martes, 13 de enero de 2015

PINTURAS SOBRE LA TRAGEDIA DE "PASTA DE CONCHOS" DE ARTEMIO SEPULVEDA: EXPRESIONISMO, CRITICA SOCIAL Y PERSPECTIVA OBRERA

PINTURAS SOBRE LA TRAGEDIA DE PASTA DE CONCHOS DE ARTEMIO SEPÚLVEDA: EXPRESIONISMO, CRÍTICA SOCIAL Y PERSPECTIVA OBRERA


ÓSCAR ROBLES

LA MUESTRA "PASTA DE CONCHOS" DE ARTEMIO SEPULVEDA: OBREROS, TRAGEDIA Y EXPRESIONISMO


         Arte expresionista, crítica social y perspectiva obrera son las preocupaciones centrales del mexicano Artemio Sepúlveda en sus vigorosas imágenes de mineros y empresarios que alcanzan niveles paradigmáticos. Con este enfoque artístico, treinta pinturas suyas hechas con diversas técnicas y materiales fueron exhibidas en el Museo Casa Chihuahua, entre el    31 de octubre de 2014 y el 19 de enero de 2015. Son obras producidas entre 2002 y 2014, así que son de hechura reciente. Especialmente, dominan los cuadros creados en 2014 con un total de diecinueve.
         El expresionismo de Artemio Sepúlveda se funda ante todo en una visión conmovedora, angustiante, dolorosa y solidaria de la humanidad, especialmente concentrada en el trabajo obrero y la condición social de los mineros y su familia. Esta visión se basa en el uso constante de pinceladas gruesas y muy expresivas, dibujos de la figura humana, contornos enfáticos, colores sombríos, manos y brazos muy fuertes y viriles y, fundamentalmente, en la configuración de cuerpos y rostros de gran fuerza emocional y de gran tristeza y patetismo. Este expresionismo artístico se origina en un concreto lugar laboral y geográfico como punto de apoyo para desarrollar su gran imaginario artístico sobre el trabajador: La mina Pasta de Conchos, cuyos obreros y empresarios sostienen y rigen un negocio, construyen riqueza y generan conflictos sociales. Sin embargo, el realismo figurativo de Sepúlveda no es documental ni histórico en sus imágenes, pues casi todos los cuadros están pintados desde una perspectiva de acercamiento y acercamiento extremo al cuerpo de los mineros, de las mujeres y los niños, con escaso ambiente social y geográfico concreto. En realidad, la perspectiva global del artista es exaltar a los mineros y a sus familias, a través de los cuerpos musculosos, las expresiones sufrientes, las vestimentas básicas y pobres, los colores sombríos y, en general, las imágenes obreras que consolidan la configuración de poderosos y universales paradigmas y arquetipos humanos diversos: Las madres, los niños, los viejos, los accidentados, los enfermos, los muertos, los trabajadores, los protestantes y otras imágenes humanas.
En general, son arquetipos bastante sólidos, sumamente expresionistas, cimentados mediante imágenes realistas y figurativas, pero hiperbólicas y un tanto distorsionadas por su fuerte contenido de exaltación del trabajo y el cuerpo humano, robusto, pero explotado y sufriente. En contraparte, el lujo de los magnates se devalúa un poco a los ojos de los espectadores con la proyección de vestimentas elegantes, pero con personas de rostros avejentados y con una ligera expresión emocional negativa, frívola o arrogante. Este expresionismo de Sepúlveda emparienta con las técnicas pictóricas del poderoso arte del muralista mexicano David Alfaro Siqueiros (1896-1974), de los expresionistas alemanes de la primera mitad del siglo XX ―Ernest Ludwig Kirchner (1880-1938), Max Beckmann (1884-1950), Emil Nölde (1867-1956)―, de los cuerpos sufrientes del ecuatoriano Oswaldo Guayasamín (1919-1999) y de los cuerpos robustos del brasileño Cándido Portinari (1903-1962). En particular, el expresionismo de Sepúlveda es muy original: Cuerpos mineros, pieles amarillas y enfermizas, hondo patetismo, gran perspectiva obrera y una contundente crítica social.  
Como su maestro Siqueiros, Sepúlveda experimenta con algunos materiales novedosos en sus portentosas pinturas de Pasta de Conchos, tales como la pintura automotriz y el chapopote. Estos materiales refuerzan el expresionismo general de sus cuadros.

1. LA TRAGEDIA DE LA MINA PASTA DE CONCHOS: EXPLOTACIÓN LABORAL Y MUERTE

         En general, Sepúlveda plasma fascinantes y dramáticas figuras masculinas y femeninas en torno a las condiciones laborales y sociales de los mineros de la mina de carbón Pasta de Conchos, situada en San Juan de Sabinas, en la región de Nueva Rosita, Coahuila, México. En dicha mina, ocurrió un grave accidente de trabajo, provocado por una explosión repentina, al filo de las dos treinta de la mañana del 19 de febrero de 2006 y, como consecuencia, cerca de sesenta y cinco mineros mexicanos quedaron atrapados a ciento cincuenta metros bajo tierra, dentro de un túnel horizontal de 1.6 kilómetros de largo y, finalmente, perecieron todos por los gases y no fueron rescatados todos los cadáveres (“Desastre”). Esta mina era operada por la compañía minera Grupo México, la cual era controlada por empresas trasnacionales de Canadá y nacionales de México en su mayoría. Antes del accidente, los mineros se habían quejado por las condiciones salariales, de seguridad y de salud en su trabajo y, finalmente, el dirigente empresarial mexicano Germán Larrea salió beneficiado económicamente al cambiarse la ley de explotación del gas metano y se plantearon serias dudas sobre el papel del gobierno mexicano en dicha tragedia laboral (“Desastre”).

