lunes, 5 de agosto de 2013

LA VERDADERA ESPIRITUALIDAD EN LA VIDA SEGUN JESUCRISTO

LA VERDADERA ESPIRITUALIDAD EN LA VIDA SEGÚN JESUCRISTO

ÓSCAR ROBLES

He aquí dos profundas reflexiones de Jesucristo sobre la verdadera vida espiritual. Estos consejos o ideas son muy útiles para enfrentar estos tiempos de crisis moral y de extremo materialismo en algunas naciones del orbe.
Las dos reflexiones aparecen en el Evangelio de Lucas. En general, Lucas hace un papel más de historiador en este Evangelio, así que es más objetivo y riguroso en los episodios de la vida de Jesús que narra. Es importante recuperar estos pensamientos de Jesús y practicarlos en la vida cotidiana. Finalmente, la verdadera raíz del mal está adentro de cada persona más que en el mundo exterior. El primer cambio sustancial de una nación comienza con el cambio mental y espiritual del individuo para luego proyectarlo en la familia, en la escuela, en el trabajo y en otros ámbitos de la sociedad. Este cambio debe ser positivo, constructivo y creativo.
La primera gran reflexión surge cuando Jesús está en la ciudad de Betsaida, justo al norte del Lago de Tiberiades, situado al norte de Israel, muy cerca de Nazaret. El Hijo de Dios multiplica cinco panes y dos pescados para dar de comer a la muchedumbre y al final llenan doce canastos con los pedazos que sobraron. El Mesías habla con sus discípulos, los Doce Apóstoles. Entonces, les explica a sus discípulos y a la gente el significado verdadero de la vida, mediante esta pregunta esencial:
“¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si se pierde o se disminuye a sí mismo?” [Lucas 9: 25]. Como se advierte, hay seres humanos que prefieren pecar, dar preferencia a las posesiones y ganar riquezas que purificar su alma y vivir con ejemplaridad dentro de una comunidad determinada o de una nación.
La segunda reflexión ocurre después de que Jesús come en la casa de un fariseo y pronuncia un discurso para criticar las perversidades de los fariseos. “Fariseo” quiere decir “separado” (La Biblia 175, nota 36). Durante el siglo I d. C., los fariseos están dedicados al servicio de Dios y algunos eran muy influyentes en la comunidad. El discurso de Jesús se centra en la repetición de la siguiente expresión: “¡Pobres de ustedes, fariseos!”[Lucas 11: 42-47]. Asimismo, Jesús advierte a la muchedumbre sobre la hipocresía de los fariseos [Lucas 12: 1]. También, El Salvador condena la codicia y expresa el siguiente consejo espiritual:
“Miren que la vida es más que el alimento y el cuerpo más que el vestido” [Lucas 12: 23]. Como se observa, esta idea resalta la espiritualidad y la humildad.
Cuando se cometen numerosos y crueles crímenes o se ejerce la violencia extrema dentro de una nación, se han perdido la esencia humana, la esencia nacional y, lo peor, la esencia cristiana.
Cuando la gente se obsesiona con los objetos materiales —automotores, aparatos electrónicos, sustancias tóxicas, dinero. . .—  y deja de ayudar y respetar al prójimo, los seres humanos se pierden en la vida.
Cuando las personas desplazan a Dios, a la naturaleza y a los seres humanos por otros objetos materiales, pierden la esencialidad y la espiritualidad de la vida.
En una de sus andanzas, Jesús dice a un buen samaritano que para conseguir la vida eterna hay que practicar estas lecciones cristianas quintaesenciales: “<<Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y amarás a tu prójimo como a ti mismo>>” [Lucas 10: 27].
La sabiduría de cada persona está en practicar estas dos básicas lecciones del Cristianismo cada día de la vida y siempre reflexionar moralmente sobre el alcance de todas las acciones de la vida.
A principios de este siglo XXI, urge rescatar la espiritualidad religiosa, la ética ciudadana y el sentido comunitario.
Hay que leer La Biblia y aplicar las enseñanzas cristianas cotidianamente cuando manejamos un vehículo, cuando trabajamos en la oficina, cuando tomamos clases en el salón, cuando nos divertimos en una fiesta, cuando pagamos impuestos y servicios y, en general, en cada momento de la vida.



                                Obras citadas
La Biblia. 41. Ed. Madrid: San Pablo, 2002.

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