MOTORIZACIÓN EXCESIVA EN LA CIUDAD DE CHIHUAHUA EN EL
SIGLO XXI
ÓSCAR ROBLES
¿Puede
usted, amigo ciudadano, desempeñar sus labores cotidianas con entera energía con
el aire infecto que respira todos los días de todos los años?
¿Sufre tos, mareos, irritación emocional o alguna otra
molestia corporal o mental seria?
En pocos meses, la ciudad de Chihuahua tendrá alrededor
de 660 mil vehículos automotores y ya el esmog es muy elevado y daña las vías respiratorias
y causa serias enfermedades bronquiales y pulmonares y puede hasta generar cáncer.
La cifra total de habitantes en la capital del Estado Grande raya en cerca de un millón
doscientos mil. Es decir, hay casi un vehículo por cada dos ciudadanos
El
reporte oficial de 2025 registró 653 mil 023 vehículos de combustión de
hidrocarburos en su mayoría, según Alondra Martínez, directora del Instituto de
Planeación Integral del Municipio de Chihuahua (IMPLAN), quien además agregó
que el 62% de los chihuahuenses capitalinos se movía en vehículo particular (Diario
de Chihuahua, 17 de enero de 2025).
El padrón
vehicular es mucho mayor que la tasa de crecimiento poblacional, según concluyó
la directora del IMPLAN en dicha nota periodística.
El vehículo
automotor es una expresión de la comodidad burguesa de la clase media chihuahuense
durante el siglo XXI y una muestra de que la urbanización ha seguido un rumbo
equivocado con la construcción de numerosos distribuidores viales.
Chihuahua se erige como una ciudad muy productiva. Sin
embargo, ya es una urbe expandida, difícil para moverse hacia distintos puntos
del área; es una población donde se dificulta respirar aire limpio, casi
invisible, cuyas partículas tóxicas envenenan células y tejidos cada minuto de
vida.
Frente a la extensión territorial de las colonias y
centros comerciales, había que modernizar el transporte público con cinco o
seis líneas ramales y troncales; se tenían que haber creado más parques con
abundantes árboles en cada colonia, mediante la colaboración de gobiernos y
sociedad civil; era un imperativo abrir ciclopistas; hubiera sido bueno introducir
taxis de bicicleta en el Centro Histórico y otras áreas, entre otras medidas.
¿Tiene salvación
la ciudad de Chihuahua en medio de la obsesión, la locura y la pasión por los
carros y camionetas, esas pequeñas casas o apartamentos ambulantes y privados,
que sirven para trabajar, comprar, divertirse, negociar, jugar carreras, violar
las leyes de vialidad, cometer crímenes y fomentar la arrogancia de los
chihuahuenses?
La
supuesta modernización urbana global y neoliberal y la megalomanía de edificios
y megaproyectos son meros espejismos y espejos donde se refleja la codicia del
ser humano.
Hay que
descentralizar las inversiones de Ciudad Juárez y Chihuahua hacia Camargo, Madera, Ojinaga o Guachochi. De lo contrario, esas
dos ciudades seguirán el mismo destino de la Ciudad de México, como en las décadas
de los setenta y los ochenta.