2. EXPRESIONISMO, CRÍTICA SOCIAL Y PERSPECTIVA OBRERA

Este poderoso artista, nativo del estado de Nuevo León, fue alumno del famoso pintor mexicano Carlos Orozco Romero (1896-1984) y colaborador del muralista David Alfaro Siqueiros. Por este motivo, se observa en sus cuadros la construcción de paradigmas humanos (el minero, el niño, las mujeres, los empresarios, el obrero retirado, el anciano, el obrero politizado y otros) y un fuerte estilo expresionista en la configuración del cuerpo humano. De esta manera, la figura humana es el centro de las treinta pinturas y es un vehículo vigoroso para mostrar “los ambientes, los estados de ánimo, los estratos sociales, la condición humana”, según describe un cartel de presentación en dicho museo de la ciudad de Chihuahua. Asimismo, sus personajes “van del exterior al interior, de lo festivo a lo doloroso, de lo material a lo espiritual”, explica el citado cartel. Finalmente, el Expresionismo del siglo XX alimenta estas brillantes obras de Sepúlveda y, por ello, sus treinta pinturas manifiestan “una naturaleza interna llena de sentimientos y emociones, cuya presencia produce un impacto que nos estremece”, sostiene el mismo cartel puesto en el recinto. En general, el Expresionismo es una “doctrina artística que traspone la realidad según su propia sensibilidad” (“Expresionismo”). He aquí una breve descripción y un somero análisis de cada uno de los treinta cuadros de Sepúlveda:

1. Parias (2014, acrílico sobre MDF). Es el paradigma de la madre pobre y protectora. Una mujer protege a su hijo pequeño con su rebozo azul y muestra sus enormes manos sobre un fondo gris. El dibujo tiende a borronearse y los colores oscuros resaltan poderosamente la pobreza y la desolación como “un manchón de la vida”, como figuras desvalidas de la calle. El rostro de la mujer aparece levemente sugerido.

2. Oración (2014, técnica mixta: Acrílico, chapopote, pintura automotriz sobre MDF). Es el paradigma del trabajador creyente y orante. Un hombre vestido de blanco, con camiseta de manga corta, ora de perfil, sentado, frente a una luz naranja. Impactan sus exorbitantes brazos musculosos y el tamaño enorme de sus manos, en contraste con el rostro sereno y los ojos cerrados. Descansa sobre una piedra, es un trabajador y el ambiente externo está alterado por la violencia de las pinceladas rojas y la intensidad de la luz naranja. La dimensión de brazos y manos es una manera de exaltar al trabajador.

3. La fuerza generadora del Magnate I (2008, técnica mixta: Acrílico, carbón y colores a la cera sobre MDF). Es la representación arquetípica del minero como fuerza de trabajo. El título subraya un sentido crítico hacia los propietarios de la mina y una exaltación del obrero de las minas, puesto que éste representa la “fuerza” que genera riqueza para el “magnate”. Este cuadro forma parte de una serie de cuatro cuadros con el mismo título. En la pintura, un minero con torso desnudo, casco con lámpara al frente, perfora la pared de una mina con una barra larga, en un primerísimo plano. Se encuentra de perfil y se ve el rostro serio, callado y muy concentrado. Casco verde, piel rosada, paredes oscuras, sobresale el acto humano del trabajo, mediante la fuerza expresionista del trazo figurativo y, otra vez, los músculos extremadamente fuertes.


"LA FUERZA GENERADORA DEL MAGNATE I" (2008) DE SEPULVEDA EXALTA AL OBRERO Y SU TRAZO ES EXPRESIONISTA

4. Fuerza generadora del Magnate II  (2014, pintura automotriz y carbón sobre acrílico). Prosigue la visión del minero como fuerza de trabajo que enriquece a empresarios. Un hombre desnudo carga un pico sobre su hombro derecho. Está de perfil y su rostro luce resignación y parece no tener cabello. En el fondo, hay tres colores muy vivos: Rosa, verde y rojo. El torso desnudo tiene las características pinceladas gruesas que dominan los cuadros de Sepúlveda y múltiples pinceladas pequeñas con amarillos, como chispazos. En general, la configuración del cuerpo del minero es sumamente expresionista y su presencia laboral denota la preferencia que da el artista a este obrero sufriente y explotado de las minas. El minero es, por ello, “fuerza generadora”, según la perspectiva de Sepúlveda. La imagen es verdaderamente impactante.

5. Fuerza generadora del Magnate III (2014, técnica mixta: Pintura automotriz, carbón acrílico, chapopote sobre MDF). Siguiendo el mismo concepto del título, tres mineros laboran en una mina con sus respectivos picos. Uno, en el primerísimo plano, está de frente, con el torso desnudo, músculos fuertes, casco pequeño y cara enorme, mestiza y muy seria, nariz grande, con la luz iluminándole una pierna. Su rostro es muy expresivo y agrandado intencionalmente por el artista. Es el arquetipo del minero trabajador, exaltado por la belleza atlética de su cuerpo. Los otros dos mineros aparecen a ambos lados como comparsa del duro trabajo de la mina, como héroes de la misma labor generadora de riqueza. Visten pantalones grises, torsos desnudos y muestran un trazo a base de pinceladas gruesas, propias de una estética expresionista.

6. Fuerza generadora el Magnate IV (2014, colores a la cera, acrílico, carbón sobre MDF, pintura automotriz). Tres figuras humanas aparecen en primerísimo plano, sentadas sobre una roca u objeto blanco. Este acercamiento es propio de la mayoría de las figuras humanas de casi todos los cuadros de esta muestra, lo cual permite resaltar la imagen general de los mineros como héroes anónimos y paradigmas universales del trabajo duro. Dos de ellos están de frente, con el torso desnudo, amarillento; uno viste pantalón verde y otro gris. Otro se encuentra de espaldas, cerca del fondo oscuro de la mina, que aparece escasamente trazada en la mayoría de las pinturas de Sepúlveda. Otra vez, las manos de los mineros son exageradamente enormes, lo cual es un motivo constante de la pintura de la serie Pasta de Conchos. Los rostros de los tres son típicamente mestizos, de cariz triste y resignado, son caras arquetípicas del minero construido por la pintura de Sepúlveda. El color amarillo es opaco y resalta la enfermiza piel. Su factura general es expresionista: Dibujo con líneas remarcadas y un poco distorsionadas y colores impactantes que exaltan los cuerpos laborantes.

