. Ojalá este templo no sea solamente una mera y lujosa obra material, sino un auténtico espacio para construir y reconfigurar una poderosa y verdadera espiritualidad cristiana: Una fe auténtica en Dios y en México. El culto católico debe salir, sin duda, de sus actividades meramente ritualísticas y repetitivas, para conectarse con actividades comunitarias prácticas y verdaderamente participativas, tales como la gestión de obras públicas en sus colonias, las actividades culturales y, en especial, las lecturas directas de La Biblia.
Este templo nuevo, inaugurado el pasado 12 de diciembre de 2014, puede ser el principio de otro “tiempo mexicano”, para usar la famosa frase del escritor Carlos Fuentes, un tiempo más sólido, progresista, modernizador y comunal de la ciudad de Chihuahua: El tiempo de las almas de los chihuahuenses, las que son verdaderamente amantes del prójimo, solidarias y comunitarias, positivas almas de un México nuevo y emergente. Tantas almas prisioneras deben salir de las “catafalcos de metal y motor, alcohol y estéreo”, de estas terribles “islas” de la arrogancia y la enajenación. Deben dejar, pues, de usar y abusar tanto y tanto de sus vehículos automotores, legales e ilegales. Los ciudadanos tienen que salir de todos sus enclaves anti-ciudadanos, mentales y materiales, para vivir en comunidad.
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