domingo, 21 de mayo de 2017

"EL MONUMENTO A LA MADRE" DE IGNACIO ASUNSOLO: OBRA CLASICA EN LA CIUDAD DE CHIHUAHUA

EL MONUMENTO A LA MADRE DE IGNACIO ASÚNSOLO: OBRA CLÁSICA EN LA CIUDAD DE CHIHUAHUA




ÓSCAR ROBLES






EL MONUMENTO A LA MADRE (1943) DE IGNACIO ASUNSOLO EN LA CIUDAD DE CHIHUAHUA: UNA OBRA CLASICA




          Esta prominente escultura fue esculpida en cantera y es obra del artista duranguense Ignacio Asúnsolo. Fue creada en 1943, colocada en las inmediaciones del Santuario de Guadalupe e inaugurada por el gobernador Alfredo Chávez en la capital del Estado de Chihuahua.
Ante todo, El monumento a la madre es una joya de arte, un símbolo de la ciudad de Chihuahua y, sobre todo, una profunda exaltación de la madre mexicana. Los chihuahuenses de varias generaciones la han visto como una estatua clásica y un referente cultural de la capital del Estado Grande. Cuenta con setenta y cuatro años de existencia y engalana con su hermosura de piedra toda la zona aledaña al templo del Santuario de Guadalupe.
Los valores estéticos de esta escultura y monumento se fincan en la armonía de sus formas y en el pulido conjunto de sus dos figuras paradigmáticas, madre e hijo. Destacan la fuerza del volumen y la redondez de los dos cuerpos, formando una unidad artística y humana; la serenidad, la cavilación y la abnegación del rostro materno; los brazos y el regazo protector con el manto o rebozo femenino; los rasgos mestizos del niño: nariz gorda, labios gruesos, cara redonda; las manos giganteas y de gruesos dedos de la madre, propios de la estética de la Escuela Mexicana; la armonía y tallas finas del rebozo que cubre la cabeza y el torso de la progenitora; y la cristalización plena de un arquetipo femenino que es madre y simboliza a la nación mexicana misma.



EL MONUMENTO A LA MADRE SE UBICA ENFRENTE DEL SANTUARIO DE GUADALUPE, EL TEMPLO EN HOMENAJE A LA VIRGEN DE GUADALUPE

Aunque la estatua muestra tallas básicas propias del Formalismo, el vigoroso volumen de la madre con su hijo en brazos emana finalmente la idea de fuerza y protección como valores universales de la maternidad, más allá de la cultura nacional mexicana. Por ser una figura clásica y armónica, esta obra de Asúnsolo emparienta con las esculturas que encarnan maternidades cristianas y europeas. Sin embargo, la robustez de la madre e hijo representa más la mexicanidad y sus volúmenes y formas clásicas reproducen figuras del mestizaje mexicano y americano, con algunos rasgos indígenas.


EL MONUMENTO A LA MADRE DE ASUNSOLO ES UN HOMENAJE A LA MADRE MEXICANA QUE PROTEGE A SU HIJOS MESTIZO



LOS BRAZOS Y MANOS DE LA MADRE SON ENORMES Y PROTEGEN A SU HIJO EN SU REGAZO 


En, suma, El monumento a la madre de Asúnsolo representa la belleza de la maternidad y de la madre mexicana y latinoamericana al mismo tiempo. La escultura es un cuerpo de madre sedente que descansa del duro trabajo de la maternidad. Es la madre criadora y protectora del pequeño vástago aun en su descanso. En tanto, la imagen del niño es la del mestizo mexicano, siguiendo la tradición de las imágenes del Muralismo y los muralistas mexicanos. Por ejemplo,  la expresionista pintura Madre campesina de David Alfaro Siqueiros se acerca a esta escultura por reproducir las figuras mestizas, pero la obra de Asúnsolo es más clasicista.
Con formas serenas y redondeadas y volumen vigoroso, la figura de la madre de Asúnsolo se potencia con las cualidades claras de la cantera, el duro material de amplia prosapia en la escultura y la arquitectura mexicanas. Entonces, la estatua de madre e hijo permanece en el tiempo mexicano, frente al Santuario de Guadalupe, donde se aloja la imagen de la madre virgen de los mexicanos, la Virgen de Guadalupe, en la pintura del artista novohispano Miguel Cabrera que ocupa el altar principal de dicho recinto religioso. Ambas madres son figuras protectoras, símbolos y prominentes figuras del arte mexicano.