7. Horizontes (2014, técnica mixta: Acrílico, carbón y chapopote sobre tela). Un obrero y su mujer se ven en un primer plano: Ella viste un rebozo oscuro, pegada al brazo izquierdo de él. Sobre un fondo amarillo, emergen dos hornos de fábrica que emiten humo. Estas imágenes del contexto laboral son muy escasas en esta serie de pinturas de Pasta de Conchos, puesto que la perspectiva del artista es más humanista. Los brazos y manos del hombre son también muy fornidos y exagerados. Viste con un delantal blanco y gris. Las pieles de ambos son morenas y los rostros muestran tristeza y parecen discutir algo, pero con actitud resignada. El vigoroso trazo del dibujo y las pinceladas gruesas construyen arquetipos humanos del obrero y la esposa fiel, figuras universales más que nacionales.

8. Homenaje a Jesús García (2014, técnica mixta: Carbón y colores a la cera sobre MDF). Es una de las obras mejores por su desnuda y universal visión del héroe ferrocarrilero: El puro “hueso” esencial de su cara. Bajo la personalísima y original perspectiva de Sepúlveda, la cara del héroe mexicano norteño es un rostro “óseo” y casi fantasmal, rostro esencial de dignidad humana, con ojos vacíos, labios apretados, piel gris y negra, sobre un fondo amarillo y gris, dos colores que son muy usados en buena parte de las pinturas de esta exposición del Museo Casa Chihuahua. Puede verse como una expresión prominente de un hombre, una expresión “deshuesada” de todo referente histórico concreto al héroe ferrocarrilero del estado de Sonora. No es un retrato realista, es un retrato intimista, hondamente quintaesencial de lo humano. Los rasgos faciales muestra la tristeza universal: Un rostro enorme que puede ser producto tal vez de una explosión del tren o de un accidente de trabajo. “Relumbra” su patetismo facial como un símbolo humano del héroe obrero que salva la vida de un pueblo; aparece como una imagen desnuda, sin identificación concreta ni vestimenta alguna. Jesús García Corona (1881-1907) es conocido como “El Héroe de Nacozari”, puesto que condujo una locomotora con un tren que cargaba seis toneladas de dinamita para alejar este peligroso vehículo del pueblo de Nacozari, Sonora; murió en una explosión tremenda en ese viaje fatal y, por este motivo, exaltan su heroísmo en el famoso corrido “Máquina 501”, cantado brillantemente por el chihuahuense Francisco El Charro Avitia (“Jesús”). 

9. Homenaje a los niños de Pasta de Conchos (2014, pintura automotriz, chapopote, carbón, acrílico sobre tela). Este cuadro es admirable por su expresionismo pleno, por su visión arquetípica de los niños, por su concentrada visión desolada, con una fuerte filiación expresionista. En la gran pintura, se ve a una niña de rostro muy vivo y expresión tierna, con cabeza enorme y deforme, ojos grandes que resaltan sobremanera por la escasa frente que tiene la infante. La nariz es muy grande, con dos hoyuelos prominentes, y la boca exorbitante enseña unos labios rosados y el cabello luce lacio y despeinado. El fondo del cuadro es de un amarillo intenso que resalta el busto de la niña. La enorme cabeza, distorsionada, sale de un cuello frágil que es rodeado por un sutil vestido rosa. En general, está sola imagen de cabeza y rostro enormes impacta por su exorbitante contundencia estética y por la extraordinaria fuerza expresiva que busca conmover al espectador, con desolación y dulzura. La niña es fea, pero la ternura de sus ojos es enorme. En suma, la exageración del volumen de la cabeza, de los rasgos faciales y del cabello concentra el prodigioso paradigma de la niñez sufriente y frágil de los niños de la mina, hijos de los obreros. Es una de las mejores pinturas de toda la muestra de Pasta de Conchos.

10. La tragedia (2014, carbón, chapopote, acrílico sobre tela). Es una escena que concentra un accidente en una mina, vista desde una perspectiva de extremo acercamiento visual, intimista, pues. Un hombre desnudo se toca la cabeza y está agachado, con un brazo dentro de una mina, en un primerísimo plano. Abajo, yace un cuerpo desnudo de otro minero. El cuerpo del obrero vivo es blanquecino y rosado y el otro luce con piel oscura y parece muerto. A un lado, brotan líquidos o gases de las paredes. El conjunto de imágenes humanas y espaciales representa de manera quintaesencial el terrible accidente de la mina Pasta de Conchos. Los cuerpos desnudos exaltan al minero, al humano que sufre, víctima de un fatal accidente laboral. Son paradigmas universales de mineros como víctimas de la explotación laboral, sin garantías de seguridad.

11. El duelo (2014, acrílico y carbón sobre tela). Tres mujeres están sentadas, cubiertas con vestidos y rebozos color marrón y negro, ocultando sus rostros tristes, mostrando sus pies descalzos y huesudos puestos sobre una tela o tierra blanca. Se encuentran presenciando un funeral y sus figuras en conjunto se ven muy escuálidas y los colores oscuros translucen dolor, luto, patetismo. Dibujos de líneas “violentas” conforman los cuerpos, pero ahora el color de los volúmenes corporales es más plano y uniforme que el resto de los cuerpos masculinos de los otros cuadros de la exposición. En suma, las mujeres dolientes transmiten desolación universal, con escaso ambiente físico, y su vestimenta es propia de un pueblo pobre. Resalta como una escena verdaderamente conmovedora, emoción propia y dominante en toda la presente muestra de Sepúlveda.

