La familia es la más importante institución de civilización y ha sido muy afectada por el materialismo mercantil, el consumismo salvaje, el machismo violento, las anticulturas del crimen, los vicios con sustancias tóxicas, los divorcios y todo tipo de adicciones engendradas bajo y no por el capitalismo neoliberal y global.
Numerosos barrios y colonias son en la actualidad centros de barbarie y salvajismo. Además, abundan las familias disfuncionales debido a las nuevas costumbres privadas y sociales generadas por la productividad, el trabajo, las ciudades medianas y grandes, las nuevas tecnologías y la general dependencia de las máquinas.
Las colonias son el “corazón” verdadero de la nación mexicana; los centros comunitarios, el "alma" de la patria. Por ello, los centros comunitarios deben ofrecer mejores y más variados servicios públicos y profesionales, mejores y más grandes edificios y tecnología más sofisticada y avanzada. Este tipo de centros municipales en colonias y barrios pueden ser una gran fuente de empleo bien pagado para profesionistas universitarios de las distintas especialidades de las ciencias, las humanidades, los deportes y la tecnología.
Por este nuevo perfil, se requiere que los ayuntamientos inviertan mucho más dinero en los centros comunitarios. Incluso, la empresa privada puede servir en esta trascendental remodelación civil y municipal en bien de los mexicanos.
Los gobiernos municipales, estatales y federal deben colaborar en dichas inversiones bien planeadas y consistentes. En los centros comunitarios, pueden forjarse verdaderos seres humanos, ciudadanos y mexicanos. Como consecuencia, los gobiernos mexicanos deben disminuir las costosas inversiones para construir calles, avenidas y distribuidores viales, porque en esos sitios se procrea una mentalidad muy maquinal, sumamente individualista, arrogante y agresiva.
Los mexicanos del siglo XXI rinden culto al carro, la motocicleta y la camioneta y son muy adictos a todo tipo de vehículo automotor. A veces, los convierten en cantinas ambulantes que promueven el vicio expósito, el ruido excesivo, el escándalo público, el terror, la violencia y hasta la muerte.
Ante todo, México es una comunidad real y no imaginada: una comunidad nacional con múltiples comunidades municipales. Por este motivo, hay que fortalecer las colonias y los barrios, los centros comunitarios y los servicios compartidos. Las colonias y barrios son importantes células vivas generadoras de civilidad y cultura.
Una parte de los mexicanos del siglo XXI actúan como máquinas, animales y “zombis” debido al impacto del mercado, el consumismo y las abundantes máquinas. Mejores centros comunitarios pueden hacer mejores ciudadanos. Además, un mejor transporte público moderno y colectivista en cada municipio y ciudad puede cambiar parcialmente esa mentalidad individualista y deshumanizada.
Del “corazón” del municipio y la patria, del “alma” de las colonias y barrios, nacerá el nuevo y moderno México: más humano, más comedido, más colaborativo, más legal, más justiciero, más compasivo, más educado, mas nacional. Colonias y centros comunitarios son ese “corazón” y esa “alma”.
La educación primaria, media superior y superior van a complementar y reforzar el surgimiento de mejores seres humanos, ciudadanos y mexicanos.
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