MONUMENTO A LA MADRE ES UNA DE LAS CINCUENTA GRANDES JOYAS ARTISTICAS DE LA CIUDAD DE CHIHUAHUA Y HA SIDO UN PODEROSO REFERENTE CULTURAL DESDE 1943 A 2017


El monumento a la madre ha permanecido setenta y cuatro años en el mismo sitio, entre 1943 y 2017, frente a una azulina fuente, proyectando su belleza, su serenidad y su armonía. Los viandantes y turistas se congregan a su alrededor ya sea en cualquier día o durante las fiestas guadalupanas y se sientan en los largos bloques de cantera que acompañan a esta célebre obra de arte. Uno se acerca, contempla el monumento y siente una gran paz con ese rostro agraciado y ese niño cobijado en el regazo materno, protegido con el manto y los fuertes brazos. Es el momento de paz en que todo ser humano quiere estar: La paz de la maternidad, la paz del arte y la paz de la identidad nacional.
Esta clásica estatua es un auténtico homenaje de belleza clásica, pulcra, armónica. Se ve en ese lugar a una madre exhausta que, sentada, siente el amor por su hijo pequeño y construye con su estatismo de piedra una belleza moral, una belleza nacional y una belleza universal: La belleza de una madre cuajada en el tiempo de la piedra imperecedera y en el arte duradero del artista de Durango. Es una madre concreta y mexicana que puede ser la alegoría de la madre patria.
El monumento a la madre de Ignacio Asúnsolo puede ser considerada como una de las cincuenta joyas artísticas de la ciudad de Chihuahua, al lado de La Catedral de la Santa Cruz, La Quinta Gameros, La Quinta Carolina, El Palacio de Gobierno, La Quinta Ahumada, los murales históricos de Aarón Piña Mora en El Palacio de Gobierno, los murales históricos de Leandro Carreón en El Paraninfo de la Universidad Autónoma de Chihuahua y La Puerta de Chihuahua y La Puerta del Sol de Sebastián, entre otras.
Finalmente, la célebre y clásica estatua de la madre se caracteriza por cristalizar a la maternidad como símbolo mexicano y universal, desde la perspectiva del arte mexicano y latinoamericano. Es, básicamente, una idealización de la mujer que protege al hijo, al futuro mexicano.


LA CANTERA POTENCIA LA FUERZA DE LA FIGURA MATERNA EN LA ESCULTURA DE IGNACIO ASUNSOLO


  Ignacio Asúnsolo Mason (1890-1965) nació en la Hacienda de San Juan Bautista del estado de Durango y fue un famoso escultor mexicano formado en Francia. Vivió en Parral (Chihuahua) entre 1896 y 1904, estudió en el Instituto Científico y Literario de la ciudad de Chihuahua entre 1904 y 1908, fue profesor del Instituto Nacional de Bellas y Artes y Literatura de la Ciudad de México e ingresó a la Escuela de Bellas Artes de París en 1919 con una beca (“Ignacio”). Entre sus obras escultóricas, sobresalen la estatua de Fray Juan de Zumárraga (1956) en la Villa de Guadalupe de la Ciudad de México; el monumento a la División del Norte con la figura ecuestre de Pancho Villa (1956) en la ciudad de Chihuahua; y las esculturas en bronce del escultor mexicano Germán Cueto (1923), de la escritora Guadalupe Marín (1930), de La familia proletaria (1934), del poeta mexicano modernista Enrique González Martínez (1936) y de El Poeta (1938), entre otras.