12. Conchos de duelo (2014, acrílico, chapopote, carbón sobre tela). El título muestra un referente geográfico concreto esta vez: El de la mina de Coahuila donde ocurrió el accidente de 2006. Una piadosa mujer guarda sobre su regazo a un hombre escuálido y desnudo que está muerto. Ella trae un rebozo violeta, un color vivo y excepcional en la muestra, y exhibe un rostro alargado, narigón, con expresión triste y resignada. Esta cara es más hermosa y armónica que los rostros de otros cuadros de la misma muestra del Museo Casa Chihuahua. El fondo de la pintura es oscuro, con algunos nubarrones. Parece un trasunto expresionista, distorsionado, de la famosa escultura renacentista hecha en mármol  La Piedad (1498-1499) del italiano Miguel Ángel Buenarroti, la cual se encuentra ubicada en la famosa Basílica de San Pedro de la Ciudad del Vaticano. Esta célebre efigie representa a Cristo muerto en los brazos de una hermosa y joven Virgen María. Las dos figuras son armónicas y patéticas, construidas con una detallada talla en los brazos, piernas y vestimentas. Por extensión, el minero de Sepúlveda puede ser una especie de Cristo sacrificado, una reminiscencia artística y religiosa para exaltar el sufrimiento de los mineros mexicanos, con figuras paradigmáticas de gran expresión corporal.

13. Minero herido (2014, acrílico y chapopote sobre MDF). Un hombre de torso desnudo toca su rostro con la mano izquierda y cruza su mano derecha sobre su cuerpo. Las manos otra vez son enormes y poderosas. El torso está configurado con múltiples pinceladas delgadas hasta dar un color amarillo pálido, dominante en casi todas las figuras de mineros de esta brillante exhibición pictórica. Viste pantalón con cinturón. Es el paradigma del minero herido y doliente. Sobre todo, impacta la poderosa desnudez del torso y la fuerza musculosa de su espalda, como parte de la global perspectiva estética y moral del artista Sepúlveda.

14. Familia campesina (2008, carbón y pastel sobre MDF). Una pareja de esposos contempla a su pequeño hijo envuelto en una cobija rosada. El hombre es moreno, sujeta un azadón con la mano izquierda, viste camisa de manta blanca y luce un rostro serio y un poco cansado, pero con unos ojos enormes, brillantes y hermosísimos. La mujer de cabello negro y lacio inclina su rostro para ver al niño que carga en brazos, tiene la piel más clara, un poco amarillenta, y su cara es extremadamente bella y armónica. Ambas son caras mestizas, mexicanas o latinoamericanas. El dibujo y los colores claros construyen figuras bellas de la clase baja del campo, a diferencia de las figuras expresivas y patéticas y de piel amarilla y enfermiza de los mineros. La belleza del conjunto muestra una clara exaltación de la familia campesina mestiza mexicana. Ambos son rostros serenos y pensativos, pero hermosos y están envueltos en una luz dulce que dota de un halo sagrado a la escena, como si fuera una escena del nacimiento de Cristo. La belleza de la familia es comparable a las escenas del filme María Candelaria (1943) u otras películas del mexicano Emilio El Indio Fernández (1904-1984), con la fotografía exquisita del también mexicano Gabriel Figueroa (1907-1997), filmes creados durante la famosa Época de Oro del cine mexicano (1935-1955). Sin duda, este cuadro de Sepúlveda se aparta del tema obrero de la muestra, resalta por su calidad estética y nacionalista y, en general, su factura artística es positiva, exaltativa y estetizante y, por lo tanto, se aparta del patetismo, el dolor y el fuerte expresionismo de las escenas de mineros de la exposición. Sin embargo, se integra al conjunto por la visión laboral en torno a los pobres y a la clase trabajadora de México.

15. Minero poeta (2014, carbón, acrílico y pintura automotriz sobre MDF). El obrero y el arte se conjugan en la imagen de un hombre semidesnudo, de pie, con una roca en sus brazos. Tiene los ojos cerrados. El fondo es morado. Es el perfecto arquetipo del poeta minero. Ante todo, resalta la piel amarillenta, casi enfermiza. Impacta sobremanera el expresionismo del cuerpo como una especie de Cristo sufriente, de rostro dulce, pero con la nariz y los dedos muy grandes y gruesos, propios del minero construido por el original imaginario artístico de Sepúlveda.

16. La linterna olvidada (2012, acrílico, colores a la cera, carbón y chapopote sobre MDF). Una anciana sentada mira sorprendida hacia su izquierda: Una linterna minera descansa sobre una mesa de color amarillo y se asume que un minero la dejó olvidada. Ella viste blusa blanca, falda gris y pañoleta roja de donde salen unos largos cabellos grises. Tiene las manos cruzadas sobre su regazo y los dedeos son extraordinariamente gruesos, al igual que su nariz. La boca está cerrada. El fondo del cuadro es amarillo. La configuración general de las mujeres en esta exposición es marcadamente expresionista y, por ello, resaltan las expresiones exorbitantes de cara y ojos y la exageración en el diseño de los dedos, todo con pinceladas gruesas. Se ven medio “rayoneados” o “chispeados” todos los volúmenes corporales, tal vez por el uso de los materiales novedosos del artista neoleonés. Esta mujer es de esta clase de figuras humanas de la presente muestra: Pobres y dignas y de estructura expresionista. Es un retrato dramático: La obra muestra desconsuelo a pesar de ser una escena trivial y cotidiana que envuelve asuntos del hogar y del trabajo obrero. Por el contexto extrínseco de la tragedia laboral en la célebre mina, es posible que se trate de un obrero que se quedó atrapado en el accidente.

