LA MUJERONA
EN AL FILO DEL AGUA, OTILIA RAUDA Y OFICIO DE TINIEBLAS
ÓSCAR ROBLES
Los personajes femeninos de la narrativa mexicana contemporánea pueden analizarse
bajo el orden de la sociedad patriarcal, machista y masculinista. Estos personajes pueden agruparse en dos líneas
generales: Los que se someten a la opresión de este mundo dominado por los
hombres y los que se rebelan contra él. En el primero podemos integrar a la
solterona y a
la esposa sumisa, ambos de amplia tradición en la narrativa mexicana; en el
segundo, se puede encuadrar a la que puede llamarse la mujerona, la cual
encarna la transgresión a la moral social y/o el poderío sexual para alterar
dicha sociedad dominada por los hombres. En especial, el tipo de la mujerona
aparece en tres novelas mexicanas: En Al filo del agua (1947) de Agustín
Yáñez es Micaela Rodríguez; en Otilia Rauda (1986) de Sergio Galindo,
Otilia Rauda; y en Oficio de tinieblas (1962) de Rosario Castellanos,
Julia Acevedo.
La
mujerona se rebela contra el orden social imperante para reafirmar su
individualidad y para lograr sus aspiraciones personales, ya sean económicas,
políticas y/o sociales. Destaca por su vitalismo, su inteligencia, su búsqueda
de la libertad, su intensa vida amorosa y/o su carácter transgresor. Su
presencia en el contexto de un pueblo provinciano altera “las buenas
conciencias” y, a veces, despierta la maledicencia. Así, bajo la visión de los
otros, puede encarnar el pecado (el clero) y hasta ser definida como una hembra
de placer. En suma, es un ser excepcional y puede asociarse a estas ideas de
Aralia López: “Por la asunción de esa marginalidad determinada por su sexo y su
clase social, mostrará otro modo de ser mujer alterando los esquemas femeninos
tradicionales” (22). Fundamentalmente, la transgresión es el carácter más
perturbador y liberador de esta clase de personajes femeninos. Esta
transgresión puede originar un destino fatal (visión romántica) o la
permanencia o logro de un estatus social (visión realista). En ambos casos el
patriarcado, el machismo y el masculinismo
coartan la libertad de la mujer y la marginan. Según Helena Araujo, este
orden impuesto por el hombre determina el modo de ser de la mujer bajo una
óptica sexual: “Esta visión literal y cruda de la falocracia puede muy bien
referirse a todo el continente. En el norte como en el sur de Latinoamérica,
cualquier proyección de las realidades sicológicas (de la mujer) con respecto a
lo erótico implica una transgresión o un rebajamiento” (34). De estos papeles sociales
de las mujeres latinoamericanas, se pueden derivar los personajes femeninos que
aparecen en diversas obras narrativas mexicanas, bajo los dictados morales de la
sociedad patriarcal, machista y masculinista.
1. AL FILO DEL AGUA DE AGUSTÍN YÁÑEZ
En
Al filo del agua, Micaela Rodríguez asume una rebeldía sexual que choca
contra el orden social en el que predominan las mujeres sumisas, esas “tristes
mujeres enlutadas, tristes mujeres presas” (Yáñez 363). Tras una experiencia en
la ciudad, ella regresa a su pueblo natal ubicado en el Bajío, donde priva la
mojigatería y el clero conservador ejerce un poder represivo sobre la gente.
Ella no acepta el orden patriarcal y no quiere permanecer encerrada sin gozar
de su juventud y sin ver mundo. Con sus vestidos untados y sus modas citadinas,
despierta el apetito de los hombres, la reprobación y envidia de las mujeres y
la censura del clero. Uno de los personajes, Prudencia, la define así: “Mejor
ni hubieran venido, con esa loca de Micaela, que está como mujer de la calle”
(138). Por otro lado, ella representa el papel de una mujer altamente
sexualizada, ya que despierta las pasiones en don Timoteo y Damián Limón, quienes
son padre e hijo respectivamente. En
consecuencia, por su naturaleza de mujer fatal y transgresora, ella muere a
manos de Damián. Sin embargo, su ejemplo trasciende en otro personaje, María, quien
asume la misma dimensión: Es la mujer brava, vengativa y viril, “la mujer que
nadie podrá dominar” (367). En suma, Micaela Rodríguez representa el papel de una
mujerona, pero sus transgresiones la conducen a la muerte.