Obras citadas
“Ignacio Asúnsolo.” Wikipedia. The Free Encyclopedia. 21 May 2017. Wikimedia
Foundation, Inc. 22 September 2016. <https://en.wikipedia.org/wiki/Ignacio_As%C3%BAnsolo>.




domingo, 14 de mayo de 2017

EL HONRADO SENOR ANTONIO AGUILAR

EL HONRADO SEÑOR ANTONIO AGUILAR


ÓSCAR ROBLES



Contaba el locutor mexicano Raúl Velasco que el cantante Antonio Aguilar era una muestra de hombre cabal, honrado y cumplidor, durante algunas emisiones de su célebre programa Siempre en Domingo. Decía que Aguilar cumplía todos sus compromisos artísticos con Televisa sin firmar ningún documento escrito y sólo se comprometía de palabra a presentarse puntualmente para brindar su talento artístico al público mexicano.
Dichos compromisos de Aguilar los arreglaba con el empresario Emilio Azcárraga Milmo, alias “El Tigre”, quien fue dueño de Televisa durante la segunda mitad del siglo XX y era hijo del pionero de la televisión mexicana Emilio Azcárraga Vidaurreta. En particular, Siempre en Domingo fue un pilar de la televisión mexicana y fue transmitido por el Canal Dos de Televisa, durante las últimas tres décadas del siglo XX.
Raúl Velasco refirió esta anécdota sobre Antonio Aguilar durante la década de los setenta cuando Siempre en Domingo era el programa estelar de Latinoamérica, en el cual se presentaban los mejores artistas hispánicos del mundo entero. En este destacado programa, ofrecían sus canciones artistas como los españoles Rocío Durcal, Raphael, Camilo Sesto y Julio Iglesias; el venezolano José Luis Rodríguez “El Puma”; el brasileño Roberto Carlos; los argentinos Leo Dan, Sandro y Leonardo Favio; y numerosos artistas mexicanos como Alejandro Fernández, Juan Gabriel, Estela Núñez, Lucha Villa, Lola Beltrán, Miguel Aceves Mejía, Armando Manzanero, José José, Luis Miguel, Vicente Fernández y tantos otros más.
Como se ve, el señor don Antonio Aguilar era un mexicano que cumplía sus contratos y demostraba su talento como artista y su rectitud como persona honorable. Asimismo, ofrecía su bello espectáculo de caballos e interpretaba canciones folclóricas en México, los Estados Unidos y otros países, para exaltar la cultura de su país natal.
Antonio Aguilar Barraza (1919-2007) fue cantante, actor, caballista, guionista y productor de cine. Era gente del campo y nativo de Villanueva, Zacatecas. Le llamaban “El Charro de México”. Sobresalen sus interpretaciones bravías de los corridos de la Revolución Mexicana y sus papeles de famosos revolucionarios en las películas, tales como Pancho Villa, Emiliano Zapata, Valentín de la Sierra y Lucio Vázquez. Destaca su papel como líder y fundador de la célebre “Dinastía Aguilar”. En esta familia de artistas del espectáculo, participaban su esposa la cantante y actriz Flor Silvestre y sus hijos Pepe y Antonio Aguilar Jr. Además, la cantante La Prieta Linda era su cuñada y Guadalupe Pineda su sobrina. Aguilar ha sido comparado con los vaqueros estadounidenses Gene Autry, Roy Rogers y Ronald Reagan. Algunas de sus mejores interpretaciones como actor surgieron en los siguientes filmes mexicanos: La sombra del caudillo (1960) de Julio Bracho; Los hermanos del Hierro (1961) y Animas Trujano (1962) de Ismael Rodríguez; y Emiliano Zapata (1970) de Felipe Cazals.
¡Qué gran artista era Antonio Aguilar! ¡Qué gran señor!
¡Como se extraña a esos mexicanos de honestidad irreprochable en medio de una sociedad corrupta, ilegal, criminal y violenta del siglo XXI!


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