17. Magnates enfiestados (2012, acrílico sobre MDF). Esta pintura pertenece a una serie de tres cuadros que representan escenas de los empresarios de las minas, con una mirada crítica y trazo expresionista. [1] Este primer cuadro de la serie tiene similares personajes de la clase alta empresarial. En este caso, el empresario y su esposa posan de frente y sus rostros y cabellos son rubios, sus rasgos se muestran un tanto arrogantes y están vestidos elegantemente. Ella trae un vestido violeta con el pecho medio desnudo, guantes azules con dedos descubiertos, una pluma roja en el cabello, Su cara se ve alargada y flaca, con nariz respingada y ojos grandes y azules, mentón alargado y labios arrogantes. A su lado, el hombre viste de saco negro, pantalón gris, moño negro y camisa blanca; trae reloj en una muñeca; y porta una pipa amarilla en la mano derecha. En especial, su cara es enorme y viril, con ojos verdes y codiciosos. A diferencia del trazo de pincelada gruesa y músculos enormes de los mineros, las pinceladas de esta pintura son más suaves en los volúmenes humanos. Los rostros revelan arrogancia, codicia, frivolidad. Sepúlveda los ve de manera crítica y reacciona sutilmente contra el magnate extranjero, contra el poder económico que propicia la explotación laboral y la enfermedad y la muerte de los mineros. Estas imágenes un tanto distorsionadas y con algunos rasgos más negativos, propios del estilo y la visión del artista mexicano, se acercan a algunos cuadros que retratan a la burguesía europea, creados por los pintores expresionistas alemanes del siglo XX.

18. Magnates enfiestados II (2004, técnica mixta: Pastel y acrílico sobre cartón). Un hombre y una mujer mayores miran hacia el frente, como posando para una foto de la sección de sociales de alguna publicación periódica, bajo un gran acercamiento que permite solamente ver sus bustos. Ella es rubia, con moño azul en el cabello, aretes y vestido del mismo hermoso color, rostro avejentado, nariz prominente, labios de anciana, extremadamente delgados, mirada brillante, rostro con un ligero desasosiego. El hombre trae camisa gris, lentes con cristal de espejo, y luce más joven y muestra una expresión como de actor de cine. El trazo general es expresionista, pero con colores más vivos en el caso de la mujer: Rostros un poco distorsionados, sobre fondo rosado, pinceladas gruesas y volúmenes corporales “rayoneados” por pinceladas delgadas. En resumen, estas imágenes son una visión crítica del empresario minero y su mujer, concentrada sobre todo en los rostros decrépitos, los ojos ocultos en lentes, las pieles grisáceas y, sobre todo, en el contexto general de frivolidad de la vida de los ricos. Sepúlveda construye el otro lado de la tragedia de la mina: La clase dirigente viviendo la buena vida, dentro de una fiesta, mientras los obreros sufren explotación, pobreza y riesgos laborales, de acuerdo al diseño global del resto de los cuadros que, en conjunto, integran, una narrativa visual sobre la tragedia de Pasta de Conchos.

19. Magnates enfiestados III (2008, acrílico sobre MDF, 129 x 90 cm). Una mujer delgada y madura mira de lado, investida en un elegante rebozo azul rey, mostrando el pecho avejentado mientras junta sus alargadas manos y parece que posa también para una foto de la sección de sociales de algún periódico. A su lado, un hombre muy obeso aparece muy oscurecido, casi fantasmal, enmarcando la figura más luminosa de la mujer mencionada. Tiene el rostro oscuro, porta lentes y su mirada parece un tanto displicente y arrogante. Viste un saco violeta con corbata del mismo color, sobre un fondo oscuro. La mujer de pelo canoso aparece en primer plano, bajo un impacto de luminosidad. En general, las pinceladas son más finas que los otros cuadros de mineros, el dibujo luce más refinado y perfecto, los vestidos son elegantes, pero los personajes son viejos y sus volúmenes corporales son contrastante: Ella flaca y el hombre muy gordo. Son, en suma, los “magnates”, los dueños de empresas mineras, dentro de un ambiente frívolo de placer. Sobre todo, el rostro de ambos denota arrogancia, dentro de la visión crítica y negativa de Sepúlveda, lo cual contrasta con la exaltación del trabajador y la denuncia de la explotación laboral. Su arte pictórico traza al empresario y a su mujer como personas frías y frívolas. El magnate o empresario curiosamente ocupa la oscuridad y el fondo del cuadro y es casi un fantasma por momentos imperceptible, justo al lado de su un poco más humana esposa, la cual se muestra bien vestida y colorida, pero vieja. En resumen, es el retrato del poderoso en la oscuridad. Son dos imágenes humanas que trazan el busto de los personajes, así que no son figuras de cuerpo entero como la mayoría de los mineros de la misma muestra artística. Esta visión expresionista emparienta con los cuadros de personajes frívolos y enfiestados de las pinturas del pintor expresionista alemán Max Beckmann.

20. Minero ciego (2002, colores a la cera en MDF). Un hombre de torso desnudo otra vez aparece como encarnación o paradigma del minero ciego. Este minero mira hacia su derecha y carga un pico al hombro. Sus ojos son blancos, rasgo que remarca la ceguera, y su pelo es gris. La piel se ve amarillenta y grisácea, como enferma. Son los colores dominantes que Sepúlveda usa para representar la piel de los mineros mexicanos que sufrieron la tragedia de la mina Pasta de Conchos. El esforzado trabajador se encuentra dentro de una mina, pues el fondo parece como paredes de tierra y piedra. La técnica del “rayoneo” de volúmenes con pincel aparece otra vez y dota de expresionismo al cuadro, al igual que la gruesa nariz y los músculos fuertes y los dedos enormes funcionan como expresiones paradigmáticas del obrero de las minas. En resumen, se observa como una imagen dramática, hiperbólica y simbólica del minero: Un ciego que trabaja irónicamente en la oscuridad.

21. Éste no irá al socavón (2014, carbón, pintura automotriz y chapopote sobre tela). Aparece una escena familiar en la que los padres discuten el destino laboral de su pequeño  hijo. Un obrero platica con su esposa y ambos se encuentran sentados en un sofá rojizo. Un niño pequeño acuesta su cabeza sobre el amable regazo de la mujer y parece dormir. El obrero viste pantalón de pechera de mezclilla azul, camiseta verdosa. Su mano derecha es muy gruesa y, en especial, su cabeza es dura y un poco deforme, casi sin frente, un ojo negro y grande, nariz muy gruesa, labios duros. En cambio, la mujer es de cuerpo delgado, de piel color amarillo claro, labios rosados y sensuales, cabello negro, nariz y ojos más exquisitos y manos largas y delgadas. En general, el cuerpo de la mujer es sensual y dulce en contraste con la tosquedad viril del esposo obrero. El niño trae pantalón similar al de su padre y esta prenda de vestir parece anunciar el mismo pesado futuro laboral de su progenitor, anunciado sutilmente en el título de la excelente pintura. En general, los tres humanos representan el arquetipo expresionista de la familia minera. Ambos padres sienten temor de que su hijo repita el mismo destino difícil de su padre en los trabajos de la mina y, por ello, acuerdan evitar dicho destino tan duro y riesgoso. Las densas pinceladas, el buen dibujo y los colores apagados hacen de esta pintura una de los mejores de toda la exposición del Museo Casa Chihuahua.