2. OTILIA RAUDA DE SERGIO GALINDO
En
la novela de Sergio Galindo, Otilia Rauda también posee esta misma dimensión
romántica y similar rebeldía frente al orden impuesto por los hombres. Por ello,
es una mujerona. Ella es
hija de hacendados, esposa del alcalde de su pueblo y amante del bandido Santos
Lazcano. Sin embargo, su poderío sexual y su carga transgresora son muy
inquietantes y también despiertan la maledicencia, pues la gente de Las Vigas
(Veracruz) la condena por ser adúltera. Es una hembra de placer y una
devoradora de hombres; es también una mujer viril (su rostro es similar al de
su padre, la marca del patriarcado), posee el poder económico (fincas y
dinero), el poder político (contribuye a que su marido Isidro sea presidente
municipal) y el poder sexual (es una adúltera que busca su libertad sexual
plena).
El
más alto nivel de la gran transgresión moral y el más alto desafío a la
sociedad por parte de Otilia Rauda se concentran en el capítulo once de la
novela. Ella exhibe su hermoso cuerpo desnudo y se burla de la moral y los
valores tradicionales de la burguesía mexicana: “Y era todo un espectáculo ver
a Otilia, el rostro cubierto con el tenate y el cuerpo desnudo, bellísimo,
desafiante” (Galindo 162). Sin embargo, como Micaela, su naturaleza romántica y
su ánimo de venganza la conducen a provocar la muerte del hombre que amaba. Su
fragilidad fue enamorarse, encontrar el amor total. Finalmente, ella muere a
manos de otro amante.
3. OFICIO DE TINIEBLAS
DE ROSARIO CASTELLANOS
Como
Micaela y Otilia, Julia Acevedo transgrede la moral de Ciudad Real, pero sus
acciones transgresivas responden a propósitos sociales y económicos: Ser
reconocida por la burguesía y conseguir la riqueza. Por ello, es un personaje
más realista que romántico. Para conseguir el estatus social de ser coleta, se convierte en adúltera y
amante de Leonardo Cifuentes, el cacique de la región. Ella proviene de la
ciudad y por ello sus costumbres afectan la gazmoñería de la sociedad
chiapaneca. Según la visión de los personajes, es como un animal de placer. Su
apodo de “La Alazana” muestra
precisamente esa connotación. De esta manera, Isabel Zebadúa, la esposa de Leonardo
Cifuentes, piensa que “es como una yegua” y una “fascinadora de hombres”
(Castellanos 72-73). Cuando Julia se encuentra por primera vez con Idolina, la
hija de Isabel, y se retira de dicho lugar, ella deja en el aire “un perfume de
hembra, denso, verdadero” (96).
Además, la personalidad de Julia se define “al
través del contacto amoroso con el hombre” y el placer se convierte en “el
único lenguaje que compartía” con su amante Leonardo (127, 199). Por otro lado,
esta mujerona es una transgresora moral en la ciudad donde vive. Manuel Mandujano,
el cura joven de la región, sabe de ese poder seductor de “La Alazana” y, por ello, la condena porque ‘impone las costumbres
relajadas de otros pueblos” (101). En especial, su forma de vestir y su
cabellera roja provocan reacciones adversas en las gentes de Ciudad Real. De
cualquier forma, toda su transgresión moral y social se origina en su real
carácter: “Su cinismo no era sino desparpajo y su avidez por la riqueza y el
prestigio una frivolidad natural de su sexo” (180). Finalmente, Julia consigue
su objetivo: Ser reconocida por la sociedad chiapaneca. Por medio de su poder
sexual, adquiere una nuevo y mejor estatus socioeconómico, a diferencia de
Otilia Rauda, quien pertenece a una familia de ricos hacendados.
