martes, 16 de mayo de 2023

EL CAPITALISMO CONSUMISTA Y DIVERTIDO Y LA IDENTIDAD MEXICANA ARTIFICIAL

 EL CAPITALISMO CONSUMISTA Y DIVERTIDO Y LA IDENTIDAD MEXICANA ARTIFICIAL

 

Por ÓSCAR ROBLES

 

Sin duda, los mexicanos habitan en un Estado-nación durante el siglo XXI. De esta manera, el supuesto y nuevo nacionalismo mexicano se finca en el sistema capitalista global forjado por los sucesivos gobiernos neoliberales, corporativos y populistas. La alianza entre gobiernos y empresarios ha delineado dicho nacionalismo.

Ante todo, el nacionalismo actual se desarrolla en las urbes. Sus soportes primordiales son el consumismo y “la civilización del espectáculo” (Mario Vargas Llosa), la cual constituye otra forma de consumo exagerado. Basta ver la publicidad y las noticias en diarios impresos y digitales cotidianamente.

De este modo, un juego de futbol de clubes o de la selección nacional, un disco de música banda y una simple marca de cerveza determinan las costumbres cotidianas y la manera de ser de los mexicanos. Culturas y anticulturas generan estas costumbres.

Estos productos y servicios capitalistas y otros muchos han sustituido falsamente la verdadera identidad nacional, que proviene desde tiempos ancestrales, pasa por la Colonia, atraviesa la modernidad republicana del siglo XIX y se fortalece en el siglo XX con el Nacionalismo Revolucionario promovido por el Estado corporativo cuya cabeza fue el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Con el capitalismo global y neoliberal se desplaza el México profundo, cultural e histórico. En realidad, los mexicanos viven y practican la cultura capitalista en su mayor parte. Asumen una manera de “presentismo” por las dificultades para sobrevivir ante tantas necesidades materiales creadas y la necesidad de consumir tecnología actual.

A los mexicanos y mexicanas no les interesan tanto los conocimientos de su larga historia o de la cultura científica y humanista. Asimismo, se vive un tiempo circular: la vuelta al Estado autoritario, populista, estatizante y centralista. En realidad, millones de mexicanos prefieren pasear en carro que leer un libro; perder horas por semana en tiendas y supermercados que asistir a una obra de teatro; cultivar la fiesta nacional con eventos de los deportes y el entretenimiento (música, cine, televisión e Internet) que visitar un museo de pintura o escultura.

La nueva cultura popular subyuga a los mexicanos. La cultura profunda y la educación académica de calidad han sido desplazadas, neutralizadas y deterioradas por los millones de habitantes del territorio ubicado al sur de los Estados Unidos y al norte de Centroamérica.

En el presente, el Estado populista y autoritario pretende restaurar el Nacionalismo Revolucionario y reintegrar la identidad nacional moderna, pero sin una sustantiva reforma educativa y sin un programa cultural consistente y expansivo. Asimismo, el gobierno federal manifiesta una abierta y agresiva hostilidad hacia las clases medias ilustradas, liberales y democráticas.

Por eso mismo, prevalecen la enajenación consumista y la ingobernabilidad. Las actividades productivas legales conviven con las ilegales y criminales, fracturando seriamente el Estado de Derecho y las identidades colectivas modernas, positivas y constructivas.

Por todo ello, dominan las mentalidades simplistas de lo que Octavio Paz llamaba “la clase media cruda” y de la marginada clase trabajadora: empleo explotador, negocio, incremento del patrimonio personal y familiar, consumismo y “diversionismo”.

En consecuencia, desde los noventa los mexicanos han erigido cotidianamente una identidad nacional artificial y altamente contaminada por usos y costumbres enajenantes y disgregantes.

 

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