"ESTE NO IRA AL SOCAVON" (2014) APARECE EN UNO DE LOS CARTELES DE LA MUESTRA DE ARTEMIO SEPULVEDA


EL TRAZO EXPRESIONISTA DOMINA LAS FIGURAS DE LA PAREJA. EL LUCE FEO Y CORPULENTO Y ELLA SE VE BELLA

22. Tres mujeres dolientes (2014, técnica mixta: carbón y acrílico sobre MDF). Es una escena de funeral construida con colores oscuros y un gran expresionismo que sintetiza el dolor humano y trágico. Tres mujeres muy delgadas de rostros muy estilizados como de vírgenes sufrientes expresan su congoja por un suceso trágico. La del centro está en primer plano y viste de rebozo color oscuro y cubre su rostro parcialmente con la mano. Las mujeres de los lados traen rebozos grises. La mujer de la izquierda del cuadro es morena y tiene cuatro dedos muy gruesos en una mano. La de la derecha de la pintura solamente asoma un rostro pálido y gris, cerca de un mueble gris. El fondo de la dolorosa escena es de color rojo oscuro, lo cual remarca la tragedia y la sangre. La hechura general transmite un expresionismo más fino y estilizado, fuera del ámbito laboral de las minas: El impacto de los mantos con pinceladas muy gruesas dota de dolor profundo a los compungidos rostros de las tres dolientes, con una fuerza expresiva en las dos manos de la mujer del centro. Por otro lado, el alargamiento de los rostros y cuerpos aporta cierta religiosidad a la escena tan humana, con las mujeres que lloran a sus muertos, los mineros accidentados. La escena global tiene colores sombríos y configura el dolor esencial de la mujer, dentro de un contexto de muerte trágica. Las tres son los paradigmas de las mujeres enlutadas, tan propio de la cultura hispánica.  

23. Maternidad (2013, óleo sobre tela). Es el arquetipo poderoso de la madre: Mujer joven, sentada, desnuda, con piernas robustas, senos nutricios, alimentando a un bebé desnudo. La piel femenina luce blanca y rosada; el rostro es de rasgos expresivos, con la nariz grande y los labios gruesos y, principalmente, resalta la extrema belleza de los ojos negros y enormes que miran hacia un punto indeterminado. Apenas, un manto blanco cubre al bebé y el vientre materno. Las pinceladas gruesas del artista, propias del estilo de Sepúlveda, remarcan el estilo expresionista sobre un fondo pesadamente marrón. En suma, la mujer representa la belleza y la desnudez femenina y, esencialmente, construye la poderosa imagen de la madre nutricia, altamente encumbrada por la visión del artista. Los muslos tan robustos y la belleza sensual de la piel le dan fuerza a la imagen central.

24. La Grieta (2001, acrílico sobre tela). Patetismo y colores suaves hacen trascender la imagen de una anciana pobre y mínima, quien está sentada sobre una piedra plana. Su vestido violeta y su rebozo blanco son delicados y contrastan con los pies descalzos, morenos y gruesos que asoman bajo su falda. Sin embargo, la desolación de la imagen global ―soledad, falta de zapatos, estancia en una calle, la connotación negativa del título del cuadro― construyen, finalmente, a un ser marginal, sufriente y solitario dentro de una sociedad. La figura lejana se ve medio borroneada en sus contornos por el impacto de la claridad del rebozo sobre una pared marrón, de tierra, dentro del ámbito de una mina o pueblo minero tal vez. Los brazos son medio deformes, como simples manchones en la lejanía. Este conjunto de dibujos, colores y atmósfera espacial determinan que la figura sea plenamente expresionista. Con el brazo derecho, ella se cubre la boca, y apenas si se advierte la expresión triste del rostro. La figura humana es como un nudo, un bulto, pero ocupa el primer plano y la visión del artista mexicano como centro de la pintura. La técnica del “borroneo” de contornos es sugerente, impactante, sobrecogedor: La anciana es el arquetipo de la mujer sufriente, como una mendiga sola. Sepúlveda lanza una mirada compasiva hacia los pobres, rescata esta figura desolada y la eleva a rango estético.

25. Anenecuilco. 8 de agosto de 1879 (2013, acrílico sobre tela). Este cuadro registra un acontecimiento histórico: El nacimiento del revolucionario morelense Emiliano Zapata en una casa de Anenecuilco, Morelos, la cual es hoy Museo Casa Zapata. Una mujer desnuda, de perfil, sentada, carga un bebé en brazos, dentro de un establo y sobre una cama de paja. Un caballo azabache estira la cabeza en su corral, delimitado por una valla azul, y la agacha hacia la madre. Ella porta una sábana blanca en la mano derecha. Especialmente, la madre tiene los ojos cerrados y está inclinando la cabeza. Su cabello es de color negro. Acaba de dar a luz a un bebe en condiciones al parecer difíciles. Los colores blanco y marrón armonizan, pero el dibujo del cuerpo femenino luce un tanto distorsionado y errático, especialmente desde el pecho hasta los pies, al igual que el cuerpecito del niño. La maternidad es, otra vez, el centro de un cuadro de Sepúlveda, pero esta maternidad refiere artísticamente el nacimiento de Zapata, un trascendente héroe histórico de la Revolución Mexicana. De esta manera, esta pintura se aparta del tema de los mineros de Pasta de Conchos, pero entronca con los otros cuadros por su perspectiva marcadamente popular: Obreros y campesinos pertenecen a la misma clase trabajadora, luchadora y explotada y esto parece ser el fin “cordón umbilical” que integra a este cuadro de tema histórico con el tópico global de la vida minera de toda la presente muestra de Sepúlveda. Sin embargo, esta pintura histórica no tiene la contundencia estética, el impacto emocional y el poder tan expresionista del citado cuadro “Maternidad” (vean cuadro número 23), el cual realza vigorosamente al arquetipo de la madre como centro.