A
final de cuentas, la sociedad patriarcal, machista y masculinista determinan la
marginación, la imagen social y moral y el destino de las mujeronas. No obstante, esta clase de perturbadores
personajes femeninos en la narrativa mexicana persigue reafirmar su
individualidad y ejercer su libertad sexual y social. A pesar de todo, su
rebeldía no logra subvertir el orden impuesto por los hombres, puesto que el
resto de las mujeres permanece bajo el dominio patriarcal en estas tres novelas.
Ante la sociedad, su personalidad poderosa queda finalmente marcada por la
sexualidad o el arribismo social, el adulterio o la desmedida ambición, la
transgresión y/o el rebajamiento, de acuerdo a una moralidad definida
históricamente por los hombres.
En
las tres novelas mexicanas analizadas, emerge un punto de vista masculino y una
perspectiva femenino que realza el verdadero alcance y poder de estas
transgresiones femeninas, la fuerza auténtica de estas mujeronas. Micaela Rodríguez, Otilia Rauda y Julia Acevedo son
grandes personajes literarios, representan el poder de las mujeres en una
sociedad masculinista y, en especial,
pueden ser definidas como mujeronas.
Las dos primeras, sin embargo, son personajes trágicos y fatales y mueren
dentro de la trama de las novelas de Agustín Yáñez y Sergio Galindo: Son
narrativas de hombres y, por ello, parece emerger el inconsciente masculino mediante
la sanción moral de la trágica muerte de
ambas transgresoras, justo en la resolución de los destinos individuales de dichos
personajes femeninos. En tanto, La
Alazana de Rosario Castellanos impone su estatus social y vive con poder
económico y social: Es una narrativa de mujer y en la pervivencia del poder de
la mujer se manifiesta la conciencia femenina de la autora mexicana y esto hace
que las transgresiones morales y sociales sean más trascendentes y significativas.
Obras citadas
Araujo,
Helena. La Scherezada criolla. Ensayos sobre escritura femenina
latinoamericana. Bogotá: Centro Editorial
Universidad Nacional de Colombia,
1989.
Castellanos,
Rosario. Oficio de tinieblas. México: Joaquín Mortiz, 1992.
Galindo,
Sergio. La comparsa. 2ª ed. México: Joaquín Mortiz, 1973.
—. ¡Oh
hermoso mundo! 2ª ed. México: Fondo de Cultura Económica, 2012.
—. Otilia
Rauda. México: Grijalbo, 1986.
—. Polvos
de arroz. México: Universidad Veracruzana, 1980.
—. Terciopelo
violeta. México: Grijalbo, 1985.
López
González, Aralia. “Dos tendencias en la evolución de
la
narrativa contemporánea de escritoras mexicanas.” Mujer y literatura
mexicana y chicana. Culturas en contacto.
Ed. Aralia López González, Amelia
Malagamba
y Elena Urrutia. Vol. 2 México: El Colegio de México-El Colegio
de
la Frontera Norte, 1990. 21-24.
—.“La
transgresión y el deseo: La mujerona
en Otilia Rauda de Sergio Galindo.” La
Palabra y el Hombre: Revista
de la Universidad Veracruzana
enero-marzo 1993: 75-82.
Yáñez,
Agustín. Al filo del agua. 16a. ed.
México: Porrúa, 1980.
Destacan otras mujeronas en
la narrativa de Sergio Galindo: La actriz Anabella en el cuento “Retrato de
Anabella” de ¡Oh hermoso mundo! (1975) y la viajera Norma Duncan en
“Terciopelo violeta” de Terciopelo violeta (1985). En particular, analizo
a los personajes de la mujerona en mis
artículos “La mujerona y la solterona
en cuatro cuentos de Sergio Galindo” (Revista de Literatura Mexicana Contemporanea 71
(2016). Forthcoming) y “La
transgresión y el deseo: La mujerona
en Otilia Rauda de Sergio Galindo” (La Palabra y el Hombre: Revista
de la Universidad Veracruzana enero-marzo 1993: 75-82).