26. Ex-minero (2014, acrílico y carbón sobre MDF). Un minero descansa sobre una silla de madera, vestido con pantalón de pechera azul, camisa blanca, sobre un fondo gris, triste y desvaído. Cruza sus enormes manos blancas y grisáceas, lo cual es el símbolo clave del trabajo obrero de las minas, robusto y poderoso, según la visión dominante del artista Sepúlveda. Dentro de este contexto desolador, parco, el obrero muestra una pierna de palo y un rostro fantasmal, en colores gris y blanco, cubierto de dos gasas blancas horizontales. Especialmente, sus ojos son negros y están entristecidos. En este nuevo arquetipo del minero, se conjugan la desolación, la enfermedad por accidente de trabajo, la inutilización laboral, la tragedia y la desocupación laboral, mediante un dibujo grueso y rasgos expresionistas, con volúmenes corporales teñidos sutilmente bajo la particular técnica del “rayoneo”. Sobre todo, se advierten pesados y angustiantes colores muertos para trazar la imagen del minero. El conjunto de la pintura es dramático, patético, pero altamente digno por las musculosas manos que exhibe el infortunado y paradigmático minero.

27. Obliteración (2014, carbón sobre MDF). Representa el arquetipo del minero enfermo. El título hace referencia a su inutilización laboral y/o posiblemente a su enfermedad física. En el sentido estricto del término, “obliteración” es el acto de obliterar u “obstruir un vaso, un conducto, del cuerpo humano” (“Obliterar”). Entonces, el impedimento físico parece ser el trasfondo de este minero sufriente. Un hombre desnudo está sentado, extiende sus brazos musculosos, crispa sus gruesos dedos y muestra un rostro sombrío, angustiante y enfermo. Su cuerpo se inclina hacia su lado derecho, sobre un fondo gris, pesado, casi negro. El volumen del cuerpo muestra también los clásicos y leves “chispazos” con pintura, propios del peculiar estilo de Sepúlveda, para dar más expresionismo y angustia a la figura humana de los mineros. El minero representa, además, el arquetipo del sufrimiento humano, marcado ampliamente por la simbólica desnudez y el cuerpo musculoso, el cual está dominado por los “enfermizos” colores blanco, gris y negro. Estos tres colores son colores básicos y sombríos. No hay contexto cultural o social, entonces es el pleno y desnudo símbolo del dolor humano. Luce tan dramático como la pintura Ex-minero y con una técnica similar: Colores tristes, mundo básico, trazo plenamente expresionista.

28. Viejo ex-minero (2014, carbón y acrílico sobre MDF). Este cuadro continua la línea de las dos pinturas inmediatas anteriores (Ex-minero y Obliteración), puesto que aparece otro minero inutilizado para el trabajo. Los tres son patéticos, pero realzan la dignidad del obrero, ya que los tres son vistos desde la perspectiva del primer plano y aparecen solos como únicos personajes. En este cuadro, el hombre está sentado y cubre su boca con la gruesa mano derecha, sobre un fondo color amarillo oro viejo. Se ve el cuerpo enorme del minero en un primerísimo plano, solitario y viejo. Su pantalón es blanco y su camisa gris, ambos colores básicos y desvaídos. Su brazo izquierdo luce muy musculoso, con dedos muy gruesos. Estos rasgos físicos de grosor y robustez son una verdadera constante en casi todos los cuadros sobre mineros, una manera de exaltar el trabajo humano mediante lo robusto y lo fuerte del cuerpo laborante. Este énfasis expresionista en las manos y en los brazos como partes enormes y puestas en primer plano a veces, acerca a estos tres cuadros llenos de patetismo a algunas pinturas del ecuatoriano Osvaldo Guayasamín. En esta pintura de la serie de tres, la nariz se ve gruesa, los ojos están semicerrados y lucen vacíos. En general, la postura es desolada y triste: El arquetipo del minero veterano, construido con el estilo expresionista, paradigmático, universal, que permite la visión digna del obrero de las minas, todo lo cual puede proyectar al mismo tiempo la condición laboral y humana de los mineros de Pasta de Conchos, de México y de Latinoamérica misma. Este minero anciano es también un ser sufriente como una buena parte de los mineros y mujeres de los cuadros de Sepúlveda. El “rayoneo” del carbón es, en este caso, de menor intensidad y frecuencia, pero ahora el grueso dibujo, sus contornos duros, le dan una contundencia artística y una honda fuerza expresiva a la imagen del minero. Finalmente, el color oro del fondo realza la imagen, la suaviza un tanto, le da más fuerza estética al único personaje masculino del cuadro. En suma, trabajo obrero y dolor humano son el centro de esta importante muestra del Museo Casa Chihuahua y, en especial, la pintura Viejo ex-minero representa esa doble intención artística del prodigioso artista Artemio Sepúlveda.

29. Conchos protesta (2014, técnica mixta: Carbón, acrílico y carbón sobre MDF). Por el contraste del amarillo sol, el rojo fuerte y el gris, luce como un verdadero cartel político, El único hombre del cartel es un minero, extremadamente irascible y de rostro de calavera. Su presencia vigorosa y rebelde refuerza este carácter de cartel o panfleto de esta pintura. Sobre el fondo amarillo (luz, vida, oro), este hombre grita de pie y eleva sus fuertes puños. Viste camisa gris, pantalón café con cinturón. En especial, el rostro es más bien de un fantasma, de un muerto, casi sin frente, con ojos muy amarillos e irascibles, boca enorme casi de monstruo o muerte, con dientes blancos y enormes. En suma, la ira y la protesta social se concentran en la cara del único protestante, paradigma universal del obrero rebelde. Del fondo gris, emerge una grande bandera roja que ocupa el primer plano y contiene muchas frases en color negro sobre un fondo blanco. Al fondo también se ven tres banderas pequeñas: Una roja, una amarilla con la palabra “CONCHOS” y la blanca con la palabra “PROTESTA”. El “rayoneo” cobra fuerza en los volúmenes corporales: En la camisa y, sobre todo, en el estallido de furia intensa del rostro, casi calavera, casi de ultratumba, la pura ira brava, marcadamente expresionista, extremadamente deforme. Es el cuadro con el mensaje político más explicito: Se observa en el título de la pintura y en los mismos carteles con protestas verbales sumarias. El personaje masculino representa esencialmente al minero irascible, hambriento y espectral: El protestante sindical.   

30. Sueños rotos (2014, carbón y chapopote y pintura automotriz sobre MDF). Es otro arquetipo del minero derrotado, retratado con un alto simbolismo, mediante tres colores básicos y sombríos: Blanco, gris y rojo oscuro. Un hombre desnudo, de cuerpo blanco, se halla sentado sobre un mueble cubierto con un manto gris. Se encuentra de espaldas, tomando una pala de mango roto en su musculoso brazo izquierdo y levanta su brazo derecho como para proteger su rostro de una amenaza lejana. No se ve su rostro, sólo su cabello. En general, parece un fantasma. Los leves “chispazos” con pincel delgado enfatizan el dominante estilo expresionista, son más profusos en el manto y en el cuerpo y menos en el fondo rojo: El color que presagia sangre y tragedia tal vez. Finalmente, el cuerpo blanco y fantasmal encarna al minero con “sueños rotos” por una fuerza desconocida, ausente en esta escena laboral. Es tal vez la explotación laboral o un accidente de trabajo: La tragedia de Pasta de Conchos.

3. BIOGRAFÍA BÁSICA DE SEPÚLVEDA: NUEVE EXPOSICIONES INDIVIDUALES

      Artemio Sepúlveda (1935―) estudió arte en 1950 en la escuela La Esmeralda del Instituto Nacional de Bellas Artes de la Ciudad de México. En total, cuenta con nueve exposiciones individuales y ocho colectivas en México y en los Estados Unidos. Según el cartel del museo Casa Chihuahua, expuso individualmente en los siguientes recintos artísticos: 1) Carlota Gallery de Tijuana, Baja California (1969); la muestra “Recent Paintings by A. Sepúlveda” en Brittan Gallery de San Francisco California (1971); 2) en el Polyfórum Cultural Siqueiros (1975); 3) la exhibición “Sepúlveda on War, Power and Love” en The Fine Arts Gallery de Laguna Beach, California (1982); 4) en la Universidad Nacional Autónoma de México de la Ciudad de México (1985); 5) en Nicola Gallery de Los Ángeles, California (1990); 6) la muestra “Painted Visions of Desert Storm” en el Orange County Center for Contemporary Art de Santa Ana, California (1991); 7) en Casa Diana, Galería de Arte, de San Miguel Allende, Guanajuato (2004); 8) y en el Centro Cultural Ignacio Ramírez “El Nigromante” de San Miguel Allende, Guanajuato (2014).  
         Las ochos exhibiciones colectivas fueron en el estado de California; en la Ciudad de México; en Guadalajara, Jalisco; y en San Antonio, Texas, según el cartel biográfico de Pasta de Conchos. Los amables lectores pueden consultar otros datos sobre Pasta de Conchos y el artista en el siguiente sitio de Internet: www.casachihuahua.org.mx/Expos/casa_expos_realizados.php?2014.
         El Museo Casa Chihuahua es uno de los grandes museos de artes plásticas de la ciudad de Chihuahua. En este lugar, han exhibido importantes e impactantes obras de arte, tales como las pinturas y esculturas de Aarón Piña Mora, Luis Aragón, Alberto Carlos, Benito Nogueira, los hermanos Ángeles de Oaxaca y de muchos otros artistas más. Con Pasta de Conchos, los amantes del arte pueden apreciar treinta pinturas de gran factura artística que concentran un poderoso arte expresionista, una sutil crítica social y una sólida perspectiva obrera.
Los gentiles lectores puede consultar en el presente Blog los artículos “Juan O` Gorman y Carlos Orozco Romero: Dos grandes pintores mexicanos del siglo XX” y “Los diez mejores pintores mexicanos del siglo XX: Muralistas, Tamayo, Soriano, Toledo y otros más”, los cuales fueron publicados el lunes 25 de agosto de 2014 y el lunes 28 de julio de 2014, respectivamente. En estos dos artículos, pueden obtener más información sobre los mexicanos Orozco Romero y Alfaro Siqueiros, quienes fueron maestros de Artemio Sepúlveda y representaron fundamentales influencias artísticas en la obra del artista neoleonés. Asimismo, pueden ver varios artículos más con el tema de las artes plásticas en el mismo Blog.


Obras citadas
“Desastre minero de Pasta de Conchos.” Wikipedia. La enciclopedia libre. 18 de diciembre
2014. A Wikimedia Project. 9 noviembre 2014. <http://es.wikipedia.org/wiki/Desastre_minero_de_Pasta_de_Conchos>.
“Expresionismo.” Pequeño Larousse ilustrado. 1991.
“Jesús García Corona.” Wikipedia. La enciclopedia libre. 4 enero 2015. A Wikimedia
Project. 12 noviembre 2014.  <http://es.wikipedi.org/wiki/Jesus_Garcia_Corona>.
“Obliterar.” Pequeño Larousse ilustrado. 1991.


[1] Los números romanos de la serie no coinciden con la progresión cronológica del tiempo de la creación de cada uno de los cuatro cuadros de esta serie sobre los magnates. El cuadro sin numero romano es de 2012 y el numero II, de 2004, por ejemplo.

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